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El viacrucis de Oriol Junqueras, el líder que salió del Vaticano
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Líder de ERC cuestionado

El viacrucis de Oriol Junqueras, el líder que salió del Vaticano

Pasó por la Santa Sede y por Cuba antes de aterrizar en la política catalana. Estuvo tres años en la cárcel por realizar el referéndum del 1-O y ahora es denostado por los suyos: no puede pisar la calle

Foto: Oriol Junqueras, durante un acto de ERC. (EFE/David Borrat)
Oriol Junqueras, durante un acto de ERC. (EFE/David Borrat)

Oriol Junqueras, presidente de ERC, es una rara avis. Independentista, de izquierdas, republicano… y católico hasta la médula. Presidente del mayor partido nacionalista de Cataluña, sus rivales políticos, también soberanistas, lo han puesto en la diana y lo tachan de "traidor", deseándole que vuelva a la cárcel. En la última manifestación para protestar contra la cumbre francoespañola de Barcelona el pasado jueves tuvo que salir corriendo entre abucheos, pitidos e insultos. Su trayectoria en la causa catalanista, difícilmente igualable, no le ha servido ante un sector que no acepta el diálogo. Sus credenciales no le sirven frente al extremismo irredento: ajeno al rechazo que produce en círculos del soberanismo violento, él sigue arando su propio surco. Es discreto como un fraile y eficiente como un diplomático.

En algunos círculos de la propia ERC se le conoce como El Mossèn por su inveterada costumbre de misa dominical y su catolicismo practicante. De hecho, en 1998 estuvo seis meses trabajando en el Archivo Secreto del Vaticano y en la Biblioteca Apostólica Vaticana. Su experiencia fue fructífera. En los años posteriores dio charlas sobre temas vaticanos. En el Centro Católico de su pueblo (nació en Barcelona, pero se trasladó a Sant Vicenç cuando tenía 2 años) se llegaron a realizar cenas de pà amb tomàquet para asistir a sus charlas por el módico precio de 4 euros.

Foto: Pere Aragonès saluda a Pedro Sánchez a su llegada a la Cumbre Hispanofrancesa. (EFE/Quique García)

En 1999, tras haber estado el año anterior cerca de la casa de Dios, visitó la sede del diablo. Se trasladó a Cuba, país con un régimen comunista, donde ofició como profesor en la Universidad de Holguín y como investigador en el Archivo Provincial de Historia de la Casa Iberoamericana de la misma ciudad. En 2002, se doctoró con la tesis Economía y pensamiento económico en la Cataluña de la alta Edad Moderna, aunque no es un experto en economía. En realidad, había comenzado la carrera de Económicas, pero la abandonó para pasar a estudiar Historia Moderna y Contemporánea, en la que se licenció.

Larga trayectoria

Sus amigos le definen como una "persona buena, honesta, transparente, que no miente": "Lo que dice, lo dice convencido". Sus detractores abominan de él y aseguran que es "un falso, no te dice nunca lo que piensa, te traicionará a la que menos te esperes". Pero nadie duda de que es un campechano, que le gusta una buena barbacoa y una buena sobremesa hablando de temas de actualidad. En los últimos tiempos, asegura una fuente, está "desubicado, más nervioso". El motivo habría que achacarlo a la presión que lleva dentro. "Se ha implicado de lleno en la elaboración de las listas municipales y eso es muy duro", dice una persona que le conoce. Pero, además, ha habido un alejamiento del actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, que antes era su pupilo y ahora es la figura institucional sobre la que no tiene la ascendencia que tenía antaño. Esas tensiones internas en ERC le han pasado factura, han moldeado su carácter afable de hace una década y han cincelado a un líder correoso, astuto y paciente, sabedor de que su experiencia política es una mochila que le da prestigio aunque haya muchos que intenten quemarlo en la hoguera.

