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"Mi vecino es 'streamer' y llevo un año sin dormir": la pesadilla que te puede tocar a ti
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'Boom' de Twitch... y de las peleas vecinales

"Mi vecino es 'streamer' y llevo un año sin dormir": la pesadilla que te puede tocar a ti

Un nuevo conflicto vecinal empieza a afectar a cada vez más gente: los ruidos de los 'streamers' en plena madrugada. Gritos, bromas telefónicas y música a todo trapo. "A mí me han vuelto loco"

Foto: Fer, en su piso del barrio madrileño de Vallecas. (Isabel Blanco)
Fer, en su piso del barrio madrileño de Vallecas. (Isabel Blanco)
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Viernes, dos la madrugada. Suena el móvil. "¿Sí?". "Hola, ¿vendes CBD [marihuana sin componentes psicoactivos]? Es que me estaba haciendo una tortilla francesa y quería echarle un poquito. ¿Tienes?". Silencio. "¿Tienes?", insiste la voz. "¿Quién eres? Estaba durmiendo", responden al otro lado con evidente tono de cabreo. Quien llama es una veinteañera, exconcursante de uno de los 'realities' más populares de televisión ahora reconvertida a 'streamer' de Twitch y a la que le encanta gastar bromas telefónicas a desconocidos mientras suena música a todo trapo. De madrugada. Es su forma de ganar seguidores, aunque eso no es lo más problemático. Al filo de las tres se oyen unos fuertes golpes en pleno directo. "¡Es el vecino! Debe estar picando con la escoba, ja, ja, ja". Efectivamente, es el vecino. Pero no era una escoba, eran sus puños aporreando el suelo: lleva casi un año sin dormir por su culpa y ya no aguanta más.

El vecino se llama Fernando y solo nos pide dos cosas: que le llamemos Fer y no identificar a los 'streamers' en cuestión. "A mí me han hecho la vida imposible pero no quiero causarles daño, ni darles publicidad, ni más problemas con ellos. Solo quiero dormir", explica al recibirnos en su domicilio del barrio madrileño de Vallecas. Son las 10:00 de la mañana y mientras nos muestra la casa señala al piso inferior: "Ahora estarán 'sobando'", bromea. Nos conduce a una habitación vacía. "Aquí dormía antes y justo debajo es donde retransmiten. Tuve que cambiar la cama al lugar más alejado de la casa y aun así se oye. Ahora voy a montar un pequeño gimnasio. Mira, ya verás". Desaparece y vuelve con un enorme saco de boxeo de 50 kilos. Lo cuelga y se pone a lanzar derechazos. "Tenía que hacer algo para evadirme".

Foto: The Grefg, ElRubius, Ibai y Biyín. (Diseño: Raquel Cano)

Fer, de 43 años, vive solo, es diseñador gráfico 'freelance' y sus ojeras y voz somnolienta reflejan el tirón que ha tenido que aguantar. En octubre del año pasado compró el piso de 65 metros cuadrados en el que vive. A los pocos días de mudarse comenzó a escuchar fuertes ruidos de los vecinos de abajo. Primero durante el día, sin un patrón claro, luego por la noche, en plena madrugada. "Empecé a bajar a pedirles que por favor moderaran el ruido, no sabía qué hacían ahí dentro. Pero la cosa seguía semana tras semana. Recuerdo que hasta les dije que jamás llamaría a la Policía, que prefería solucionar el tema entre nosotros. No sirvió de nada". Harto de la situación, comenzó a grabar los ruidos.

placeholder Fer, de 43 años, trabaja en un pequeño despacho desde casa como diseñador 'freelance'. (Foto: Isabel Blanco)
Fer, de 43 años, trabaja en un pequeño despacho desde casa como diseñador 'freelance'. (Foto: Isabel Blanco)

Nos conduce a su pequeño despacho y los reproduce en su ordenador: más que un directo en Twitch eso parece una megafiesta en Ibiza. "Se desmadró por completo, gritaban, ponían música a tope, tocaban la flauta y un teclado a las tres de la mañana, invitaban a gente, metían un chute atronador de hip-hop cuando conseguían alguna suscripción... era imposible dormir. Volví a bajar varias veces y en una me lo reconocieron. "Somos 'streamers'". No tenía ni idea de ese mundo, me puse a investigar y di con ellos en Twitch. Ahí es cuando me entró un cabreo brutal. Me doy cuenta de que es una actividad profesional, de que no hacen nada para evitar el ruido, todo lo contrario, les da exactamente igual, en realidad lo usan para ganar seguidores con absurdas apuestas, retos y juegos".

