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La sucesión imposible de Studio Ghibli: nadie quiere dirigir la empresa más admirada de Japón
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EL OCASO DE UN MITO DEL 'ANIME'

La sucesión imposible de Studio Ghibli: nadie quiere dirigir la empresa más admirada de Japón

La productora japonesa, célebre por 'Mi vecino Totoro' o 'El viaje de Chihiro', acaba de ceder el control de la compañía a Nippon TV. Tras décadas creando fantasía, nadie ahí dentro sabe cómo reinventarse

Foto: El director de cine japonés Hayao Miyazaki durante el homenaje a su amigo y cofundador de Studio Ghibli, Isao Takahata, fallecido en 2018. (EFE)
El director de cine japonés Hayao Miyazaki durante el homenaje a su amigo y cofundador de Studio Ghibli, Isao Takahata, fallecido en 2018. (EFE)

Hace unos años, se puso de moda entre los corredores de bolsa japoneses protegerse de la llamada maldición de Ghibli. Cuando la televisión emitía un viernes por la noche alguna de las películas de anime creadas por el mítico estudio fundado por los animadores Hayao Miyazaki e Isao Takahata, la economía japonesa se pegaba un batacazo. Aunque nunca se halló correlación alguna entre ambos factores, medios como The Wall Street Journal contaron que la maldición mantuvo durante bastante tiempo a muchos traders sin tomar riesgo alguno en aquellos fatídicos viernes.

De la anécdota se desprende, además de la superchería que rodea al sector bursátil, la enorme influencia que llegaron a tener las películas de Studio Ghibli en la tercera economía del mundo. Ahora, la maldición ha vuelto, pero la víctima es la productora.

Hace unos días, la cadena japonesa Nippon Television Holdings adquirió el 42,3% de la empresa más influyente de la cultura japonesa contemporánea. Esto significa, a efectos prácticos, que pasa a ser accionista mayoritaria y tomará las decisiones sobre el futuro de Studio Ghibli, incapaz en todo este tiempo de encontrar un sucesor que pueda seguir los pasos de los estandartes de la empresa. La decisión coincide en el tiempo con el estreno en el Festival de Cine de San Sebastián de El chico y la garza, el canto del cisne de Miyazaki tras varios años oficiosamente jubilado.

placeholder Una imagen de 'El chico y la garza', la última película de Miyazaki. (Vértigo)
Una imagen de 'El chico y la garza', la última película de Miyazaki. (Vértigo)

Durante mucho tiempo, los responsables de Ghibli se han devanado los sesos tratando de encontrar la forma de sobreponerse a la inexorable senectud de sus fundadores. Takahata falleció hace cinco años. Miyazaki tiene 82 y la otra pata, el productor Toshio Suzuki, tiene ya 75 años. A su alrededor se han criado generaciones de animadores, directores y productores, pero, a la hora de la verdad, nadie es capaz de recoger el testigo de estos gigantes de la creatividad.

De qué hablamos cuando hablamos de Ghibli

Dejando de lado la parte artística y cinematográfica, esto es lo que ha logrado el estudio fundado en 1985 por Miyazaki, Takahata y Suzuki. Seis películas entre las 20 más taquilleras de la historia en Japón, al margen de otras como Mi vecino Totoro (1988) que, aunque no aparece en la lista, ha generado más de 1.300 millones de euros en ventas domésticas o licencias de merchandising.

En un entorno industrial como el de la animación japonesa, Studio Ghibli se convirtió en algo parecido a lo que Apple es para la tecnología: impusieron unas exigencias de calidad disparatadas, pero que eran al menos tan altas como los sueldos que pagaban. Todos los animadores del país soñaban con formar parte de una empresa que logró el Oscar y el Oso de Oro con El viaje de Chihiro y estuvo nominada en otras cinco ocasiones.

Incluso en su ocaso, que ha coincidido con la actual dictadura de la animación que protagonizan Pixar y Disney, estos japoneses han logrado consistentemente amenazar el objetivo de ambas de alzarse con el Oscar a la Mejor Película Animada postulando candidatas como El viento se levanta, El cuento de la princesa Kaguya, El recuerdo de Marnie o La tortuga roja, que Ghibli produjo junto al director neerlandés Michaël De Wit.

En resumen, no ha sido solo un milagro artístico para sus millones de fans, sino también económico y cultural para Japón.

