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Bajmut es la prueba: Rusia ha creado sin quererlo el ejército ucraniano más poderoso
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"Hemos militarizado a Ucrania"

Bajmut es la prueba: Rusia ha creado sin quererlo el ejército ucraniano más poderoso

El jefe del grupo paramilitar ruso Wagner ha reconocido que Rusia ha logrado que Ucrania se convierta en uno de los ejércitos más fuertes del mundo. La eterna toma de Bajmut, un objetivo estratégico, es el ejemplo más reciente

Foto: Un soldado ucraniano en un tanque en Bajmut, en la región de Donetsk. (Reuters/Yevhen Titov)
Un soldado ucraniano en un tanque en Bajmut, en la región de Donetsk. (Reuters/Yevhen Titov)

Sean espontáneas o calculadas, las declaraciones de Yevgueni Prigozhin, el famoso oligarca ruso y líder de los mercenarios Wagner, nunca pasan desapercibidas. El magnate ahora ha dicho públicamente que la guerra no va bien en un momento en el que se lucha metro a metro por Bajmut y los ucranianos, cada vez más y mejor armados, utilizan con éxito nuevos misiles y lanchas suicidas. Desde luego, no pinta bien para el Kremlin.

La entrevista de este controvertido personaje a un medio afín ha corrido como la pólvora. En ella, afirma que "la desnazificación de Ucrania ha fracasado", pero lo más jugoso está en sus palabras sobre los resultados militares. "Si antes de la operación militar especial, Ucrania tenía 500 tanques, por decir un número, ahora tiene 5.000; y si antes había 20.000 soldados listos para el combate, ahora hay 400.000. ¿Desmilitarizar? No sabemos cómo, pero hemos militarizado a Ucrania", afirma.

Por los esfuerzos volcados en ese enclave, cualquiera diría que Bajmut era el punto crítico donde se decidiría la guerra. En realidad, no es más que otra ciudad, cuya única peculiaridad es que se trata de un cruce de carreteras, pero sin demasiada trascendencia estratégica. Además, ocupar una parte pero no controlar los alrededores —es decir, los accesos y salidas— no sirve de nada. Tan solo un ataque fulminante que les hubiera permitido controlar las rutas por el norte y sur, habría posibilitado a los rusos un movimiento de sus tropas hacia el norte y comprometer —o, al menos, intentarlo— el frente ucraniano.

Meses de estériles combates casa por casa, metro a metro, no han servido de nada. Wagner y Prigozhin lo saben. Se han desangrado allí y la maquinaria militar rusa ha malgastado unos enormes recursos (sobre todo, en hombres) para un resultado escandalosamente nimio. Bajmut parecía la gran empresa de esta guerra y ahora, cuando incluso los defensores están recuperando algún terreno y los Wagner parece que se van, la cruda realidad es que la guerra continua como si este lugar nunca hubiera existido.

Foto: Ciudadanos de Járkov se llevan la chatarra de un avión militar destruido. (Reuters/Oleksandr Klymenko)

La sombra de la tormenta

Por contra, los ucranianos cada vez cuentan con más y mejores armas. Lo último, el empleo confirmado de misiles Storm Shadow, un ingenio desarrollado por Francia y el Reino Unido en 1994; entonces fabricado por las compañías Matra y British Aerospace, y hoy por la multinacional MBDA. Es del tipo de crucero, de largo alcance y lanzado desde plataformas navales (buques y submarinos) y aéreas. Han sido suministrados por los británicos, aunque los franceses también se comprometieron a facilitarlos.

