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"Vamos a joderles a todos": qué sucede en las élites rusas después de 40 días de guerra
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Sin disidencia a la vista

"Vamos a joderles a todos": qué sucede en las élites rusas después de 40 días de guerra

Desde que comenzó la invasión de Ucrania y tras la ola de sanciones occidentales, el sueño de Putin de consolidarse entre las élites rusas se ha hecho realidad

Foto: Ciudadanos caminan frente al Kremlin en Moscú. (EFE/EPA/Maxim Shipenkov)
Ciudadanos caminan frente al Kremlin en Moscú. (EFE/EPA/Maxim Shipenkov)
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“Como nos han impuesto sanciones, vamos a joderles. Ahora tendrán que adquirir rublos en la Bolsa de Moscú para comprar nuestro petróleo y gas. Pero eso es solo el comienzo. Vamos a joderles a todos”.

Eso me dice, con entusiasmo, un alto funcionario ruso. Él lleva mucho tiempo siendo miembro del equipo de Vladímir Putin, pero hasta ahora había sido considerado como parte del ala liberal. Hace un mes, tenía una actitud diferente y afirmaba que lo más importante era detener el derramamiento de sangre en Ucrania y ya, más adelante, averiguar cómo lidiar con esta nueva realidad.

Él no era el único en contar con este punto de vista. En Rusia ya no quedan personas "desleales" en el poder, pero personalidades de todo tipo cercanas al Gobierno —funcionarios, empleados y jefes de empresas estatales, legisladores y miembros de la élite empresarial— expresaban por aquel entonces, en conversaciones privadas, cierto grado de desconcierto por la invasión de Ucrania. ​Sin embargo, durante el último mes no se ha producido ningún éxodo masivo de funcionarios y las grandes empresas guardan silencio o se limitan a soltar frases neutras a favor de la paz.

A lo largo de la semana pasada, hablé con varias personas cercanas a Putin, así como con una docena de funcionarios públicos de varios niveles y empleados de empresas estatales. Tenía dos objetivos. En primer lugar, comprender el estado de ánimo entre las élites rusas y sus allegados tras la imposición de sanciones sin precedentes contra Moscú. En segundo lugar, averiguar si alguien está tratando de convencer al presidente ruso de que detenga el derramamiento de sangre y por qué Roman Abramovich ha terminado desempeñando el papel de mediador/diplomático.

El resumen de mis hallazgos es que, durante el último mes, el sueño de Putin de consolidarse entre las élites rusas se ha hecho realidad. Sus integrantes entienden que sus vidas ahora están ligadas solo a Rusia, y que ahí es donde tendrán que construirlas. La rivalidad y la influencia de varios círculos y clanes se han esfumado por el hecho de que la mayoría de sus líderes han perdido su estatus y sus recursos. Y es poco probable que la posible firma de un tratado de paz cambie el estado de ánimo de las élites rusas. “Hemos pasado el punto de no retorno”, dice una fuente cercana al Kremlin. “Todo el mundo entiende que habrá paz, pero que esta paz no traerá de vuelta la vida que teníamos antes”.

La sociedad rusa, me dicen mis fuentes, también se ha manifestado en apoyo de las acciones de Putin bajo la presión de la propaganda y a raíz de las sanciones. En el contexto actual, en el que la percepción mayoritaria entre la población es que todo el mundo se ha vuelto contra Rusia, los ciudadanos del país "se unirán en su odio a Occidente".

Bajo la ley marcial

Aunque oficialmente Rusia no está llevando a cabo una guerra sino una "operación especial", la propaganda estatal rusa está funcionando sin descanso. Los canales estatales transmiten casi exclusivamente programas de noticias basados ​​en informes del Ministerio de Defensa y otra información oficial, así como tertulias llenas de propaganda. A la población se le está lavando el cerebro para que crea que Rusia está luchando contra los nazis que habían preparado un ataque contra el Donbás. Para provocar más miedo, se cuentan historias sobre laboratorios ucranianos donde supuestamente se estaban creando armas biológicas contra los rusos con el apoyo de Estados Unidos.

