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Miedo y corrupción: el año y medio de guerra desnuda las limitaciones del reclutamiento de Ucrania
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Unidades tienen que reclutar ellas mismas

Miedo y corrupción: el año y medio de guerra desnuda las limitaciones del reclutamiento de Ucrania

Zelenski ha anunciado el despido de todos los jefes de las oficinas provinciales de reclutamiento de Ucrania en un momento en el que las FFAA necesitan no dar la batalla por ganada

Foto: Un anuncio de reclutamiento para la 3.ª, Azov, en Kramatorsk. (Alicia Alamillos)
Un anuncio de reclutamiento para la 3.ª, Azov, en Kramatorsk. (Alicia Alamillos)

"¡El batallón K-2 te invita al servicio militar! ¿Quieres servir en una unidad de combate y destruir al enemigo con nosotros? (...). Daremos preferencia a los candidatos con experiencia en combate, pero consideraremos todas las solicitudes". El que sella este mensaje es el Grupo de combate K-2 Murciélago, parte de la brigada 54 del Ejército ucraniano y desplegados en el frente del este. Anuncios como este han empezado a proliferar entre las distintas unidades del Ejército, en una señal de las limitaciones y agostamiento del sistema actual de reclutamiento de las Fuerzas Armadas de Kiev.

Con la guerra ya bien entrada en su segundo año y con el esfuerzo ofensivo ahora de la mano de Ucrania, el Ejército necesita nuevas manos. Desde el inicio de la guerra, Kiev declaró la ley marcial, prohibió a los hombres de 18 a 60 años salir del país (con algunas excepciones) y, técnicamente, cualquiera podía ser llamado a filas. Sin embargo, y con cientos de miles de voluntarios haciendo cola para entrar en el Ejército y las Fuerzas de Defensa Territorial, las autoridades no solían esforzarse mucho cuando enviaban una notificación de reclutamiento a una casa y nadie respondía, agujero que muchos aprovecharon simplemente cambiando su residencia… Hasta esta primavera. En abril, el Gobierno aprobó nuevas medidas para aumentar la capacidad de reclutamiento, pudiendo ahora entregarse notificaciones incluso por la calle y no sólo en casa, abriendo tensiones internas que antes no existían.

Foto: Alexander, probando los drones en una zona a unos 20 km del frente de Bajmut. (Fermín Torrano)

Pese al salto evolutivo de las Fuerzas Armadas ucranianas en los últimos años, el sistema de reclutamiento sigue siendo anacrónico, lleno de papeles y más pensando en el proceso que en el objetivo final. “Es un estilo soviético, no han sabido adaptarse a las necesidades de la nueva guerra”, critica Serhii, oriundo de Kiev y en torno a la treintena. “Los centros de reclutamiento no buscan a la gente y perfiles que necesitan las unidades, sino que simplemente se centran en el número que tienen que cumplir. Si son 100 personas, pues 100 personas”, añade. Aunque no de manera generalizada, las redes sociales ucranianas se han visto salpicadas en los últimos meses de vídeos en los que se ve a reclutadores utilizando tácticas violentas o incluso intentando forzar a filas a hombres claramente no aptos para el servicio, con alguna minusvalía. “Es una lotería, nunca sabes si te va a tocar”, lamenta Serhii.

Anacrónico… Y corrupto. Esta semana, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, anunció la suspensión de todos los jefes de las oficinas de reclutamiento provinciales, después de que una investigación en varios centros de toda Ucrania desvelara más de un centenar de casos de corrupción. Los funcionarios acusados habrían aceptado sobornos de entre 2.000 y 10.000 euros por facilitar un certificado médico para esquivar el reclutamiento e incluso en algunas oficinas, habrían facilitado el transporte a través de la frontera —por un precio que no ha trascendido—. "Este sistema debe estar dirigido por personas que sepan exactamente qué es la guerra y por qué el cinismo y el soborno durante la guerra son traición", ha declarado Zelenski.

La liebre saltó en Odesa, donde el director del centro de reclutamiento, Yevhen Borysov, fue detenido bajo sospecha de enriquecimiento ilegal: unos cinco millones de euros, de los que parte habrían sido utilizados para comprarse una lujosa villa vacacional en Marbella por valor de 4,2 millones y vacaciones en Seychelles, según recogen medios ucranianos.

Foto: Foto: Reuters/Oficina Presidencial de Ucrania.

En este contexto, las unidades prefieren hacer sus propios procesos de reclutamiento. En las calles de Kramatorsk, la principal ciudad del Donetsk controlado por Ucrania y a 25 kilómetros del frente, los anuncios mejor cuidados son los carteles de reclutamiento de la tercera brigada, la nueva cara de Azov.

La ordalía de sangre y fuego que fue la defensa de Mariúpol ha borrado de un plumazo cualquiera de las dudas que su pasado ultraderechista podrían todavía quedar. El nuevo atractivo de Azov como héroes de Ucrania es tal que, en febrero, el antiguo batallón tuvo que ser ampliado con una nueva brigada de asalto. Solo de febrero a abril, más de 5.000 personas solicitaron unirse al grupo, mucho más selectivo con sus reclutas que el propio Ejército general.

