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El pinchazo bursátil del vehículo eléctrico pone en una encrucijada a los grandes fabricantes
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El pinchazo bursátil del vehículo eléctrico pone en una encrucijada a los grandes fabricantes

Mientras los fabricantes puros de vehículos eléctricos sufren un duro revés en bolsa, las grandes compañías del sector se ven forzadas a replantear sus estrategias de electrificación

Foto: Una vista del Polestar 2, vehículo eléctrico de la filial de Volvo. (Reuters)
Una vista del Polestar 2, vehículo eléctrico de la filial de Volvo. (Reuters)
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Un repunte del 26,43% fue el premio que recibieron las acciones de Volvo Cars el pasado 1 de febrero. El fabricante sueco había presentado unos resultados satisfactorios, pero la mayor parte de los analistas coincidió en justificar la llamativa reacción en bolsa por su anuncio de que dejará de financiar a su filial de vehículos eléctricos Polestar y evalúa distribuir sus acciones (controla un 48% del capital) entre sus accionistas. "Es una buena noticia. Polestar detrae crecimiento a Volvo y comprime sus márgenes", apuntaron entonces los analistas de Bankinter.

El movimiento de Volvo no supone, ni mucho menos, el abandono del camino de la electrificación, ya que el grupo sigue adelante con su estrategia de desarrollo de vehículos híbridos y eléctricos bajo su propia marca. Pero sí representa una nueva evidencia de los obstáculos que están encontrando los fabricantes de coches en la transición hacia el vehículo del futuro, al tiempo que la contundente respuesta del mercado muestra hasta qué punto se ha enfriado el entusiasmo de los inversores por una de las tendencias que más respaldo había encontrado en los últimos años.

Los números son incuestionables en este sentido. Tesla, el gran paladín del negocio del vehículo eléctrico, consiguió ingresar a finales de 2021 en el selecto grupo de compañías con valoraciones por encima del billón de dólares. Hoy, apenas capitaliza 600.000 millones y lucha por mantenerse entre las diez mayores cotizadas del mundo.

Pero su caso no ha sido excepcional. Otros nombres de referencia en este mercado acumulan reveses de semejante magnitud o aún mayores. Es el caso de Rivian, que por aquellas fechas en que Tesla lucía valoraciones de diez cifras celebró su salto al parqué, con el patrocinio de Amazon y la promesa de rivalizar de tú a tú con la compañía de Elon Musk. Tras un estreno fulgurante, ha perdido alrededor de un 90% de su valoración. Y no le ha ido mejor a Lucid Group, que acumula recortes también del entorno del 90% desde máximos, ni a las chinas Xpeng o BYD, cuyas cotizaciones en la bolsa de Hong Kong, han retrocedido alrededor de un 85 y un 45%, respectivamente desde máximos.

El sector del vehículo eléctrico se benefició de una ola incontenible de optimismo en los meses posteriores al estallido de la pandemia. La promesa de grandes inversiones por parte de los gobiernos internacionales para acelerar el proceso de transición energética dio un impulso inusitado a una tendencia, la de la electrificación de los vehículos, que venía de lejos pero que avanzaba de forma moderada.

Entre marzo de 2020 y noviembre de 2021, el Bloomberg Electric Vehicles Index (un índice que incluye 69 compañías orientadas hacia el negocio del vehículo eléctrico) experimentó un crecimiento superior al 320%. Si al inicio de ese periodo las empresas incluidas en el índice acumulaban una valoración ligeramente superior a los 400.000 millones dólares, 22 meses después superaban los tres billones.

Entre marzo de 2020 y noviembre de 2021, el sector del coche eléctrico se revalorizó un 320%

Carlos Val-Carreres, gestor del MyInvestor Value, considera que en los últimos años se ha generado en torno al vehículo eléctrico un relato de oportunidad de futuro que ha llevado a muchos inversores a enfocarse en una serie de nombres pioneros de la industria por los que se han llegado a pagar múltiplos estratosféricos. A menudo, por grupos que ni siquiera han mostrado su capacidad de generar beneficios.

Un ejemplo tardío de esta fiebre del vehículo eléctrico lo protagonizó la compañía vietnamita VinFast, que el pasado verano se estrenó en el mercado bursátil estadounidense protagonizando una revalorización acelerada que le llevó a lucir valoraciones próximas a los 200.000 millones de dólares, poco antes de protagonizar un derrumbe igualmente llamativo, que ha fulminado más del 90% de su capitalización.

