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Guerra abierta

Locos por CiU: grupos catalanistas se pelean por heredar las viejas siglas

Hasta ERC, que ha ido moderándose parcialmente ante la deriva ultra de los de Puigdemont, aspira a ocupar el espacio de la centralidad huérfano de referentes tras el 'pujolismo'

Foto: El diputado del PDeCAT Genís Boadella. (EFE/Mariscal)
El diputado del PDeCAT Genís Boadella. (EFE/Mariscal)

Amplios sectores del catalanismo han comenzado a escorarse hacia posicionamientos más centrados, buscando su referente en el antiguo espacio que ocupaba Convergència i Unió (CiU). Se trata de un espectro que, en opinión de algunos politólogos, está siendo poco a poco ocupado por ERC, vista la deriva extremista de Junts per Catalunya (JxCAT). "Pere Aragonès es muy hábil. Su última jugada, cogiendo a expertos que no son de su partido para el Govern es muy 'pujoliano'. Recluta a gente con otras sensibilidades y eso hace creíble el mensaje de ERC de ensanchar la base, porque es verdad que la amplía y hace al partido más transversal. Junts no puede decir que Aragonès sea sectario. De hecho, está haciendo lo que en otros tiempos hacía Pujol", explica a El Confidencial un ex alto cargo de Convergència.

Lo cierto es que Aragonès no necesita las siglas CiU para hacer lo que hace, pero hay otros que quieren reivindicar el espectro político que está invadiendo ERC y no quieren que los republicanos se apropien del espacio ideológico de los antiguos convergentes y democristianos. Por eso, están apostando fuerte por la marca CiU y la están revalorizando. Prueba de ello es el registro, el pasado día 11 de octubre, del nuevo partido llamado Espai CiU, cuyo presidente es Mateu Comalrena de Sobregrau Esteve, alcalde de Gallifa, una pequeña localidad de 183 habitantes que está cerca de Manresa. Este dirigente político fue elegido en las listas de JxCAT, pero milita en el PDeCAT (en el momento de las municipales de 2019 todavía no se había quebrado el PDeCAT ni se había formalizado Junts como partido). Además, la sede de Espai CiU, en la céntrica Avenida Diagonal de Barcelona, se ubica en el despacho profesional del abogado Genís Boadella, que es el secretario de Organización del PDeCAT.

JxCAT no puede reivindicar las viejas siglas del nacionalismo catalán porque sus proyectos son radicalmente distintos

Una de las explicaciones que se dejan caer para justificar el registro del nombre es que, de lo contrario, "lo podría registrar Junts per Catalunya". A los de Junts, según las fuentes consultadas, les gustaría contar con el espectro político de CiU, pero no con sus 'mochilas' o herencia ideológica. Los posconvergentes agrupados en JxCAT apuestan ahora por la unilateralidad y cierran la puerta al diálogo y la negociación. Por eso no necesitan perentoriamente las siglas del antiguo centro catalanista. JxCAT no puede reivindicar las viejas siglas del nacionalismo catalán porque sus proyectos son radicalmente distintos. Lo único que ambicionan es un peso específico como el que tenía CiU no solo en la política catalana, sino incluso en la española.

¿Una CiU con lazo amarillo?

Genís Boadella se limita a señalar que "nosotros, como PDeCAT, somos los auténticos herederos de CiU, pero vamos a ser muy generosos. Nosotros estamos por recuperar este espacio, y hay mucha más gente que también lo quiere, lo comprendemos. Estamos abiertos a hablar". Sus rivales, en cambio, no son tan prudentes. "El catalanismo ha muerto. Cualquier proyecto que quiera revivirlo es de cariz independentista. CiU murió y revivirlo es un error", dice una fuente cercana a la pequeña fuerza Valents, que está liderada por una exdirigente de UDC, Eva Parera. Los enemigos tiran con bala. "¿Cómo quieren decir que van a hacer renacer a CiU si lo primero que hacen es ponerse el lazo amarillo independentista en la solapa? Primero, que se aclaren y luego que digan a quién pretenden engañar".

En la reserva de la marca Espai CiU participaron tanto dirigentes del PDeCAT, sucesor directo de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) como del Partit Nacionalista de Catalunya (PNC), que lidera Marta Pascal, salida abruptamente del PDeCAT. Son estas dos fuerzas las que pretenden volver a aglutinar a una masa de votos alrededor de un proyecto que no sea exclusivamente unilateralista, como lo es JxCAT, pero que atraiga al centroderecha catalán.

Foto: El expresidente de la Generalitat Quim Torra. (EFE/David Borrat)

"Lo malo es que la recuperación de ese concepto y ese espacio está siendo acaparada por un señor, David Bonvehí, que fue de los que más aplaudía para enterrar definitivamente las siglas CiU y adoptar el nuevo nombre de PDeCAT, que ahora preside", critican desde Centrem, la plataforma que pretendió antes hacerse con ese espectro. En Centrem coincidieron el PDeCAT, la Lliga Democràtica y Lliures, un partido proveniente también directamente de las estructuras de CDC. A su frente se puso la exconsejera Àngels Chacón, la cara más visible del PDeCAT que dimitió por sorpresa en pleno mes de agosto. En estos momentos, Centrem se encuentra regido por una gestora provisional.