Según la propia brigada, Azov solo acepta a aquellos que se inscriban por su propia voluntad, no a reclutados, y se reserva el derecho de rechazar a aquellos que considere no encajan con la unidad, lo que le permite seleccionar a los soldados más motivados.

Foto: Documentos que demuestran el reclutamiento de Konstantin, un hombre ciego. (Ferran Barber)

Con la batalla de Azovstal a sus espaldas como carta de presentación, la tercera brigada no necesita mucho más para convencer a posibles nuevos reclutas, pero las demás brigadas, necesitadas de hombres, multiplican los vídeos propagandísticos en redes sociales como Instagram o Telegram, canales donde los ucranianos beben la información de la última hora del frente casi de manera permanente desde hace año y medio. “Las brigadas no esperan que [el reclutamiento] lo haga el Ejército. No les mandan gente con la mejor cualidad”, dice Serhii. Y el primer paso es a través de un formulario de Google Forms.

Este tipo de procesos, aunque desnuda las limitaciones de las capacidades de las Fuerzas Armadas ucranianas, también solventa el problema de que acabe llamado a filas alguien que no quiere, mientras todavía hay hombres que se ofrecieron voluntarios y han sido rechazados.

Foto: Un tren ucraniano en Pokrovsk en una imagen de archivo. (EFE/Orlando Barría)

“Creo que Ucrania ha vendido quizá demasiado que estamos siendo capaces de ganar a Rusia, y eso ha hecho que algunos no se ofrezcan voluntarios”, admite Ilya Stavrati, oficial del Ejército ucraniano. Su trabajo, desde hace ya más de un año, es el de acompañar a los soldados muertos en su “último viaje” a la morgue, e informar a las familias. El número total de bajas entre las filas ucranianas es secreto de Estado, pero estimaciones estadounidenses las colocan en unas 100.000, entre muertos y heridos.

“Yo tengo miedo”, admite Evgen. “Siento que no estoy contribuyendo lo suficiente donde importa. Soy hombre, debería estar en el Ejército, pero quizá no soy lo suficientemente valiente para alistarme y trabajar como médico de primera línea. No soy capaz. [Como compensación] intento hacer otras cosas, movilizarme a mí mismo”, cuenta en una cafetería en Kiev, apenas un día después de haber ido al frente a entregar varias decenas de torniquetes a “hombres que sí están luchando”.

Evgen se ha quedado en el país, pero otros hombres, como Dimitro —quien desde Polonia pide que se oculte su identidad—, han establecido elaborados métodos para lograr salir del país y no ser llamados a filas. Métodos que incluyen algún soborno aquí y allá. Desde el inicio de la invasión y el comienzo de la ley marcial, algo menos de 20.000 han sido detenidos intentando cruzar a países vecinos por rutas irregulares o utilizando pasaportes falsos (en un país de 44 millones de habitantes), según enumera Andiry Demchenko, portavoz de la guardia fronteriza ucraniana, al Financial Times. El Servicio de Seguridad Ucraniano (SBU) anunció el pasado abril el bloqueo de una treintena de canales de Telegram donde los usuarios informaban de los movimientos de los oficiales de reclutamiento, para avisar a aquellos que quisieran evitar recibir una notificación. Según admite el propio SBU, los canales superaban los 400.000 suscriptores.

Foto: Soldados ucranianos en Kupyansk. (EFE/Sergey Kozlov)
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Mónica Redondo. Járkov A. Alamillos Infografía: Laura Martín

Escenas como estas no sientan bien entre los soldados desplegados en el frente, especialmente los que se ofrecieron voluntarios con el inicio de la invasión y que se enfrentan ahora a una guerra que promete alargarse. Aunque a estas alturas, dice el soldado Andrii, se han perdido demasiadas vidas, se ha hecho demasiado esfuerzo, como para retroceder sin más. Pero el cansancio es real, especialmente cuando algunas unidades llevan sin poder rotar de posiciones de combate de primera línea desde hace meses. Quizá, precisamente, por la falta de refuerzos entrenados.

Con la espada de Damocles de una citación al Ejército siempre posible, los hombres ucranianos viven en una especie de limbo. “Mis compañeras pueden pensar en el futuro, salir del país, yo, mientras tanto, no puedo hacer planes ni para dentro de dos semanas”, dice Anton Semyzhenko, joven de treinta y pocos años. Como el país, hasta que no acabe la guerra, no hay manera de plantear una vida, un futuro.

"¡El batallón K-2 te invita al servicio militar! ¿Quieres servir en una unidad de combate y destruir al enemigo con nosotros? (...). Daremos preferencia a los candidatos con experiencia en combate, pero consideraremos todas las solicitudes". El que sella este mensaje es el Grupo de combate K-2 Murciélago, parte de la brigada 54 del Ejército ucraniano y desplegados en el frente del este. Anuncios como este han empezado a proliferar entre las distintas unidades del Ejército, en una señal de las limitaciones y agostamiento del sistema actual de reclutamiento de las Fuerzas Armadas de Kiev.

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