Foto: Un misil balístico hipersónico sin explotar en Ucrania (REUTERS)

El propio Putin ha dejado claro que considera a los opositores a la guerra como enemigos de Rusia que actúan en interés de Occidente. “Ellos [los países occidentales] intentarán apostar por la llamada quinta columna, por los traidores, por los que ganan dinero aquí, en nuestro país, pero viven allá”, aseveró el mandatario el pasado 16 de marzo. En su opinión, la OTAN y sus aliados están tratando de dividir a la sociedad rusa. Para convencer a todos de que los rusos apoyan a su Gobierno, Putin celebra reuniones y mítines constantes en los que es aclamado por las masas de ciudadanos que dependen del Estado.

La situación actual vino precedida por una ola de descontento popular con la guerra. En los primeros días, la gente salió a las calles y firmó cartas abiertas de rechazo, mientras artistas, directores, escritores y figuras públicas de renombre nacional se pronunciaban en contra de la guerra en las redes sociales. Esto no duró mucho. En una semana, las autoridades bloquearon y cerraron casi todos los medios de comunicación independientes, intimidaron a los ciudadanos con nuevas leyes de censura y no dieron a las demostraciones callejeras la menor oportunidad de convertirse en protestas masivas, arrastrando a la gente hacia camionetas policiales a la mínima muestra pública de rechazo a la guerra. En las dos primeras semanas, según OVD-Info, la policía rusa detuvo a 15.000 personas.

“Al principio, estábamos perdiendo la guerra de la información”, dice una fuente de alto rango de un Gobierno regional ruso. “La gente tenía sentimientos negativos [sobre la guerra]. Hubo una fuerte división, cercana al 50-50, en la sociedad. Pero luego todos [los medios estatales] se unieron y comenzaron a publicar contenido decente. Y luego, cuando [en Occidente] empezaron a decir que todos los rusos son malos, a boicotear a los artistas y deportistas, todo cambió. Ahora, alrededor del 75% apoya la operación militar. Es decir, está ocurriendo una consolidación social. Los llamados contra la guerra no son nada populares, ahora son más bien algo marginal”. Las elecciones para gobernador se llevarán a cabo en esa región este año, lo que significa que las autoridades miden constantemente el sentimiento público. Según esta fuente, la posición de “acabemos con esta guerra” ya no existe; la gente quiere que termine, “pero en nuestros términos”.

"Estas personas [en Occidente] no entienden con quién se meten"

Las personas a las que entrevisté dijeron al unísono que, para muchos ciudadanos de a pie, mientras no se produzca un gran aumento en el desempleo, las sanciones y otras consecuencias económicas y políticas de la guerra habrán tenido el efecto contrario al que los países occidentales esperaban. La retirada masiva de empresas (IKEA, Apple, Zara, McDonald's, Carlsberg, etc.), la suspensión de negocios, la prohibición de vuelos, la devaluación del rublo, la dificultad para comprar dólares y euros… Todo ello ha hecho que los rusos piensen que todo el mundo está en su contra.

“Después de la Gran Guerra Patriótica [Segunda Guerra Mundial], nuestro país empezó inmediatamente a desempolvarse y reconstruirse. Y, después de 30 años, el país volvió a la normalidad. Estas personas [en Occidente] no entienden con quién se meten. Esto ha provocado una fuerte reacción incluso entre aquellos que cuestionaban [a las autoridades]. Ahora no las cuestionarán durante mucho tiempo. Odiarán a Occidente y se unirán a la visión del Gobierno ruso, especialmente las personas de mediana edad. Esto es algo muy sutil que Occidente no entiende en absoluto”, dijo emocionado uno de mis contactos de alto rango, agregando que se sentía un par de décadas más joven. Para ser honesta, es difícil para mí saber si realmente experimenta estos sentimientos o si se trata de una reacción temporal a la defensiva

​​Según el Centro de Opinión Pública de Rusia, cercano al Kremlin, el 74% de los rusos apoya la "operación militar especial" en Ucrania, mientras que el nivel de confianza en Putin ha aumentado del 67,2% a un 80,6% desde que comenzó la operación, su nivel más alto en años. Utilizo la expresión oficial "operación militar especial" por una razón. Confiar en los sociólogos del Kremlin era difícil incluso en tiempos de paz, y durante la guerra resulta imposible. Todo en Rusia hoy está completamente subordinado a la propaganda militar. Los sociólogos independientes creen que, si se preguntara a los rusos sobre su apoyo a la “guerra”, habría menos partidarios.

