El 'Agente Invierno' y los cinco frentes de Ucrania: cómo seguir la guerra en lo que queda de 2022
Con el invierno a las puertas de Europa, cada vez más debates sobre la guerra giran en torno a la casuística del clima y sus efectos sobre la contienda. ¿Beneficiará a Rusia? ¿Será clave en la contienda?
"Rusia está destruyendo el país sistemáticamente. Millones de ucranianos ya no tienen suministro eléctrico. Están dispuestos a sumir al país en la oscuridad durante el invierno, lo que es un crimen de guerra", clamaba el alto representante diplomático de la Unión Europea, Josep Borrell, durante una reunión ministerial del G7 la semana pasada. "Putin está esperando al ‘General Invierno’ para que llegue a apoyar al Ejército ruso", concluía su alegato, en la que abogaba por blindar la ayuda de los aliados a Kiev en los duros meses que se avecinan.
Con el invierno tocando a las puertas de Ucrania —y Europa—, cada vez más análisis sobre la guerra giran en torno a la casuística del clima y sus efectos sobre la contienda. El manido ‘general’ aparece ahora en conversaciones y tertulias, a menudo distorsionado por la épica histórica y el folclore bélico que, de Napoleón a Hitler, asumen que los grados bajo cero son amigos de Rusia en tiempos revueltos. Pero si algo ha hecho la primera guerra en territorio europeo del siglo XXI es derribar mitos, tópicos y prejuicios. Este podría ser otro más.
Si vemos el conflicto en perspectiva, los hielos no llegarán en forma de alto mando uniformado para dirimir la contienda a favor de un bando u otro sobre el terreno. Las bajas temperaturas sin duda jugarán un factor relevante, pero lejos de ser decisivo como en las hostilidades decimonónicas. Quizás incluso más significativo es que, en esta ocasión, no solo se vigilará el termómetro en las áridas estepas ucranianas, sino que su vaivén será cuestión de Estado en todo el hemisferio occidental. Así que, en esta invasión, el invierno actuará más con la lógica del ‘agente’, capaz de afectar —hasta cierto punto— las condiciones bélicas y geopolíticas del conflicto; pero también de cambiar de bando de forma imprevista.
“El invierno sí afecta a las operaciones bélicas, pero su impacto es proporcional al de los recursos que tengas. La diferencia estará en el material y el equipamiento”, apunta Jesús Manuel Pérez Triana, analista de seguridad y defensa, a El Confidencial. “Los vehículos de cadenas operan sin problemas en hielo, nieve y barro. Pero la logística depende de camiones y otros vehículos ligeros; también los que arrastran piezas de artillería o mueven tropas. Todas estas operaciones se verán ralentizadas”.
¿Cómo afectará esto sobre el terreno?
Las cinco líneas de contacto
Primero, un breve repaso a cómo luce la situación en los principales frentes de la guerra. Si ha estado pendiente del devenir de la invasión sabrá que, desde finales de agosto, el Ejército ucraniano se ha lanzado a la contraofensiva en varios puntos del país. Primero en el norte, donde logró liberar unos 6.000 kilómetros cuadrados de territorio en Járkov y llevar a las tropas ocupantes de vuelta a sus fronteras; y luego en el sur, donde sus tropas avanzan lentamente hacia la ciudad de Jersón, la única capital provincial en manos de los invasores. Los combates se suceden en múltiples líneas de contacto, pero las posiciones se han estancado. Estos son los principales focos de combate a seguir en las próximas semanas.
"Pero la decisión última es de Putin, y es simbólica, no militar"
1. Incógnita en Jersón
El frente de Jersón, al sur del país, es actualmente el principal esfuerzo ofensivo de Kiev. Sus tropas ya luchan en media docena de focos a pocos kilómetros de la ciudad y de puntos estratégicos como la represa Nova Kajovka. Aquí persiste la incógnita de si los rusos defenderán o no el enclave o preferirán abandonar la ribera occidental del Dinéper y replegar su línea defensiva detrás del río. Las señales son mixtas. Moscú ordenó la evacuación total de la ciudad, se retiraron banderas rusas de los edificios oficiales e incluso se exhumaron los restos mortales de Grigory Potemkin, general del siglo XVIII reverenciado por Putin. Pero, al mismo tiempo, está mandando unidades de las fuerzas aerotransportadas, parte de la élite militar rusa.
“Ahora mismo, la orilla occidental no tiene ningún valor militar para Rusia. Solo la ciudad de Jersón tiene un valor simbólico. Pero no hay ninguna zona industrial o minera, nada con valor económico importante”, explica Pérez Triana. “Lo único que les permite esa posición a los rusos es tener una cabeza de puente hacia sus antiguos objetivos estratégicos, pensando en que si se congela la guerra, podrían tratar de relanzar una ofensiva en el futuro; y evitar que la caída de Jersón suponga un nuevo impulso de moral para los ucranianos. Pero la decisión última es de Putin, y es simbólica, no militar”.
