Es noticia
Laura Borràs, de reina a 'madrastrona' del independentismo
  1. España
  2. Cataluña
División en JXCAT

Laura Borràs, de reina a 'madrastrona' del independentismo

Sus acólitos dicen que dimitir de sus cargos sería como asumir que es culpable y ella se siente inocente pese a haber sido condenada a 4 años y medio de prisión

Foto: Laura Borràs, tras recibir la sentencia. (EFE/Quique García)
Laura Borràs, tras recibir la sentencia. (EFE/Quique García)

De reina de la fiesta a malvada madrastra. Así se resume la trayectoria política de Laura Borràs, presidenta de Junts per Catalunya (JxCAT) y expresidenta del Parlament de Cataluña. Borrás acaba de ser condenada a 4 años, seis meses y un día de prisión por los delitos falsedad documental e inducción de delito continuado de falsedad en documento mercantil, además de 9 años de inhabilitación por el delito de prevaricación y otros 4 años de inhabilitación por el de falsedad. También debe pagar una multa de 36.000 euros, por haber adjudicado 18 contratos (troceados ilegalmente) a un amigo suyo, que de esa manera se embolsó 335.700 euros entre 2013 y 2017, cuando ella era directora de la Institución de las Letras Catalanas (ILC), un organismo público de la Generalitat.

Laura Borràs lo podría haber tenido todo para ser la lideresa independentista de Cataluña, pero en su trayectoria vital se cruzó con la corrupción. De ser una de las políticas más influyentes tras una meteórica carrera, ha pasado a ser la dirigente a la que todos rehúyen y con la que pocos quieren hacerse una foto. Se ha convertido en una suerte de apestada política de la que sus antaño amigos o colegas ahora reniegan. Subió deprisa, pero cayó aún más deprisa. Su carrera podría ser el argumento de una película de Carlos Saura. Cuando la fugada Clara Ponsatí se presentó en Barcelona para dejarse detener ante las cámaras, Borràs fue una de las dirigentes políticas que se acercó hasta la Ciudad de la Justicia para abrazarla a la salida del edificio y hacerse la foto de rigor. No hay que olvidar que la foto de Navidad de Puigdemont contaba con la clamorosa ausencia de Borràs, cuando aún no había sido condenada.

Foto: Laura Borràs. (EFE/Quique Garcia)
TE PUEDE INTERESAR
Todas las claves del juicio de Laura Borràs
Antonio Fernández. Barcelona

Pero cuando comenzó su juicio en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) el 20 de febrero apenas fueron dirigentes políticos a apoyarla, pese a que el secretario general de Junts, Jordi Turull, había pedido personalmente a todos los altos cargos de su partido que fuesen a concentrarse en su apoyo. Con cara de circunstancias, y en una esquina, bastante alejado de ella y confundido entre la gente, se encontraba el presidente del grupo parlamentario de JxCAT, Albert Batet. Junto a ella, Turull y un pequeño grupo de incondicionales: el expresident Quim Torra y los diputados Francesc Dalmases, Jaume Alonso-Cuevillas y Aurora Madaula.

También había una representación de las entidades cívicas con la presencia estelar del exvicepresidente de la ANC Jordi Pesarrodona. Toda una estampa subliminal del poderío que le queda a Borràs dentro de la escena política. Nadie de ERC, ni nadie de la CUP, lo que es un claro ejemplo de su descenso a los infiernos. Cuando acudió a recoger la sentencia este jueves, fue flanqueada por Turull y Batet. Detrás, Dalmases y Madaula. Fue su cortejo hacia el tribunal. "Batet tuvo que estar. Fue orden del secretario general. Borràs es diputada de Junts y el partido debe darle cobertura. No se entendería que el máximo representante de JxCAT en el Parlament no la arropase, porque pase lo que pase es diputada y presidenta del partido”, dice una fuente de la formación. Por eso, Batet asistió a un mitin en el teatro Fortuny de Reus horas después de ser condenada para apoyar a Maite Pallarès, alcaldable de esa ciudad, considerada la principal plaza fuerte del ámbito de Tarragona que JxCAT quiere conservar tras las próximas municipales. Allí estaban también Dalmases, Turull y las exconsejeras de Justicia y de Derechos Sociales, Lourdes Ciuró y Violant Cervera respectivamente... y el exsecretario general del partido, Jordi Sánchez.

Una corrupta en la cúpula

Pero las diferencias internas de Junts están tensando las costuras del partido. Un sector de JxCAT no soporta ver a Laura Borràs en la presidencia de la formación. Un dirigente independentista resumía para El Confidencial el problema: "Convergència cambió de nombre porque el de CDC estaba ya demasiado ligado a la corrupción, tras la condena del Palau de la Música y la investigación aún en curso del 3%. Pero ahora resulta que el nuevo partido tiene en la presidencia a una condenada por corrupción. ¿Cómo le explicamos esto a la ciudadanía? La mayor parte de los altos cargos de Junts prefieren que Borràs dimita para no desgastar más la imagen del partido".

