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Dnipro, la ciudad de los tres frentes: "Tenemos que aguantar hasta septiembre"
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Las tropas rusas se enfocan en el este

Dnipro, la ciudad de los tres frentes: "Tenemos que aguantar hasta septiembre"

Al norte, las tropas rusas que intentan avanzar por Járkov; al este, el Donbás donde Moscú concentra sus fuerzas, y al sur, donde los rusos se han hecho con más cantidad de terreno desde el comienzo de la invasión

Foto: Patrulla en Dnipro. (EFE/Stanislav Kozliuk)
Patrulla en Dnipro. (EFE/Stanislav Kozliuk)
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Dnipro ha tenido mil nombres. Ekaterinoslav, en honor de Catalina la Grande; Dnipropetrovsk en tiempo soviéticos, por Grigory Petrovsky, considerado uno de los principales arquitectos de la hambruna masiva Holodomor, y Dnipro desde apenas 2015, en favor de la ley de “descomunistización” de Ucrania. Extraoficialmente, también se la llama “la ciudad de los cohetes”, por su antigua industria aeroespacial, que la ocultó de los mapas hasta la perestroika. Ahora, sin embargo, es la ciudad de los tres frentes de la guerra de Rusia en Ucrania: al norte, las tropas rusas que intentan avanzar por Járkov; al este, el Donbás donde Moscú concentra sus fuerzas, y al sur, donde los rusos se han hecho con más cantidad de terreno desde el comienzo de la invasión y están ya a menos de 200 kilómetros de la ciudad.

“El 'óblast' de Dnipro es estratégico, porque es la base de tres frentes”, asegura Gennadiy Korban, líder de las Fuerzas de Defensa Territoriales de Dnipro, mientras señala con el dedo las fronteras de la provincia en un gigantesco mapa a su espalda. Dnipro se coloca prácticamente en el centro de la ‘Ↄ’ que dibujan los avances de las tropas rusas en Ucrania, casi a la misma distancia de frentes de batalla como Donetsk, Mariúpol, Jersón y Járkiv, convirtiendo la ciudad de un ‘hub’ logístico clave para suministrar tanto armas como material médico al frente. También es un objetivo psicológico: Dnipro es la ciudad que marca la frontera con Ucrania del este, a caballo sobre el río Dniéper como una suerte de paralelo 38 que dividiría el país en dos, como el presidente Volodímir Zelenski ha acusado a Rusia de estar intentando. “Si los rusos ganaran aquí, la guerra estaría perdida para Ucrania”, asegura Korban.

Foto: Emblema de la bandera de Bielorrusia en la manga de un voluntario. (A.A.)

Korban recibe a El Confidencial en un antiguo edificio soviético reutilizado ahora como uno de los cuarteles —van cambiando— de las Fuerzas de Defensa Territorial. Está sonando la alarma y lo encontramos en el sótano del edificio, entre sacos de arena amontonados en las paredes. Dnipro ha sufrido esa misma mañana un bombardeo contra una base militar.

placeholder Gennadiy Korban, líder de las Fuerzas de Defensa Territorial de Dnipro. (A. A.)
Gennadiy Korban, líder de las Fuerzas de Defensa Territorial de Dnipro. (A. A.)

Pese a las negociaciones de paz y las promesas de Rusia de reducir sus operaciones militares solo al este del país, las alarmas suenan cada pocas horas. Cada ciudad tiene su propio tono, en Lviv (oeste) suenan brevemente al inicio y al final de la alarma, con una voz advirtiendo "cojan sus documentos y vayan al refugio". En la costera Odesa, el sonido es más penetrante y se prolonga durante varios minutos. En Dnipro, la alarma continúa sonando en los altavoces colocados por toda la ciudad durante varias horas, sin parar, como un taladro. Por la noche, cuando suena la alarma, se apagan también las luces de la ciudad, incluso las farolas, a la espera de nuevos bombardeos.

Puerta con puerta con el frente

En la última jornada, Rusia habría comenzado a reposicionar al grueso de sus tropas para una ofensiva ‘final’ en el Donbás, ahora el objetivo declarado de la “operación militar especial” del Kremlin. Según ha declarado el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, Rusia está “tratando de reagruparse, reabastecerse y reforzar su ofensiva en la región del Donbás”, aunque mantendrá la presión en Kiev y otras ciudades del país. El objetivo de estos últimos movimientos del Kremlin sería hacerse con "el control total del territorio de las regiones de Donetsk y Lugansk", donde las milicias separatistas combaten hombro con hombro con las fuerzas rusas, según el Estado Mayor General del Ejército ucraniano. Esos refuerzos en el este ya empiezan a notarse, según las autoridades locales. “La situación está haciéndose mucho más difícil”, ha declarado el gobernador de la provincia de Lugansk, Serhiy Haidai, quien asegura que Rusia ha mandado más equipo, soldados chechenos y aumentado sus bombardeos en la región. Además, Rusia ha ordenado la movilización de 134.500 nuevos reclutas, para paliar la sangría de bajas en la ofensiva de Ucrania.

“Sí, la situación es más peligrosa ahora”, responde Korban, quien se encarga de parte de la gestión de la seguridad de la provincia junto al Ejército y otros institutos armados. Pero, pese a ser provincia contigua al frente del Donetsk, Dnipro ha sacado los dientes y se defenderá.