La trayectoria independentista de Junqueras es alargada como la sombra de un ciprés y está jalonada de episodios vívidos que le aportan una riqueza de pensamiento extraordinaria. Es un político capaz de navegar en aguas revueltas y que no ha rehuido nunca el debate con sus rivales. Educado en el Liceo Italiano, en su época universitaria se afilió a la Federación Nacional de Estudiantes de Cataluña (FNEC), un sindicato independentista donde llegó a responsable de Finanzas. Su irrupción en la política le llegó en 2003, cuando formó parte como independiente de la candidatura de Esquerra en Sant Vicenç dels Horts. En esa época fue también uno de los fundadores y promotores de la plataforma Sobirania i Progrés, junto con la expresidenta de la ANC Elisenda Paluzie, el actor Joel Joan (militante de ERC), el presidente de la Plataforma Pro Seleccions Esportives Catalanes, Xavier Vinyals, el empresario Ramon Carranza o el catedrático Hèctor López Bofill, ahora concejal de Junts.

Foto: El presidente de ERC, Oriol Junqueras, en una imagen de julio. (EFE)

En 2009, fue elegido europarlamentario (también como independiente) en la coalición Europa de los Pueblos, donde coincidían ERC, el BNG, Eusko Alkartasuna, Aralar, Entesa por Mallorca, Chunta Aragonesista y la Confederación Española de los Verdes.

Pero, curiosamente, no se afilió a ERC hasta la primavera de 2011, poco antes de ser elegido presidente del partido para cambiar a la anterior cúpula en la que se encontraban figuras como Joan Ridao, Joan Puigcercós o Josep Lluís Carod-Rovira. Junqueras fue el catalizador en un momento en que se generó en la formación republicana un vacío de poder. Fue una tercera vía que apostó desacomplejadamente por la independencia y que aprovechó el descontento y una gran campaña contra la sentencia del Constitucional sobre el Estatut para consolidar una opción política que hasta ese momento no había tenido éxito.

Quiso echar a la Guardia Civil

Con su porte de profesor universitario y su discurso academicista, logró unir a todas las familias republicanas bajo su manto y refundar ERC. Ese mismo año, encabezó la lista de este partido en las municipales y a pesar de quedar en segundo lugar (ganó el PSC), hizo una cabriola política: pactó con CiU y con ICV, dos fuerzas antagónicas, para que le hiciesen alcalde. En las siguientes municipales, dobló el número de votos. De estrategia similar a Jordi Pujol, cuando le avisaban de un problema local, se dejaba caer, hablaba con los afectados y solucionaba el conflicto.

Como alcalde, descolgó la bandera española de la fachada del Ayuntamiento, vulnerando la ley. Ya con el cargo de presidente de ERC, intentó echar a la Guardia Civil del cuartel para "crear equipamientos sociales". La excusa se le presentó cuando una familia fue desahuciada por el banco y necesitaba un espacio. Las arcas municipales estaban vacías y el equipo de Junqueras contactó telefónicamente con los mandos del Instituto Armado para sondear la posibilidad de que fuese la Benemérita quien acogiese a la familia. Como no había espacio, cundió la ira y exigieron conocer con detalle las viviendas que había en el cuartel, si estaban llenas o vacías y qué espacios se les podían requisar. Los equipamientos, sin embargo estaban llenos y, además, una parte de los vecinos crearon una plataforma de apoyo a los guardias civiles. Eso poco le importó al equipo del alcalde, que persistía en que quería desalojar a los agentes porque no tenían "vida social" en el pueblo. El asunto no fue a más.

Pero eso no le impidió pescar en río revuelto. Consciente de que las comarcas al sur de Barcelona son mayoritariamente de castellanohablantes, en 2013, propulsó la plataforma Súmate, símbolo del modelo bonachón e integrador de Junqueras. Fue, pues, el inventor del independentismo en castellano. Articuló ese grupo con la ayuda de su amigo Eduardo Reyes (al que en 2015 metería en las listas de Junts pel Sí) y de dos de sus asesores en el Ayuntamiento: Jordi Fexas, dirigente de Òmnium Cultural, que fue quien registró el nombre, y, especialmente, Manuel Ortega, que fue quien le presentó a Eduardo Reyes. Otro de los promotores de Súmate, Jorge García, Coque, era secretario de Imagen y Comunicación de ERC en Hospitalet. De ese invento salieron figuras como Gabriel Rufián y Antonio Baños, que luego sería el cabeza de lista de la CUP en las autonómicas del 2015.

