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Hora de negociar (ahora sí) en Ucrania: ¿quién puede mediar en una guerra empantanada?
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Todos apuntan a Pekín

Hora de negociar (ahora sí) en Ucrania: ¿quién puede mediar en una guerra empantanada?

Cumplido el mes de la invasión, las tropas rusas se han estancado y las negociaciones no culminan en un alto el fuego. Hace falta alguien que convenza a Putin, y todo apunta a China

Foto: Única reunión entre los ministros de Exteriores de Rusia y Ucrania hasta ahora, en Antalya, Turquía. (EFE/Cem Ozdel)
Única reunión entre los ministros de Exteriores de Rusia y Ucrania hasta ahora, en Antalya, Turquía. (EFE/Cem Ozdel)
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Tras más de un mes de guerra y con las tropas invasoras estancadas, Vladímir Putin ha virado su estrategia. Los principales objetivos de la 'operación militar especial' —el descabezamiento del Gobierno de Volodímir Zelenski y la desmilitarización de sus Fuerzas Armadas— parecen ahora poco realistas. Es momento, aseguró el viernes el alto mando del Ejército de Rusia, de centrarse en el Donbás. Esta nueva fase del conflicto hace que las conversaciones para buscar una salida negociada cobren una nueva dimensión. Y para que esas discusiones puedan llevar a una solución estable, las partes van a necesitar un mediador aceptable y confiable para ambas partes.

"Hay razones para creer que [Moscú] está considerando el escenario coreano para Ucrania", ha dicho el jefe de la Inteligencia de Defensa de Ucrania, el general de brigada Kirill Budanov, en una declaración al servicio de prensa oficial. "En otras palabras, tratará de imponer una línea de separación entre las regiones no ocupadas y las ocupadas de nuestro país". El riesgo de una partición del país no es infundado. Leonid Pasechnik, líder de la autoproclamada república popular de Lugansk, pidió el domingo un referéndum en la región para unirse a la Federación de Rusia.

Foto: Manifestantes contra la guerra en la capital de Georgia. (Reuters/Irakli Gedenidze)

En este escenario, Putin parece haber cedido —por ahora— a sus planes de conquistar la capital ucraniana y otras grandes ciudades y ha pasado a una guerra de desgaste, dispuesto a minar la confianza de militares y civiles ucranianos a base de bombardeos continuos e indiscriminados mientras consolida su posición al este del río Dniéper. La feroz resistencia de Mariúpol y a las afueras de la capital, Kiev, muestra que cualquier potencial victoria rusa está lejos de consumarse. La eventual contención geográfica de la guerra parece anunciar un conflicto largo, con un vencedor difícil de declarar, y también una ventana de oportunidad para las negociaciones.

Las próximas horas pueden ser clave en pos de un alto el fuego, tras el anuncio por parte de la delegación ucraniana de que esta semana comienza una nueva ronda de reuniones en Turquía que se prolongará hasta el miércoles. Aunque en Occidente y entre muchos ucranianos existe el miedo a que Rusia solo esté intentando ganar tiempo mientras solventa sus problemas logísticos —con bombardeos rusos contra Lviv durante el fin de semana, después de anunciar que se centrarían en el Donbás—, en ambas partes hay incentivos para lograr avanzar. Cuanto más tiempo pasa, Ucrania acumula bajas civiles y daños en todo tipo de infraestructuras, desde edificios residenciales a hospitales o teatros. Para el Kremlin, cada día supone más desgaste financiero, presionado por el coste de la invasión y las duras sanciones internacionales.

Foto: EC

Las negociaciones hasta la fecha, con varias reuniones en la frontera bieolorrusa, en territorio turco y telemáticamente, han sufrido varios altibajos. El ambiente no es muy positivo, después de que el ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, dijera en una reciente entrevista con 'The Economist' que no es “demasiado optimista sobre la marcha de las conversaciones”. "No están tan confiados y seguros de sí mismos como en los primeros días... Pero en todas las cuestiones importantes siguen estando donde estaban [cuando comenzaron las negociaciones]".