En uno de esos retos participó él mismo sin saberlo. "Te damos tres subs [suscripciones de pago] si subes a casa del vecino a pedirle un cigarro". Fue la propuesta que le hicieron a la 'streamer' sus propios espectadores. Eran las dos de la mañana. Ella zanjó las disquisiciones éticas al minuto: "Subo, si se queja me la suda". "Recuerdo esa noche, aún no había escalado el conflicto", explica Fer. "Yo estaba despierto, picó a la puerta y hasta le regalé un paquete entero de tabaco, no tenía ni idea de lo que había detrás. Meses después vi que había retransmitido en directo, que todo era una broma pesada para, encima, ganar dinero a mi costa".

Foto: Foto: Twitch

Lo que ocurrió más tarde no fue tan 'divertido'. Harto del escándalo, Fer puso el asunto en manos de una abogada. "Descarté insonorizar, salía por unos 4.000 euros y no te garantiza un aislamiento completo". La abogada le marcó la estrategia. Primero, intentar resolver la disputa a través de la comunidad o el administrador. "No funcionó, pasaron de mí". Lo segundo, llamar a la Policía. "Lo que necesitan son pruebas de que los ruidos se producen y que hay reiteración en el tiempo. Tenía todos los vídeos grabados y esta gente estaba emitiendo casi a diario. La Policía vino tres veces en una semana. A los cinco minutos de ver el percal la primera vez me dijeron, "no te preocupes, te creemos"".

placeholder En esta habitación dormía Fer hasta que tuvo que mover la cama a la otra punta de la casa por los ruidos. Ahora ahí cuelga un saco de boxeo. (Foto: Isabel Blanco)
En esta habitación dormía Fer hasta que tuvo que mover la cama a la otra punta de la casa por los ruidos. Ahora ahí cuelga un saco de boxeo. (Foto: Isabel Blanco)

Desde que vino la Policía la situación se ha calmado y el ruido ha disminuido, pero Fer vive en un constante estado de ansiedad. No es el único afectado, otros vecinos del bloque confirman que atraviesan por una situación similar por culpa de los 'streamers'. Se trata de un caso extremo, pero ni mucho menos aislado. Twitch explotó en España durante el confinamiento y se ha extendido después con el ascenso mediático de figuras como Ibai. Nuestro país es un referente mundial de la plataforma y muchos jóvenes sueñan con imitar a los grandes y vivir de ello. Otros simplemente quieren probar y pasar el rato. En ambos casos, la salida suele ser siempre la misma: realizar directos nocturnos.

"A mí me va más la noche, durante el día estudio, estoy opositando para auxiliar de biblioteca, así que suelo emitir desde las 23:00 hasta las 3 o las 4 de la madrugada, luego duermo por la mañana y estudio por la tarde. Otras veces me lío, ¡acabo de hacer un maratón de 23:00 a 9:00 al Phasmophobia y mucho más!", cuenta entre risas Rourop1989.

Este 'streamer' gallego afincado en Madrid toca temáticas variadas, desde 'gameplays' a charlas distendidas para celebrar su cumpleaños con los 'viewers'. Asegura que nunca ha tenido problemas vecinales, pero no es casual. "Intento ser cuidadoso, escucho todo a través de auriculares, por lo que solo se oye cuando hablo. Y por mi temática tampoco tengo que estar pegando gritos, es más relajado. Yo no soy el Xokas, que ya se ha convertido en un 'meme' por sus gritos, no sé qué dirán sus vecinos, aunque él parece que insonoriza. El problema es que hay 'streamers' tóxicos, les va el salseo y viven de generar polémica".

La conveniencia horaria no es el único factor que explica este 'boom' de los directos nocturnos. Es una pura cuestión de audiencia. El 'prime time' de Twitch arranca a partir de las 16:00 de la tarde y, según la temática, tiene sus picos entre las 21:00 y las 2:00 am hora española. Y no es solo que miles de españoles se queden hasta las tantas colgados de Twitch. Los países latinoamericanos generan unas audiencias brutales, así que cualquier 'streamer' en España que quiera triunfar está obligado a realizar directos de madrugada.

Según datos de la web TwitchStrike, que recopila estadísticas de la plataforma, el momento de oro para emitir un "Charlando", directos distendidos sin temática fija, como los "Charlando tranquilamente" de Ibai, se alarga al menos hasta las 4 am, sobre todo los fines de semana. Si lo que vas a hacer es jugar al Fortnite la mejor franja será entre las 22:00 y las 2:00 am. El resultado es un choque cultural inevitable: a medida que Twitch crece se dispara también un nuevo conflicto vecinal que empieza a ser algo común en las grandes ciudades.

La ilustradora Marina Vidal también lo ha sufrido en su día a día. "A nuestro vecino se le empezó a oír a raíz de la pandemia, supongo que es uno de esos 'streamers' que nacieron con el covid. Se le oía muchísimo, sobre todo los fines de semana a primera hora. No sé quién es, pero creo que por los gritos que pega emite partidas del Rocket League, que es como jugar al fútbol pero con coches. Yo vivo en un barrio de Sabadell donde básicamente hay gente mayor, así que despertarme el fin de semana oyendo a un señor chillando por la mañana fue un poco 'shock'", explica. En su caso el problema no fue a más. Es molesto, especialmente en verano y los fines de semana, pero "en general respeta bastante los horarios".