Una misión en Madrid

En diciembre de 2015, Junqueras dejó definitivamente el Ayuntamiento de Sant Vicenç dels Horts, cuando ya era diputado electo en las listas de Junts pel Sí y en su horizonte vital se divisaba su cargo como nuevo vicepresidente del Govern, fuese quien fuese el president. Nada más ser nombrado vicepresidente, lo primero que hizo fue enviar a Madrid a una delegación para pedir más dinero, porque decía que el expolio de España había dejado a la Generalitat sin blanca. Esa delegación estaba encabezada por su secretario de Economía y hombre de confianza en Vicepresidencia, Pere Aragonès.

La leyenda popular dice que él fue el verdadero artífice de que Artur Mas abrazase el independentismo y convirtiese a la moderada Convergència en una formación extremista. Pero Mas ya tenía a su alrededor los suficientes Junqueras como para dejar que el republicano le arrastrase hacia esa incierta aventura. Lo cierto es que los pactos entre ERC y CiU concluyeron en la primavera de 2015 con muchas tensiones y un acuerdo sin precedentes de los dos partidos nacionalistas mayoritarios. Concurrirían juntos a las elecciones autonómicas (que ellos se empeñaron en denominar plebiscitarias) del 27 de septiembre de aquel año. Fue el principio del fin de Artur Mas, el reforzamiento de Oriol Junqueras como el recambio útil y como el hombre imprescindible de la gobernabilidad en Cataluña. En definitiva, terminó dándole todo el poder dentro de ERC, que veía en él al líder que podría gobernar a Cataluña y que podría llevarlos hasta la independencia.

Quedó marcado por sus oponentes políticos independentistas desde el mismo día en que salió en libertad, indultado

En enero de 2016, tras ser nombrado vicepresidente, trabajó para hacer realidad el referéndum, por lo que posteriormente fue condenado a 13 años de prisión por sedición y malversación de caudales públicos. El 22 de junio de 2021 fue indultado por el Gobierno de Pedro Sánchez. Su etapa con Carles Puigdemont estuvo llena de tensiones. Ambos dirigentes se repelían mutuamente. El fugado en Waterloo, además, abandonó a su suerte a los miembros de su Ejecutivo que se quedaron en Cataluña y que fueron condenados. Una fuente cercana a Junqueras relata que el exvicepresidente no sabía nada de la marcha de Puigdemont a Bélgica y le pilló por sorpresa. Posteriormente, Junqueras no recibió durante años ni el apoyo ni llamadas de su antiguo jefe, por lo que las relaciones quedaron maltrechas. Fue el inicio del fin del bloque independentista, en el que Junqueras y ERC nunca se sintieron cómodos.

El líder republicano quedó marcado por sus oponentes políticos independentistas desde el mismo día en que salió en libertad, indultado. Tras acceder a abrir una mesa de diálogo con el Gobierno central, el rechazo de amplios círculos extremistas se acentuó. Han querido desacreditarlo afirmando que la reforma del Código Penal fue fruto de un pacto secreto (en 2016 ya le habían acusado de tener pactos secretos con el PP) para una salida personal. Hay en marcha una brutal campaña orquestada desde las filas nacionalistas con informes plagados de informaciones falsas y tendenciosas sobre Oriol Junqueras, que obran en poder de este diario. Tras el incidente de su expulsión de la manifestación "unitaria" de este jueves, ningún líder de partido o entidad independentista condenó los hechos. Es algo sintomático y definitivo. Todos prefirieron dar la callada por respuesta. El secesionismo más montaraz y cainita ha juzgado y sentenciado a un independentista de pedra picada por no seguir las consignas que le llegaban desde el exterior.

Oriol Junqueras, presidente de ERC, es una rara avis. Independentista, de izquierdas, republicano… y católico hasta la médula. Presidente del mayor partido nacionalista de Cataluña, sus rivales políticos, también soberanistas, lo han puesto en la diana y lo tachan de "traidor", deseándole que vuelva a la cárcel. En la última manifestación para protestar contra la cumbre francoespañola de Barcelona el pasado jueves tuvo que salir corriendo entre abucheos, pitidos e insultos. Su trayectoria en la causa catalanista, difícilmente igualable, no le ha servido ante un sector que no acepta el diálogo. Sus credenciales no le sirven frente al extremismo irredento: ajeno al rechazo que produce en círculos del soberanismo violento, él sigue arando su propio surco. Es discreto como un fraile y eficiente como un diplomático.

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