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De vivir en la calle a sobrevivir a internet: "Cuando llegó el éxito, vino lo más turbio"
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Ya ha tenido que denunciar a sus 'haters'

De vivir en la calle a sobrevivir a internet: "Cuando llegó el éxito, vino lo más turbio"

Jony, más conocido como 'viviendoenlacalle', saltó a la fama hace un par de años, cuando era un 'sintecho' que hacía directos en Twitch. Tras conseguir salir de la calle gracias a sus seguidores, su vida es una montaña rusa

Foto: Jony. (M. E.)
Jony. (M. E.)

"Para que luego digan que el dinero no da la felicidad", dice entre risas Jony cuando acude a la cita con El Confidencial. No es que se haya hecho rico, aunque lo cierto es que su vida y su bolsillo han pegado un giro de 180 grados en apenas dos años. Ese es el tiempo que ha pasado desde que este madrileño saltara a la fama como uno de los streamers más peculiares de España, y el éxito se le nota nada más verle. ¿La razón para su repentino boom? Todo lo hacía desde lo que entonces era su estudio, pero también su casa: un portal frente al Congreso de los Diputados, en el centro de Madrid, junto a su perra Duna. De hecho, su nombre en internet era (y sigue siendo) viviendoenlacalle, un alias con el que a día de hoy aglutina cerca de 3.000 suscriptores de pago en Twitch.

A finales de 2021, tras ser entrevistado en El Confidencial y que otros medios se hicieran eco de su trabajo, Jony consiguió una vivienda que le permitía tener un techo para él y su mascota, el objetivo que perseguía desde que empezara con el canal. Pero, claro, eso le dejó también sin su principal atractivo. Desde entonces, ha tenido que aprender a sobrevivir en la red.

En este tiempo, ha probado prácticamente todo para seguir manteniéndose a flote, y eso pasa por todos los vicios y virtudes de internet: desde buscarse un trabajo extra para completar lo que le daban los directos o estar creando contenido original constantemente para no perder audiencias hasta tener que lidiar con un ejército de trolls. Es lo que hace que, durante la hora en la que atiende a este periódico, no deje de atender llamadas y mensajes —tiene dos teléfonos— de su abogada o técnico informático, entre otro puñado de gestiones.

Foto: Jony con su 'set up' plegable y retransmitiendo en 'viviendoenlacalle'. (Isabel Blanco)
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Guillermo Cid Fotografía: Isabel Blanco

Aunque quería vivir de internet, siempre ha tenido claro que necesitaba tener un colchón detrás. Ahora, su última idea ha sido gastarse 70.000 euros que había ahorrado en este tiempo en una licencia de VTC y pedir un crédito de 50.000 euros para comprarse una de esas berlinas negras. "No me han puesto problemas para el crédito. Llevo mi declaración de la renta y mi IRPF es cerca del 40%, así que el banco ve que hay donde pillar", detalla. Además, ya tiene un equipo de tres personas que trabajan para él como editores de vídeo —uno para los horizontales, otro para los verticales— y moderadores, y que funciona aparte de su agencia de representación. "Pago tres sueldos", celebra. Pero entre este episodio y su pasado en la calle han pasado dos años que parecen una vida.

Tras dejar el portal, Jony, famoso por su contenido in real life (más conocido como IRL, por sus siglas en inglés), empezó con vídeos con retos de comida, de hacer planes sin gastar dinero, comentar noticias, viajar... "Todos los cambios han sido fruto de la necesidad. Ves tus gráficas cómo van bajando y te das cuenta de que tienes que hacer algo para que eso se revierta", admite el streamer, que reconoce que, una vez cambió su situación inicial, "ya no estaba ese morbo de ver a un tío cocinando en un camping gas". "De repente, estaba en una casa haciendo lo que hacen todos. Ya no aportaba nada diferente, así que fui probando cosas distintas cada mes", continúa.

En ese momento, el streaming le daba lo justo para vivir y empezó a buscar contenido distinto, pero también vías de ingresos que no vinieran de internet. Fue ahí cuando decidió pasarse al reparto de comida a domicilio como rider, y de ahí a mostrar sus repartos en directo. "Yo ya había sido repartidor de Domino's unos meses y vi que en las flotas buscaban gente, así que probé suerte", dice. Aquello fue un acierto y las cifras volvieron a subir. "A la gente le gustó y estuve un año así. El ingreso principal pasó a ser Twitch, pero el contenido venía de mi trabajo como repartidor. Si eres constante, que no el mejor, vas haciendo prueba y error hasta encontrar tu esencia".

"Ahí fue cuando llegó el 'hate"

Jony subraya que la clave para hacer contenido que enganche es que los vídeos "tengan que ver contigo y con tus habilidades". "Cada semana empecé a meter un vídeo de comida, otro de reparto a domicilio... Ahí fue cuando despunté, pero cuando llegó el éxito, vino lo más turbio, el hate...", aclara. Eso ocurrió en agosto de 2022, cuando alcanzó el primer puesto de su categoría en Twitch. "Ahí ves a otros streamers que eran colegas tuyos subirse al carro de la cancelación, porque como conmigo no pueden, pues contra mí. Así que para que otros contaran mi vida, decidí contarla yo", dice sobre la serie La historia de mi vida, con una treintena de capítulos grabados en la plaza de Santo Domingo, en Callao.

