Sánchez compone un Gobierno de pesos pesados y muy político con Calvo de dos
Cuida equilibrios, lanzando mensajes dentro y fuera. Encumbra a Calvo, Ábalos y Borrell, atrae a las consejeras Montero y Montón y lanza a Batet, Calviño y Ribera. Lastra se queda en el grupo
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Las principales cartas ya están boca arriba. El Gobierno de Pedro Sánchez ya va cogiendo cuerpo, la forma definitiva. El presidente está cuidando mucho los equilibrios, tanto internos como de puertas para fuera, preñando su Consejo de Ministros de pesos pesados de larga trayectoria, y bañándolo de un marcado carácter político. Justo de lo que adolecía el Gabinete saliente de Mariano Rajoy, acusado en todos estos años de dirigir más un equipo de tecnócratas que un Ejecutivo con fuste capaz de afrontar todas las adversidades. Sánchez se pertrecha para afrontar un tiempo corto en La Moncloa, muy cercano ya a elecciones y con una minoría parlamentaria muy precaria.
En esas claves se explican los nombres que han ido confirmándose en las últimas horas. Todos rostros conocidos del PSOE y en su mayoría ligados, de una forma u otra, al líder. Carmen Calvo, como vicepresidenta única y ministra de Igualdad. José Luis Ábalos, en Fomento. Josep Borrell, en Exteriores. Meritxell Batet, en Administración Territorial. Las consejeras María Jesús Montero, en Hacienda,y Carmen Montón, en Sanidad. Teresa Ribera, en Medio Ambiente. Nadia Calviño, en Economía. Y fuera del Ejecutivo, en el papel clave de la portavocía parlamentaria, Adriana Lastra.
El primer mensaje oficial que llegó desde La Moncloa fue, este lunes, la confirmación de Borrell como nuevo titular de Exteriores. Era la forma que tenía Sánchez de dejar claro que no hará concesiones a los independentistas. Que le apoyaron para lograr derrotar a Rajoy, pero que no hay acuerdos bajo la mesa. Porque Borrell es duro entre los duros, un veterano dirigente —71 años— que se ha convertido en la bestia negra de los soberanistas y que goza de una reputación internacional —presidió el Parlamento Europeo entre 2004 y 2007— indiscutible. Y un pata negra del partido. Él representa la doble tesis de "ley y diálogo" patrocinada por Ferraz.
Calvo será la única vicepresidenta y ministra de Igualdad, la ama de llaves del Ejecutivo y la encargada de un área simbólica para Sánchez
Pero los nombres que han ido agolpándose en estas horas han ido confirmando los mimbres de este nuevo Ejecutivo socialista. Calvo será una única vicepresidenta, muy poderosa, y la responsable del Ministerio de Igualdad. Sánchez encumbra así a una persona de su máxima confianza en la dirección, que le da consistencia y seguridad en las cuestiones legales, pues ella es profesora titular de Derecho Constitucional. Y tiene pedigrí de exministra: llevó las riendas de Cultura con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa y antes fue consejera andaluza. Sánchez le encargó la delicada tarea de negociar con Soraya Sáenz de Santamaría la aplicación del 155 en Cataluña, desplazando así al teóricamente llamado a conducir las conversaciones con el Gobierno de Rajoy, Patxi López.
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El precedente de Pepe Blanco
Calvo, investida secretaria de Igualdad en el 39º Congreso Federal del PSOE del pasado junio, fue ganando terreno poco a poco en estos meses. Se hizo la portavoz recurrente, y a la que el partido lanzaba para expresar su criterio no solo sobre temas de su área, sino sobre todos los temas de actualidad. Y Calvo se bandeó bien. Por eso ahora Sánchez confía en ella para el puesto de mayor rango en la arquitectura gubernamental. Además, el jefe del Gobierno aúpa al primer escalón las políticas de igualdad, en las que ella es una experta. Así, remarca que las reivindicaciones de las masivas manifestaciones del 8-M asumidas por el PSOE no son papel mojado. Calvo coordinó los trabajos para la elaboración de dos proposiciones de ley señeras en la segunda vida del secretario general: una, contra la brecha salarial, y otra, contra la discriminación de la mujer en el mercado laboral. Además, la futura vicepresidenta ha sido pertinaz en su exigencia a Rajoy para que dotara económicamente el pacto de Estado contra la Violencia de Género con los 200 millones de euros comprometidos, partida que finalmente se completó vía enmienda en los Presupuestos de 2018 que los socialistas van a respetar.
