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Así fue la 'táctica Sánchez': compartimentos estancos, equilibrios y mujeres al poder
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ARRANCA UNA NUEVA ETAPA DE LA LEGISLATURA

Así fue la 'táctica Sánchez': compartimentos estancos, equilibrios y mujeres al poder

El presidente fue componiendo su Ejecutivo con sigilo, sin advertir a sus ministrables de la configuración completa del Gabinete. Los equilibrios son múltiples y una señal es clave: las 11 mujeres

Foto: Pedro Sánchez, durante su comparecencia de presentación del Gobierno, este 6 de junio en La Moncloa. (Reuters)
Pedro Sánchez, durante su comparecencia de presentación del Gobierno, este 6 de junio en La Moncloa. (Reuters)

Una estrategia diseñada al milímetro, pulida en los últimos días, dominada por la discreción y la reserva máximas, y dada a conocer poco a poco, como un goteo constante que a veces se aceleraba y otras se ralentizaba y que en las redacciones desesperaba a los profesionales. Pedro Sánchez ha marcado su personalísimo sello no solo en la composición del Ejecutivo, con la llamativa e histórica presencia de 11 mujeres de un total de 17 ministros —el 64,70%, jamás habían sido tantas en el Gobierno y jamás con tanto poder en 40 años de democracia—, sino también a la hora de ir ordenando las piezas, casando un puzle complejo, lleno de equilibrios, con mensajes encriptados en cada uno de los nombramientos, tanto en clave interna como externa. La imagen de conjunto es la de un Gabinete femenino y feminista (un referente mundial), transversal, moderado, repleto de pesos pesados y expertos en sus áreas. Es un equipo, también, claramente mediático, efectista, con la incorporación del astronauta Pedro Duque en Ciencia y el periodista, escritor y popular presentador de televisión Màxim Huerta. Un Ejecutivo con miras electorados, preparado no para liderar el país unos meses solo, sino para durar lo que queda de legislatura e impulsar al PSOE en las urnas.

[Consulte aquí en PDF las biografías de los 17 ministros]

Sánchez, como relatan ahora en su círculo más cercano, fue estudiando y trabajándose las fichas de su tablero desde hacía meses. No era todo tan improvisado como desde fuera podría percibirse. Un ejemplo: con Fernando Grande-Marlaska, juez estrella, vocal del Consejo General del Poder Judicial nombrado a propuesta del PP, y nuevo ministro del Interior, había ido tejiendo una relación de confianza meses atrás. El fin de semana que siguió a la moción de censura que tumbó a Mariano Rajoy, se encerró con dos sus colaboradores más próximos —el que será designado mañana viernes como director de Gabinete en La Moncloa, Iván Redondo, y el nuevo secretario general de la Presidencia, Félix Bolaños— para ir cerrando los decretos de estructura ministerial y los candidatos posibles.

Pasado el fin de semana, el organigrama ya estaba claro y el lunes, definido el equipo "al 90%". Sánchez fue confeccionándolo siguiendo una técnica que los conocedores de la 'operación' denominan de 'compartimentos estancos'. El presidente sondeaba a los ministrables, les informaba de qué cartera les tenía reservada y poco más. No les daba cuentas de la configuración completa del Gabinete. Ninguno de los llamados conocía, por tanto, quiénes serían sus compañeros en el Consejo de Ministros, ni cuántas áreas habría, ni qué competencias recaerían en qué departamento. Algunos incluso recibieron la orden directa de resistir al 'asedio' de la prensa, sin abrir la boca.

Sánchez había ido trabajando mucho antes en su equipo de Gobierno, y por ejemplo con Marlaska había contactado meses atrás


Era su forma de blindar sus nombramientos, a fin de poder dosificar hábilmente la información, por oleadas calculadas durante tres días, sin que se pudiesen filtrar por accidente los titulares de cartera que no interesara contar en cada momento. Sánchez, en definitiva, actuaba con completo sigilo, moviendo sus piezas con determinación y reflexivamente. Cuando los periodistas preguntaban a los ya confirmados ministros quién ocuparía otro departamento, confesaban que no sabían, que no tenían los datos. Tal era la reserva que manejó el presidente que los protagonistas de áreas vinculadas, como las carteras de Estado de Justicia, Interior y Defensa, ignoraban con quiénes tendrían que trabajar codo con codo. El presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, tampoco estaba al corriente que uno de los miembros de su comisión permanente (los que tienen dedicación exclusiva), Grande-Marlaska, marcharía hacia Interior.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la comparecencia en la que ha anunciado la composición de su nuevo Ejecutivo. (EFE)