Sobre la mesa, se da por hecho que Ucrania renunciará a entrar en la OTAN, pero las exigencias rusas respecto a la desmilitarización y neutralidad del país vecino continúan impidiendo que se consume un acuerdo. También estarán en juego el estatus de Donetsk y Lugansk, el reconocimiento de la anexión de Crimea, la presencia de tropas rusas en territorio ucraniano o la retirada de las sanciones a Rusia. Además, inevitablemente las negociaciones deben abordar de fondo las demandas de Moscú sobre la arquitectura de seguridad en Europa.

La complejidad de estos elementos hace necesaria la eventual mediación de una tercera parte que actúe como garante de cualquier potencial solución. El Confindencial ha conversado con varios exministros de Exteriores y expertos en negociación diplomática para analizar quién y cómo podría actuar como catalizador de un eventual acuerdo de paz.

China, China, China

“La única posibilidad de mediación real por su capacidad de influencia sobre Rusia es China”, responde tajante el exministro de Exteriores Josep Piqué, ejemplificando el sentimiento mayoritario de analistas y expertos sobre qué país puede propiciar el final de la guerra. China se muestra ambigua sobre la invasión de Ucrania: por un lado, no ha condenado las acciones de Putin y su propaganda se esfuerza en comprender las razones rusas para agredir al país vecino; por otro, asegura una y otra vez que respeta la integridad territorial de todos los países del mundo —también de Ucrania, con quien mantiene excelentes relaciones—, en un intento por hacer valer la idea de que solo hay una China y que esta incluye Taiwán. No obstante, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, China se ha abstenido en todas las votaciones contra Rusia tras la invasión.

Estados Unidos y la Unión Europea llevan semanas, incluso antes de la invasión, intentando que Xi Jinping ejerza presión sobre su aliado Vladímir Putin para evitar que continúe el derramamiento de sangre. En su última reunión conjunta en Bruselas, los aliados instaron a China a "pedir un final pacífico del conflicto" en Ucrania. “No hay alternativa. No podemos ser nosotros los mediadores (...) Debe ser China, confío en ello”, había asegurado el alto representante para la Política Exterior de la UE en una reciente entrevista con el diario 'El Mundo'.

Foto: Único encuentro entre los ministros de Exteriores de Rusia y Ucrania desde el comienzo de la guerra en Turquía. (Reuters)

Xi y Putin se declararon una amistad “sin límites” en la visita del ruso a China con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín. Entonces, la invasión todavía era una amenaza sin consumar. Sin embargo, desde el comienzo de la guerra, los altos cargos chinos han medido sus palabras al detalle e incluso han negado las acusaciones estadounidenses acerca de una posible ayuda militar china a Rusia en Ucrania. El embajador chino en Estados Unidos, Qing Gang, ha declarado que “la cooperación entre China y Rusia no tiene ámbitos vedados, pero sí un límite". Y no es otro que “los principios de la Carta de Naciones Unidas”.

Algunos de los sinólogos más prestigiosos del mundo, miembros del ChinaPol, creen que China “está incómoda” y es consciente de que su apoyo velado a Putin puede conllevar consecuencias (en forma de sanciones y ostracismo) con las que Pekín no está dispuesta a tragar. Dentro de la propia China, se está produciendo un intenso debate sobre la posición de su país en la guerra. Hu Wei, asesor del Consejo de Estado chino, publicó un artículo —bloqueado horas más tarde en China— a favor de un cambio en la política china sobre Ucrania: “Cortar con Putin y renunciar a la neutralidad ayudará a construir la imagen internacional de China y facilitará sus relaciones con Estados Unidos y Occidente". La apuesta occidental pasa por convencer a China de que esté en el, a sus ojos, lado correcto de la historia.