"Prácticamente era una miniindustria creativa, en los años 90 y los 2000 estaban en todas partes", explica Rayna Denison, profesora en la Universidad de Bristol y autora de Studio Ghibli: Una historia industrial (Palgrave, 2023), que ha publicado decenas de artículos académicos sobre la compañía, sus fundadores o personajes, pero, sobre todo, ha iluminado el aspecto más empresarial y de negocio. "Además de las preciosas películas que hacen, aparecen en anuncios de televisión, vídeos musicales, videojuegos, parque de atracciones...".

Aquella fue su edad de oro. Cada vez que el admirado Miyazaki sacaba una nueva película, la taquilla pegaba un subidón. "Empezó a ser conocido en Japón como el Bulto Ghibli, porque, si mirabas las gráficas de ingresos en taquilla, se veía esa protuberancia subir y bajar coincidiendo con el estreno", explica Denison.

placeholder El productor Toshio Suzuki y su colega Hayao Miyazaki en los Oscar de 2014. (Reuters/Kevork Djansezian)
El productor Toshio Suzuki y su colega Hayao Miyazaki en los Oscar de 2014. (Reuters/Kevork Djansezian)

Por prolíficos y brillantes que fueran Miyazaki y Takahara, el estudio no habría logrado el éxito que tuvo sin la mente comercial de Suzuki, el único pragmático de los tres.

"En 2014, cuando Miyazaki anunció que se jubilaba y cerraron Ghibli temporalmente, Suzuki se retiró con él", dice Denison. Sin embargo, nunca abandonaron el barco del todo. Durante la última década, Suzuki ha seguido ejerciendo como consejero de las diferentes personas a las que colocaba como CEO de Ghibli. Ninguna de ellas tuvo, en realidad, mucha capacidad de decisión.

De hecho, con el estreno de El chico y la garza, Suzuki fue quien tomó la decisión de no invertir un solo yen en promocionar la última película de Miyazaki. Como el director tiene ya una gigantesca base de fans esperando sus obras en todo el mundo, no ha hecho falta colocar un solo póster para meterlos a todos en el cine. Ahora la estrategia de no-promoción de Suzuki se estudiará en las escuelas de negocio, ¿pero quién más podría permitirse tal audacia?

Toshio Suzuki tomó la decisión de no invertir un solo yen en promocionar la última película de Hayao Miyazaki. No importó

Los últimos presidentes de Ghibli actuaban a la sombra de los gigantes, pero ahora algo ha cambiado definitivamente. Por primera vez, Nippon TV tendrá la capacidad de decidir sobre el futuro de su nueva filial. La pregunta es ¿forma parte de un plan de los octogenarios fundadores o realmente han perdido el control de la empresa?

El enigmático Miyazaki

En su última edición, el Festival de San Sebastián decidió homenajear a Miyazaki con el premio Donostia, que antes que él han recibido algunas de las mayores figuras del cine. El animador japonés despachó este honor con un somero vídeo de 20 segundos. En él aparecía sentado junto a una mesita, con un mandil: "Hola. Soy Hayao Miyazaki. Quiero agradecer al Festival de San Sebastián este prestigioso premio. Ahora estoy en el estudio preparando una exposición para el Parque Ghibli. Espero que disfruten de la película. Muchas gracias".

placeholder Entrega telemática del Premio Donostia al japonés Hayao Miyazaki. (EFE/Juan Herrero)
Entrega telemática del Premio Donostia al japonés Hayao Miyazaki. (EFE/Juan Herrero)

Pese a haber hecho ganar a su empresa varios cientos de millones de euros con su imaginación, el anciano director sigue viviendo por y para su arte, con una notable frugalidad en el resto de órdenes de la vida. Cuando, en 2020, la película Demon Slayer iba a superar a su El viaje de Chihiro como la más taquillera de todos los tiempos, un reportero se lo encontró, como cada mañana, limpiando la calle frente a su casa. Dijo no haber visto la citada película. "Solo soy un anciano jubilado que recoge basura", le espetó, quitándole importancia al hecho de perder el número uno histórico. "Siempre va a haber inflación en el mundo", y añadió: "Es mejor que la gente no se preocupe por cosas como los récords de taquilla y se concentre en que sus lugares de trabajo sean más armoniosos".

Andrés Sánchez-Braun, hoy corresponsal en Corea del Sur para la Agencia EFE, es uno de los poquísimos españoles —quizás el único— que ha entrevistado al esquivo Miyazaki. Sucedió en torno a 2009. "Un tipo amabilísimo, pero al que se le adivina un carácter duro", recuerda el periodista. "Una persona que ha logrado ese nivel de excelencia de alguna manera impone, sabes que estás ante un maestro".