Aquello fue otro pelotazo y acabó siendo nominado en los premios Esland, organizados por The Grefg, y entrevistado por Jordi Wild, uno de los creadores más seguidos de España y cuyo pódcast se ha demostrado ser un gran trampolín en todos los sectores. "Rozamos el top 10 del mundo en habla hispana. Eran una locura de números y eso me pilló un poco inmaduro, porque no sabía cómo gestionarlo", se sincera Jony, que apunta que tenía actitudes "que no eran muy sanas en cámara, como fumar o beber, que es algo que si miras ya nadie hace en directo". Una vez más, eso le acabó valiendo para hacer más contenido. "Después, dejé de fumar en directo por un reto por horas", dice.

Poco después, se lanzó a hacer viajes por el mundo, donde visitaba durante tres días una ciudad. "Estuve mes y medio grabando 24 horas al día, los siete días de la semana, y ahí llegó la segunda ola de hate. Me decían que me había inventado toda mi historia y sacaban de contexto cualquier cosa", dice. "Por ejemplo, yo les preguntaba si mi historia les había entretenido, porque es lo que pasa cuando ves una película, que da igual que sea verdad o mentira. No estoy diciendo que sea mentira, sino que a la gente le gusta porque se ha entretenido, no porque sea verdad. Pero que sí, que es verdad. Pues eso les sirvió para que la gente se suba al carro porque decían que me había contradicho". Volvió destrozado e incluso sus trabajadores pensaban que no saldría de ahí. "Me lo dijeron ellos mismos, que me veían fatal y que valoraban mucho mi evolución".

¿A qué cree que se deben estas campañas? "No les gusto, quieren cancelarme y se escudan en la libertad de expresión", contesta, y añade que ya ha llevado el asunto a los juzgados. "Hay un hilo en Forocoches con más de 9.000 mensajes y un grupo de gente reportando mi canal dos veces al día sistemáticamente", sigue, asegurando que ya le han admitido a trámite una querella contra tres personas. "Los tengo identificados, porque es un delito de acoso continuado. Han usado multicuentas de TikTok, YouTube, Instagram, Twitter... Para sacar contenido mío de contexto o en el que la he liado", sostiene.

"Yo entiendo que si un día la lío, me hagas un meme y te rías, porque hasta yo me río. El otro día fui con Sezar Blue a un Burger King con comida vegana y la liamos, pues te ríes... Pero en el momento en el que subes el clip en el que me echan de Burger King y lo subes todas las semanas a una cuenta nueva de TikTok, ahí hay intencionalidad de dañar mi imagen", desarrolla. No es el único caso que se ha encontrado. "También han mandado e-mails a las empresas con las que trabajo o me denuncian en Uber Eats, que me tuvieron que llamar porque se habían quejado de mí, pero al final tuve que demostrar de dónde viene todo".

Eso hasta le ha truncado el proyecto de libro que tenía apalabrado. "Hemos firmado con Penguin y un escritor, pero le acosaron hasta tal punto que ha preferido abandonar el proyecto y ahora está en el aire", asegura. "Si yo quedo con un streamer, hay un grupo de 300 personas diciéndole que soy una basura, que no se junte conmigo. Y si voy a una ciudad para hacer un freetour en directo, después van a escribir en la web del guía y van a malmeter. Eso para las marcas es jodido", cuenta sobre los ingresos de patrocinio, que suelen ser uno de los pilares de los creadores de contenido.

Jony asegura que, después de un año de situaciones como las relatadas, ha tenido que aceptar la situación. "La parte más difícil de crear contenido es aguantar lo que te rodea, las envidias, las cancelaciones, los que quieren apartarte del mundillo... Por mi historial de vida, la curva de pasarlo mal, aceptarlo y salir adelante la hago rápido", apostilla. ¿Cómo ha aprendido a lidiar con ello? La respuesta puede sorprender: viendo más vídeos en YouTube.

placeholder Jony. (M. E.)
Jony. (M. E.)

"Sé que es algo que suena a gurús, pero mira mis recomendaciones de YouTube", dice sosteniendo el móvil. Ahí aparecen casi únicamente vídeos con discursos motivacionales. "Me dirán que es un mensaje vacío de un vídeo hecho por una IA que no me aporta nada, pero sí que me ha ayudado a aceptar que no depende de mí lo que otros piensen", incide al respecto. "Tengo premium y puedo apagar la pantalla y que se escuche, así que me lo pongo para dormir, pasear al perro, ir al gimnasio... Lo interiorizas tanto que el hate queda opacado, aunque parezca una gilipollez".