Foto: Teatro decorado con la letra 'Z' en el centro de Moscú. (EFE/Yuri Kochetkov)

Incluso antes de la guerra, el director del Centro Levada independiente afirma que los encuestados que criticaban la política de Rusia hacia Ucrania evitaban responder preguntas, en parte porque temían la persecución de las autoridades. Sin embargo, en su última encuesta, realizada a fines de marzo, esta misma encuestadora informó que: “En marzo, hubo un aumento significativo en la aprobación de las principales instituciones del Estado. Un 83% aprueba al presidente, un 71% al primer ministro, un 70% al Gobierno y un 59% a la Duma estatal”. “La proporción de quienes creen que las cosas van en la dirección correcta en el país ha aumentado considerablemente”, agrega el reporte.

El sueño de Putin se está haciendo realidad

Pero ¿qué piensan las élites rusas mientras la mayoría de ellas es sometida a sanciones internacionales sin precedentes y pierde sus apartamentos, mansiones y yates en el extranjero, así como la capacidad de visitar muchos países? Las listas de sanciones ahora incluyen no solo a funcionarios, legisladores y funcionarios de seguridad, sino también a empresarios y altos directivos que intentaron distanciarse de la política hasta el 24 de febrero. Entre ellos se encuentran Roman Abramovich, Oleg Tinkov, Mikhail Fridman, Pyotr Aven, Alexei Mordashov, Herman Gref e Igor Shuvalov.

"Cuando vi lo que les estaban haciendo a esos pobres atletas paralímpicos, fue la gota que colmó el vaso. No me importan los iPhones, puedo usar un teléfono chino. Tengo un coche alemán, déjenme usar uno chino o ruso. Ahora entiendo que el jefe tiene razón, que todo esto tenía que pasar de una forma u otra. De todos modos, habrían impuesto estas sanciones", dice un alto funcionario que hace un mes decía que las ambiciones imperiales de Rusia deberían manifestarse de otras formas, como, por ejemplo, mediante el crecimiento de una economía fuerte.

Según varias fuentes en diferentes niveles de poder, las sanciones personales le han hecho un gran favor a Putin, ayudándolo a conseguir lo que no había logrado durante muchos años: convertir a las élites rusas en un práctico monolito. “Todas estas sanciones personales cimientan a las élites. Todos los que estaban pensando en una nueva vida entienden que, al menos durante los próximos 10 a 15 años, sus vidas se concentrarán en Rusia, sus hijos estudiarán en Rusia, sus familias vivirán en Rusia. Estas personas se sienten ofendidas. No derrocarán a nadie, sino que construirán su vida aquí”, dice una fuente de alto rango en una de las empresas estatales sancionadas.

Foto: Un tanque prorruso en las calles de Mariúpol. (Reuters/Alexander Ermochenko)

Paradójicamente, la sociedad y las élites, antes bastante distantes entre sí, ahora, si no unidas, al menos se sienten en el mismo barco. De las declaraciones de mis fuentes, concluí que se pueden identificar tres grupos entre el aparato estatal y las empresas estatales, diferenciados principalmente por edad.

Muchas personas mayores están entusiasmadas y sienten la oportunidad de ganar dinero y empezar de nuevo, como en los años 90. “¿Piensan que somos tontos? No somos tontos. Somos rusos. No es nada. Ahora nos movilizaremos, trabajaremos. Esperad a que en otoño se cuenten las gallinas, como dicen”, afirma uno de estos empleados en una empresa estatal sancionada.

Las personas de mediana edad, de entre 45 y 50 años, que captaron el final de la era soviética en su juventud, también siguen a lo suyo, sin ningún entusiasmo especial, pero con comprensión y aceptación de la situación. “Ahora es mucho más importante llegar a entender cómo vamos a vivir en estas condiciones”, dice una fuente de esta generación que ocupa un alto puesto en la jerarquía del poder y es considerado como un tecnócrata. “Sí, tendremos que comer raíces y dar a luz en el campo”, ironiza con tristeza otra fuente de la misma edad. “¿Pero cuáles son las otras opciones?”, agrega.

