El dron 'kamikaze' hecho en Ucrania que burla las defensas rusas y amenaza Moscú

Los drones suicidas fabricados en Ucrania UJ-22 Airborne están llegando cada vez más cerca de Moscú, algo que es preocupante porque no se sabe cómo reaccionará el Kremlin ante un ataque directo contra su centro neurálgico. Si el pasado febrero ya sorprendieron los informes sobre ataques a unos 110 kilómetros de la capital rusa, Rusia ha anunciado ahora que han llegado a solo 30 kilómetros. Una proeza sin precedentes para los ucranianos.

TE PUEDE INTERESAR

Así es la tecnología cuántica que permite doblar la resolución de los microscopios

Omar Kardoudi

Según la agencia oficial Tass, Al Jazeera, y la agencia rusa Shot, uno de estos drones suicidas cayó en el distrito de Bogorodsky, a unos 30 kilómetros al este del centro de la capital. El dron, apunta Tass, estaba cargado de explosivos y, por algún motivo desconocido —no se sabe si por falta de combustible o fallos en el GPS, pero sabemos que no fue abatido—, no pudo continuar el vuelo. Siempre de acuerdo con la agencia de propaganda estatal rusa, "según [una fuente no revelada], el avión fue descubierto el día anterior, se rompió por la mitad. Actualmente, el dron está siendo examinado, [para establecer] quiénes lo lanzaron y a dónde voló". Al Jazeera cita al jefe del distrito de Bogorodsky, Igor Sukhin, que dice que “el descubrimiento había obligado a las autoridades locales a cancelar un desfile del Día de la Victoria [que celebra el fin de la 2.ª Guerra Mundial para los rusos, el 9 de mayo] por razones de seguridad”.

Otros medios de comunicación apuntaron a un dron de las mismas características descubierto en Noginsk, a unos 50 kilómetros al este de la capital. Según el canal Telegram del medio ruso Baza, la región de Belgorod en Rusia no para de sufrir ataques. Este mismo lunes, dijo, "la región de Belgorod fue atacada masivamente por drones. Solo ayer, cuatro vehículos aéreos no tripulados volaron a la región".

Sorprendentemente efectivos

El hecho de que unos drones kamikaze, diseñados y fabricados a mano por la compañía Ukrjet en Kiev, estén cada vez más cerca del centro de Moscú es motivo de preocupación en varios sentidos.

Primero, demostraría que las defensas aéreas rusas —que están en un estado de máxima alerta desde hace meses en torno a la capital del país— no funcionan correctamente. Un dron de esta clase debería ser fácil de localizar y abatir, pero, tanto en este caso como en meses anteriores, las máquinas se han paseado impunemente por el espacio aéreo de Rusia y Crimea, atacando blancos a discreción.

Al final, el UJ-22 Airborne no es un dron invisible de última tecnología. Más bien al contrario: son básicamente avionetas autónomas equipadas con GPS, control remoto y un motor de explosión. Pueden realizar labores de reconocimiento y ataque, incluyendo ataques suicidas y bombardeo.

Su velocidad de crucero es de solo 120 kilómetros por hora, con una velocidad máxima de 160 y mínima de 90. Su techo es solo de 6.000 metros. Y lo más sorprendente es la autonomía: siete horas de vuelo, que se traduce en vuelos de solo 800 kilómetros sin control por radiofrecuencia —guiado por GPS— y 100 kilómetros con control por radiofrecuencia. En otras palabras: es un dron barato y humilde, lejos de los drones turcos como el Bayraktar TB-2, el Akinzi o el sofisticado Kizilelma.

El otro problema es que, si Rusia dice la verdad y estos drones cayeron por su cuenta sin ser detectados por su supuestamente infalible sistema de defensa aérea en la capital, es probable que los ucranianos consigan llegar a un barrio del centro de Moscú o una instalación clave en las afueras. Y ahí nadie sabría cómo reaccionaría el Kremlin, aunque Rusia siga bombardeando sin piedad y asesinando civiles en campañas de terror contra casi todas las grandes ciudades ucranianas. Quizá lo usaría de excusa para utilizar un arma nuclear táctica o, probablemente, una vez más, se tendrían que tragar el farol a riesgo de enfadar a China y los pocos apoyos que le quedan.