Por qué la portavocía en Celaá

Los tres departamentos centrales de cualquier Ejecutivo simbolizan ese delicado juego de equilibrios que ha tenido en cuenta Sánchez. Margarita Robles (León, 1956), magistrada independiente pero muy ligada al PSOE y portavoz parlamentaria en este último año, está al frente de Defensa, aunque con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) bajo su mando —el presidente acaba con la decisión de Rajoy de hacerlo depender de Vicepresidencia—. No era el área que ella prefería, pues tenía querencia por Interior, su antigua casa en los estertores del Ejecutivo de Felipe González, pero tampoco le endosó Justicia, ante la que era especial reacia para no tener que decidir sobre sus compañeros de carrera. En Justicia, precisamente, Sánchez sitúa a Lola Delgado (Madrid, 1962), una fiscal progresista próxima a Baltasar Garzón —icono de la izquierda del PSOE— y experta en terrorismo internacional. Y en Interior, lanza un mensaje de moderación con Grande-Marlaska (Bilbao, 1962) como jefe y de paso explicita un guiño hacia el colectivo LGTBI, para el que el juez siempre ha sido un símbolo.

Robles recae en Defensa, pero con la tutela del CNI. Calvo es la mujer con más poder del Ejecutivo, pero no cuenta ni con los espías ni con la portavocía

Otro equilibrio. Carmen Calvo (Cabra, Córdoba, 1957) es la mujer que amasará más poder de todo el Ejecutivo. Es la única vicepresidenta, y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad. Pero, a diferencia de Soraya Sáenz de Santamaría, pierde el CNI a favor de Defensa, y no asume la portavocía del Ejecutivo, un papel notable porque asegura la visibilidad en las ruedas posteriores al Consejo de Ministros de cada viernes. Calvo se queda, pues, con una de las áreas prioritarias para el presidente, como la emisora del mensaje más rotundo de este Gabinete, el "compromiso con la igualdad". Pero no es la voz oficial del equipo gubernamental.

Lo será Isabel Celaá (Bilbao, 1949), nueva titular de Educación y de Formación Profesional. Fuentes próximas a Sánchez indicaban a este diario que "siempre estuvo claro" que la portavocía no recaería en Calvo, para no sobredimensionar su cargo y por la confianza del líder hacia la exconsejera vasca de Educación. Una mujer bregada en el Ejecutivo de Patxi López y en el Parlamento autonómico, "muy sólida" y con carácter. Celaá es la presidenta de la comisión federal de ética y garantías del PSOE, 'tribunal interno' del que es secretario el jurista madrileño Félix Bolaños, uno de los seguros hombres fuertes del jefe del Ejecutivo en La Moncloa.

placeholder Las 11 ministras y los seis ministros del presidente Pedro Sánchez. (EFE)
Las 11 ministras y los seis ministros del presidente Pedro Sánchez. (EFE)

El poder económico está en manos de las mujeres. De tres, en pie de igualdad, puesto que, como sucedía con Rajoy, no hay una vicepresidencia del ramo. Nadia Calviño en Economía y Empresa, María Jesús Montero en Hacienda y Reyes Maroto en Industria, Comercio y Turismo. Calviño (A Coruña, 1968), hasta ahora directora general de Presupuestos de la Comisión Europea, es la señal de Sánchez hacia los socios comunitarios y los mercados, la pretendida indicación de que cumplirá con los objetivos de reducción del déficit público y de que promoverá la tranquilidad y la estabilidad. Su nombramiento, de hecho, fue bendecido por la Comisión y hasta por la jefa del principal banco del país, Ana Patricia Botín.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la comparecencia en que ha anunciado la composición de su Ejecutivo. (EFE)

El mensaje a Europa y los mercados

Montero (Sevilla, 1966) atesora igualmente experiencia de gestión en la Junta de Andalucía, como consejera saliente de Hacienda y peso pesado del Ejecutivo de Susana Díaz. Maroto (Medina del Campo, 1973), portavoz socialista de Presupuestos, Economía, Hacienda y Empleo en la Asamblea de Madrid y máster en Economía y Finanzas, es la más joven de las tres y la que no dispone de trayectoria en un Gobierno autonómico. El gesto de distensión hacia Díaz que suponía la elección de Montero —mujer, no obstante, de criterio propio— se contrarresta con el ascenso de Luis Planas (Valencia, 1952), exconsejero andaluz de Agricultura que rivalizó con la baronesa autonómica en la contienda de primarias internas de 2013, pero en la que no llegó ni a superar la fase de avales.

