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Ucrania 2014-2022, todo vuelve al este: "Rusia probablemente destruirá el Donbás"
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Entrevista a Hiroaki Kuromiya

Ucrania 2014-2022, todo vuelve al este: "Rusia probablemente destruirá el Donbás"

Experto en la Ucrania soviética, el Donbás y el Gran Terror estalinista, Kuromiya nos ha hablado de los precedentes de la invasión a gran escala del 24 de febrero y de los misterios envueltos en acertijos que presenta esta zona del mundo

Foto: Hiroaki Kuromiya, experto en el Donbás. (Cedida)
Hiroaki Kuromiya, experto en el Donbás. (Cedida)
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Hay pocas personas que conozcan en profundidad esa región misteriosa que hoy llamamos Donbás. Debajo de sus estatuas de mineros soviéticos, sus minas cerradas y sus ciudades machacadas estos días por el fuego de artillería, yace la idiosincrasia del 'dyko pole', el 'llano salvaje' donde tártaros y cosacos cruzaban sus espadas y donde rusos y ucranianos cruzan hoy sus bombardeos, como si la amplia estepa estuviera condenada a padecer una o dos guerras cada siglo.

El historiador Hiroaki Kuromiya, profesor de la Universidad de Indiana, miembro del Instituto de Investigación Ucraniano de Harvard y autor de una de las grandes obras de referencia sobre la cuenca minera del este de Ucrania, 'Freedom and Terror in the Donbas: A Ukrainian-Russian Borderland, 1870s–1990s' (Libertad y terror en el Donbás: una frontera ruso-ucraniana, años 1870-1990), es uno de esos escasos conocedores.

Foto: Sergeii, el conductor del autobús de evacuación de Donetsk, que pide no salir en las fotos. (A. A.)

Experto en la Ucrania soviética, el Donbás y el Gran Terror estalinista, Kuromiya nos ha hablado de los precedentes de la invasión a gran escala del 24 de febrero y de los misterios envueltos en acertijos que presenta esta zona del mundo. La entrevista ha sido ligeramente editada y abreviada por motivos de claridad.

PREGUNTA. En realidad, esta guerra empezó en 2014, con la anexión ilegal de Crimea y la aparente insurrección prorrusa en el Donbás. Pese a que está probado que Rusia estuvo detrás de los separatistas desde el principio, llegando a desplegar tropas en 2014, todavía hay quien se refiere al conflicto como una 'guerra civil'. ¿Cuál era la naturaleza de la guerra que empezó en 2014?

RESPUESTA. No, no era una guerra civil. Esa es la manera en que Rusia la quería presentar. No era una guerra civil porque, sin que Rusia dirigiera, animara y apoyara [a los rebeldes prorrusos], no hubiera habido guerra. Claro que sí que había separatistas, pero, antes de la captura de Crimea, los separatistas reales del Donbás eran muy pocos. Esto no significa que no hubiera gente descontenta con Kiev, y muchos apoyaban a Viktor Yanukóvich [el presidente prorruso que huyó durante las protestas y los enfrentamientos violentos del Maidán, en 2014]. Sabían que era una sabandija, pero seguía siendo un chico del Donbás. La mayoría de la población del Donbás no quería que Rusia interviniera en Ucrania. Lo que sucedió es que Rusia quiso alentar los combates en el Donbás, aunque el Donbás no fuera su prioridad. Creo que Rusia, en realidad, quería Járkov, Odesa, Mariúpol y Mykolaiv. El Donbás no era una prioridad, pero resultó ser un lugar más conveniente para ocupar.

Foto: El capitán Chaika en Saltivka, un barrio de Járkov. (KAP)

P. Ucrania suele ser descrita como un país con dos almas: la proucraniana y proeuropea, en el oeste, y la prorrusa, más afín a Rusia por vínculos familiares, culturales e industriales, en el este. Hace poco leí que, en 2004, antes de la Revolución Naranja, el político más popular de Ucrania era Vladímir Putin. Sin embargo, este equilibrio del oeste y el este ha cambiado. Ucrania se ha ido inclinando más hacia Occidente, también en el este y en el sur, tal y como demuestran numerosas encuestas y la menguante representación prorrusa en el Parlamento. ¿Cómo describiría la evolución de este equilibrio desde 1991?

