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Atacar en el norte para ganar en el sur: el libro de jugadas estratégicas de Ucrania
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Atacar en el norte para ganar en el sur: el libro de jugadas estratégicas de Ucrania

Se aleja el invierno y, con la primavera, llega o debería llegar la tan esperada ofensiva ucraniana. Para Kiev, retomar la iniciativa, recuperar terreno y que se siga hablando del conflicto es vital

Foto: Soldados ucranianos cerca de Bajmut. (Reuters/Kai Pfaffenbach)
Soldados ucranianos cerca de Bajmut. (Reuters/Kai Pfaffenbach)
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Bajmut parecía que iba a ser el punto de ruptura de las fuerzas rusas. Ese lugar en el que se centra toda ofensiva y donde los elementos blindados rompen el frente enemigo. Pero no ha salido como esperaban, si es que esperaban algo más que una pírrica victoria. Los combates alrededor de esta ciudad serán cruciales en los próximos meses para analizar lo que se debe hacer y lo que no. Ambos bandos deberían preguntarse si el enorme coste en vidas y material ha merecido la pena.

Rusia comenzó los ataques sobre un punto del frente que sorprendió a muchos analistas, pues el objetivo estratégico de Bajmut no estaba nada claro. No se entendía más allá de un éxito fácil y rápido que permitiera dar un giro hacia el norte y amenazar las líneas ucranianas. Luego, la sensación es que se buscaba cualquier acción que se pudiera vender como una victoria. Incluso se ha comentado que se utilizaría como elemento propagandístico para los actos del próximo día 9 de mayo, celebración de la victoria de las tropas de la Unión Soviética sobre el régimen de Hitler y la más importante de sus fiestas a nivel nacional. Al final, poco o nada que celebrar.

La situación real es que el frente de Bajmut se ha movido a un ritmo endiabladamente lento, con progresiones de las tropas rusas que se medían en metros y con un ritmo de bajas difícil de asumir. Las últimas informaciones hablan de que incluso los ucranianos estarían recuperando terreno.

El recrudecimiento de los ataques con drones, tanto por parte rusa como ucraniana, siguen su curso con bastante éxito. Por un lado, los Lancet —drones suicidas rusos— siguen ejecutando víctimas. Un día una batería antiaérea, otro una pieza de artillería... Mientras, los Saheed de origen iraní y los misiles de crucero, siguen causando estragos entre la población e infraestructuras civiles, mientras mantienen esa presión de desgaste sobre los sistemas antiaéreos ucranianos. Por su parte, los de Kiev han encontrado un nuevo filón al golpear depósitos de combustible en zona rusa y lo están haciendo muy bien a un coste ridículo.

La clave de la guerra

Para saber cuál es la clave de una guerra hay que entender primero cuáles son los objetivos de los contendientes y en este caso, saber que la operación militar especial de Vladímir Putin está montada alrededor de dos aspectos cruciales. El primero es una Ucrania prorrusa fuera de la influencia occidental, que es lo mismo que decir una Ucrania de corte bielorruso. El segundo es asegurar lo que se perdió con la independencia ucraniana, que no es otra cosa que una salida al mar Negro, en concreto Crimea y más en concreto, Sebastopol.

Foto: Vista general del Kremlin, la catedral de San Basilio y el parque Zaryadye en Moscú. (Reuters/Evgenia Novozhenina)

Lo primero, fracasado en los primeros días, el intento de ocupación de Kiev y un cambio de gobierno, parece algo ya muy complicado, por lo que la vía militar, casi la única que queda para forzar una negociación favorable, para por mantener Crimea. Por eso es necesario asegurar Donets y Lugansk, pero sobre todo el corredor del mar de Azov que une las fronteras rusas con la península.

El objetivo ucraniano es sencillo y pasa por impedir que Moscú lo consiga, recuperando el territorio ocupado. Para ello hay una pieza clave en el tablero: Melitópol. No hay más que ver un mapa de la zona para confirmar que el nudo de comunicaciones de esta ciudad es la verdadera llave de esta guerra. Si Melitópol cae en manos ucranianas, todo el entramado ruso quedaría en entredicho, el abastecimiento de Crimea muy comprometido y el mapa casi volvería de inmediato a la casilla de salida. Putin no se puede permitir que, tras año y medio de guerra, cerca de 100.000 bajas y un desastre económico, todo vuelva al principio.

Mariúpol, en cambio, podría ser un objetivo alternativo, pero aparte de su importancia política y de propaganda, tras su encarnizada resistencia al avance ruso, no tiene tanta importancia como nudo de comunicaciones. Por eso, esta guerra se decidirá en una estrecha franja entre Zaporiyia y Melitópol.

Precisamente por ser algo evidente, no será nada sencillo para los ucranianos. El enemigo ha fortificado ese terreno, así como su flanco oeste hasta el río Dnieper, en profundidad. Ha construido obstáculos, trincheras, posiciones defensivas... sabiendo que, si atacan, los ucranianos les echarán encima todo lo que tengan.

Foto: Soldado ruso en el frente de Bajmut. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)

Desde las líneas ucranianas alrededor de Zaporiyia a Melitópol hay apenas 80 km, pero son demasiados si no se dispone de suficiente artillería, medios acorazados, zapadores, defensas antiaéreas y apoyo aéreo propio. La conclusión es que, si bien el sitio donde atacar está claro, no lo está tanto que sea viable y menos a corto plazo.

