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Occidente teme que la desescalada rusa sea una treta del Kremlin pese a su renuncia a asaltar Kiev
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Occidente teme que la desescalada rusa sea una treta del Kremlin pese a su renuncia a asaltar Kiev

El Pentágono avisa que la desescalada rusa podría tratarse de una estratagema del Kremlin para reorganizar su fallida ofensiva terrestre contra Kiev y otras ciudades. Moscú asegura que busca facilitar las negociaciones en marcha

Foto: Voluntario ucraniano cerca de Kiev. (Reuters/Gleb Garanich)
Voluntario ucraniano cerca de Kiev. (Reuters/Gleb Garanich)
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"Creemos que esto es un reposicionamiento, no una retirada real, y deberíamos estar preparados para ver una gran ofensiva contra otras áreas de Ucrania. Esto no significa que la amenaza contra Kiev haya acabado". El Pentágono resumió así el martes las grandes dosis de escepticismo con las Occidente digirió el anuncio de una desescalada parcial de la invasión rusa. Una decisión que, sospechan, podría tratarse de una treta de Vladímir Putin para rearmar su fallida ofensiva terrestre contra Kiev y otras grandes ciudades del país tras su aparente renuncia a tomarlas por asalto.

"Nadie debería dejarse engañar por el reciente anuncio del Kremlin de que, de repente, reducirá sus ataques cerca de Kiev o cualquier informe de que está sacando a sus tropas", dijo el portavoz del Pentágono, John Kirby, en una rueda de prensa para insistir que la amenaza contra Kiev continúa. "Valoramos que es más probable que se trate de una reubicación para ser utilizadas en otra parte de Ucrania. ¿Dónde, exactamente? No lo sabemos", agregó.

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Moscú anunció el martes su intención de "reducir drásticamente la actividad militar" contra Kiev y Chernígov/Cherníhiv, una ciudad a 150 kilómetros al norte de la capital y a la mitad de la frontera con Bielorrusia. La medida busca facilitar las conversaciones de paz para "aumentar la confianza mutua", dijo textualmente el viceministro de Defensa, Alexander Fomin, entre los dos bandos, que el martes salieron optimistas tras una nueva ronda de contactos en Estambul. El funcionario ruso, sin embargo, no mencionó los bombardeos que siguen golpeando objetivos civiles y militares en varias partes del país. Tampoco hizo referencia a la situación en los frentes del Donbás, en el este, y la ciudad de Mariúpol, en el sur, donde los rusos están avanzando lentamente entre intensos combates.

Los expertos militares interpretan la retirada táctica de algunos puntos cercanos a la capital y otros teatros secundarios como el reconocimiento del Kremlin de que un asalto masivo en el corto plazo es inviable ante la feroz resistencia ucraniana. Pero también han observado a las tropas rusas cavar trincheras para reforzar algunas de sus posiciones, lo que apunta a que aspira a mantener una cierta capacidad de amenaza sobre la Kiev, pero no tan desgastante económica y logísticamente como un sitio completo de la ciudad. Con estos destacamentos, las tropas invasoras protegen su retaguardia y obligan el Ejército ucraniano a mantener sus esfuerzos defensivos.

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Muchos ucranianos comparten las sospechas occidentales sobre las verdaderas intenciones de Putin y siguen viendo las conversaciones como una estratagema para ganar tiempo. La resistencia está decidida a no bajar la guardia y continúa las labores de adiestramiento militar en la retaguardia para tener tropa preparada y dispuesta en caso de tener que reforzar algún frente. El ánimo entre los voluntarios y profesionales es alto tras las recientes victorias en la recuperación de algunas localidades al noreste y sur de la capital, pequeñas pero estratégicas.

"[Rusia] avanzará tanto terreno como le dejemos. Así que tenemos que detenerlos allá donde estén", dice un voluntario en la cincuentena que se identifica con su nombre de guerra, ‘Ash’ (ceniza). "Esperamos ir al frente y protegeremos Ucrania lo mejor que sepamos hacer”, agrega este modesto empresario residente en Polonia que regresó a Ucrania en los primeros compases de la invasión para alistarse como voluntario en las Fuerzas de Defensa Territorial, un cuerpo no profesional dependiente del Ejército.

El martes, su grupo entrenó con la Brigada 103 en una localización que piden no sea revelada cerca de Lviv, capital oficiosa de la retaguardia ucraniana. Allí practicaron varios rangos de tiro y perfeccionaban la coordinación entre los distintos miembros del equipo; los que avanzan disparando contra un objetivo a distancia entre el humo acre de una bengala, y los que les dan fuego de cobertura, casi en cuclillas, varios metros por detrás. Los casquillos saltan alegremente por los aires.

Foto: Ejercicios militares de la OTAN en Letonia, en octubre de 2018. (EFE/Valda Kalnina)

"Podemos decir que las señales que estamos recibiendo de las conversaciones son positivas, pero no ahogan el ruido de los bombardeos rusos", resumió la situación el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.

Sorprendentes concesiones

Esas señales positivas salían el martes de un palacio de Estambul, donde los negociadores rusos y ucranianos firmaron la jornada más fructífera hasta la fecha en sus varias conversaciones hacia un alto el fuego. Ucrania volvió a ofrecer su neutralidad a cambio de un acuerdo de paz que incluya garantías de seguridad. Entre los garantes de estos compromisos, propuso la delegación ucraniana, estarían los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU -Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia- y otros posibles como Turquía, Canadá, Polonia, Alemania e Israel. También se trató la posibilidad de un período de consultas de 15 años sobre el estatus de Crimea, anexionada ilegalmente por Rusia en 2014, así como conversaciones al más alto nivel sobre el futuro del Donbás, los dos puntos más sensibles en las negociaciones.