2. Las trincheras de Svatove
Una vez completada la reconquista de Járkov, los ucranianos llevaron sus líneas hacia al occidente de Lugansk, óblast casi completamente bajo control ruso y considerado desde septiembre por Moscú como región oficial de la Federación —junto con las provincias de Donestsk, Jersón y Zaporiyia—. Aquí, las fuerzas de Kiev tratan de avanzar hacia Svatove y Kreminna, pero es una lucha complicada. La estrategia rusa en esta línea apuesta por la guerra de desgaste, reforzando las líneas con soldados movilizados, muchos excombatientes de los 90 enviados a bloquear bosques y construir defensas.
"Atacar estas posiciones, incluso con un defensor con baja moral, es lento y peligroso. Hay que asaltar y ‘limpiar’ cada trinchera, lo que puede llevar días"
“Muchos de estos soldados ni siquiera saben dispara un fusil, pero sí saben cómo usar una pala. Cavarán y cavarán y construirán defensas donde atrincherarse. Tienen poca motivación para atacar, baja moral para defender y poco o ningún liderazgo. Tan solo se sientan en las trincheras”, detalla Andrew Perpetua, analista militar con fuentes de inteligencia abierta, a El Confidencial. “Esto hace las cosas difíciles para Ucrania, porque atacar estas posiciones, incluso contra un defensor con baja moral y que huye de la lucha, es lento y peligroso. Hay que asaltar y ‘limpiar’ cada trinchera, una por una, lo que puede llevar horas o días. Mientras, Rusia hace llover artillería de largo alcance para desgastar al enemigo”, agrega el experto.
3. La obsesión de Bakhmut
En Donetsk, son las fuerzas del Kremlin las que llevan la batuta ofensiva en varias líneas de contacto. La más significativa, por su peso político, es Bakhmut. Un enclave que parece obsesionar a los invasores, que llevan meses asediando la zona. Algunos expertos señalan que la prisa obedece, en parte, a un intento por tomar las posiciones más fuertes del área y dejar a los ucranianos expuestos a la intemperie y castigados por el fuego artillero. Sin embargo, hay otros factores en juego.
La ofensiva está dirigida por la compañía de mercenarios Grupo Wagner, que parece haber puesto su prestigio en juego en esta operación en la que ha redoblado la apuesta a cada revés. Los análisis de inteligencia abierta apuntan a que los rusos están asumiendo grandes bajas y consumiendo ingentes cantidades de recursos bélicos sin que haya avances significativos. “En este punto, si Wagner no captura Bakhmut no solo será catastrófico para ellos como compañía de mercenarios, sino también políticamente desastroso (y quizás fatal) para Yegueni Prigozhin [fundador de la empresa militar]. Un fracaso podría debilitar no solo Prigozhin, sino al propio Putin”, considera Perpetua.
4. El toma y daca de Vuhledar
En esta zona del sur de Donetsk, cerca del óblast de Zaporiyia, hay varios focos de combate cada pocos kilómetros donde ucranianos y rusos se alternan el rol de defensores y atacantes. Uno de los puntos calientes este otoño es Vuhledar, un pequeño enclave 150 kilómetros al sur de Bakhmut, en cuya captura el Kremlin también está asumiendo grandes bajas, pese a que la maniobra está avanzando como se esperaba. A lo largo de toda la línea de contacto, hay pequeñas posiciones que cambian de manos, pero el escenario general permanece bastante estático.
“En el área de Donetsk, los éxitos rusos muchas veces parecen más grandes de lo que son por la propaganda rusa. Ucrania sacrifica posiciones como parte de su estrategia militar, para bien o para mal, y pequeñas fuerzas rusas, en algunos casos con menos de 200 efectivos, asaltan y capturan pequeños puntos defensivos”, apunta Perpetua.
Para el ISW, si los ataque rusos siguen el patrón actual es poco probable que logren generar el momentum necesario para recuperar la iniciativa en el campo de batalla. “No tenemos ninguna hipótesis para explicar la impaciencia de las fuerzas rusas o el uso continuo de activos militares limitados para ganar terreno operacionalmente insignificante en Donetsk, en vez de defenderse contra las contraofensivas ucranainas en Lugansk y Jersón”, advierten los analistas del centro.
5. Artilleros y partisanos en Zaporiyia
El último frente a seguir es Zaporiyia. La línea de combate está estancada, así que las hostilidades consisten en intercambio de fuego artillero y las operaciones partisanas ucranianas en los territorios ocupados. Los cañones rusos en esta área son de mala calidad, pero están fortificados en franjas boscosas y otras líneas de defensa. Mientras que los ucranianos son más efectivos, pero siempre con el problema del reabastecimiento de munición.
El gasto de recursos puede acabar mermando la capacidad antiaérea ucraniana, lo que podría permitir a los Rusos más capacidad de ataque en la retaguardia del enemigo, donde sus bombardeos y drones kamikazes están sembrando el terror y al oscuridad. “A este ritmo, Ucrania podría desgastar sus defensas aéreas y la superioridad de la aviación rusa podría jugar un rol más prominente”, dijo Pataramesh, analista militar de inteligencia abierta, a El Confidencial.