Mucho antes de esto, en mayo de 2022, Val-Carreres participó en la VI edición del Foro Ideas con Valor, desarrollado por El Confidencial, con la tesis de que "las valoraciones importan" y que el valor que pudiera haber en el negocio del vehículo eléctrico estaba fuera de los nombres más comunes de la industria, como las citadas Tesla, Lucid, Rivian o BYD. La evolución de estas frente a las alternativas que puso sobre la mesa para beneficiarse de la macrotendencia del vehículo eléctrico (Husqvarna, Granges, Vitesco o Plastic Omnium) han refrendado su teoría.

Pronósticos débiles

En general, desde sus máximos de 2021, el índice del vehículo eléctrico de Bloomberg ha perdido un 57% de su valor. Y las perspectivas no son nada halagüeñas. Aunque la tendencia sigue siendo de crecimiento de las ventas de vehículos eléctricos, a medida que se expande la oferta, las principales casas de análisis pronostican una notoria desaceleración de las ventas, que ya se viene reflejando en los datos más recientes.

Los precios más elevados de los vehículos de batería frente a los de combustión (los cálculos cifran la brecha en un 20% a escala mundial y en un 40% en Europa) sigue siendo un freno para la extensión del mercado de este tipo de vehículos, máxime en un periodo de tipos de interés altos, que hacen menos asequible su adquisición. Mientras que el público potencial, de mayor poder adquisitivo, empieza a mostrar señales de saturación.

El término de una serie de incentivos fiscales en países como Alemania, la falta de infraestructuras de carga o, simplemente, las peores prestaciones son otros de los factores que se suelen aducir para explicar la reticencia de los compradores a abrazar la transición.

Foto: Fábrica de Volkswagen en Dresde, Alemania. (Getty/Sean Gallup)

Una situación agravada por una guerra de precios a causa de las agresivas políticas competitivas de los fabricantes chinos y la respuesta de Tesla que amenaza con dificultar a los fabricantes la cuadratura de sus números.

"La asequibilidad sigue siendo una preocupación, especialmente entre los posibles clientes de vehículos eléctricos de nivel básico y esta es una de las razones clave de la actual debilidad en el mercado de vehículos eléctricos de batería. Si bien los fabricantes tradicionales europeos han estado abordando esto, se enfrentan a desafíos competitivos por parte de actores no europeos que han tenido una fuerte cuota de mercado y nuevos participantes con modelos más baratos", observaban recientemente los analistas de Deutsche Bank.

Todas estas cuestiones, lógicamente, está situando ante una compleja encrucijada a los fabricantes tradicionales de vehículos. El caso de Volvo y Polestar es una muestra evidente de cómo las circunstancias están obligando a muchas compañías a redefinir sus estrategias de electrificación. También, en las últimas semanas, se ha conocido que Renault ha tenido que renunciar a sus planes de sacar a bolsa su filial de vehículos eléctricos Ampere, ante la imposibilidad de alcanzar las valoraciones que se había fijado como objetivo. Y algunas informaciones apuntan a que Volkswagen habría pospuesto su idea de lanzar una OPV de su filial de baterías para el vehículo eléctrico por idénticas razones.

El mercado está premiando a quienes han optado por una transición menos agresiva

Los grupos que han dominado el sector del automóvil durante las últimas décadas se han visto forzados en los últimos años a adentrarse en una intensa carrera para ponerse al día con los nuevos fabricantes de vehículos eléctricos y defender su posición privilegiada en la industria. Durante mucho tiempo, pareció que quienes más rápido se movían en esa dirección tenían las de ganar, a pesar de las dificultades que están encontrando estas compañías para fabricar vehículos eléctricos de forma rentable.

Ahora, en cambio, el mercado parece estar mirando con mejores ojos a aquellos grupos que, sin perder de vista el destino final de la electrificación, han optado por una estrategia menos precipitada, sin renunciar al negocio que aún existe en el mercado de los vehículos con motores de combustión interna.

Jorge Fuentes, cogestor de Bestinver Internacional, explica cómo en los últimos años algunos de los grupos que más han apostado por un viraje rápido hacia el vehículo eléctrico, como Volkswagen, han sido vistos, por momentos, como la apuesta más obvia en el sector. Sin embargo, en la gestora del grupo Acciona consideraron más atractiva la inversión en compañías con unas estrategias de transición más prudentes, como ha sido el caso de Stellantis o BMW.

El éxito de Stellantis

Los resultados no han podido ser más satisfactorios. Frente a las pérdidas del 27% que registran las acciones de Volkswagen en los últimos tres años (-3% si se valora con reinversión de dividendos), Stellantis acumula ganancias del 75,5 y BMW del 45,5% (112 y 74%, respectivamente, con reinversión de dividendos). "El mercado ha acabado primando las estrategias de electrificación razonable", apunta Fuentes.