R. Mucha gente habla de proucranianos y prorrusos, o incluso prosoviéticos, y sí, la gente tenía sentimientos contradictorios porque, tras la independencia, había dificultades económicas e inestabilidad política. El desarrollo económico de Ucrania iba a la zaga del de Rusia e incluso del de Bielorrusia. Así que había mucho descontento. Aunque Rusia no fuera particularmente democrática, inicialmente Putin no parecía particularmente dictatorial. Se mostraba muy conciliador hacia Europa, dio un discurso en el Bundestag [parlamento] alemán y estaba dispuesto a trabajar con Occidente. Pero pudo tratarse simplemente de un gesto, porque, si seguimos las declaraciones de Putin desde 1991, él nunca admitió realmente la independencia de Ucrania. En lo que se refiere a la mentalidad ucraniana, siempre hubo sentimientos prorrusos, hacia una Rusia que era más grande, fuerte y estable, pero eso no significaba que quisieran ser parte de Rusia o que Rusia interfiriera en los asuntos ucranianos. Y eso es exactamente lo que pasó en 2004 [durante la llamada Revolución Naranja], 2013 y 2014. Putin trataba de mover los hilos y de controlar Ucrania. Muchos ucranianos no lo veían entonces. Ahora sí lo ven.

P. El hecho decisivo que marcó este cambio en las inclinaciones de muchos ucranianos parecen haber sido las agresiones rusas desde 2014, pero también ha habido un proceso nacional de ensalzamiento de la historia desde 1991. Me llama la atención, por ejemplo, que la mayoría de los ucranianos no tuviesen ni idea de lo que era el Holodomor [la hambruna masiva provocada por las políticas estalinistas en el este y el sur de Ucrania en 1932-33] hasta que se derrumbó la Unión Soviética.

R. Hubo revelaciones sobre el Holodomor, sobre la represión y sobre cómo Rusia trató de controlar Ucrania. Fueron revelaciones importantes. Elevaron la conciencia de que, de hecho, Rus no era Rusia. Rus tenía su centro en Kyiv. Luego estaban las tradiciones cosacas. Mucha gente aprendió mucho sobre la identidad ucraniana en el pasado, pero ese ya era el caso en 1991, cuando la mayoría de los ucranianos, incluyendo en el Donbás o incluso en Crimea, votaron por la independencia. Así que en ese momento ya existía el sentimiento de que Ucrania estaría mejor sin Rusia, de que Rusia la trataba como un hermano pequeño, como una colonia.

Foto: Una columna de tanques rusa, destruida en una carretera cerca de Kiev. (EFE/Oleg Patrasyuk)

P. Después de la Segunda Guerra Mundial, algunos dirigentes vinculados con Ucrania parecían estar bien posicionados en el Partido Comunista de la Unión Soviética. Nikita Jrushchov y Leonid Brezhnev eran de origen ruso, pero los dos se formaron en el este de Ucrania. ¿Cuál era el estatus de los ucranianos dentro del Partido?

R. No muy bueno. Creo que Demyan Korotchenko, a mediados de la década de los cincuenta, fue el primer ucraniano étnico en dirigir el Partido Comunista Ucraniano. Hasta entonces, el Partido Comunista Ucraniano estaba controlado por rusos. Petro Shelest, que apoyó la intervención de Brezhnev en Checoslovaquia en 1968, era, al mismo tiempo, un patriota. Hizo mucho por promover la historia ucraniana, las tradiciones cosacas, e incluso editó esta serie monumental de veintitantos volúmenes de la historia de los pueblos y ciudades ucranianos. Una empresa increíble. Pero, por supuesto, para Brezhnev, Shelest fue demasiado lejos. Así que fue llamado a consultas a Moscú y no se le permitió volver a Ucrania. Como el director de cine Oleksandr Dovzhenko. Era demasiado patriota y no se le permitió vivir en Ucrania. En este sentido, la autonomía ucraniana estaba severamente limitada.

