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En el sur de Ucrania, los rusos no se enfrentan a contraofensivas, sino a una insurgencia
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Y se prevee sangrienta

En el sur de Ucrania, los rusos no se enfrentan a contraofensivas, sino a una insurgencia

La resistencia parece tomar forma en lugares como Jersón o Melitópol, en el este del país conquistado por Rusia en el primer mes de la invasión. El goteo de soldados ocupantes muertos solo acaba de empezar

Foto: Tropas rusas retiran minas de Azovstal, en Mariúpol. (EFE)
Tropas rusas retiran minas de Azovstal, en Mariúpol. (EFE)
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“Cada uno de nosotros, en nuestro lugar, podemos resistir al enemigo y contribuir a la victoria. Juntos, convertiremos las vidas de los ocupantes en un infierno”. Así presenta el Gobierno de Ucrania la guía que ha puesto a disposición de sus ciudadanos. Un manual de la resistencia que incluye detalles sobre cómo hacerle un puente a un carro blindado ruso, mover un tanque T-72 o fabricar una bomba de humo. “Para convertirse en un vengador invisible que teman los ocupantes, necesitas conocer las tácticas, la medicina, la seguridad de internet y saber acerca de armas caseras y acciones no violentas”, dice la guía, que también da consejos básicos de comportamiento. Cuando un soldado ruso pregunte algo a un ciudadano, por ejemplo, este ha de mostrarse irritado y dar una respuesta larga e “incomprensible”.

El documento se puede descargar en la página web del Centro para la Resistencia Ucraniana, creado por el Ejército el pasado marzo con el objetivo de alentar la resistencia en los territorios ocupados. Una resistencia que parece tomar forma en lugares como Jersón o Melitópol, conquistados a principios de la invasión.

La mayor parte de la actividad guerrillera parece darse en torno a Melitópol. Entre el 20 de marzo y el 12 de abril, 70 soldados ocupantes fueron asesinados mientras estaban de patrulla nocturna, un goteo de muertes que sigue sumando. Un tren militar ruso fue descarrilado en un sabotaje a las vías ferroviarias de la ciudad, un puesto de mando fue atacado y una estación de radar destruida. En Jersón también se han registrado numerosos ataques contra soldados rusos de patrulla, y el alcalde títere de Enerhodar, colocado por los ocupantes, fue herido por un explosivo colocado a la puerta de su casa. El llamado Ejército Partisano de Berdiánsk, otra de las ciudades conquistadas, reivindica atentados similares contra el invasor.

Foto: El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el de Estados Unidos, Joe Biden, en la cumbre entre EEUU y Rusia de junio de 2021 en Ginebra, Suiza. (Getty/Peter Klaunzer)

El profesor Alexander Motyl, de la Universidad de Rutgers-Newark, está reuniendo un creciente archivo de actividades subversivas. A medida que el Ejército ucraniano prepara la contraofensiva para recuperar estos territorios (en el caso de Jersón, ya habría empezado), las guerrillas obligarían a Rusia a dedicar más recursos a la represión y menos al combate, ganando tiempo para las tropas ucranianas.

La guerra de guerrillas, sin embargo, es un fenómeno complejo y que varía mucho en cada situación. Lyle Goldstein, director de Asia Engagement del 'think tank' Defense Priorities y experto en las capacidades militares de China y Rusia, dice que los ucranianos llevan tiempo organizándose para el escenario de la ocupación.

“Es incuestionable que los servicios de Inteligencia de varios países, incluido el de Ucrania, se han preparado diligentemente. Así que, ¿existen depósitos escondidos de armas? ¿Redes secretas y sistemas de comunicación? Probablemente, sí”, explica Goldstein. “Y Rusia ha actuado de manera realmente brutal en muchos lugares, aunque creo que no en todos, y esto, evidentemente, inflama a la población y hace que quiera combatir con más dureza. Es la vieja historia de la guerra”.

Foto: Convoy de tanques rusos en Mariúpol. (Reuters/Alexander Ermochenko)

Al mismo tiempo, y pese al aparente error inicial de creer que una parte de los ucranianos del este daría la bienvenida a las tropas ocupantes, Moscú, a tenor de las reflexiones que aparecen en las publicaciones militares rusas, es hoy consciente de lo sangrienta que puede resultar una guerra de contrainsurgencia. Y ha desplegado una serie de herramientas para sofocar a la naciente guerrilla.

¿Hay suficientes rusos para defenderse?

Los ocupantes cuentan con una desventaja fundamental: los números. La sabiduría convencional sostiene que, para lidiar efectivamente con una resistencia activa, el invasor debe de contar al menos con un soldado por cada 20 habitantes. Un baremo que Rusia está lejos de alcanzar, con sus tropas desperdigadas entre Járkov, al noreste del país, y Crimea, en el sur, con una mayor concentración en Lugansk, donde se desempeñan estos días los combates más feroces.

Otra desventaja es la visible falta de apoyo entre la población local. Desde el inicio de la guerra del Donbás, en 2014, las simpatías prorrusas han ido menguando año tras año. Los partidos considerados prorrusos han pasado de controlar aproximadamente la mitad de los escaños del parlamento en 2012, cuando Viktor Yanukóvich era presidente, a menos de un 10% en la actualidad. Sucesivas encuestas reflejan también este cambio. La agresión actual habría galvanizado aún más la oposición a Rusia de un país cuyo presidente, elegido con un 72% de los votos en 2019, tiene una popularidad que ronda el 90%.