Directos de ocho horas desde un Uber

Desde hace unas semanas, Jony empezó a trabajar para distintas empresas con su licencia de VTC. "Había conseguido ahorrar 70.000 pavos con el reto de comprarme una casa en un año a base de horas en directo. No lo conseguí, pero tenía ahí ese dinero y quería comprar o alquilar algo para tener un ingreso pasivo y no depender de redes", reconoce. "Ahí decidí comprar un taxi, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo. En mi equipo no conocían a nadie que vendiera esa licencia, pero sí a una persona que tenía varias de VTC".

"Por lo general, la gente suele ser educada y si no, se mete en su móvil y pasa de todo, aunque alguna vez te encuentras con alguien un poco desagradable", cuenta sobre sus primeros contactos como conductor. Ahora ha programado un servidor para procesar y modular las voces que graben en el coche, algo que le permite que los clientes no puedan ser identificados. "Así no es denunciable y cumplimos la ley de protección de datos, además de que no estoy ya obligado a poner carteles de aviso y va a ser más natural, porque no se va a cortar la dinámica", sostiene. Justo en esas, llega el mensaje que esperaba: el servidor está listo para configurarse y, en unas horas, podrá operar. "Venga, me cojo la tarde libre y arranco directo de 18 a 20", le dice.

En un principio quería mantener su licencia de VTC fuera de redes para evitar más críticas y, también, contratar a un par de personas para que explotaran la licencia. Pero luego cambió de opinión. "Cuando me entregaron el coche, me di cuenta de que me había quedado con 280 euros en el banco. No le puedo dejar a alguien mi coche. ¿Y si se estampa? Voy a trabajar yo hasta que pague la deuda. Y ahí estoy, metiéndome ocho o nueve horas conduciendo en directo", relata.

Jony cabalga sobre los algoritmos de la red intentando domarlos. Todo está pensado para seguir manteniendo el tirón en redes sociales. Jony vuelve a sacar el móvil. "¿Ves el CTR? Es el porcentaje de clics de la impresión. Ha aumentado un 13% y lo normal es un 6% en mi caso", dice señalando la miniatura del vídeo. "¿A qué te recuerda? Exacto, a The Transporter. He imitado la imagen con el VTC. Es una foto hecha con el móvil, pero que la pensé: la cara de agresivo, difuminar el fondo para que parezca que voy a 200, y luego lo había guionizado todo... El resultado, uno de los vídeos de mayor éxito en el canal en los últimos meses", celebra.

También está contento con haberse "asegurado un puesto de trabajo para toda la vida". "Si mañana me tiran el canal, me la trae al pairo porque tengo trabajo", apunta. Sin embargo, y pese a todos los problemas, no le gustaría dejar internet o perder audiencia, aunque tenga otra forma de ganarse la vida. "Al final, estoy solo en la vida y esto me da todo. Abrir el directo y tener alguien a quien contarle mis cosas y entretenerle, me hace más feliz a mí que a ellos. Saber que inspiras a gente con tus aciertos, porque mucha gente llega a mí como un faro que le ayuda en ese momento de bajón... Es muy bonito", relata.

Ahora, Jony acaba de lanzar otro proyecto: un albergue en el que quiere que convivan turistas y personas sin hogar. "La idea es que, por cada noche que pagues, una persona en riesgo de exclusión tenga una noche pagada, pero no quería que fuera un parque temático en el que la gente viniera a pasar la noche con un homeless, así que pensé en habitaciones separadas pero espacios comunes, como la cocina", explica, enfatizando que también es algo que "puede dar mucho juego en redes sociales, explicando cómo es un día en el albergue, la experiencia del visitante, historias de vida de gente que haya pasado por ahí, si les apetece contar su historia, claro".

"Creo que, desde el respeto, va a dar mucho juego en mi canal y puede dar trabajo a personas que quieran involucrarse. No quiero que tenga ningún beneficio económico, solo mantener el proyecto. Y si hay superávit de caja, que bajen los precios. Todo se tiene que ver en una web, gastos e ingresos", asegura. "En mi cabeza todo suena bien, ahora hay que llevarlo a cabo". En esas, para otra vez la conversación: "Espera, me llama mi abogada".

"Para que luego digan que el dinero no da la felicidad", dice entre risas Jony cuando acude a la cita con El Confidencial. No es que se haya hecho rico, aunque lo cierto es que su vida y su bolsillo han pegado un giro de 180 grados en apenas dos años. Ese es el tiempo que ha pasado desde que este madrileño saltara a la fama como uno de los streamers más peculiares de España, y el éxito se le nota nada más verle. ¿La razón para su repentino boom? Todo lo hacía desde lo que entonces era su estudio, pero también su casa: un portal frente al Congreso de los Diputados, en el centro de Madrid, junto a su perra Duna. De hecho, su nombre en internet era (y sigue siendo) viviendoenlacalle, un alias con el que a día de hoy aglutina cerca de 3.000 suscriptores de pago en Twitch.

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