¿Qué otras opciones tiene Kiev?

En realidad, no hay demasiadas, toda vez que no hacer nada no es una opción y que, hacerlo con medios insuficientes, puede ser incluso una alternativa peor. Esto lo saben todas las inteligencias internacionales que asesoran los movimientos ucranianos y es el motivo por el que se redoblan los esfuerzos para enviar todo tipo de material a Ucrania. De momento parece que el factor munición de artillería ha quedado cubierto, pero los carros de combate y, sobre todo, defensas antiaéreas junto al refuerzo de la aviación ucraniana, se tornan acuciantes.

Pero, si deben retomar la iniciativa y no pueden avanzar hacia Melitópol, al menos a corto plazo, ¿qué les queda? La respuesta es obvia, hacerlo en otro lugar y aquí se abren dos alternativas. La primera sería por el sur, desde Jersón y, de hecho, ya se han reportado varias acciones de tropas ucranianas que habrían cruzado el Dniéper por el sur y estarían hostigando las líneas rusas.

placeholder Tropas ucranianas se fotografían cerca de Kupiansk. (Reuters)
Tropas ucranianas se fotografían cerca de Kupiansk. (Reuters)

Estas incursiones irían encaminadas a tantear las defensas y, es probable que, en relación con esto, llegara aquella petición del ministro de defensa ucraniano a su homóloga española, solicitando medios anfibios. Está bastante claro que su petición se refiere a diversos tipos de lanchas rápidas, ideales para ese tipo de acciones.

Sin embargo, el ataque por el sur dista mucho de ser algo sencillo. Una cosa es realizar misiones de hostigamiento empleando grupos reducidos de tropas de operaciones especiales —algo que los ucranianos han empleado con gran eficacia— y otra muy distinta cruzar el río con una gran fuerza, capaz de romper las defensas y penetrar en profundidad. Los 800 metros de anchura del cauce suponen un obstáculo más que respetable y hace que cualquier tipo de operación de alto riesgo.

La otra opción sería atacar en el norte. Se trataría de una ofensiva más limitada en cuanto a sus objetivos, menos arriesgada, pero que podría tener consecuencias interesantes. El frente de Járkov ahora está relativamente tranquilo y tan solo ha habido pequeños combates al noroeste de Svatove. Desde la exitosa contraofensiva del año pasado, el frente apenas ha evolucionado y está muy estabilizado siguiendo el río Zherebets, casi paralelo a la línea que une Svatove y Kremina.

Foto: El dron Urkjet UJ-22 Airborne caído a solo 30 kilómetros de Moscú.

Aquí los ucranianos podrían lanzar un ataque con ciertas garantías de éxito. Sería, como el anterior, un intento de penetración con un eje de progresión que tendría, como primer objetivo, la ciudad de Svatove y, como objetivo principal, el importante nudo de comunicaciones de Starobilsk, que tiene carreteras en los cuatro puntos cardinales y que enlaza toda la zona norte ocupada tanto con las fronteras rusas como con Lugansk.

Una acción importante, pero no decisiva

Si los ucranianos consiguen este importante avance, habrán logrado varios objetivos, todos ellos importantes. El primero es que volverán a demostrar que han retomado la iniciativa y que son capaces de volver a actuar con éxito. Además, se hablará de la nueva ofensiva y esto es oxígeno puro para un necesitado presidente Zelenski.

En segundo lugar, habrán recuperado otra importante porción de su territorio. El tercero es que se situarán en disposición de amenazar todo el norte del territorio de Lugansk, lo que para los rusos supondría un serio problema desde el punto de vista militar y político. Por último, un ataque exitoso en el norte obligaría a los rusos a tomar medidas y si ya andan escasos de refuerzos tras la carnicería de Bajmut, es posible que no les quede más remedio que quitar tropas de otras partes, que será lo que a las tropas de Zelenski más les interese.

Tampoco hay que verlo tan sencillo. Esa ofensiva, aunque sea de objetivos más limitados, necesitará hombres y medios y los ucranianos tendrán el mismo problema que los rusos. Si los ponen allí, no los podrán utilizar en otro lado. Además, la cercanía a las fronteras rusas es posible que genere intranquilidad a los políticos occidentales, sobre todo norteamericanos. Desde allí les resultaría muy sencillo atacar en profundidad territorio ruso y esto preocupa mucho en Washington.

Qué va a ocurrir, no lo sabemos. Todo esto no es más que un análisis de las posibilidades más razonables que existen. Pero está claro que algo tiene que pasar o la guerra se alargará y Putin acabará pudiendo cantar victoria.

Bajmut parecía que iba a ser el punto de ruptura de las fuerzas rusas. Ese lugar en el que se centra toda ofensiva y donde los elementos blindados rompen el frente enemigo. Pero no ha salido como esperaban, si es que esperaban algo más que una pírrica victoria. Los combates alrededor de esta ciudad serán cruciales en los próximos meses para analizar lo que se debe hacer y lo que no. Ambos bandos deberían preguntarse si el enorme coste en vidas y material ha merecido la pena.

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