Los más frustrados son los de 35 a 40 años, que han visto como los frutos de la mayoría de sus logros recientes se esfumaban. Algunos se sienten abandonados y resentidos con sus conciudadanos que se han ido del país y que, en su opinión, intentan enseñarles desde el exterior cómo vivir y cómo derrocar al régimen. “Quiero decirles: solo cállense”, dice una de mis fuentes más jóvenes, que está en la primera línea de la lucha del Estado contra las consecuencias de las sanciones occidentales. Otro joven funcionario que no apoya la guerra dice que se siente atrapado. Quedarse es insoportable, pero renunciar y marcharse es imposible, porque nadie lo deja salir del país.

Aquellos que logran hablar con Putin se quejan de que responde formalmente, pero no escucha lo que le dicen

La imposición de sanciones personales y la ruptura de los lazos con el mundo exterior han tenido otra consecuencia para las élites rusas. Debido a la pérdida de su posición financiera y las enormes consecuencias políticas, diferentes grupos de interés y clanes, como dijo una de mis fuentes, "se han unido". “No hay grupos, no hay círculos, todo está arruinado. Todo el mundo está económicamente inseguro, políticamente inseguro, han perdido su estatus. Aquellos que pudieron participar [en los intentos de influir en Putin] desde diferentes bandos, en diferentes ocasiones, ya no pueden hacerlo. Todo queda anulado, cada cual se ha convertido en actor de su propia historia. Solo hay acciones individuales esporádicas”, dice una fuente de alto rango.

Aquellos que logran hablar con Putin se quejan de que responde formalmente, pero no escucha lo que le dicen, afirma una persona que ha mantenido contacto con el presidente en el último mes. Especulan que el presidente necesita las conversaciones de paz para ganar tiempo, ya que todavía cree en los militares que le aseguran que pueden arrebatar a Ucrania las regiones de Donetsk y Lugansk, así como la costa del mar de Azov.

¿Quién podría cambiar la opinión de Putin?

“Es inútil y no tiene sentido”. De una u otra forma, esta es la respuesta que todas las personas con las que hablé me dieron cuando les pregunté si la parte de la élite rusa que no está de acuerdo con las acciones de Putin contra Ucrania está tratando de unirse para tratar de influenciarlo.

“Nadie puede exigir nada. Pueden tener una charla, pero no sirve de nada. Tiene una imagen clara en su cabeza que está proyectando a todo el mundo: ‘Queríamos ser amigos, nos declararon sus enemigos, nos rodearon por todos lados, estaban listos para aceptar a Ucrania en la OTAN y desplegar misiles. Nos provocaron y no había otra salida”, explica una persona familiarizada con los detalles del proceso de negociación entre Rusia y Ucrania. Esta misma fuente agrega que se ha vuelto muy problemático llegar a Putin. Su círculo de contactos es el más estrecho posible. Ni siquiera el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, ni el jefe del Estado Mayor, Valeriy Gerasimov, pueden acercarse a él. Y hace tiempo que Putin no ha mostrado ningún deseo de escuchar las opiniones de nadie más.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, durante la reunión del Consejo de Seguridad de Rusia previa a la guerra. (Reuters/Sputnik)

Durante el último mes, no se ha reportado públicamente ninguna reunión cara a cara entre Putin y cualquier miembro de la élite rusa que pudiera, por razones ideológicas, decir algo en contra de la guerra. En el círculo íntimo de Putin hay varias personas que comparten puntos de vista liberales. Entre ellos, los más cercanos al presidente son el titular de la Cámara de Cuentas, Alexei Kudrin, y el presidente de Sberbank, Herman Gref. Ambos han perdido gran parte de su influencia, al igual que toda la llamada “torre liberal” del Kremlin, cuya misma existencia ahora es puesta en duda, pero deberían seguir contando con acceso al presidente.

