Es noticia
La agonía de la animación española para adultos: ¿será la chanante 'Pobre diablo' su salvadora?
  1. Televisión
  2. Series TV
HBO MAX SE LA JUEGA

La agonía de la animación española para adultos: ¿será la chanante 'Pobre diablo' su salvadora?

La apuesta de HBO Max por la comedia de Miguel Esteban, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla puede sacar al sector de la precariedad crónica y librarlo del yugo de las parrillas infantiles

Foto: Imagen promocional de 'Pobre Diablo'. (HBO Max)
Imagen promocional de 'Pobre Diablo'. (HBO Max)

En España hemos tenido y tenemos series de animación para adultos. Sin embargo, esa conjunción de medio, formato y target que tanto triunfa en el extranjero con títulos como Rick y Morty, BoJack Horseman o Padre de familia nunca ha terminado de arraigar en la televisión de nuestro país.

Más de 20 años después del último gran intento de replicar el éxito de Los Simpson a la española, HBO Max ha intentado ponerle remedio a ese estancamiento con Pobre diablo, creada por Miguel Esteban, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla. Aunque la influencia chanante es clara en cada minuto, la serie parece decidida a aspirar a algo más. ¿Liberará a la animación española para TV del yugo de las parrillas infantiles de una vez por todas?

El estudio clave del sector pasó de prever facturaciones millonarias a cerrar

Recuperar la historia de las series animadas dirigidas a adultos en España es misión imposible. Sea porque aquí se han producido muy pocas en comparación con otros territorios; por la volatilidad crónica del sector de la animación, que ha dejado algunos estudios indispensables para el campo ya desaparecidos, o por la virulencia con que se popularizaron y extendieron este tipo de ficciones a través de Internet a partir de cierto momento, no hay genealogía que esbozar aquí.

placeholder Una captura de 'Cuttlas Microfilms'. (MUBI)
Una captura de 'Cuttlas Microfilms'. (MUBI)

Si acaso, podemos intentar reunir los escasos ejemplos que han ido desperdigándose por canales de televisión y plataformas digitales desde hace cosa de medio siglo y agruparlos en tres montones deformes, tres nodos, que dan sentido a su evolución: la industria, la red y la risa.

Al calor de esta primera categoría endeble, que recoge las series de animación españolas y adultas aupadas por el capital técnico y humano de compañías tradicionales y grandes actores mediáticos, nacieron los primeros casos. El camino abierto por Molécula (1968), de Cruz Delgado, la primera animación seriada de la historia de nuestro país, lo transitó en los primeros noventa la serie pionera en el tono adulto: Cuttlas Microfilms.

El fiasco de Emilio Aragón

Su protagonista era Cuttlas, un monigote meditabundo y sin cara que saltó de las viñetas en fanzines y revistas del historietista y diseñador zaragozano Calpurnio a la pequeña pantalla. Con la participación de TVE, los dos cortometrajes originales del personaje —realizados en la República Checa— se convirtieron en toda una temporada de trece episodios minimalistas.

No obstante, la primera serie de animación para adultos verdaderamente paradigmática no se estrenó en España hasta 2001. Cerca del cambio de milenio, los grandes productores históricos de animación infantil del país, como BRB Internacional, D'Ocon o Neptuno Films, habían dejado de ser infalibles y el anime campaba a sus anchas. Un estudio joven encabezado por Emilio Aragón, que llevaba unos años trasteando con nuevas tecnologías y formas de narrar, crea Anima2, se propuso el reto de crear una comedia metatelevisiva y apta para adultos sobre una familia media, al estilo de Los Simpson: ¡Qué bello es sobrevivir!

placeholder Óscar Balor, el Homer Simpson de '¡Qué bello es sobrevivir!'. (Globomedia)
Óscar Balor, el Homer Simpson de '¡Qué bello es sobrevivir!'. (Globomedia)

El estudio desplegó un insólito equipo de 180 trabajadores y sembró en un terreno apenas allanado en nuestro país para tratar de cosechar lo que sus productores esperaban que se convirtiera en, exactamente, "Los Simpson a la española". Sin embargo, los 13 episodios de la serie, emitidos primero en Cartoon Network y luego en Telecinco entre 2001 y 2002 —y recibidos siempre con una apatía gélida—, nunca terminaron de interiorizar la fórmula millonaria de Matt Groening. El estruendoso fiasco de aquella inversión ha remorado al sector de las series de animación para adultos en España durante veinte años, prácticamente hasta hoy.

El músculo industrial dedicado a las series animadas adultas por estos lares ha sido raquítico desde entonces. Aunque ha habido otros ejemplos de corte industrial tras ¡Qué bello es sobrevivir!, como IMP o las catalanas Arròs Covat y Heavies Tendres, los años han visto cómo la potencia monetaria perdía progresivamente su papel como gatekeeper. En cuanto se asentó Internet, cualquiera podía animar su propia serie adulta.