Desde luego, ir más lento no ha supuesto para estos grupos quedarse atrás. En un informe reciente sobre Stellantis (el grupo nacido de la fusión de Fiat-Chrysler y Peugeot), los analistas de JP Morgan resaltaban que la compañía dirigida por Carlos Tavares cuenta con "el mejor plan industrial de su clase para el lanzamiento de coches eléctricos con beneficios".

En cambio, las apuestas más extremas por la electrificación siguen suponiendo un lastre significativo para las cuentas del sector. Un caso obvio es el de Ford, que recientemente anunció un ambicioso plan de electrificación de su famosa furgoneta F-150 Lightning para acabar cercenándolo, ante la evidencia de que la demanda estaba quedando por debajo de las expectativas. Los últimos resultados del centenario grupo estadounidense muestran que el negocio de vehículos eléctricos le generó en 2023 unas pérdidas operativas próximas a los 5.000 millones de dólares (más de la mitad de su beneficio total).

Foto: EC.

Con todo, ni unos ni otros pueden presumir de contar con un respaldo inequívoco por parte del mercado. Al fin y al cabo, los fabricantes tradicionales de coches muestran a día de hoy múltiplos de valoración a precios de derribo (el índice de automoción del Stoxx 600 cotiza a un PER (relación entre precio y beneficio) inferior a las 6 veces, frente a las 12,9 veces a las que cotiza el conjunto del índice.

"Si el mercado no viera dudas sobre el futuro del sector, estas compañías no estarían cotizando a múltiplos PER de 3, 4 o 5 veces", corrobora Jorge Fuentes, quien, sin embargo, considera que, en gran medida, estos temores resultan exagerados.

Según explica, actualmente, y a diferencia de lo que sucedió en la anterior crisis, la mayor parte de las firmas del sector cuenta con unos balances saneados, con caja neta, que no solo les permiten financiar las cuantiosas inversiones que requiere el desarrollo del coche eléctrico sino mantener unas políticas de dividendos muy atractivas (con rentabilidades por estos pagos superiores al 5% en Europa).

Los sólidos balances permiten al sector pagar en dividendos más de un 5% anual

Además, defiende, el sector ya ha pasado la etapa en la que abordar el proceso de electrificación podía verse como un desafío. "Ya han mostrado que son capaces de crear vehículos eléctricos tan competitivos como los de los fabricantes puros de eléctricos", observa Fuentes, quien, considera que el gran riesgo estructural que puede enfrentar el sector sería el que traería consigo la tecnología de la conducción autónoma. "Pero no es algo que podamos intuir a medio plazo".

Tampoco Val-Carreres cree que pueda haber un riesgo obvio de que los grandes fabricantes de vehículos se vean desplazados por la llegada de los nuevos fabricantes eléctricos. En su opinión, el sector avanza hacia un entorno de comoditización del producto, en el que las infraestructuras y redes con las que cuentan los grandes productores pueden permitirles unas ventajas en términos de diseño o asistencia que pueden ser críticas a la hora de atraer al consumidor.

No descarta que se desarrolle una nueva fase de consolidación en un sector en el que "el tamaño y el músculo financiero va a ser clave"

No obstante, el gestor de MyInvestor Value advierte de que "la competencia va a ser brutal y los márgenes van a sufrir mucho". En esas circunstancias, no descarta que se desarrolle una nueva fase de consolidación en un sector en el que "el tamaño y el músculo financiero va a ser clave".

De hecho, en los últimos días han surgido especulaciones de que Stellantis podría plantearse la fusión de Renault. Desde la dirección de la matriz de Fiat y Peugeot han negado tenerlo entre sus planes. Pero en un sector que se está acostumbrando a los volantazos para lidiar con los obstáculos que les plantea el coche eléctrico, ninguna opción debe darse por completamente descartada.

Un repunte del 26,43% fue el premio que recibieron las acciones de Volvo Cars el pasado 1 de febrero. El fabricante sueco había presentado unos resultados satisfactorios, pero la mayor parte de los analistas coincidió en justificar la llamativa reacción en bolsa por su anuncio de que dejará de financiar a su filial de vehículos eléctricos Polestar y evalúa distribuir sus acciones (controla un 48% del capital) entre sus accionistas. "Es una buena noticia. Polestar detrae crecimiento a Volvo y comprime sus márgenes", apuntaron entonces los analistas de Bankinter.

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