Foto: Los presidente de Rusia y China, Vladímir Putin y Xi Jinping, reunidos en una imagen de archivo. (Getty/Ed Jones)

Pero China no es neutral nunca, persigue sus propios intereses y si ejerce algún tipo de mediación esperará obtener rédito a cambio. Los editoriales de la edición en inglés del 'Global Times', la propaganda del Partido Comunista dirigida al público occidental, defienden la legitimidad de la llamada a la paz en Ucrania por parte de China y acusan a EEUU de ser el responsable último de la guerra por sus tensiones con Rusia. “Corresponde al que lo hace deshacer el nudo", rematan.

Una opción para que China evite desautorizar la cruzada de Putin es que Xi ejerza una presión indirecta. En lugar de sentarse a la misma mesa con ucranianos y rusos, el presidente chino puede invitar en privado a su homólogo ruso a detener sus esfuerzos militares en Ucrania. “No se trata de una mediación entre dos países en conflicto, sino de parar a un señor que ha decidido invadir ilegal y criminalmente otro país, y hay que convencerlo de que eso no puede ser”, explica Piqué.

¿Y si no es China?

¿Quién puede presidir los esfuerzos hacia un acuerdo de paz? Hasta el momento, dos países están llevando a cabo los mayores esfuerzos por encontrar una solución diplomática: Turquía e Israel. “No estamos en un mundo en que haya un solo actor que pueda imponer la paz por su capacidad política, estratégica y militar”, afirma el exministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, actual alto representante de las Naciones Unidas para la Alianza de las Civilizaciones. Una visión que comparte la también exministra de Exteriores Arancha González Laya. “Nuestro objetivo es colectivo, y ahora ya no estoy hablando de un país o de dos países. Como humanidad, deberíamos intentar parar esta guerra lo antes posible”, concluye.

Moratinos estuvo presente en el Foro de la Diplomacia de Antalya, Turquía, donde se reunieron por primera y única vez los ministros de Exteriores de Rusia y Turquía. “Cuanta más gente se involucre, mejor. El Gobierno israelí también ha hecho una serie de intentos y pienso que todos deben recibir nuestro apoyo”, añade. “Turquía e Israel lo están intentando, pero no creo que tengan la capacidad de ejercer esa mediación”, opina por su parte Piqué. Erdogan ha jugado un papel ambiguo incluso antes del conflicto y sus buenas relaciones con Putin se evidenciaron con la compra de los misiles S400 a Rusia y la consiguiente disputa diplomática con EEUU. Turquía sigue siendo miembro de la OTAN y es difícil que Rusia la considere neutral, pero está sabiendo jugar sus cartas como potencia regional.

Foto: El prisidente turco Erdogan durante el G20 de 2019. (Reuters/Jorge Silva) Opinión

Respecto a Israel, aliado y dependiente de la ayuda estadounidense en materia de defensa, tampoco piensa que encaje en el puzle. “Es verdad que Israel ha tenido siempre una relación muy peculiar con Rusia, basada además en la gran presencia de inmigrantes judíos rusos, pero me resultaría muy raro”, reflexiona Piqué. “Rusia ha aceptado esa eventual mediación para dar la impresión de que estaba haciendo esfuerzos diplomáticos”. Los propios israelíes tampoco lo tienen claro, pese a las llamadas de Zelenski, de origen judío, a encontrarse con Putin en Jerusalén. El exministro de Exteriores israelí Shlomo Ben Ami considera que la visión del presidente ucraniano sobre la fuerza que puede ejercer Israel sobre Rusia está algo distorsionada. “Para dar garantías, tienes que ser un poder mucho mayor”, explica.

Por su tradición pacifista y su posición geográfica, muchos apuntan a la posibilidad de que los países nórdicos tomen la responsabilidad de liderar los esfuerzos diplomáticos.Los finlandeses son los que mejor entienden a Rusia, por cercanía y porque lucharon contra ellos varias veces”, apunta Ben Ami. Sin embargo, la opinión pública finlandesa, hasta ahora reacia a entrar en la OTAN, está cambiando muy rápido ante la amenaza rusa y no será fácil que sus dirigentes den el paso diplomático necesario. Noruega, el país mediador por excelencia, tampoco ha mostrado su predisposición a buscar una salida negociada con Putin y su ministra de Exteriores, Anniken Huitfeldt, anunció a comienzos de marzo que el contacto con las autoridades rusas quedaba “reducido al mínimo”, en línea con el resto de países europeos.