Ábalos, el hombre fuerte de la cúpula, mantendrá la Secretaría de Organización y una cartera muy golosa en época preelectoral como Fomento
La elección de José Luis Ábalos para Fomento es otro mensaje en sí mismo. El presidente premia con una cartera golosa —y más cuando se acercan elecciones— a su escudero más fiable, a su secretario de Organización. El hombre que ha sabido destensar las relaciones con los territorios (incluso los en principio más hostiles al secretario general), apaciguar la casa, tender puentes con otras formaciones políticas y muñir en apenas unas horas una moción de censura. Ábalos es reconocido como un todoterreno, un dirigente muy valorado en la casa, un 'fontanero' hábil y componedor que a partir de ahora se encargará de la política de infraestructuras, siempre muy agradecida en tiempos de recuperación. Es la que permite regar de millones comunidades.
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Fomento es, además, la cartera que lideró otro secretario de Organización del PSOE:José Blanco. Zapatero lo llamó a su lado en 2009 precisamente para dotar de peso político a su Ejecutivo. Por aquel entonces, Blanco, el artífice de las victorias electorales de 2004 y 2008, había sido ascendido a la vicesecretaría general del partido, pero nunca dejó de disponer de las riendas del aparato, hasta el punto de que eclipsó a la responsable de Organización nominal, Leire Pajín. Ahora, Ábalos asume Fomento sin perder la estratégica Secretaría de Organización, la encargada de movilizar al partido a las puertas de unas elecciones. Del día a día del aparato, previsiblemente, se encargarán sus dos lugartenientes, Paco Salazar y Santos Cerdán. Se especula con que Ábalos pueda asumir la portavocía del Ejecutivo, lo que sin duda sería interpretado como un mensaje de firmeza hacia los independentistas. Él mismo ha llevado la voz de la dirección en los momentos de máxima tensión con Cataluña.
Gesto hacia Díaz y el PSOE-A
La agenda catalana, precisamente, será central en la labor del nuevo Ejecutivo. Y para conducirla, desde el Ministerio de Administraciones Públicas (o Administración Territorial), Sánchez ha elegido a Meritxell Batet, constitucionalista y jefa de los parlamentarios del PSC en Madrid. Ella fue su número dos en la lista por Madrid en las elecciones de diciembre de 2015 —en un gesto evidente de acercamiento a Cataluña—, la cabeza de cartel por Barcelona en las generales de junio de 2016 (en cuanto Carme Chacón renunció), la persona en quien el líder había confiado la coordinación de los programas electorales y a la que incluyó en el comité negociador de su investidura fallida. En las primarias del año pasado, Batet, como otros cuadros del PSC, prefirió asumir un papel discreto, aunque muchos la situaban en la órbita de Patxi López. Eso enfrió las relaciones con Sánchez. Pero seguía siendo una pieza fundamental para Miquel Iceta, el primer secretario que siempre la defendió, la amparó, y la cobijó en su dirección como responsable de Impulso Federal. En el PSOE y en el PSC aprecian su solvencia y minuciosidad, y también su absoluta discreción.
Batet es apreciada por su solidez, su lealtad a la marca y su discreción. La entrada de Montero pone el acento en la financiación autonómica
Sánchez ficha a la consejera de Hacienda andaluza, María Jesús Montero, para tutelar las finanzas del Estado. Se lleva a su equipo a una de las responsables del Gabinete de Susana Díaz con más personalidad y criterio propio y que más ha alzado la voz a favor de una nueva financiación autonómica, otra de las carpetas calientes que Rajoy dejó sin resolver y que el nuevo Ejecutivo tendrá que afrontar, aunque sea una tarea muy ardua. Su incorporación al Gobierno es, en consecuencia, todo un gesto hacia el poderoso PSOE andaluz y hacia la propia Díaz.