Putin, Kudrin y Gref trabajaron juntos en el Ayuntamiento de San Petersburgo en la década de 1990. Fue Kudrin quien ayudó a Putin a mudarse a Moscú en 1996 y encontrar un trabajo en la Administración presidencial, mientras que Gref supervisó el desarrollo del programa económico para los dos primeros mandatos del ahora mandatario. Kudrin y Gref, como ministros, implementaron varias reformas cruciales que, junto con los altos precios del petróleo, permitieron el crecimiento económico de Rusia entre 2000 y 2008. Bajo Kudrin y Gref, Rusia pagó antes de lo previsto sus deudas con los países del Club de París, lo que permitió a Putin seguir una política internacional independiente.

Durante su larga carrera, Kudrin ha sido nombrado dos veces como el mejor ministro de Finanzas del mundo: por la revista 'The Banker' en 2003 y por la revista 'Euromoney' en 2010. “Estoy orgulloso de tener una persona así en mi Gobierno”, dijo Putin en 2013. En ese momento, Kudrin no ocupaba ningún cargo en el Ejecutivo después de una disputa con Dmitry Medvedev. Pero, a pesar de ello, Putin dijo que Kudrin era su amigo y no había dejado el equipo.

Kudrin habló con Putin en los primeros días después del inicio de la guerra, aunque la conversación había sido planeada antes de que comenzara la invasión, dicen mis fuentes. Una persona cercana al titular de la Cámara de Cuentas asegura que Kudrin advirtió a Putin sobre las consecuencias de la guerra: que la economía retrocedería a niveles de 1990 y que esto podría conducir a una agitación social. Pero no hubo reacción del presidente. Otro conocido de Kudrin dice que lució atónito durante días después de su conversación con Putin, pues este le hizo saber que esta guerra iba para largo. El mismo Kudrin escribió en su página de Facebook el 16 de marzo: “En las últimas semanas, el mundo en el que vivimos ha cambiado drásticamente. Lo más probable es que estos cambios nos acompañen durante mucho tiempo”.

Foto: El físico ruso Mikhail Kokorich. (Vicki Thompson/Cedida)

Desde que comenzó la operación militar, el propio Gref y Sberbank, que dirige desde 2007, han sido objeto de fuertes sanciones de Estados Unidos y la UE. Sin embargo, según mis fuentes, esto no ha llevado a Gref a hablar con Putin sobre la necesidad de detener el derramamiento de sangre. Además, Sberbank ha adoptado una postura dura con sus empleados que abandonaron el país cuando comenzó la guerra y querían trabajar de forma remota. Se les pide que regresen a Rusia o renuncien.

Ni Kudrin, ni Gref, ni nadie más persuadirá a Putin para que detenga la guerra ahora. Ni siquiera serán escuchados, confía un alto funcionario ruso. “¿Cómo puedes imaginar eso? Es inútil. Hay una operación militar en marcha y este no es el momento de ir con ese consejo”, apunta. Según él, esas conversaciones solo serán posibles cuando la fase candente del conflicto haya terminado. Decirle algo a Putin en contra de la guerra ahora sería una especie de suicidio, dijo a Bloomberg el empresario ruso Mikhail Fridman, quien ha sido sancionado. Mis fuentes están de acuerdo con él.

Otra persona que podría influir en el presidente es la presidenta del Banco Central, Elvira Nabiullina. No es de San Petersburgo, pero ha trabajado para Putin durante más de 20 años. Entre 1999 y 2000 fue una de las autoras de Estrategia-2010, un programa de reformas económicas para Putin. Ha estado a cargo del Banco Central desde 2013 y su contrato expiró este verano. Según Bloomberg, Nabiullina quería dejar su puesto después de que comenzara la guerra en Ucrania, pero Putin no la dejó irse. Sin embargo, dos fuentes familiarizadas con Nabiullina y Putin dudan de esta versión de los hechos, al igual que otras dos fuentes cercanas al Gobierno.

“Las personas que describen la situación de esta manera no entienden cómo funcionan las cosas por dentro, son puras ilusiones”, afirma rotundamente una de mis fuentes. Según él, Nabiullina entiende las reglas del juego y, como mucho, podría decirle al presidente: “Como la situación es tan dura y hay dudas sobre mi profesionalidad, entiendo si no me mantienes en el equipo”.