Miyazaki suele trabajar aislado, en una casa de estilo sueco a 200 metros de la productora

Sánchez-Braun pudo ver de primera mano las instalaciones de Ghibli en el barrio residencial de Koganei, al oeste de Tokio. Miyazaki suele trabajar aislado, en una casa de estilo sueco, situada a unos 200 metros de los otros dos edificios de oficinas de la productora. "Esto te da una idea de lo especialito que es el tío", indica, "y de lo difícil que es sostener ese modelo de negocio por la enorme exigencia que Miyazaki impone a los demás".

Es cierto que, a lo largo de los años —desde la discreción japonesa y el respeto a Miyazaki—, han sido muchos quienes han salido de Ghibli hablando de un nivel de búsqueda de la perfección absolutamente inhumano.

"La gente que ha trabajado con él suele decir que Miyazaki sabe lo que quiere, y siempre está presionándote para que alcances el nivel que él quiere que alcances", explica Denison. "Hay un momento, por ejemplo, en el que él habla de cómo cae una serpiente de un árbol y de cómo quiere que Haku, personaje de El viaje de Chihiro, caiga exactamente así, y ahí estaba su pobre equipo mirando vídeos de serpientes cayendo de árboles tratando de imitar ese movimiento tan naturalista".

Foto: Una imagen de 'El chico y la garza'. la última película de Hayao Miyazaki. (Vértigo)
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Cabe recordar que, a lo largo de los años, mucho talento ha emigrado de Ghibli perjurando no volver a trabajar con estas figuras de la animación. Ya fuera por la forma estajanovista de trabajar o por lo reacios que eran a hacer determinados proyectos. Una de las principales fugas se produjo en 2014, cuando Hiromasa Yonebayashi y un puñado de animadores fundaron Studio Ponoc. La estela de Miyazaki era evidente, pero, al estrenar su primer largometraje, Mary y la flor de la bruja, el antiguo discípulo reveló que algunas cosas iban a ser diferentes: "Queríamos que la primera película del estudio mostrase de lo que éramos capaces: un filme que tuviera más acción, mucho ritmo y mucha fantasía".

Sánchez-Braun cree que, con el cambio de poderes, la locura podría acabar flexibilizándose, permitiendo el regreso de mucho talento que se marchó. En cualquier otro país, esto sería evidente, pero en Japón la lógica que impera no es nada cartesiana ni las consecuencias son lineales. Comercialmente, la decisión más obvia seria ceder el poder creativo a Goro Miyazaki, el hijo animador de Hayao, de quien se distanció y luego regresó para ser finalmente aceptado por su estricto progenitor.

Pero Goro dijo no.

Varias teorías

En el comunicado emitido por ambas compañías, comentaron cómo había sucedido todo. Tras varios intentos de encontrar a alguien que guiara a Studio Ghibli hasta el futuro, incluyendo la negativa del vástago (actualmente tiene 57 años) de Miyazaki a suceder a su padre, el presidente de la compañía citó al máximo directivo de Nippon TV en un balneario de aguas termales.

Suzuki le preguntó: “Para que Ghibli continúe centrándose en hacer películas, ¿estaría Nippon Television dispuesta a ayudar con la gestión?”. Mikuni Sugiyama le respondió que lo consideraría positivamente.

Foto: Un fotograma de 'Earwig y la bruja'.

“Nippon TV y Studio Ghibli tienen una relación que se remonta a El castillo en el cielo (1986), la primera película de Ghibli, han sido socios 40 años”, precisa Denison, que califica el acuerdo “más como un cambio en la relación que como una adquisición”.

El estudio fundado por Miyazaki tras aquella primera película, Nausicaä del Valle del Viento (1984), ha sido una máquina de hacer dinero, pero el entorno ha cambiado mucho. Al igual que en el resto de países industrializados, la experiencia de ir al cine ha perdido casi todo el peso que tenía a manos de la televisión y, ahora, de las plataformas digitales. La industria de la animación japonesa es una jungla donde reina el outsourcing, la externalización de tareas a países como Corea, India o China, para reducir costes.