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¿Podrá Rusia congelar los frentes?
En este contexto, el consenso de los analistas es que a Moscú le interesa congelar lo posible la mayoría de los frentes donde, actualmente, está a la defensiva y atrincherarse durante el invierno. Putin podría utilizar este balón de oxígeno para reagrupar y volver a desplegar sus fuerzas sobre el terreno. El mandatario aseguró la semana que su leva ha reclutado a unos 318.000 efectivos, de los que casi 50.000 ya estaría en zona de combate, estabilizando y haciendo más densas las líneas defensivas rusas.
“La estrategia rusa parece estar centrada en la defensa durante el invierno, esperando que la movilización [de reservistas] pueda reconstruir sus fuerzas. Si la presión se levanta utilizará ese tiempo para lograr más equipo fuera de sus reservas (incluyendo de Bielorrusia) y potenciales fuentes de munición, como Corea del Norte”, explicó Michael Kofman, director del CNA (The Center for Naval Analyses) y experto en Rusia, en un hilo en Twitter.
Overall, it seems unlikely that the war will die down over the winter, even if some months make offensive operations challenging. UA will likely leverage its advantage in range and precision to attrit the Russian military over this period. 9/
— Michael Kofman (@KofmanMichael) November 3, 2022
En realidad, nadie sabe exactamente a qué tipo de invierno nos enfrentamos. Hace un par de semanas, el servicio meteorológico ucraniano predijo una temporada más suave de lo habitual. “La temperatura promedio del período de invierno se espera que sea 1º o 2º más alta de lo normal [...] La probabilidad de largos período de temperaturas muy frías con temperaturas mínimas de -25º o -30º en Ucrania es muy baja [...] El período de frío más probable es de 1 a 5 días con temperaturas mínimas en la noche de -15º o -20º”, dijo el centro estatal de meteorología.
Aun así, la temporada es un reto para los soldados. Primero, la raspútitsa (lluvias) de otoño que ya se han dejado sentir sobre el terreno, embarrando carreteras y enfangando trincheras. Y después el frío, más duro y seco en el norte, y más húmedo en el sur. Aunque la mayoría de los analistas esperan que la climatología ralentiza el conflicto, pocos creen que vaya a detenerse completamente. “En general, parece poco probable que la guerra muera durante el invierno, incluso si hace las operaciones ofensivas más desafiantes. Ucrania probablemente intentará apalancar su ventaja en rango y precisión para desgastar al Ejército ruso en este período”, agregó Kofman.
El frío lejos de las trincheras
Pero, a miles de kilómetros de las trincheras, el ‘Agente Invierno’ operará en otros frentes de la guerra que hay que tener en cuenta para analizar sus posibles implicaciones sobre el terreno. Moscú ha desplegado una inclemente campaña de bombardeos y ataques con drones kamikazes que están laminando la red eléctrica y otras infraestructuras civiles clave ucranianas. No es solo la moral de los civiles lo que quiere minar Putin haciendo su vida miserable; también la paciencia de los aliados Occidentales.
Con el sistema eléctrico bajo asedio (hasta un 40% de la capacidad de generación eléctrica podría haberse visto comprometida), Ucrania podría necesitar también ayuda en materia energética en un momento en que europeos y norteamericanos miran sus facturas de la luz con lupa y que el precio de los hidrocarburos se ha vuelto un tema de alta sensibilidad política y electoral. Con la posibilidad de una vuelta del trumpismo a primera línea del debate en estas elecciones de medio mandato (‘midterms’) en Estados Unidos —donde se renueva parte del Senado y del Congreso— y la fatiga de muchos gobiernos europeos, que tienen que lidiar con sus propias prioridades domésticas, el respaldo unívoca a la causa ucraniana podría terminar por agrietarse.
“Al ritmo al que están liberando Jersón y avanzando ahora en el noroeste, si uno mira lo que queda en manos rusas, la guerra puede durar años. Y no sabemos qué va a pasar con la política estadounidense, no sabemos qué va a pasar con la presión energética y la fatiga de la ayuda. La gente y los propios políticos tienen la sensación de que la pasión por la causa ucraniana se estancará según surjan otros problemas”, explica Pérez Triana. “La capacidad ucraniana de liberar su territorio es insostenible en el largo plazo. Zelenski no quiere parar la guerra. Pero en primavera, según evolucionen estas variables, veremos si podría tener que plantearse renunciar a algunos de sus grandes objetivos”.
"Rusia está destruyendo el país sistemáticamente. Millones de ucranianos ya no tienen suministro eléctrico. Están dispuestos a sumir al país en la oscuridad durante el invierno, lo que es un crimen de guerra", clamaba el alto representante diplomático de la Unión Europea, Josep Borrell, durante una reunión ministerial del G7 la semana pasada. "Putin está esperando al ‘General Invierno’ para que llegue a apoyar al Ejército ruso", concluía su alegato, en la que abogaba por blindar la ayuda de los aliados a Kiev en los duros meses que se avecinan.
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