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Judíos ucranianos para colonizar Cisjordania: de la invasión rusa a la guerra demográfica
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Judíos ucranianos para colonizar Cisjordania: de la invasión rusa a la guerra demográfica

El traslado de refugiados judíos a los territorios ocupados alimenta un conflicto árabe-israelí que vive momentos de especial tensión en este tiempo de Ramadán

Foto: Un ucraniano judío apunta con un arma de juguete durante la fiesta del Purim tras llegar a Israel huyendo de la guerra. (Reuters/Amir Cohen)
Un ucraniano judío apunta con un arma de juguete durante la fiesta del Purim tras llegar a Israel huyendo de la guerra. (Reuters/Amir Cohen)

Un folleto en ruso corre por las redes en Israel y pasa de mano en mano entre los refugiados ucranianos que llegan al país. Lo distribuye el Consejo de Judea y Samaria, el órgano que representa a los asentamientos israelíes de los territorios ocupados. Dice lo siguiente: "¡Queridos amigos que llegáis a Israel desde Ucrania y la antigua Unión Soviética! Estamos listos para recibiros en las ciudades y asentamientos de Judea y Samaria [nombres bíblicos de Cisjordania]. Os ayudaremos a elegir un destino, a estableceros, a escoger una Ulpán [escuela de hebreo] y un colegio para vuestros hijos".

Desde el inicio de la guerra han aterrizado en Israel unos 16.000 refugiados ucranianos, aunque solo una parte son judíos y podrán establecerse en el país. A estos últimos se dirigen principalmente los esfuerzos del Gobierno y, sobre todo, los de las organizaciones de colonos israelíes, deseosas de ganar la batalla demográfica contra los palestinos. "El corazón de Samaria está abierto a aceptar a nuestros hermanos ucranianos", decía a mediados de marzo el líder colono Yossi Dagan desde la frontera entre Rumanía y Ucrania.

Según datos de la Oficina Central de Estadísticas, el crecimiento poblacional en los asentamientos ha caído hasta un mínimo histórico: un 2,3% en 2020. "Los efectos de esta guerra se están sintiendo en todo el mundo, pero en Samaria hemos decidido tomar medidas. Hemos decidido que lo correcto, desde una perspectiva humanitaria y sionista, era venir aquí y transmitir un mensaje claro de amor para todos los judíos y ayudar a los refugiados a llegar a Samaria y encontrar un hogar", añadía Dagan.

Foto: Maquinas excavadoras en Cisjordania. (EFE)

De momento, solo ha trascendido la llegada de cuatro familias a los asentamientos de Yitzhar y Revava, cerca de Nablus, pero el primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, ya ha criticado que Israel está "explotando" la crisis ucraniana para potenciar los asentamientos. También ha censurado "el doble rasero internacional" y ha recordado que cientos de miles de refugiados palestinos y sus descendientes todavía viven lejos de sus lugares de origen. Asimismo, ha cargado contra el papel mediador que el gobierno de Naftalí Bennett está intentando tener en Ucrania. "Israel, el poder que está ocupando nuestra tierra, robando nuestro potencial, matando, arrestando e intimidando a nuestro pueblo, no está calificado para hablar de paz en el mundo", aseveró.

Alex Selsky, profesor de la Hadassah Academic College y antiguo asesor del primer ministro Benjamin Netanyahu, opina lo contrario. "No estamos ocupando, estamos volviendo a nuestra tierra", afirma. Selsky defiende que las familias ucranianas judías se instalen en Cisjordania y critica los reproches de Occidente. "Se nos pide que acojamos a más refugiados, pero no se nos deja ampliar nuestro territorio. ¿Por qué Occidente pudo ocupar todo el mundo y ahora critica que nosotros volvamos a nuestro pequeño territorio? ¿Cómo podemos estar ocupando una tierra que vuestra Biblia dice que es nuestra?", espeta.

Dos tipos de refugiados

Desde el inicio de la invasión rusa, Israel ha distinguido entre dos tipos de refugiados ucranianos: los judíos y los no judíos. A los primeros se les ha invitado a instalarse en el país y se les han puesto todas las facilidades. A los segundos, se les ha acogido de manera limitada y temporal y solo tras un intenso debate político y una fuerte presión social. "Israel se estableció como un estado nación del pueblo judío tras 2.000 años de diáspora y persecución por todo el mundo. También en España", recuerda Selsky, "Cuando decimos que no podemos absorber a los no judíos, creemos que tenemos derecho porque tenemos esta historia".

Foto: Una manifestación de nacionalistas israelíes en Jerusalén. (EFE)

Los judíos ucranianos, como cualquier extranjero con padres o abuelos hebreos, pueden inmigrar a Israel en virtud de la Ley de Retorno. Es lo que se llama hacer ‘aliyá’, regresar a la tierra prometida, un proceso que cientos de miles de judíos de todo el mundo hacen cada año y que el Gobierno alienta con ayudas económicas y académicas, así como la posibilidad de obtener la nacionalidad israelí. "Nos vemos a nosotros mismos como un refugio para judíos que están en peligro en cualquier lugar del mundo y como hogar nacional de cualquier judío que quiera vivir aquí", afirma el Jefe de Relaciones Internacionales de la Agencia Judía, Yigal Palmor, que explica que 8.000 judíos ucranianos ya han hecho 'aliyá' desde el inicio de las hostilidades.