Cualquier disputa con Putin o renuncia sin su consentimiento sería percibida como traición

Los conocidos de Nabiullina dicen que está muy preocupada por lo que está pasando. Uno de ellos, una fuente cercana al Gobierno, hace otro comentario: “El otoño pasado [los detractores de Nabiullina] le mostraron un vídeo de su esposo con otra mujer. Es increíblemente repugnante y asqueroso, y lo más probable es que la gente de relaciones públicas de [el primer ministro] Mijaíl Mishustin haya intervenido. Trabaja duro y la humillan. Pero incluso después de eso, ella no renunció”. Agrega que cualquier disputa con Putin o renuncia sin su consentimiento sería percibida como una traición, por lo que, como sabemos, implicaría pagar un alto precio.

Disidencia insignificante

El ex vice primer ministro ruso Arkady Dvorkovich expresó su oposición a la guerra a mediados de marzo. Esto tuvo lugar cuando su posición como presidente de la Federación Internacional de Ajedrez se tambaleaba tras la decisión del organismo de prohibir que los atletas rusos compitieran bajo su bandera. Después de esta declaración, Dvorkovich fue condenado al ostracismo en casa. El vicepresidente del Consejo de la Federación de Rusia, Andrei Turchak, calificó sus palabras como una “traición nacional” y pidió su renuncia como presidente del fondo gubernamental Skolkovo. Dvorkovich también fue criticado duramente por su excolega en el Gobierno de Medvedev, Dmitry Rogozin. Finalmente, renunció, pero parece que la medida fue más en obediencia a las críticas que en protesta. Dvorkovich, que hace tiempo que perdió cualquier influencia, se encuentra en Moscú, donde celebró su 50 cumpleaños la semana pasada, según dos conocidos.

Hasta el momento, solo un miembro de la élite de Putin parece haber renunciado como consecuencia de su rechazo a la decisión de invadir Ucrania. Anatoly Chubais, asesor presidencial sobre desarrollo sostenible y uno de los artífices de las reformas de mercado en Rusia, escapó a Turquía y, por el momento, no parece tener ninguna decisión de regresar. Su decisión se dio a conocer el 23 de marzo, mientras que el decreto sobre su destitución está fechado el 25 de marzo.

Foto: El representante presidencial ruso para el desarrollo sostenible, Anatoli Chubais.  (Reuters/Archivo/ Evgenia Novozhenina)

Los cercanos a Chubais aseguran que su movimiento fue inesperado y que no advirtió a nadie sobre sus planes. Indican que él y su esposa se habían ido a Turquía, supuestamente de vacaciones, al menos una semana y media antes de que se supiera la noticia de su despido. Se desconoce qué le dijo exactamente a Putin, o si siquiera le dijo algo. Vale la pena señalar que, probablemente, no haya un político más impopular en Rusia que Chubais. Los funcionarios y los propagandistas han recibido su partida con ‘schadenfreude’, por lo que es poco probable que su maniobra inspire a alguien a hacer lo mismo.

Chubais no ha sido miembro del círculo íntimo de Putin ni ha tenido ninguna influencia real desde hace al menos una década. Su último puesto fue poco más que una pensión honorífica. Fue él quien aconsejó a Putin que se uniera a la Administración Presidencial en 1997, lo que catapultó la carrera del graduado de la KGB. Aunque Boris Nemtsov, líer opositor asesinado, reveló en su momento que Chubais se había opuesto al nombramiento de Putin como primer ministro y que intentó disuadir a Yeltsin de su decisión.

El incomparablemente más poderoso multimillonario Roman Abramovich repentinamente expresó su supuesta postura contra la guerra, ejerciendo, además, como diplomático sin hacer ninguna declaración pública al respecto. Desde los primeros días del conflicto militar, Abramovich, que suele mantener un perfil muy bajo, participó en la organización de las negociaciones de paz a petición de la parte ucraniana. Para Putin, Abramovich no es un amigo cercano, sino un oligarca que lo ayudó considerablemente en el pasado. Por ejemplo, a principios de la década del 2000 logró, gracias a él, recuperar el control del Canal Uno, uno de los portavoces de la propaganda rusa y que hasta hace poco era propiedad de Abramovich. Además, la venta de Sibneft al Estado por parte del dueño del Chelsea fue un hito en el regreso del control estatal sobre el sector del petróleo y el gas. Abramovich también era miembro de la “Familia”, el círculo íntimo del primer presidente de Rusia, Boris Yeltsin, quien eligió a Putin como su sucesor. Abramovich ha sido el objetivo sanciones británicas y europeas por mantener una relación cercana con Putin durante décadas y "obtener beneficios financieros" de Putin y el Gobierno ruso.