Las tres patas de la economía se asientan en tres mujeres, a las que hay que añadir una cuarta, la encargada de Trabajo, Magdalena Valerio

El sello europeísta con el que nace el nuevo Ejecutivo queda certificado con el nuevo responsable de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Josep Borrell (Pobla de Segur, Lleida, 1947), uno de los rostros más valorados en la UE, presidente de la Eurocámara entre 2004 y 2007 y participante de los trabajos de la convención que redactó la fallida propuesta de Constitución Europea. Sánchez ha querido resaltar la apuesta de España por el fortalecimiento de la Unión en un momento de turbulencias por el Brexit y el acceso al poder de un Gobierno euroescéptico en Italia. Pero sin duda, la elección de Borrell —el primer nombre confirmado del nuevo Gabinete— se enmarcaba en la voluntad del presidente de subrayar su posición firme, pero dialogante, con los independentistas catalanes. Misma alerta que emitía la designación de Calvo.

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También Luis Planas, nuevo ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, cumple con ese perfil de experto en las instituciones comunitarias. Consejero andaluz con Manuel Chaves y José Antonio Griñán, fue director de Gabinete de los comisarios Manuel Marín y Pedro Solbes, embajador de España ante la UE durante un año y actual secretario general del Comité Económico y Social Europeo (CESE). También fue seis años embajador de España en Marruecos.

Foto:  El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este 6 de junio en la presentación de su Gobierno en La Moncloa. (EFE)
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Los equilibrios territoriales siempre han sido también básicos en los Gabinetes socialistas. Y, en este caso, Sánchez ha cuidado comunidades como Euskadi (de allí son Celaá y Grande-Marlaska), Cataluña (Borrell y la titular de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet), Valencia (los responsables de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Carmen Montón, y Fomento, José Luis Ábalos, más la estrella elegida para Cultura, el escritor Màxim Huerta), o Andalucía (Calvo, Montero y Planas). Para la relación con Cataluña, Sánchez tiene a dos perfiles compensados: el látigo implacable con el soberanismo de Borrell se equilibra con la actitud negociadora y flexible de Meritxell Batet (Barcelona, 1973). La explosión verbal del titular de Exteriores se contrapesa con la discreción y la actitud más plana de la ministra de Política Territorial.

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Las cuotas territoriales

En los primeros días desde el triunfo de la moción de censura, había quienes especulaban con que Sánchez trasvasaría su dirección a La Moncloa. Erraban. De la cúpula socialista ponen un pie en el Gobierno solo tres miembros: Carmen Calvo, José Luis Ábalos (Torrent, Valencia, 1959) y la responsable de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, la exconsejera manchega Magdalena Valerio. Se puede citar una cuarta, Margarita Robles, pero solo pertenecía a las ejecutivas por su condición de portavoz parlamentaria, puesto que ahora cede a la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra. Los perfiles más políticos son, obviamente, los de la vicepresidenta y el del ministro de Fomento. Ábalos desempeñará la misma función que ejerció José Blanco en los tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero: jefe del aparato y gestor de una cartera lucida y perfecta para la interlocución con los territorios. Ábalos, al no asumir la portavocía del Ejecutivo, con la que se especulaba, puede desplegar su rol de secretario de Organización en los ratos libres que le deje su ministerio.

El cierre del Ejecutivo se completa con dos fichajes mediáticos: el astronauta Pedro Duque y el presentador de TV y popular escritor Màxim Huerta

La trayectoria de experiencia gestión la lucen dos exministros (Borrell y Calvo), dos consejeras autonómicas (Montero y Montón), tres exconsejeros regionales (Planas, Valerio y Celaá), una alta funcionaria de la UE (Calviño) y dos exsecretarias de Estado (Robles, en Interior, y Teresa Ribera, en Cambio Climático). Ábalos no acumula cargos públicos, pero sí trienios como dirigente del PSOE. Casi se podría decir que el menos experimentado (en cargos públicos) es el presidente.

Igualdad. Europa. Dos áreas prioritarias. Una tercera: medio ambiente. Sánchez lanza al renombrado Ministerio de Transición Ecológica a Teresa Ribera (Madrid, 1969), departamento con el que pretende visualizar su apuesta por un futuro sostenible. Ella procede directamente del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), con sede en París.

