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'La tortuga roja', una de las experiencias más hechizantes que pueden vivirse en un cine
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'La tortuga roja', una de las experiencias más hechizantes que pueden vivirse en un cine

Una deliciosa rareza de animación producida por una compañía japonesa, los estudios Ghibli, pero dirigida por un holandés, Michael Dudok de Wit

Foto: 'La tortuga roja'.
'La tortuga roja'.

Se mire como se mire, 'La tortuga roja' es una rareza: ha sido producida por una compañía japonesa, los estudios Ghibli, pero dirigida por un holandés, Michael Dudok de Wit; no incluye más diálogo que unos pocos lamentos de rabia, pero aun así habla por los codos y a todo volumen sobre algunos grandes misterios de nuestra existencia como seres humanos; y nos invita a mantener con ella una muy peculiar relación de empatía: contemplar las peripecias del náufrago que la protagoniza nos invita menos a valorar lo que damos por hecho en nuestras vidas que a fantasear sobre lo hermoso que sería quedar atrapado en una isla tropical.

Tráiler de 'La tortuga roja'

La película, en efecto, es una sencilla historia de supervivencia: se abre con la batalla en alta mar librada por un marinero sin nombre que trata de mantenerse a flote entre la tormenta; para ello, se aferra a un pedazo de su barco, que lo acaba transportando hasta la playa de una isla desierta. El lugar, descubre, es un paisaje de arena, rocas gigantes, bosque en abundancia y un estanque de agua dulce. El horizonte es océano y nada más que océano. El modo que Dudok de Wit tiene de capturar esas escenas de exploración le sirve para magnificar el poder avasallador del entorno y la dependencia que nuestro héroe tiene de la naturaleza.

Dudok de Wit muestra el poder avasallador del entorno y la dependencia que nuestro héroe tiene de la naturaleza

La maleza le proporciona no solo grandes cantidades de una fruta parecida al aguacate, sino también árboles de bambú que le proporcionan el material necesario para ponerse manos a la obra. Después de todo, no tiene intención de quedarse allí ni un minuto más de lo necesario. El robinsón construye una balsa y emprende su regreso a la civilización, pero su viaje no tarda en verse saboteado por una presencia submarina que hace añicos la embarcación y lo obliga a volver frustrado a la playa a empezar de nuevo. Eso mismo pasa varias veces más. Y entonces, tras media hora de metraje, la criatura del título aparece.

¿De dónde ha salido esta tortuga?

¿De dónde sale el animal y por qué no deja al náufrago que se vaya? Las respuestas se irán presentando de forma no solo paciente sino también velada. Hombre y reptil permanecen durante semanas en una extraña situación de estancamiento hasta que algo sucede y la historia es empujada a terrenos más enigmáticos y meditativos a medida que la relación entre ambos se revela como una representación de nuestra propia relación con la naturaleza.

placeholder 'La tortuga roja'.
'La tortuga roja'.

'La tortuga roja' significa buenas noticias desde Ghibli en lo que para ellos es un momento de transición: fue completada poco después de que los dos fundadores de la compañía nipona, Hayao Miyazaki y Isao Takahata, estrenaran las últimas películas de sus respectivas carreras. En todo caso, su sensibilidad es esencialmente europea: Dudok de Wit favorece el tipo de dibujo de línea clara que abanderaron artistas franco-belgas como Hergé y Moebius. Y mientras lo hace, nos adentra en un hipnótico mundo de vegetación exuberante y aguas cristalinas y colores vivísimos que a la luz de la luna se desvanecen en sombras de gris, y que nos invita a pisar el freno y entregarnos a los placeres de la vida contemplativa.

Para no llevar a confusión a nadie, conviene matizar que aproximadamente cada 10 minutos algo impactante sucede en la isla, ya sea una huida a través de un estrecho túnel submarino o un maremoto que inunda y devasta la isla. Sin embargo, incluso entre esos momentos de vida o muerte, Dudok de Wit encuentra tiempo para apreciar el gozo casi pueril que provoca perseguir cangrejos o descorchar una botella y, en general, adaptarse lentamente a ritmos y procesos inicialmente intimidatorios pero esencialmente acogedores.

Detrás de eso, decimos, hay un alto contenido metafórico. De la paternidad, o del ciclo de la vida, o de la necesidad de aceptación. Todas las interpretaciones son válidas. Dudok de Wit no cae en la tentación de proporcionar significados literales y deja que cada espectador se quede con la interpretación que más le convenga. Habrá incluso quienes opten por no escoger ninguna de ellas y limitarse a disfrutar de los placeres sensoriales. Y, considerando que 'La tortuga roja' ofrece una de las experiencias visuales más hechizantes que uno puede vivir en una sala de cine, cómo reprochárselo.

Foto: Emma Stone y Ryan Gosling, en 'La La Land. La ciudad de las estrellas'.
Foto: 'Le fils de Joseph'.

Se mire como se mire, 'La tortuga roja' es una rareza: ha sido producida por una compañía japonesa, los estudios Ghibli, pero dirigida por un holandés, Michael Dudok de Wit; no incluye más diálogo que unos pocos lamentos de rabia, pero aun así habla por los codos y a todo volumen sobre algunos grandes misterios de nuestra existencia como seres humanos; y nos invita a mantener con ella una muy peculiar relación de empatía: contemplar las peripecias del náufrago que la protagoniza nos invita menos a valorar lo que damos por hecho en nuestras vidas que a fantasear sobre lo hermoso que sería quedar atrapado en una isla tropical.

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