Según aseguran fuentes militares a El Confidencial, la provincia ha reforzado sus fronteras exteriores con el despliegue tanto del Ejército como de las fuerzas territoriales, un punto corroborado por Korban. Normalmente, en otros 'óblast' de Ucrania las Fuerzas de Defensa Territorial, formadas en su mayoría por voluntarios, son desplegadas en el interior de las ciudades, mientras que en el caso de Dnipro se ha elegido levantar los ‘frentes’ varios kilómetros antes de llegar a la ciudad, en las fronteras exteriores con Mykolaiv, Jersón, Zaporiya, Donetsk y Járkiv (todas ellas, frentes de batalla con presencia de tropas rusas).

Foto: Koska, ex guardabosques ahora voluntario del batallón 'Aidar' desplegado en Kovel (A.A.)
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De 'mano derecha del oligarca' a dirigir milicianos

“Muchos 'óblasts' no sabían qué hacer ante la guerra, nosotros en Dnipro sí”, asegura Korban, quien pasó por el Ejército soviético en los años 80 y más tarde por la política del caciquismo local, de la mano del oligarca Igor Kolomoisky, de quien fue su segundo en el Gobierno de la provincia en 2014 y 2015, cuando comenzó la guerra del Donbás. A diferencia de otros oligarcas ucranianos, que han emigrado a Israel, Austria u otros países seguros, Korban ha elegido quedarse, “una elección personal”, según sostiene.

“En 2014, [nosotros] detuvimos la ofensiva de las tropas rusas en el Donbás”. Ahora, algunas tropas desplegadas en Dnipro están luchando en otras provincias como Zaporiya (sur), prácticamente conquistada por el avance ruso o en Mykolaiv, intentando impedir que las tropas rusas puedan rodear la ciudad por el norte y avanzar hacia Odesa.

Aunque no puede asegurar que, con la reagrupación de sus tropas, Rusia no sea capaz de avanzar territorialmente en el este y sur, Korban se siente algo optimista sobre la defensa de la estratégica Dnipro. “No están siendo capaces de encontrar el agujero en nuestras defensas en la frontera. [Para conquistar el 'óblast'] necesitan más fuerzas, con las fuerzas que tienen en el Donbás no son suficientes”.

“Mientras sigamos recibiendo ayuda de nuestros socios occidentales, no solo armas, sino también humanitaria, podremos resistir. Yo les digo a los ciudadanos que tienen que resistir hasta septiembre, cuando la economía rusa colapsará”, asegura Korban.

Foto: Una mujer compra en un supermercado de Moscú. (EFE/Maxim Shipenkov)

Muchos ucranianos ponen sus esperanzas en las sanciones occidentales que mutilan la economía rusa, mientras la sacudida economía ucraniana intenta reponerse. Dnipro, una ciudad que recuerda permanentemente su alma industrial con pequeñas fábricas y chimeneas en pleno casco urbano, ha recibido a miles de refugiados de las zonas más afectadas por los bombardeos en los tres frentes que la rodean, el Donbás, Járkiv y el sur. Oksana, que renta un Airbnb en la ciudad, aloja en su casa a unas familias de Járkiv, y Roman, ahora taxista, acoge a dos refugiados de Donetsk.

Los trenes que llegan a Dnipro, cargados de refugiados de ida y vuelta, lo hacen con las luces apagadas, por temor a ser bombardeados por los rusos. La misma madrugada del jueves, la ciudad ha sido sacudida por bombardeos rusos contra una base militar y un depósito de combustible, que ha dejado al menos dos muertos, según el gobernador de la provincia, Valentyn Reznichenko. No es tampoco la primera vez que un tren de evacuación es objetivo de los misiles o disparos rusos.

“Volvemos [del oeste], pero no porque pensemos que es seguro”, sostiene Anatoly, un joven programador que ha regresado esta semana desde el oeste del país, a donde se había trasladado huyendo de los bombardeos. Pero, con la guerra entrando en su segundo mes y sin posibilidad de abandonar el país por la ley marcial que impide la salida de Ucrania a los varones entre 18 y 60 años, vivir en el ‘seguro’ oeste no siempre es sostenible. Por primera vez desde hace semanas, el tren nocturno de Lviv a Dnipro está lleno no solo de familias de mujeres con niños pequeños, sino también ya de jóvenes hombres. Dnipro quizá no es seguro, "ninguna ciudad lo es", pero en algún momento hay que volver. Al menos, si hacemos caso a las palabras de Korban, para aguantar hasta septiembre.

Dnipro ha tenido mil nombres. Ekaterinoslav, en honor de Catalina la Grande; Dnipropetrovsk en tiempo soviéticos, por Grigory Petrovsky, considerado uno de los principales arquitectos de la hambruna masiva Holodomor, y Dnipro desde apenas 2015, en favor de la ley de “descomunistización” de Ucrania. Extraoficialmente, también se la llama “la ciudad de los cohetes”, por su antigua industria aeroespacial, que la ocultó de los mapas hasta la perestroika. Ahora, sin embargo, es la ciudad de los tres frentes de la guerra de Rusia en Ucrania: al norte, las tropas rusas que intentan avanzar por Járkov; al este, el Donbás donde Moscú concentra sus fuerzas, y al sur, donde los rusos se han hecho con más cantidad de terreno desde el comienzo de la invasión y están ya a menos de 200 kilómetros de la ciudad.

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