"Cualquier acuerdo de Rusia con Ucrania significa la derrota. Un acuerdo así sería el principio del fin del Estado ruso"

"Hoy, tenemos posiciones que pueden ser casi apoyadas tanto por la Federación Rusa como por los países garantes", dijo uno de los negociadores ucranianos, Mykhailo Podolyak, quien ha reiterado que cualquier acuerdo deberá ser ratificado en referéndum por sus compatriotas.

Más sorprendente fue que Rusia considerara aceptable, por primera vez, que Ucrania pueda formar parte de la Unión Europea, siempre que permanezca "no alineada" militarmente, fuera de la OTAN y sin bases extranjeras. El jefe negociador ruso, Vladímir Medinsky, incluso aseguró que Putin estaría dispuesto a reunirse con Zelenski una vez que los ministros de Exteriores hayan entrado directamente en las negociaciones de paz. "Todavía hay mucho camino por recorrer", aseguró más tarde el funcionario ruso a la agencia estatal TASS.

Estas supuestas concesiones han avivado las reticencias de algunos observadores que ven complicado cómo encajarlas en la narrativa doméstica Moscú. En el país, la propaganda sigue vendiendo una "operación militar especial" que siempre "va según el plan", pese a que cada día las sanciones occidentales hacen más mella en la economía de los hogares rusos. "Cualquier acuerdo de Rusia con Ucrania significa la derrota. Una derrota no solo a los ojos de los rusos y del ejército ruso, sino también a los ojos del mundo. Un acuerdo así sería el principio del fin del Estado ruso", aseguró Yakov Kedmi, analista internacional del principal canal estatal ruso, en uno de los programas de debate donde, cada noche, varios contertulios proponen medidas cada vez más agresivas contra Ucrania, la OTAN y la UE.

La muerte no para

Pero las conversaciones no han detenido las hostilidades. Los ojos siguen puestos en el enclave portuario de Mariúpol, cuya caída tras semanas de asedio ruso parece cuestión de días. La dirección de Naciones Unidas para Ucrania dijo que miles de civiles -5.000 personas, incluidos 210 menores, según las autoridades locales- podrían haber muerto en la ciudad, donde el 90% de los edificios habrían resultado dañados por el intenso bombardeo y fuego de artillería ruso. La oficina de una misión asesora de la Unión Europea en la ciudad fue bombardeada "recientemente", confirmó en un comunicado el Alto Representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell. Aunque el lugar ha sufrido "grandes daños", ningún trabajador resultó herido.

El presidente francés, Emmanuel Macron, conversó el martes con Putin por teléfono para plantearle un plan, en conjunto con Grecia y Turquía, para llevar a cabo una misión de rescate humanitario en Mariúpol. El mandatario ruso escuchó la propuesta y respondió con un parco "se lo pensará", según la versión del encuentro difundida por el Elíseo. Por su parte, el comunicado del Kremlin remarcó que "para resolver la grave situación humanitaria [de Mariúpol], los militantes nacionalistas ucranianos deben dejar de resistir y deponer las armas".

Foto: Una mujer compra en un supermercado de Moscú. (EFE/Maxim Shipenkov)

Estos intentos de Macron por mantener la vía diplomática abierta son cada vez más cuestionados entre sus propios aliados occidentales, que siguen buscando vías para aumentar la presión sobre Moscú. En la Unión Europea hay división sobre si sancionar las exportaciones energéticas rusas, una medida que podría disparar los problemas económicos en los Veintisiete, mientras Washington y Bruselas siguen presionando a China para que deje de ser un balón de oxígeno, político y económico, para el Kremlin.

"No creo que lo que está ocurriendo con la guerra de Rusia vaya a ayudar mucho a China, [ni que China] esté muy contenta con lo que está pasando", afirmó Borrell el lunes, en un encuentro con expertos del 'European Council on Foreign Relations' celebrado en Bruselas. "Pero no nos interesa inclinar a Rusia hacia China, lo que podría crear una gran alianza de China con otros países afines que no tienen un sistema democrático", avisó el diplomático jefe de la UE.

A las afueras de Lviv, ajenos a estas intrigas diplomáticas, los voluntarios siguen entrenando. El entusiasmo es tal que este cuerpo no regular acumula más de 200.000 efectivos en todo el país y desde hace semanas han tenido que comenzar a rechazar las solicitudes. Los que pasan el corte reciben entrenamiento como el de este martes, que incluye lecciones de defensa táctica, primeros auxilios o perfeccionar el manejo de armas, como los AK-74 que utilizan hoy. "Sabemos que somos la reserva del Ejército", asegura Taras Ishchyk, portavoz de las Fuerzas de Defensa Territorial en Lviv. "Tenemos que estar listos porque no sabemos qué va a pasar mañana, ni a qué escenarios nos enfrentaremos".

"Creemos que esto es un reposicionamiento, no una retirada real, y deberíamos estar preparados para ver una gran ofensiva contra otras áreas de Ucrania. Esto no significa que la amenaza contra Kiev haya acabado". El Pentágono resumió así el martes las grandes dosis de escepticismo con las Occidente digirió el anuncio de una desescalada parcial de la invasión rusa. Una decisión que, sospechan, podría tratarse de una treta de Vladímir Putin para rearmar su fallida ofensiva terrestre contra Kiev y otras grandes ciudades del país tras su aparente renuncia a tomarlas por asalto.

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