Si Igualdad es una cartera de enorme poder simbólico para Sánchez, también lo es Transición Ecológica de la Economía, macroministerio de Medio Ambiente que quiere demostrar, ya desde su probable denominación, la apuesta estratégica del presidente por un crecimiento sostenible, un empeño que ya estaba presente en su primer mandato como secretario general y que era central en su programa de primarias.
Para Economía, el presidente elige a un alto cargo de la UE y con dilatada experiencia en Bruselas, Nadia Calviño, hija del ex director general de RTVE
La candidata natural, la exministra Cristina Narbona, prefirió bajarse del tren y quedarse como presidenta del PSOE, de modo que la titular del departamente será una persona de su absoluta confianza, Teresa Ribera, una mujer de fidelidad sanchista más que contrastada y que formó parte de los comités de notables que el secretario general montó para las dos generales sucesivas de 2015 y 2016. Ella es una experta en la materia, no solo porque fue secretaria de Estado de Cambio Climático entre 2008 y 2011, sino porque dirige desde París el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI).
En un momento clave para la Unión Europea, tener a @NadiaCalvino como nuestra nueva ministra de Economía es una garantía de que España seguirá aumentando su peso en las instituciones europeas. Enhorabuena Nadia.
— Ana Botín (@AnaBotin) 5 de junio de 2018
La última entrada confirmada en el Gobierno es la de Nadia Calviño, directora general de Presupuestos de la Comisión Europea, una técnica por tanto muy cualificada y con trayectoria en Bruselas. Su nombre ya venía sonando desde el fin de semana, y ahora ella es la elegida. Su padre, José María Calviño, director general de RTVE entre 1982 y 1986, fue uno de los apoyos de la campaña de primarias de Sánchez. La nueva titular de Economía fue recibida con alborozo incluso por la principal banquera del país, Ana Patricia Botín.
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Por la tarde se confirmó el nombramiento de Carmen Montón para Sanidad. Ella es la 'consellera' valenciana de Salut en el Gobierno de Ximo Puig. Y el símbolo de una de las políticas estrella de los socialistas, la reversión de la privatización de la sanidad pública impulsada por el PP. Ella, de hecho, potenció la vuelta a manos públicas del hospital de Alzira. Montón formó parte de la primera ejecutiva de Sánchez, y fue una de las que se negó a dimitir (pese a que fue muy presionada) para provocar la caída del líder. Sí lo hizo Puig, con quien la relación ya estaba muy agrietada. Pero el 'president' la mantuvo en su Consell pese a la evidente distancia entre ambos. Montón, sin embargo, apoyó al líder valenciano en su campaña de primarias autonómicas del año pasado.
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Aún faltan algunas fichas por cuadrar. Es segura la entrada de Margarita Robles en el Gabinete —tiene papeletas para ir a Interior o Defensa—. Y quedan por resolver las incógnitas de Justicia, Defensa y Educación (el mejor posicionado es Ángel Gabilondo), carteras de mucho peso en cualquier Gabinete. Además, se prevé que Cultura vuelva a ser un departamento independiente, para evidenciar el compromiso del presidente con el sector.
Las principales cartas ya están boca arriba. El Gobierno de Pedro Sánchez ya va cogiendo cuerpo, la forma definitiva. El presidente está cuidando mucho los equilibrios, tanto internos como de puertas para fuera, preñando su Consejo de Ministros de pesos pesados de larga trayectoria, y bañándolo de un marcado carácter político. Justo de lo que adolecía el Gabinete saliente de Mariano Rajoy, acusado en todos estos años de dirigir más un equipo de tecnócratas que un Ejecutivo con fuste capaz de afrontar todas las adversidades. Sánchez se pertrecha para afrontar un tiempo corto en La Moncloa, muy cercano ya a elecciones y con una minoría parlamentaria muy precaria.