P. Poco antes de la invasión a gran escala, estuve en Mariúpol y entrevisté a un artillero veterano del Donbás. Le pregunté por sus experiencias en el frente, pero él ignoró totalmente mi pregunta y se puso a hablar sobre una excavación arqueológica en la que participaba de voluntario y en la que se estaban desenterrando los restos de un asentamiento cosaco. Para él esto era de la máxima importancia: ese asentamiento podría tirar por tierra, me decía, la idea de que Mariúpol fue fundada por griegos reasentados allí por Catalina la Grande. Este tipo de historias son comunes en el este de Ucrania. El origen de las ciudades: siempre circula una versión que incide en las raíces cosacas ucranianas y otra que incide en las raíces rusas, Novorrosiya, etc. ¿Cómo de ucraniano es el Donbás?

R. Ucraniano, muy ucraniano. Los ucranianos llevan allí desde hace mucho tiempo. Antes también había pueblos asiáticos, como los tártaros, los kipchak y otros pueblos no eslávicos, pero ¿al principio de la Edad Moderna? Los campesinos ucranianos que huían de la servidumbre polaca se expandieron hacia el este. En los siglos XV y XVI, algunos rusos llegaron del norte, huyendo de la servidumbre moscovita. Llegaron a Járkov, que se convirtió en parte de Rusia antes incluso de que Catalina la Grande conquistara la ribera del mar Negro. Pero, en lo que respecta al Donbás, nunca fue tierra rusa. Los ucranianos étnicos siempre representaron la mayoría de la población.

Foto: Militares ucranianos movilizados ante la amenaza rusa, en el puerto de Mariúpol. (Getty/Martyn Aim)

P. En su libro, 'Freedom and Terror', usted describe el Donbás como un lugar en el que ninguna ideología fue capaz de echar raíces. En el libro cita a Lev Trotsky: aquello de que para ir al Donbás hay que llevar una “máscara de gas política”. ¿Cuál es el origen de esta inestabilidad, o incluso anarquía, que se percibe en la época de los cosacos y, después, en la de las minas soviéticas que operaban allí?

R. Creo que hay dos factores. Uno es que, tradicionalmente, se trataba de una región en la que las autoridades centrales siempre fueron débiles, y dos, que estaba en la frontera del Imperio ruso-moscovita, la Mancomunidad de Polonia-Lituania y el Imperio otomano. Es ahí donde los tres imperios competían por la influencia, y eso creó cierto grado de libertad. Se pudo manipular a estos imperios unos contra otros y crear libertad. Es ahí exactamente donde emergieron los cosacos ucranianos. Ahí está la razón histórica por la que la región desconfía de los poderes metropolitanos, de los grandes poderes. En el siglo XIX, a medida que se desarrolló la economía y se industrializó el Donbás, se creó un nuevo tipo de frontera: había semejante necesidad de mano de obra, se atrajo a tanta gente, que incluso aquellos que tenían un historial delictivo encontraban maneras de esconderse. Acudían al Donbás buscando libertad. Igual que aquellos que huían de la pobreza, o de las persecuciones religiosas y políticas. Allí encontraban la libertad para vivir y trabajar. Continuó siendo un lugar en el que esconderse de las autoridades.

"La ilusión del Imperio ruso tiene que terminar"

P. Incluso se escondieron allí combatientes nacionalistas ucranianos, después de la Segunda Guerra Mundial...

R. Sí, acudían allí buscando libertad, igual que muchos judíos. Conocí a judíos en el Donbás cuyas familias habían llegado allí escapando del antisemitismo de las ciudades. Incluso en tiempos de Stalin, los trabajadores, los mineros del carbón, eran tan importantes que incluso los campesinos que habían sido ‘dekulakizados’ [reprimidos por el régimen estalinista durante la campaña de colectivización de la agricultura] se fueron allí porque allí podían vivir. Las autoridades toleraban a estas personas, aunque considerasen a los ‘kulaks’ sospechosos.