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El diseño del Ejecutivo se completa con dos fichajes mediáticos. Uno, el de Màxim Huerta (Utiel, Valencia, 1971), escritor, periodista y conocido presentador de televisión (condujo 'El programa de Ana Rosa' en Telecinco) en Cultura y Deporte, una cartera señera de los Ejecutivos socialistas y enterrada por Rajoy. El suyo fue el secreto mejor guardado. Y dos, el de Pedro Duque (Madrid, 1963), el segundo astronauta español que viajó al espacio, nuevo titular de Ciencia, Innovación y Universidades, otro de los focos de este Ejecutivo. Ambos no están bregados en la gestión pública, y la suma de Huerta (otro activista LGTBI) supone la entrada del mundo de la tele y de los rostros hiperconocidos por el gran público en el Gabinete.

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Cuatro ministros más

La arquitectura gubernamental gana cuatro asientos respecto al organigrama de Rajoy. 17 ministros frente a solo 13. Se desgajan Cultura, Ciencia, Industria y Transición Ecológica, mientras Igualdad escala a la cima del poder.

El presidente lanza señales claras de que quiere que su Ejecutivo aguante lo que resta de legislatura, se fortalezca para ganar y gobierne otro mandato

Sánchez ha mostrado, a través de esta completa coreografía de gestos, que no pretende que su Ejecutivo tenga vida apenas unos meses. En su equipo no disimulaban que están cimentando un Gobierno con voluntad de llegar vivo a las siguientes elecciones para ganar otra legislatura al menos. Y los mensajes del presidente durante su breve comparecencia sin preguntas en La Moncloa buscaban reforzar ese mensaje. El líder subrayó que su Gabinete era un "fiel reflejo" de las movilizaciones feministas del 8-M, plagado de personalidades que "atesoran una acreditada preparación y una inquebrantable vocación de servicio público".

Màxim Huerta, ministro de Cultura y Deporte

Con sus capitanes pretende abordar la "modernización de la economía", la consolidación del crecimiento económico, la lucha contra la desigualdad, la regeneración democrática y la liquidación de la corrupción y el combate contra el crimen organizado y el terrorismo internacional. Objetivos demasiado ambiciosos para una estancia corta en La Moncloa. Sánchez quiere abrir una nueva etapa. Y ha perseguido el fogonazo de un Gobierno de relumbrón, celebrado como sólido y solvente, construido con sigilo, y guardando múltiples equilibrios. El Sánchez presidente arranca era de forma distinta al Sánchez secretario general. El tiempo dirá si ambos líderes son muy distintos.

Seis independientes en el Consejo

De los 18 miembros del Consejo de Ministros —11 mujeres, seis hombres más el presidente, Pedro Sánchez—, seis no tienen carné del PSOE

Son los titulares de Defensa (Margarita Robles), Justicia (Dolores Delgado), Interior (Fernando Grande-Marlaska), Economía y Empresa (Nadia Calviño), Ciencia (Pedro Duque) y Cultura (Màxim Huerta).

José Luis Ábalos, nuevo ministro de Fomento y secretario de Organización, ya dijo a comienzos de esta semana que el nuevo Gobierno sería socialista y de "inspiración socialista", próximos al partido aunque sin carné. 

Una estrategia diseñada al milímetro, pulida en los últimos días, dominada por la discreción y la reserva máximas, y dada a conocer poco a poco, como un goteo constante que a veces se aceleraba y otras se ralentizaba y que en las redacciones desesperaba a los profesionales. Pedro Sánchez ha marcado su personalísimo sello no solo en la composición del Ejecutivo, con la llamativa e histórica presencia de 11 mujeres de un total de 17 ministros —el 64,70%, jamás habían sido tantas en el Gobierno y jamás con tanto poder en 40 años de democracia—, sino también a la hora de ir ordenando las piezas, casando un puzle complejo, lleno de equilibrios, con mensajes encriptados en cada uno de los nombramientos, tanto en clave interna como externa. La imagen de conjunto es la de un Gabinete femenino y feminista (un referente mundial), transversal, moderado, repleto de pesos pesados y expertos en sus áreas. Es un equipo, también, claramente mediático, efectista, con la incorporación del astronauta Pedro Duque en Ciencia y el periodista, escritor y popular presentador de televisión Màxim Huerta. Un Ejecutivo con miras electorados, preparado no para liderar el país unos meses solo, sino para durar lo que queda de legislatura e impulsar al PSOE en las urnas.

Pedro Sánchez Comisión Europea Carmen Montón Josep Borrell Meritxell Batet Susana Díaz María Jesús Montero El programa de AR Patxi López Ana Patricia Botín Reyes Maroto Teresa Ribera Baltasar Garzón Margarita Robles Pedro Duque Carmen Calvo Moncloa Fernando Grande-Marlaska José Luis Ábalos Activismo LGTB Nadia Calviño Unión Europea
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