Con Internet, se fabricaron series amateurs y casi nunca sostenibles económicamente

Con el gran salto en la cifra de población española conectada a la red ocurrido en 2003 y la aparición de YouTube en 2005, toda una cara oculta del sector de las series animadas para adultos hechas en nuestro país afloró. Empezando por la hegemónica Cálico Electrónico y continuando por Niña Repelente o Freaklances, el Internet español se desbordó de producciones de animación con temáticas que excedían la histórica veta de lo infantil. Series fabricadas desde el amateurismo, con conocimientos ingentes volcados sobre medios precarios y casi nunca sostenibles económicamente.

De todos los estudios surgidos en aquella gran ola digital de las series de animación para adultos, prácticamente ninguno ha sobrevivido hasta hoy. Algunos se han visto forzados a reorientar su negocio hacia otros ámbitos y otros directamente echaron la persiana. Fue el caso de Nikodemo, el sello que fabricaba Cálico Electrónico. Sus creadores tocaron el cielo de la web trabajando sobre copias de Flash pirateadas, hasta que, después de confesarlo tan alegremente en un evento organizado por Adobe, la compañía les regaló las licencias. Con la llegada de la crisis financiera de 2008, el estudio murió de éxito: pasaron de tener previsiones de facturación por encima del millón de euros a cerrar.

placeholder Un momento de 'Cálico electrónico'. (Nikodemo)
Un momento de 'Cálico electrónico'. (Nikodemo)

Por el camino han caído muchos artistas y otros tantos han asomado la cabeza desde entonces, siempre haciendo malabares entre las amplias posibilidades de lo virtual y las estrecheces del mundo tangible. Y en medio de todo ello, una aldea gala lleva años sorteando las arduas condiciones a las que se enfrenta cualquier equipo dispuesto a producir una serie de animación para adultos en España. Sus habitantes son muchos, pero todos orbitan en torno a un particular líder: Joaquín Reyes.

El cómico y sus apóstoles —Carlos Areces o Ernesto Sevilla entre ellos— generan animaciones que existen en un limbo entre las otras dos tendencias apuntadas, uno siempre atravesado por la risa. Super Ñoño, Loqui and the loquer, Los Klamnstein, Maricón y Tontico… son series minúsculas y adultas vistas dentro de los muchos formatos de comedia que el grupo de humoristas ha diseñado para televisión, como La hora chanante o Muchachada Nui. Ahí nació también Enjuto Mojamuto, un joven personaje obsesionado con su conexión wifi y mascota nacional de la transición hacia Internet, que ha acabado protagonizando series propias con varias temporadas.

Un presente precario

Acostumbrado a operar más desde la sombra que el resto de los comediantes de la cuadrilla, Miguel Esteban ha estado siempre ahí. El cocreador de ficciones de imagen real como Nasdrovia o El vecino guionizó muchas de aquellas protoseries chanantes, estuvo involucrado en Hincli Mincli —un spin-off de Mojamuto maltratado por Mediaset que apuntaba maneras de algo más grande— e ideó junto a Joaquín Reyes Monetes del espacio, encargada por la mismísima Cartoon Network.

Es precisamente esta dupla quien nos trae de la mano hasta el presente de las series animadas para adultos españolas. Un presente marcado por la precariedad, la exigua inversión y la dolorosa indiferencia de las cadenas de televisión nacionales, que, de invertir en animación, prefieren hacerlo en contenido para niños. Un presente que Pobre diablo viene a cambiar.

placeholder Una imagen de la última serie de 'Enjuto Mojamuto'. (RTVE)
Una imagen de la última serie de 'Enjuto Mojamuto'. (RTVE)

Para romper las inercias de austeridad que subyugan al sector desde hace décadas, es necesario un precedente. Y Pobre diablo, la serie creada por Miguel Esteban, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, puede sentarlo. Cuenta, como aquel fogonazo de Monetes del espacio, con el padrinazgo de una prestigiosa cadena extranjera, un equipo humano voluminoso y una duración por episodio que sortea la barrera psicológica del profesionalismo.

La ficción cuenta la historia de Stan, un joven Anticristo al que aburre el apocalipsis y que está más interesado en los musicales de Broadway. Su primera temporada, de ocho episodios disponibles en el catálogo de HBO Max, es fina en el humor, hábil al tensionar imaginarios globales y patrios y tiene un moderno sentido de la estructura. El necesario amor del público y el estatus crítico lo encontrará Pobre diablo en el largo plazo, pero, por ahora, parece haberse disipado el miedo. Adiós a la eterna resaca de los graves batacazos del pasado: el futuro de las series de animación para adultos españolas es ahora.

En España hemos tenido y tenemos series de animación para adultos. Sin embargo, esa conjunción de medio, formato y target que tanto triunfa en el extranjero con títulos como Rick y Morty, BoJack Horseman o Padre de familia nunca ha terminado de arraigar en la televisión de nuestro país.

Series de HBO
El redactor recomienda