Foto: Militares rusas ensayan para el desfile del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú. (EFE/Maxim Shipenkov)

P. Su libro abarca hasta principios de la década de los noventa, marcada por las guerras del hampa, y, finalmente, el ascenso del oligarca más poderoso de Ucrania, Rinat Ajmétov. Luego en 2014 comienza la guerra. ¿Es posible decir que ese componente de inestabilidad política sigue siendo el sello de identidad del Donbás?

R. No es fácil saber cómo ha cambiado la región. El sentimiento de no confiar en los poderes externos sigue ahí. Hace un mes escribí un ensayo para un semanario ucraniano sobre este tema. Más de la mitad de la gente del Donbás, tanto en los territorios controlados por Ucrania como en los controlados por los separatistas, dijo que no le importaba quién controlase la región, Rusia o Ucrania. Más de la mitad de la gente. Naturalmente, es una estrategia de supervivencia, porque las cosas podían cambiar o volverse peligrosas, y querrían mantenerse al margen. Al mismo tiempo, están hartos de la guerra. Quieren estabilidad. No sé si se puede decir que sigue siendo una tierra de libertad, porque ahora es una tierra de matanzas. Lo que Rusia hará, probablemente, es destruir completamente el Donbás. Ahora está filtrando a gente. Cualquiera que tenga sentimientos proucranianos puede ser asesinado o enviado al Lejano Oriente ruso. En este sentido, es una especie de limpieza étnica y política. Una especie de genocidio. El Donbás cambiará. ¿Cómo? No puedo saberlo.

P. Muchas de las políticas rusas en los territorios ocupados, que parecen apuntar a una anexión, tienen precedentes: las deportaciones que ha mencionado, la rusificación del temario de las escuelas en Mariúpol o Jersón, la prohibición de libros ucranianos, etcétera. ¿Qué referencias históricas le vienen a la mente?

R. Esto parece peor que cualquier precedente. Hubo casos parecidos durante la guerra civil [1918-1921], el Holodomor, las deportaciones de después de la Segunda Guerra Mundial... Pero esto parece peor debido a la intencionalidad. Durante el periodo soviético, no había una intencionalidad explícita. Quizá la hubiera, pero nunca se expresó de manera explícita. Ucrania tenía legitimidad. Al menos sobre el papel. Ahora Ucrania no tiene legitimidad en Rusia. En abril, salió este famoso artículo, que Timothy Snyder llamó el ‘manual del genocidio ruso’, en el que se decía explícitamente qué hacer con Ucrania. Básicamente, se pedía su destrucción.

P. La mayoría de los refugiados y desplazados internos de Ucrania, unos 12 millones, se han ido a las provincias del oeste o a la Unión Europea. Pero también hay ucranianos que se han marchado a Rusia: en torno a un millón en 2014 y 2015, y casi un millón más desde el 24 de febrero. En Rusia hay cerca de 3,5 millones de ucranianos. Creo que es un ángulo que se ha explorado poco. Evidentemente, entre esos ucranianos habrá opiniones de todo tipo, pero hace unos días un experto en contrainsurgencia con el que hablé especulaba con que algunos de ellos, ya que conocen el terreno y a la gente, podrían ser usados por Rusia para volver a Ucrania en calidad de autoridades colaboracionistas. ¿Alguna idea al respecto?

R. No tengo ninguna información concreta al respecto. Estoy seguro de que los servicios de Inteligencia sí que tienen algo de información. Pero no me sorprendería en absoluto. Rusia siempre ha usado agentes para influir en la política y en asuntos militares. Así que podría intimidar o extorsionar a refugiados ucranianos para que sirvan a la causa rusa en Ucrania. Cerca de dos o tres mil combatientes fueron capturados por Rusia en Mariúpol. ¿Qué hará Rusia con ellos? Estoy seguro de que intentará reeducarlos y mandarlos a Ucrania como agentes o como algún tipo de elementos insurgentes. Son luchadores, sí, pero tienen sus debilidades. Como los ‘vlasovistas’ durante la ocupación alemana. Rusos que combatieron contra Rusia. Todo es posible. Rusia está muy versada en estas cosas.

Foto: Khodaryonok, en un momento de su intervención en '60 Minutos'.