Pese a que su diseño es antiguo, sus sucesivas modernizaciones lo mantienen como un arma temible y se encuentra, hoy en día, bien actualizado, aunque es carísimo y cada ejemplar supera con holgura los dos millones de euros. La versión aire-tierra es grande, con más de cinco metros de largo y muy pesada, de 1.300 kilos. Cuenta con una ojiva de 450 kg, de penetración y acción dual, de tal manera que una primera etapa explota generando un hueco por donde penetra el resto, demorando la detonación principal unos instantes mediante un temporizador. Este sistema es ideal contra búnkeres, puestos de mando fortificados y puntos fuertes en general, aunque por su precio, es evidente que se reserve para objetivos de muy alto valor.

placeholder Su-24MR como los que lanzan los misiles Storm Shadow. (Ukrainian MoD)
Su-24MR como los que lanzan los misiles Storm Shadow. (Ukrainian MoD)

Es del tipo dispara y olvida; esto es, una vez lanzado, el piloto del avión se despreocupa del misil, que actúa de forma autónoma hasta alcanzar su destino. Es algo que tiene muchas ventajas, aunque también el inconveniente de que, cuando se dispara, no existe comunicación con él, ni tampoco se puede dar orden de cancelación de ataque ni modificar el objetivo, que habrá sido programado previamente con una enorme cantidad de datos. Entre ellos, los de identificación del lugar de ataque, puntos a evitar (por defensas enemigas), puntos de paso o la ruta precisa que debe seguir.

El vuelo es a muy baja cota y evitando el terreno, para lo que dispone de un complemento a su GPS denominado TERPROM (Terrain Profile Matching), que utiliza datos de GPS y datos memorizados y medidos del perfil del terreno para adaptarse y evitar obstáculos. En la fase final, ya cerca del blanco, realiza una brusca maniobra ascendente para atacar en un fuerte picado. Su alcance es de más de 550 km.

placeholder Una de las primeras versiones del Storm Shadow expuesta en el Museo de la RAF en Londres. (Rept0n1x)
Una de las primeras versiones del Storm Shadow expuesta en el Museo de la RAF en Londres. (Rept0n1x)

Cuando se ha lanzado, su motor, un turborreactor Microturbo TRI 60-30 —como el de un avión, pero a escala reducida—, acelera hasta Mach 0,9 (más de 1.100 km/h). Además, cuenta con un sistema de guiado complejo y redundante, formado por un equipo principal de GPS (navegación por satélite) con un inercial (INS) de respaldo. Durante el vuelo utiliza ambos, a la par que se mantiene pegado al terreno gracias al TERPROM. Una vez inicia la fase final de ataque y tras coger altura, entra en funcionamiento el guiado terminal, donde utiliza un sensor IIR (infrarrojo). Con él analizará la imagen térmica del lugar, la comparará con su banco de memoria y atacará con un ajuste preciso en el punto óptimo.

Estos misiles se utilizaron en operaciones reales por vez primera en 2003, durante la invasión de Irak. Hasta ahora solo estaban integrados en los aviones Saab Gripen, Dassault Mirage 2000, Rafale, Tornado y Eurofighter Typhoon. Es un tema es muy interesante, porque integrar un arma en un avión es caro y lleva tiempo. Sin embargo, los ucranianos —obviamente con apoyo técnico— han conseguido integrar algo tan complejo en uno de sus aviones en un tiempo récord.

Foto: Prototipos del T-14 Armata desfilando. (Vitaly Kuzmin)

De momento el único avión que los puede lanzar —y hay pruebas de ello— es el Sukhoi Su-24, con toda probabilidad por un tema de peso. Lo han podido hacer saltándose muchos de los pasos y pruebas que se hacen en una integración en tiempos de paz. En la guerra se asumen riesgos porque, de no hacerlo, las consecuencias serían mucho peores. Además, al tratarse de un arma muy autónoma, que ya sale programada desde tierra, no es preciso ni bus de datos ni comunicación entre avión y misil, más allá de la orden de lanzar.

Los ucranianos están utilizando el Storm Shadow de una manera inteligente. Atacan con un Su-24 acompañado de MiG-29 o Su-27 como cazas de escolta, pero llevando estos un misil HARM antirradar. Los rusos, con sus radares de largo alcance pueden detectar a los aviones enemigos y sospechar del lanzamiento, poniendo en alerta sus baterías antiaéreas. Aquí entran en juego los HARM, que se lanzan en el rumbo del Storm Shadow. Los rusos se encontrarán con el gran dilema de encender sus radares y arriesgarse a que les caiga encima el HARM o no utilizarlos y que se les cuele el Storm Shadow.

