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Palancuela, un ladrón en Twitch: "Vivo de maravilla sin pagar un euro ni trabajar"
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"ES MEJOR QUE TRABAJAR OCHO HORAS"

Palancuela, un ladrón en Twitch: "Vivo de maravilla sin pagar un euro ni trabajar"

Es uno de los nuevos ídolos del 'underground' de internet. Sus seguidores le pagan para que robe en tiendas o se marche sin pagar de los restaurantes

Foto: Pol Sánchez, más conocido como Palancuela. (Cedida)
Pol Sánchez, más conocido como Palancuela. (Cedida)

Pol Sánchez, más conocido como el Palancuela, tiene 22 años y vive en el barrio de Sants, en Barcelona. Como tantos otros jóvenes, pertenece a ese 27% que no estudia ni ha encontrado un empleo. Dedica sus días a quedar con sus amigos, el Rafita y el Calabragas, para pasar todo el día en la calle. No son ningunos angelitos: pintan grafitis, cometen pequeños hurtos y van con prostitutas.

Sin embargo, el año pasado descubrieron un nuevo modo de generar dinero. "Un día hice un directo en Twitch y los seguidores me pidieron que grabase un encaje", dice Palancuela a este periódico. Por encaje se refiere a entrar en una tienda y, sin mediar conversación, agarrar un producto y salir corriendo. "Y desde entonces me dedico a esto. La gente me pide que encaje algo en El Corte Inglés o en el Condis, y me hacen donaciones por PayPal o por Bizum. Me saco 200 euros con cada uno".

Le llaman Palancuela por su afición a parar los trenes tirando de la palanca de emergencia. Lo ha hecho cientos de veces, hasta el punto de tener una orden de alejamiento del metro de Barcelona. Unas veces lo hace para salir al exterior y hacer pintadas en el vagón, otras simplemente porque le conviene. "Es que mi casa está entre dos paradas de la Renfe, así que, cuando pasamos a la altura de mi calle, tiro de la palanca y me bajo", dice.

Pol se considera un "mendigo digital que crea contenido". A menudo sustrae mercancía que no tiene salida en el mercado negro, como una lubina de medio kilo, un expositor de mecheros o un donut. Lo hace, afirma, por la descarga de adrenalina. "Robar es lo que más me gusta de la vida. ¡No veas el subidón que te da cuando echas a correr con lo mangado! Intento no hacerlo en tiendas pequeñas, porque ahí le jodes a una persona, pero en El Corte Inglés no jodes a nadie", reflexiona.

Otra de sus especialidades son los simpas, esto es, consumir un servicio sin pagarlo, como un taxi o un restaurante. Su favorita es la cadena Goiko Grill, donde va a manudo a atiborrarse de hamburguesas con sus amigos. Cuando llega la cuenta, le dicen al camarero que no tienen dinero y se escapan. "Normalmente, no nos dicen nada, pero los del Goiko son unos cabrones, me han denunciado y tendré que ir a juicio", afirma el joven.

"Me paso una noche en el calabozo y luego pago la multa con el dinero de mis fans"

Aunque no es el único, el Palancuela se ha convertido en el más popular de los ladrones de Twitch. En un submundo de vídeos que duran pocos minutos online y pasamontañas, Palancuela dice su nombre real, graba su cara y reconoce los delitos. La policía lo ha detenido 15 veces y tiene más de una decena de causas judiciales pendientes. "Los agentes ven mis vídeos y me vienen a detener a casa. A mí es que me da igual, llevo robando cosas desde pequeño. ¿Qué me van a hacer por chorar una hamburguesa? Me paso una noche en el calabozo y después pago la multa con el dinero de mis fans", relata.

"Si me meten en la cárcel, mejor. Puedo ir al gimnasio, tengo una choza fija y salgo de allí con una pensión", dice. Sostiene que lo que gana con las donaciones se lo gasta en hamburguesas y en prostitutas de alto standing. "Vivo como un rey, mucho mejor que los que trabajan ocho horas. Como hamburguesas, voy con golfas... La buena vida. Mientras la gente trabaja, yo disfruto".

Pol es consciente de que su discurso ofende y lo potencia en la medida de lo posible. Cree que, de este modo, conseguirá atención para su proyecto musical, un grupo de trap llamado LPD (Los Putos Destruidos). "A mí los haters me dan igual, lo que yo quiero es vivir de puta madre sin pagar un euro. Hace unos años engañé a un médico y ahora cobro una paguita con los impuestos de todos los españoles. España es un país de puta madre".

No hay rastro de remordimientos. Para Palancuela y su pandilla, el hurto es tan natural como tomarse un café. Desde que tiene uso de razón es capaz de colarse en un supermercado, meterse dos latas de atún bajo la sudadera y mantenerse. No necesita de comedores sociales, que considera que son "para otra gente", ni de la "ruina de los servicios sociales". Tampoco tiene contrapeso en casa: "A mi familia no le gusta lo que hago, pero qué le van a hacer, si es que yo he sido así de siempre", lamenta.

Pol ya no es un marginado social; ahora tiene una comunidad que le admira y le financia

La diferencia es que ahora tiene una comunidad que no solo le admira, sino que financia sus delitos. Como sucedió con los quinquis de los ochenta, pero en tiempo real. Pol solo tiene que encender el teléfono y le empiezan a llegar las peticiones. Algunos le donan dinero, otros se suscriben a su canal. En un mes de directos, consigue más dinero que la mayoría de los trabajadores españoles, por eso ha decidido ampliar su radio más allá de la frontera. Ha estado en París, en Marsella, en El Cairo o en Estocolmo. "Me cuelo en un tren y hasta donde llegue. Duermo en un portal, en una tienda de campaña o en un hotel, depende del dinero que me den. Me da igual encajar en París que en Madrid. De hecho, tengo juicios en París que me dan absolutamente igual", concluye.

Al respecto, las redes sociales como Twitch o Instagram se lavan las manos. Su actuación se reduce a eliminar los vídeos cuando reciben quejas y, de vez en cuando, a bloquearle los canales. Pero Palancuela siempre regresa: "Con algo hay que llenar la barriga".

Pol Sánchez, más conocido como el Palancuela, tiene 22 años y vive en el barrio de Sants, en Barcelona. Como tantos otros jóvenes, pertenece a ese 27% que no estudia ni ha encontrado un empleo. Dedica sus días a quedar con sus amigos, el Rafita y el Calabragas, para pasar todo el día en la calle. No son ningunos angelitos: pintan grafitis, cometen pequeños hurtos y van con prostitutas.

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