Foto: Un tanque ruso, en las afueras de Járkov. (EFE/Sergey Kozlov)

De estas desventajas emanaría el uso del terror como método para disuadir y minar la moral de la población subyugada. Desde el comienzo de la invasión, se han sucedido los casos de secuestros o asesinatos de alcaldes, periodistas, activistas y representantes culturales de los territorios ocupados. Violaciones de los derechos humanos que han provocado acusaciones de genocidio y de los cuales, probablemente y dado el apagón informativo, solo conocemos una parte.

Pero los rusos, comparativamente a las fuerzas de ocupación de otros conflictos, tienen también algunas ventajas. “No deberíamos de dar por hecho que este conflicto tendrá el carácter de las guerras de Irak y Afganistán”, dice Lyle Goldstein, “porque los rusos y los ucranianos, culturalmente, son mucho más cercanos. Eso permitirá a los rusos utilizar herramientas que los americanos jamás podrían haber usado en Afganistán. Por decir algo evidente, las tropas hablan el mismo idioma [el ruso sigue siendo la lengua mayoritaria en el sur y el este de Ucrania] y pueden traer gobernadores razonablemente competentes que entiendan la situación”.

Foto: Tropas prorrusas en la región de Donetsk. En el tanque, se leer "Rusia". (Reuters/Alexander Ermochenko)

Goldstein hipotetiza sobre el papel que pueden jugar, en la ocupación, los ucranianos que han emigrado a Rusia. Desde el comienzo de la invasión a gran escala del pasado febrero, el número de refugiados ucranianos que se han marchado a Rusia ronda el millón: no está claro si esta cifra incluye los 150.000, según el Gobierno ucraniano, que habrían sido forzados a marcharse al este en una política reminiscente de las deportaciones estalinistas de los treinta, cuarenta y cincuenta. Tampoco incluiría, además, a aquellos ucranianos que huyeron de la guerra del Donbás en 2014 y 2015. La mayoría lo hicieron, como ahora, hacia el resto de Ucrania. Pero un millón se fue a Rusia. El número total de ucranianos que viven en Rusia actualmente rondaría los 3,5 millones. Cuál es su actitud política y hasta qué punto una parte estaría interesada en volver a Ucrania en un rol colaboracionista, solo es motivo de especulación.

El Gran Hermano ruso

Además de la opresión, Moscú también utiliza algunas palancas de poder blando. En Mariúpol, epicentro de la destrucción causada por las bombas y la artillería rusas, los ocupantes han establecido puntos de ayuda humanitaria para alimentar a los escasos 100.000 habitantes que quedan en la ciudad: la cuarta parte que hace tres meses. Junto a la comida y las medicinas, se instalan televisores de pantalla plana en los que se emite propaganda rusa. Estos “complejos móviles de información” tratarían de imponer la narrativa en una ciudad que sigue sin agua ni luz y donde cadáveres incontables aún yacen entre los restos de los edificios.

Foto: Logo de RT, antigua Russia Today. (Reuters)

“Los rusos han llevado a Mariúpol camiones para recoger los escombros y esas pantallas planas enormes que emiten propaganda”, dice Lyle Goldstein. “Esa gente ha pasado meses refugiada en sótanos [sin luz, internet, ni conexión telefónica], así que no tiene ni idea de lo que está pasando. Y ahora está sentada en la calle mirando la propaganda. Es surrealista y tiene un elemento de Gran Hermano. Los americanos no hubieran podido colocar sus canales de televisión en un pueblo afgano”.

Otro de los métodos del Kremlin en las regiones ocupadas es la rusificación. Según el Ayuntamiento legítimo de Mariúpol, los ocupantes han suspendido las vacaciones escolares para hacer una transición al currículo ruso. En las ciudades conquistadas hay una purga de libros ucranianos, y los museos y las bibliotecas en varios puntos del país son el objetivo habitual de las bombas rusas.

Más allá de Irak o Afganistán, país que también invadieron en su día los soviéticos, una guerra más susceptible de comparaciones es la de Chechenia, que tuvo dos capítulos: uno a mediados de los años noventa y otro, con Vladímir Putin ya de presidente, a principios de siglo. “Los rusos están dispuestos a hacer cosas terribles, eso está muy claro”, dice Lyle Goldstein. “Creo que van a ser muy duros. Sabemos lo que hicieron en Chechenia. Fueron muy crueles. Persiguieron a la gente sin compasión y creo que fueron a por sus familias. Pero tenían todo tipo herramientas para sobornar a la gente, para establecer sus redes de espías y otras cosas”.

“Cada uno de nosotros, en nuestro lugar, podemos resistir al enemigo y contribuir a la victoria. Juntos, convertiremos las vidas de los ocupantes en un infierno”. Así presenta el Gobierno de Ucrania la guía que ha puesto a disposición de sus ciudadanos. Un manual de la resistencia que incluye detalles sobre cómo hacerle un puente a un carro blindado ruso, mover un tanque T-72 o fabricar una bomba de humo. “Para convertirse en un vengador invisible que teman los ocupantes, necesitas conocer las tácticas, la medicina, la seguridad de internet y saber acerca de armas caseras y acciones no violentas”, dice la guía, que también da consejos básicos de comportamiento. Cuando un soldado ruso pregunte algo a un ciudadano, por ejemplo, este ha de mostrarse irritado y dar una respuesta larga e “incomprensible”.

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