La Agencia Judía es el órgano encargado de promover y ayudar en el proceso de "repatriación" de judíos de todo el mundo, y ha instalado un procedimiento específico para los ucranianos ante las dificultades de la guerra: una 'aliyá exprés'. "El proceso de 'aliyá' puede durar entre tres y cuatro meses, pero en tiempos de guerra no se tiene todo el tiempo del mundo. Por eso hemos creado una serie de atajos burocráticos para facilitar el proceso, que ahora puede hacerse en unos días", dice Palmor, que explica que la idea es que los refugiados no se queden encallados en las fronteras.

La Agencia Judía calcula que a finales de año habrán iniciado el proceso de 'aliyá' unos 15.000 ucranianos, que se suman a las decenas de miles que han ido llegando desde el año 2014, cuando se inició el conflicto entre Rusia y Ucrania por Crimea y algunas regiones del Donbás. "Aunque su número se redujo durante la pandemia", explica Palmor. En 2019 fueron más de 6.000, en 2020 unos 2.900, y en 2021 más de 3.000. Según datos de la Oficina Central de Estadísticas, el segundo país con más inmigrantes en Israel en 2020 fue Ucrania (15,1%), solo precedida por Rusia (38,1%).

Foto: Zabulon Simintov, el 'último judío de Afganistán', en su residencia en Kabul. (Reuters/Omar Sobhani)

Según datos del gobierno, más de la mitad de los ucranianos que han llegado a Israel no son elegibles para hacer 'aliyá'. En un principio, Israel les denegó la entrada. A mediados de mayo, las imágenes de decenas de ucranianos atrapados en al aeropuerto de Ben Gurion escandalizaron a buena parte de la sociedad israelí. Alex Zernopolsky, abogado de uno de los principales bufetes en lengua rusa de Israel, atendió esos días a muchos de los desplazados por la guerra: "Su situación era muy mala. Había personas mayores y niños durmiendo en la terminal. Y las autoridades no les facilitaban nada", explica a El Confidencial. Tras varios días de bloqueo, el Gobierno israelí reubicó a unos 30 refugiados en un hotel, pero muchos acabaron siendo deportados.

Tras la polémica, la ministra de Interior Ayelet Shaked cambió de postura y decidió aceptar a ucranianos no judíos. Con una condición: debían pagar un depósito de 10.000 shekels (unos 2.800 euros) y comprometerse a abandonar el país en el plazo máximo de un mes. Ante la indignación de muchos políticos y ciudadanos, estas instrucciones acabaron cambiando. Finalmente, Israel se comprometió a acoger un máximo de 5.000 refugiados no judíos, aunque permitirá que ucranianos con amigos o familiares en el país no formen parte de esta cuota. De momento, Israel ha permitido quedarse a 4.000 ucranianos no judíos, según datos de la Agencia Judía. "Y es más de lo que han hecho otros países más grandes", dice Selsky.

Un Ramadán conflictivo

El debate sobre la acogida de refugiados y la polémica por el traslado de algunos de ellos a Cisjordania, llega en un momento de especial tensión en Tierra Santa. El pasado jueves, sin ir más lejos, un palestino sin aparente afiliación a grupos yihadistas abrió fuego contra los clientes de un bar en una conocida zona de ocio de Tel Aviv. Murieron tres personas y 10 resultaron heridas. Es el cuarto ataque terrorista en Israel en las últimas dos semanas. En total, han fallecido 13 personas. El primer ministro ha afirmado que el país sufre "una oleada de terrorismo árabe asesino" y ha prometido combatirla "con persistencia, diligencia y mano de hierro". También ha pedido que los ciudadanos estén "alerta y preparados" y que, si pueden, lleven sus armas siempre encima.

Foto: Unas misses durante el pase de bañadores en Eilat, Israel. (Reuters/Ronen Zvulun) Opinión

Desde el ataque de Bnei Brak, y coincidiendo con el inicio del Ramadán, Israel ha realizado decenas de arrestos preventivos y ha multiplicado sus efectivos policiales y militares en las principales ciudades del país y en Cisjordania. El ministro de Defensa, Benny Gantz, anunció a finales de marzo el despliegue de 1.000 soldados más en todo el territorio e informó que dos batallones se habían trasladado a la frontera con Gaza y doce a Cisjordania. Según el comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, Aviv Kohavi, los cuerpos de seguridad han frustrado diez ataques terroristas en las últimas semanas.

Por otro lado, al menos siete palestinos han muerto en los territorios ocupados desde el inicio de las operaciones en respuesta a los atentados. Cinco de ellos eran de Jenin, la ciudad del autor del ataque de Tel Aviv. Dos eran civiles y murieron durante una acción militar israelí en la ciudad; y tres eran militantes de la Jihad Islámica que se dirigían a Israel para cometer un atentado, según el ejército. Los ataques y las represalias, junto con el recuerdo de la guerra de Gaza, de la que pronto se cumple un año, contribuyen a aumentar un clima de tensión que cada día se hace más palpable en las calles.

Un folleto en ruso corre por las redes en Israel y pasa de mano en mano entre los refugiados ucranianos que llegan al país. Lo distribuye el Consejo de Judea y Samaria, el órgano que representa a los asentamientos israelíes de los territorios ocupados. Dice lo siguiente: "¡Queridos amigos que llegáis a Israel desde Ucrania y la antigua Unión Soviética! Estamos listos para recibiros en las ciudades y asentamientos de Judea y Samaria [nombres bíblicos de Cisjordania]. Os ayudaremos a elegir un destino, a estableceros, a escoger una Ulpán [escuela de hebreo] y un colegio para vuestros hijos".

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