P. Numerosos académicos, desde 1991, han profetizado, con base en diferentes motivos, que Rusia volvería a atacar Ucrania. Y el tiempo les ha dado la razón. Existe esta especie de concepción fatalista según la cual, gobierne quien gobierne Rusia, está condenado a tratar de dominar Ucrania. Casi como si no hubiera otra alternativa. ¿Es posible esperar un futuro sin esta tendencia controladora?

R. No sé cuál será el resultado de la guerra, pero si hay una cosa buena es que ha unido a los ucranianos hasta un nivel sin precedentes. Putin cometió un error fatal invadiendo Ucrania. A mi juicio, esto hace fracasar el control ruso de Ucrania. Creo que ya no habrá ese control. El mejor escenario posible es que Rusia reconozca su error y se retire. Pero Rusia no tiene la voluntad ni el coraje político para ello. Hablar de la humillación rusa de 1991 no tiene ningún sentido, porque, en 1991, Rusia se quería independizar de la Unión Soviética. Creía que sin Georgia, Ucrania o Asia Central, estaría mejor. Así que no fue realmente una humillación. La sensación de humillación llegó después. Pero todos los países pasan por una sensación de humillación. Estados Unidos perdió la Guerra de Vietnam. Cada nación lidia con su humillación de forma distinta. El nazismo fue una humillación increíble para Alemania. Japón fue humillado en 1945. Así que Rusia tiene que lidiar con esto, pero no parece tener la capacidad para hacerlo. Si Putin es derrocado o muere, las cosas podrían cambiar, pero tiene que haber un liderazgo que enseñe a los rusos que la ilusión del Imperio ruso tiene que terminar. Rusia es una gran potencia, pero ya no puede tener ese síndrome imperialista. La edad de los imperios se ha terminado y Rusia tiene que adaptarse o se quedará atrás.

Foto: Mykola Riabchuk. (Fotografía de Yulia Taradiuk)

P. Pese a que el Imperio ruso se hundió en 1917 y la Unión Soviética en 1991, Rusia sigue siendo un imperio. Un imperio continental con más de un centenar de nacionalidades e idiomas muy distintos entre sí. Parece un modelo estatal antiguo, como del siglo XIX. ¿Cómo de estable cree que es este modelo de Estado?

R. Rusia siempre es un misterio. Cuando gobernaba Jrushchov, se creía que tenía un poder absoluto. Luego fue defenestrado de la noche a la mañana. Es muy difícil predecir qué pasará con Rusia. Si Putin es defenestrado, no me sorprendería. Si se queda unos años más, tampoco me sorprendería. Lo que sí que puedo decir es que Rusia, como nación, es incapaz de lidiar con su pasado imperial. El Imperio británico se hundió. Reino Unido tuvo que lidiar con ello. El imperio nazi, el italiano, el japonés. Estados Unidos puede ser un imperio, pero no tiene ambiciones territoriales. Es diferente a otros imperios históricos.

P. Y ahora la pregunta más sencilla y a la vez misteriosa: ¿qué quiere Vladímir Putin?

R. Creo que quiere absorber Ucrania, pero, en este momento, se ha dado cuenta de que no es posible. Parece que quiere controlar el Donbás, y posiblemente Jersón, Mykolaiv y Odesa. Pero probablemente no tenga la capacidad de controlar Odesa. Si logra ocupar el Donbás y Jersón, podría querer negociar. Pero esto es un problema para Ucrania, porque no puede aceptar este tipo de concesiones. Incluso si así fuese, esto tampoco resolvería el problema, porque quizá Putin vuelva en el futuro con más ambiciones. Así que es una situación muy, muy difícil.

Hay pocas personas que conozcan en profundidad esa región misteriosa que hoy llamamos Donbás. Debajo de sus estatuas de mineros soviéticos, sus minas cerradas y sus ciudades machacadas estos días por el fuego de artillería, yace la idiosincrasia del 'dyko pole', el 'llano salvaje' donde tártaros y cosacos cruzaban sus espadas y donde rusos y ucranianos cruzan hoy sus bombardeos, como si la amplia estepa estuviera condenada a padecer una o dos guerras cada siglo.

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