Vidal, sin embargo, señala una parte clave del debate que los propios 'streamers' han comenzado a reivindicar: hacer directos en Twitch u otra plataforma es un trabajo más que hay que respetar, aseguran. "Es lo mismo que cuando viene un obrero y genera ruido, es molesto, especialmente si trabajas en casa, pero no puedes hacer nada. Al ser una nueva profesión, tenemos que adaptarnos. Hemos normalizado al obrero, pero no al 'streamer'. Creo que no hay que demonizarlos, pero también hay que tener cabeza: no te vas a poner a chillar a la 1:00 de la mañana si no tienes una sala insonorizada".

No todos lo ven igual y por eso el conflicto está asegurado. Mr_Masaka es un 'streamer' de 38 años que tuvo el pasado verano un encontronazo con un vecino por los ruidos nocturnos. "Fue algo puntual, las ventanas estaban abiertas y en el patio retumba todo. No me ha vuelto a pasar. Pero no entiendo estas reacciones. Salvo que te excedas mucho, hacer directos genera el mismo ruido que tener la tele puesta a volumen 10 o 12. ¿Por qué tengo que ceder sabiendo que no estoy haciendo nada ilegal? Es lo mismo que si invito a unos amigos y se quedan unas horas hasta las 2 o las 3 de la madrugada. ¿Acaso no puedo? ¿Si yo me ganara la vida 'stremeando' de noche, qué voy a hacer, dejarlo? Estoy en mi derecho. ¿O acaso a mí no me molesta el recién nacido llorando a las dos de la mañana o los niños que se despiertan chillando a las 6?".

La respuesta está en la normativa y es muy clara. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, los límites de ruido en interiores son de 35 decibelios en horario diurno y 30 en horario nocturno (de 23:00 a 7:00 am en jornadas laborables, y de 23:00 a 8:00 en festivos). En dormitorios no está permitido superar los 30 decibelios durante el día y 25 por la noche. Los vídeos grabados por Fer demuestran que en su caso estos límites se duplicaban o triplicaban con facilidad. Pero no es solo una cuestión de datos, son las consecuencias tras las cifras lo que importa.

"Yo me he pasado semanas y semanas en vela, así un año entero, me han vuelto loco. Había días que no me podía ni tener en pie del cansancio", reconoce Fer. "Tengo la suerte de que trabajo desde casa, si hubiera tenido que desplazarme a una oficina no habría tenido fuerza. Pero mi productividad ha bajado una barbaridad. ¿Quién me paga a mí lo que he dejado de ingresar al no ser capaz de trabajar de puro agotamiento físico?".

placeholder (Foto: Isabel Blanco)
(Foto: Isabel Blanco)

Le trasladamos la pregunta a sus vecinos 'streamers'. Llamamos a su puerta, son las 11:00 de la mañana. Abren tras un minuto de silencio. Estaban durmiendo pero se desperezan rápido. "El problema es que tenemos unos vecinos que son unos tocahuevos. Se creen que estamos de fiesta pero es nuestro trabajo, consiste en entretener, ¿sabes? Y si yo quiero entretener y hablo bajo, es un coñazo. ¿Hacemos ruido? Sí. Pero llega un punto en el que se quejan por todo", argumenta uno de ellos. "Vamos a intentar rebajar el ruido pero eso mata la esencia. Eso sí, quiero que sepan [asoma la cabeza al rellano y eleva el tono de voz para que le ogian] ¡que nos vamos a pirar a otra casa y os van a joder a todos!". ¿Algo más? "Sí, el único vecino guay es el de arriba. El resto son todos unos falsos".

Viernes, dos la madrugada. Suena el móvil. "¿Sí?". "Hola, ¿vendes CBD [marihuana sin componentes psicoactivos]? Es que me estaba haciendo una tortilla francesa y quería echarle un poquito. ¿Tienes?". Silencio. "¿Tienes?", insiste la voz. "¿Quién eres? Estaba durmiendo", responden al otro lado con evidente tono de cabreo. Quien llama es una veinteañera, exconcursante de uno de los 'realities' más populares de televisión ahora reconvertida a 'streamer' de Twitch y a la que le encanta gastar bromas telefónicas a desconocidos mientras suena música a todo trapo. De madrugada. Es su forma de ganar seguidores, aunque eso no es lo más problemático. Al filo de las tres se oyen unos fuertes golpes en pleno directo. "¡Es el vecino! Debe estar picando con la escoba, ja, ja, ja". Efectivamente, es el vecino. Pero no era una escoba, eran sus puños aporreando el suelo: lleva casi un año sin dormir por su culpa y ya no aguanta más.

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