Merkel, un Joker y... China

Las sospechas sobre la voluntad de Rusia de llegar a un verdadero acuerdo, las líneas rojas ucranianas y la falta de un mediador creíble mientras China no acepte el encargo hacen de esta una de las negociaciones de paz con menos probabilidades de éxito de los últimos tiempos sin que haya siquiera empezado. Además de los países mencionados, el excanciller alemán Gerhard Schröder tambien ha realizado un intento de mediación, viajando a Moscú en las primeras semanas de la invasión para entrevistarse con Putin. Sin embargo, de aquel encuentro no salió ningún resultado tangible y Schröder ha sido descartado en Occidente como un interlocutor válido por llevar años a sueldo de grandes empresas rusas.

¿Existe algún personaje con la influencia suficiente como para superar todos los obstáculos que impiden un acuerdo? También en Alemania, el país europeo que ha mantenido y mantiene una relación más estrecha con Rusia, ha circulado el nombre de la excanciller Angela Merkel como posible mediadora. “Creo que es la persona que entiende más que nadie a Putin”, piensa Ben Ami. Para ello, no obstante, habría que convencer a Merkel de que abandonara su retiro y pusiera en juego su capital político en pos de la paz en Ucrania. En su última visita de Estado a Washington, preguntaron a Merkel por su jubilación: “Voy a entender muy rápidamente que todo esto es ahora responsabilidad de otra persona. Y creo que esa situación me va a gustar mucho".

Foto: El exministro de Exteriores de Israel, Shlomo Ben Ami. (EFE/Alfredo Aldai)

De la capital de EEUU podría salir un actor inesperado, pero con el magnetismo, la falta de escrúpulos y la cercanía a Putin necesarios para que el presidente ruso, al menos, escuche. No es el Joker, pero sí una carta comodín: Donald J. Trump, el único líder estadounidense en reunirse con Kim Jong-un —o cualquier mandatario norcoreano desde la Guerra de Corea— y el arquitecto de los Acuerdos de Abraham, que han traído la normalización de relaciones entre Israel y varios países árabes, ignorando para ello la causa palestina y la solución de los dos Estados. Desde el comienzo de la invasión, Trump ha sugerido bombardear Rusia con aviones disfrazados con banderas chinas o enviar submarinos nucleares (“las máquinas más potentes jamás construidas, construidas bajo mi mandato”) en dirección a Moscú, si Putin vuelve a utilizar la palabra que empieza por N.

“No creo que el presidente Biden aceptara cualquier posibilidad de mediación de Trump bajo ningún concepto”, asevera el exministro Piqué. También recuerda que Trump “ha intentado cargarse la democracia estadounidense” y todavía está por dilucidar “hasta qué punto debe su presidencia a Rusia”. Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca… reza la máxima que Arthur Conan Doyle ideó para resolver los imposibles casos del detective más famoso de la historia. “Bien está darle vueltas a la cabeza, la solución puede venir del sitio menos pensado. Pero racionalmente, la única solución objetiva es China”, sentencia Piqué.

Tras más de un mes de guerra y con las tropas invasoras estancadas, Vladímir Putin ha virado su estrategia. Los principales objetivos de la 'operación militar especial' —el descabezamiento del Gobierno de Volodímir Zelenski y la desmilitarización de sus Fuerzas Armadas— parecen ahora poco realistas. Es momento, aseguró el viernes el alto mando del Ejército de Rusia, de centrarse en el Donbás. Esta nueva fase del conflicto hace que las conversaciones para buscar una salida negociada cobren una nueva dimensión. Y para que esas discusiones puedan llevar a una solución estable, las partes van a necesitar un mediador aceptable y confiable para ambas partes.

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