Una fuente de esta plataforma de partidos consultada por El Confidencial explica que la maniobra de recuperación de la marca CiU está dirigida por antiguos barones de Convergència que quieren recuperar el espacio político, pero sobre todo quieren recuperar peso político personal. "Y son los mismos que hicieron naufragar el proyecto de Centrem", advierten las fuentes.

"Es una farsa, son unos arribistas"

Según ha podido conocer este diario, ese proyecto político naufragó por los personalismos y los intentos de poner cuotas. "El PDeCAT comenzó a exigir el protagonismo, apelando a que es quien más derechos políticos tiene y quien aporta más efectivos, tanto de concejales como de alcaldes. En parte, tiene razón, pero el proyecto era para sumar. Ahí quisieron tomar protagonismo algunos de los antiguos dirigentes de Convergència, pero en el Congreso constituyente se les dijo que no entrarían en el organigrama, por lo que ya asistieron al congreso cabreados". En otras palabras, como dice una fuente, "Chacón quiso hacer un proyecto diferenciado, incorporando el máximo de sensibilidades, sin dejar meter mano a los feudales del anterior régimen y eso no se lo perdonaron. Fue la cúpula del PDeCAT la que presionó tanto que acabó tirando la toalla y marchándose a la actividad privada, porque le salió una oferta muy buena".

Esas tensiones acabaron por pasar factura. "El hecho de que ahora intenten monopolizar el nombre de CiU es una farsa. Los que ahora están al frente de esa maniobra son unos arribistas. Aquí lo que pasó es que vinieron algunos ligados a la ANC a torpedear desde dentro del sistema la creación de un gran centro político catalanista. Comenzaron a hacer que todos sintieran vergüenza de haber sido de CiU y liquidaron la herencia. ¿Y estos son los que ahora reivindican a CiU?".

Foto: Josep Maria Estela. (EFE/Alejandro García)

Pero lo cierto es que todos los partidos catalanistas o con algún viso de nacionalismo están interesados en que ese espectro de votantes mire hacia ellos. "La CDC 3.0 que llevan tanto tiempo intentando reflotar no funciona. Hay mucho nostálgico de la época en que el catalanismo con ‘seny’ gobernaba Cataluña con mayorías casi absolutas. Pero se ha perdido la línea de centro catalanista. De todos modos, PDeCAT y PNC tienen que aclarar qué son en estos momentos: si son nacionalistas, si son catalanistas o si son independentistas. Hay un punto de voto de centroderecha que está ahí, y hay un sector cansado y huérfano que antes se identificaba con CiU. Pero no hemos de olvidar que Convergència lleva seis o siete años desaparecida y que, si somos más rigurosos, ya hace una década que Artur Mas finiquitó la vieja Convergència apostando abiertamente por el independentismo. Esos votos esperan a alguien de confianza para darlo su apoyo".

Esa es la idea de PDeCAT y de PNC. O de Convergents, otro partido nacido de las costillas de Convergència con el exconsejero Germà Gordó a la cabeza, que acaba de ultimar un pacto con el PDeCAT de cara a las municipales. Pero también es la idea de Centrem, cuya alianza con el PDeCAT está cada día más en entredicho. Y en la misma situación se encuentran Lliures (con el exconsejero Antoni Fernández Teixidó a la cabeza), la Lliga Democràtica o incluso Valents.

Esa amalgama de siglas, espectros políticos y catalanismos, más o menos escorados hacia el independentismo o hacia el constitucionalismo, luchan, paradójicamente, por el mismo 'espacio CiU'. O, dicho de otro modo, por la centralidad. Si durante un periodo se demonizó todo lo que tuviese que ver con CiU, ahora ha comenzado una campaña para blanquear su imagen y volver a apostar por el 'seny'. "Lo que está ocurriendo, la apelación a un proyecto que hace poco despreciaban, es una cortina de humo para tapar las carencias políticas de algunas formaciones. Todo se queda en buenas palabras y en conceptos, pero nadie sabe cómo hacerse el dueño de ese centro. Los que ahora quieren volver a poner sobre la mesa el nombre de CiU perdieron ya toda credibilidad. Fueron ellos mismos los que enterraron a CiU y firmaron su defunción". Pese a todo, cada uno tiene sus razones para reivindicar esa herencia centrista.

Amplios sectores del catalanismo han comenzado a escorarse hacia posicionamientos más centrados, buscando su referente en el antiguo espacio que ocupaba Convergència i Unió (CiU). Se trata de un espectro que, en opinión de algunos politólogos, está siendo poco a poco ocupado por ERC, vista la deriva extremista de Junts per Catalunya (JxCAT). "Pere Aragonès es muy hábil. Su última jugada, cogiendo a expertos que no son de su partido para el Govern es muy 'pujoliano'. Recluta a gente con otras sensibilidades y eso hace creíble el mensaje de ERC de ensanchar la base, porque es verdad que la amplía y hace al partido más transversal. Junts no puede decir que Aragonès sea sectario. De hecho, está haciendo lo que en otros tiempos hacía Pujol", explica a El Confidencial un ex alto cargo de Convergència.

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