Otra fuente de la formación posconvergente explica a este diario: "Su mayor temor es tener que dejar los cargos. Además de la cuestión económica, tiene una motivación también política: su teoría es que si dimite sería como asumir que es culpable y su tesis es que es víctima política del Estado. Por tanto, su deber es resistir tanto en la presidencia del Parlament como en la del partido". Explica esta fuente que "tuvo la previsión en 2022 de cambiar los estatutos del partido para introducir una cláusula por la que un militante condenado en sentencia firme por lawfare [o sea, persecución política judicial] no será cesado de sus cargos. De ahí la insistencia de Jordi Turull y de su círculo más íntimo de que su condena es una cuestión de lawfare. Con esa expresión, la blindan en la presidencia del partido". En definitiva, su continuidad al frente de Junts se reduce a una expresión semántica.

"Su mayor temor es tener que dejar los cargos. Además de la cuestión económica, tiene una motivación también política"

Otra cosa es la cámara legislativa. Borràs fue desalojada de su cargo de presidenta del Parlament en septiembre pasado, pero es ella la que tiene que dimitir para que su cargo pueda ser ocupado por otra persona. Así lo dispone el reglamento. Los otros diputados pueden aprobar su cese, pero eso implica solo suspensión de empleo y sueldo. Sin embargo, ella no dimite y aboca a la cámara legislativa a una ignominiosa situación de interinidad donde la vicepresidenta, la republicana Alba Vergès ha de hacer las veces de presidenta sin serlo. La situación se debe a la laguna del propio reglamento del Parlament sobre el relevo en la presidencia. Para más inri, tras su sentencia por corrupción, Borràs reclamó a ERC ser restituida en su cargo. Es una boutade más de la Geganta, como se la conoce en los círculos políticos de Junts.

La defensa numantina de sus amigos

El núcleo duro de Borrás se ha puesto en marcha para crear en su entorno un muro blindado que apoye sus tesis. Sus apoyos no son muchos, pero son intensos. En el partido, dispone del expresident Quim Torra, del exvicepresidente del Parlament Josep Costa y de Francesc Dalmases, al que aupó a la vicepresidencia de Junts. Dalmases es un diputado que ya ha sido sancionado por su conducta poco decorosa. Los cuatro personajes compartían un mismo despacho en el Parlament, llamado la War Room, es decir, la Habitación de la Guerra. Era el despacho desde el que se elaboraban las consignas contra los rivales políticos que marcaban la estrategia parlamentaria. Su amistad y cercanía personal, ideológica y estratégica sigue incólume.

En el plano parlamentario, a Borràs le quedan solo 3 diputados arropándola: el propio Dalmases, el abogado Jaume Alonso-Cuevillas y Aurora Madaula, a la que ella escogió para ser integrante de la mesa del Parlament. Son todas sus huestes. Los demás diputados prefieren contemplarla desde la distancia. Aurora Madaula fue la diputada que, en la reunión de la mesa que decidió que Borràs debía cesar como presidenta debido a la apertura del juicio oral, tuvo que enjuagarse las lágrimas ante sus compañeros. Apeló a razones humanitarias y personales para que su amiga no fuese cesada, pero los representantes del resto de partidos fueron tajantes: el reglamento del Parlament era muy claro y debía ser cesada. Borràs afirma que esa norma es anticonstitucional y "antidemocrática". Pero olvida que fue impuesta precisamente por el independentismo y votada por los suyos. "Es patético ver cómo apela a la democracia y a la ética cuando la norma toca sus intereses personales. Y qué pronto se olvidan los principios democráticos y se envuelve uno en banderas ajenas", dice un veterano diputado.

Foto: Laura Borràs junto a Carme Forcadell esta semana en Barcelona (EP.-)

Las fuerzas, pues, están descompensadas. El poderío de Borràs hoy es muy limitado, pero el blindaje en sus cargos es enorme. En el partido, se esgrimen razones políticas, pues si la destituyen significa la condena implícita también de JxCAT. Y en el Parlament se aferra a un mecanismo técnico para mantener una situación de interinidad o provisionalidad poco comprensible. "Ha habido tensiones con el presidente del grupo parlamentario, Albert Batet, porque este solo acepta órdenes del partido. Y esas órdenes emanan del secretario general, Jordi Turull. Cada vez que Borràs o alguno de los suyos ha intentado imponer una iniciativa o una resolución, normalmente se ha encontrado con la oposición en bloque del resto del grupo parlamentario", explica una fuente de la cámara a este diario.

En otras palabras: ya no es solo el rechazo que encuentra en los restantes partidos independentistas, como la CUP y ERC, que incluso la apearon de la presidencia del Parlament, sino que en su propia formación encuentra un creciente rechazo a sus postulados y su estrategia. Por eso ha pasado de ser reina de la fiesta a malvada madrastra del independentismo.

De reina de la fiesta a malvada madrastra. Así se resume la trayectoria política de Laura Borràs, presidenta de Junts per Catalunya (JxCAT) y expresidenta del Parlament de Cataluña. Borrás acaba de ser condenada a 4 años, seis meses y un día de prisión por los delitos falsedad documental e inducción de delito continuado de falsedad en documento mercantil, además de 9 años de inhabilitación por el delito de prevaricación y otros 4 años de inhabilitación por el de falsedad. También debe pagar una multa de 36.000 euros, por haber adjudicado 18 contratos (troceados ilegalmente) a un amigo suyo, que de esa manera se embolsó 335.700 euros entre 2013 y 2017, cuando ella era directora de la Institución de las Letras Catalanas (ILC), un organismo público de la Generalitat.

Junts per Catalunya Laura Borràs Noticias de Cataluña
El redactor recomienda