Como ya no sirve tener conversaciones con Putin, Abramovich se enfoca en ofrecer varias opciones para resolver el conflicto

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo en una entrevista con reporteros rusos, sin nombrar a Abramovich, que aquellos empresarios que intentan ayudar a negociar lo hacen para evitar sanciones, y “no existe un gran patriotismo en esto”. Sin embargo, según el 'Wall Street Journal', Zelenski pidió en privado al presidente estadounidense Joe Biden que no imponga sanciones contra Abramovich. Y Mykhaylo Podolyak, miembro de la delegación ucraniana, llamó a Abramovich “un mediador extremadamente efectivo” después de las conversaciones del 29 de marzo. “Modera en parte el proceso y ayuda a evitar malentendidos. Interviene cuando, por ejemplo, una parte afirma algo y la otra lo interpreta de manera incorrecta, en términos de logística del proceso de negociación”, indicó.

Como ya no sirve tener conversaciones con Putin sobre quién tiene razón y quién no, como dicen mis fuentes, Abramovich se enfoca simplemente en ofrecer varias opciones para resolver el conflicto. Su posición difiere de la de los funcionarios subordinados del presidente y los empresarios dependientes, y le permite ser un enviado no oficial para facilitar un compromiso.

El empresario tenía todos los recursos necesarios para un mediador, según afirman mis fuentes con conocimiento del caso: acceso a los líderes ruso y ucraniano, su aprobación para ejercer de mediador, los medios y la capacidad para viajar entre Moscú y Kiev (voló de ida y vuelta a través de Polonia dos veces), la cercanía, a través de amigos en común, a los miembros de la delegación ucraniana David Arahamia y Rustem Umerov y su propia experiencia como propietario de un imperio empresarial desde la década de 1990.

Foto: El millonario ruso Roman Abramovich. (Reuters/Andrew Winning)

Fue esta experiencia la que les vino a la mente a muchos observadores cuando se reveló que Abramovich y varios otros miembros de la delegación ucraniana estaban experimentando síntomas de envenenamiento después de una de sus primeras reuniones. Mi fuente, que está familiarizada con los detalles del proceso de negociación, dijo que Abramovich experimentó síntomas de envenenamiento después de su primer viaje a Kiev. El multimillonario perdió la vista durante varias horas y su piel se irritó y peló. Junto con Rustem Umerov, fue tratado posteriormente en una clínica de Estambul.

Se desconoce cuál fue el origen del envenenamiento. Se especula que podría haber sido algún tipo de gas tóxico, no un Novichok como muchos han pensado. Tampoco se sabe aún quién fue el responsable del incidente. Dmitry Peskov, portavoz de Putin, dijo que la información sobre el envenenamiento de Abramovich no era cierta y lo calificó como un sabotaje informativo. Las agencias de inteligencia estadounidenses también tienen dudas sobre el incidente. Desde entonces, Abramovich visitó Kiev para otra ronda de conversaciones al menos una vez más. También participó en un nuevo intento de diálogo que se llevó a cabo el 29 de marzo.

**Farida Rustamova es una periodista independiente rusa que ha trabajado para la BBC y medios como Meduza o TV Rain, ahora bloqueados en Rusia. Para apoyar el trabajo de investigación independiente de Farida Rustamova puedes darte de alta en su newsletter aquí (en inglés y ruso) y donar a través Wise en su cuenta faridaily@protonmail.com. El artículo original fue publicado en ruso por la propia Farida en su 'substack' y puedes consultarlo aquí.

“Como nos han impuesto sanciones, vamos a joderles. Ahora tendrán que adquirir rublos en la Bolsa de Moscú para comprar nuestro petróleo y gas. Pero eso es solo el comienzo. Vamos a joderles a todos”.

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