El ataque al Ivan Khurs

La flota rusa dispone de dos buques modernos de reconocimiento y análisis de señales, lo que se conoce vulgarmente como buques espías. Se trata de la clase Yuriy Ivanov y sus dos unidades son la que da nombre a la clase y el Ivan Khurs. Son buques que hacen una labor importantísima. Su misión es vigilar el espectro electromagnético y grabar y analizar todas las señales que se reciban. Esto permite detectar y obtener información muy relevante de los sistemas electrónicos del enemigo, desde radares a todo tipo de comunicaciones. Es lo que se denominan misiones SIGINT (Signals Intelligence).

placeholder El Ivan Khurs. Como se ve, plagado de antenas y equipos electrónicos. (Vladimir Zamyatin)
El Ivan Khurs. Como se ve, plagado de antenas y equipos electrónicos. (Vladimir Zamyatin)

El Ivan Khurs está en servicio desde 2018. Tiene un desplazamiento de 4.000 toneladas, como el de nuestras fragatas clase Santa María o F-80, con 95 metros de eslora, lo que es ya un tamaño muy respetable. En cuanto a su armamento, como no se trata de un buque de combate, cuenta tan solo con armas de pequeño calibre y misiles antiaéreos Igla de corto alcance para autodefensa.

La Flota del Mar Negro rusa contaba con el Ivan Khurs, un activo muy importante, por lo que de inmediato constituía un objetivo prioritario para Kiev. Todo indica que han conseguido realizar un ataque sobre este buque mientras se encontraba haciendo su trabajo próximo —según ha dicho Rusia— en la costa turca (por cierto, muy lejos de la costa ucraniana). El ataque se hizo mediante el empleo de cuatro lanchas rápidas controladas de forma remota, también conocidas como lanchas suicidas. La cuestión es que, a raíz de este ataque, se ha producido una gran cantidad de información, desinformación y propaganda por ambos lados.

Así, aparecieron algunos vídeos del ataque y Rusia facilitó unos fragmentos en los que una de las lanchas explota tras ser alcanzada por los disparos, supuestamente, de los montajes MTPU de 14,5 mm del buque. Es creíble y parece real, aunque también surgieron voces que señalaban que ese fragmento correspondía a un ataque en otro lugar y momento. Luego los ucranianos difundieron otras imágenes que parecen tomadas por la propia cámara a bordo de una lancha, donde se aprecia el impacto en el costado de babor a popa del buque. Los rusos lo desmintieron, pero las imágenes del barco encajan a la perfección con las características del Ivan Khurs.

La réplica llegó por un nuevo vídeo donde se veía al buque navegando intacto con total normalidad. Con él, se pretendía decir que no se había producido tal ataque, pero enseguida se detectó que ese vídeo en realidad correspondía al paso del barco ruso por el Bósforo camino del Mediterráneo; es decir, mucho antes. Para rematar, aparecieron fotos de otro barco con un boquete en su costado, que pretendían hacer creer que era el ruso, cuando en realidad eran imágenes del destructor americano USS Cole cuando sufrió un atentado suicida en Yemen en octubre de 2000.

Si bien el ataque sí parece confirmado, no lo está tanto el resultado. Otras informaciones hablan de que varios buques rusos se encuentran en la zona. Podrían ser remolcadores y unidades de apoyo auxiliando al navío, lo que sugiere que el ataque habría tenido éxito y el buque se encontraría sin propulsión y con daños, por no decir algo peor. Sin embargo, y para añadir más confusión, se ha difundido un supuesto vídeo del buque entrando en Sebastopol sin aparentes daños, aunque con igual rapidez fue calificado como falso. Al parecer al tiempo existente ese día en el puerto no cuadraba con el que se podía ver en las imágenes.

Sean espontáneas o calculadas, las declaraciones de Yevgueni Prigozhin, el famoso oligarca ruso y líder de los mercenarios Wagner, nunca pasan desapercibidas. El magnate ahora ha dicho públicamente que la guerra no va bien en un momento en el que se lucha metro a metro por Bajmut y los ucranianos, cada vez más y mejor armados, utilizan con éxito nuevos misiles y lanchas suicidas. Desde luego, no pinta bien para el Kremlin.

Conflicto de Ucrania Defensa
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