En medio de todo eso, Ghibli ha perseverado durante años con su mentalidad tradicional de no traicionar ni un ápice la calidad. Por ejemplo, desarrollando casi cada fotograma de sus películas con artistas de la casa. Sin lanzarse a hacer productos episódicos de escaso valor para cualquier plataforma, sino esmerándose aún en crear largometrajes con principio y final, pensados para la pantalla grande.

placeholder Portada del nuevo, y posiblemente último, filme de Hayao Miyazaki. (EFE)
Portada del nuevo, y posiblemente último, filme de Hayao Miyazaki. (EFE)

El corresponsal de EFE en Japón durante muchos años cree que el acuerdo con sus viejos socios es la única forma que Miyazaki y Suzuki han encontrado de preservar ese legado. Nippon TV es parte del multimillonario grupo Yomiuri, dueños del periódico con más tirada de Japón, el Yomiuri Shimbun. “Es un grupo muy estable, tienen muchísimo dinero y una tendencia conservadora”, explica Sánchez-Braun. “Es el grupo de comunicación del establishment japonés”.

Su teoría es que Miyazaki está satisfecho con el acuerdo. “Es como un hijo al que has podido colocar en una empresa de por vida, donde podrá seguir dibujando y haciendo un poco lo que le da la gana”, dice el corresponsal.

Pero Ghibli, más allá del prestigio de marca, puede ser una oportunidad de negocio excelente.

“Me pregunto si Nippon TV está muy interesada en que Ghibli continúe directamente en su forma actual o si estarán más interesados en el catálogo que Ghibli les proporciona”, dice Denison. “Es ese catálogo anterior lo que estás pagando, el acceso a él y la capacidad de explotarlo”.

Y, por otro lado, comenzar a explorar la vía televisiva. La televisión en Japón sigue siendo la principal institución que impulsa la creación de contenidos audiovisuales, ya sean series o películas. “Podría ser que tengan la vista puesta en continuar con ese tipo de producción”, indica la académica británica. No sería la primera incursión, por supuesto. En 2014, Ghibli lanzó una serie de anime por capítulos, Ronya, la hija del bandolero, que fue dirigida por Goro Miyazaki. "Hay algunos indicios de que podrían avanzar hacia ese tipo de producción, pero mi instinto me dice que principalmente están interesados en explotar todo lo que Ghibli ya ha hecho".

placeholder Una figura gigante de Totoro en el Ghibli Park. (EPA)
Una figura gigante de Totoro en el Ghibli Park. (EPA)

Para Tom Mes, crítico neerlandés y uno de los mayores expertos internacionales en el cine japonés contemporáneo, "para Nippon TV, Ghibli es una apuesta de inversión bastante segura", indica a El Confidencial. "A pesar de la última película de Hayao Miyazaki, Ghibli no ha sido una productora activa durante la última década", explica. Pese a su cacareada apuesta por la calidad, "todo lo que ha salido bajo el estandarte de Ghibli en estos momentos, en realidad, estaba animado por otros estudios, ellos se han dedicado principalmente a la gestión y a explotar comercialmente su legado y su propiedad intelectual, en particular con la apertura del parque temático Ghibli", que abrió en noviembre del año pasado.

Puede parecer contradictorio, pero para Mes no es nada nuevo. Ghibli vive desde hace años en esa contradicción: las películas de Miyazaki enarbolan mensajes medioambientales, pero las chucherías licenciadas y envueltas en plástico o el merchandising con la cara de Totoro —una parte muy lucrativa del negocio— asfixian a los peces igualmente.

"Mientras logren mantener su imagen de marca, podrán presentar cualquier contratiempo como expresión de su integridad"

"Toshio Suzuki ha sido muy hábil para mantener la imagen del estudio", dice. "Esa imagen ha sido más importante que el contenido de las películas y, mientras logren mantener su imagen de marca, podrán presentar cualquier contratiempo como expresión de su integridad: ser anticuado es algo de lo que siempre han estado bastante orgullosos y lo hacen con gran convicción".

Quizá todo el torbellino generado con la sucesión de estos zorros plateados sea un ardid más para mantener nuestra mirada fija donde ellos quieren. Como dice Denison, ni siquiera sus fans más acérrimos se tragan del todo lo de la retirada de Miyazaki. "Ya está empezando a haber rumores de que no va a ser su última película", apunta. "Le hemos visto retirarse tantas veces que nadie cuenta con que se vaya a jubilar alguna vez".

Hace unos años, se puso de moda entre los corredores de bolsa japoneses protegerse de la llamada maldición de Ghibli. Cuando la televisión emitía un viernes por la noche alguna de las películas de anime creadas por el mítico estudio fundado por los animadores Hayao Miyazaki e Isao Takahata, la economía japonesa se pegaba un batacazo. Aunque nunca se halló correlación alguna entre ambos factores, medios como The Wall Street Journal contaron que la maldición mantuvo durante bastante tiempo a muchos traders sin tomar riesgo alguno en aquellos fatídicos viernes.

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