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'BFF geopolíticos' o por qué el ruso sigue siendo el 2º idioma más estudiado en China
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la alianza que no sorprendió a nadie

'BFF geopolíticos' o por qué el ruso sigue siendo el 2º idioma más estudiado en China

La imagen de los Juegos Olímpicos de Invierno que más preocupa a Occidente fue la de Putin en la ceremonia de inauguración en Pekín. Una asistencia personal que muestra la sintonía política y diplomática entre Rusia y China

Foto: Vladimir Putin y Xi Jinping en una cumbre en 2019. (Getty/Kim Kyung-Hoon)
Vladimir Putin y Xi Jinping en una cumbre en 2019. (Getty/Kim Kyung-Hoon)
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En Pekín, se respiran aires de entusiasmo por los Juegos Olímpicos de Invierno. En Sanlitun, el centro comercial por excelencia de la capital china, hay colas para comprar muñecos del oso panda 'Bing Dwen Dwen' —mascota oficial del evento—; mientras la carismática esquiadora Eileen Gu, reciente medalla de oro para China en estilo libre, sonríe a los viandantes desde casi cada afiche publicitario disponible en las calles, contribuyendo a este enardecimiento patrio. La cita no puede compararse con los Juegos de Verano de 2008; pero tras casi dos años grises de pandemia, el espíritu festivo y nacionalista es palpable. Como también lo son los ánimos en el tablero geopolítico.

China está aprovechando la competencia invernal para tomar nota de quién ha mostrado sus respetos y quién ha preferido alinearse con Washington, cuyo boicot diplomático convirtió estos Juegos de Invierno en un símbolo de la lucha entre las dos grandes potencias por controlar la narrativa global. Reino Unido, Canadá, Australia, Alemania, Estonia, Bélgica, India, Dinamarca o Lituania acompasaron a Estados Unidos en su desaire diplomático, justificado en los abusos de derechos humanos en el gigante asiático. Otros, como España o Corea del Sur, se han puesto de perfil. Y finalmente, algunos no han dudado en retratarse de frente con Pekín, como el presidente argentino, Alberto Fernández, cuya visita incluyó una inusual parada en el mausoleo de Mao. "Sin el partido comunista no hay una nueva China”, le dijo a Xi Jinping a través de su embajador en un video que tuvo más de cuatro millones de visitas en TikTok.

Foto: Xi Jinping. (EFE)
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De todos los que se han cuadrado con Pekín, el que dejó la imagen más clara y contundente —y la que más preocupa a Occidente— fue la del presidente ruso, Vladímir Putin, presente en la ceremonia de inauguración en el Estadio Nacional de Pekín. Una asistencia personal que muestra la buena sintonía política y diplomática que atraviesan las dos naciones revitalizada por la seguridad de tener un adversario común: Estados Unidos.

La hostilidad compartida hacia Washington ha servido para estrechar los lazos y llevar la relación a su momento más dulce en siete décadas, tras una historia marcada por la competencia, la cautela y, no pocas veces, el conflicto. Nada más revelador de esta inestable pero arraigada alianza que el hecho de que la segunda lengua extranjera más estudiada en China sigue siendo el ruso, solo por detrás del inglés y por encima del español, según un estudio publicado por la Universidad de Lenguas Extranjeras de Pekín. “Idiomas como el inglés se estudian por razones comerciales o buscando oportunidades de trabajo. Sin embargo, el ruso se estudia por un recuerdo de los años en los cuales los dos países estuvieron hermanados”, asegura Hu Song, profesor de la universidad que realizó la investigación.

De la competidores a complementarios

La República Popular China y Rusia —entonces la URSS— separaron sus caminos en la década de los 50, cuando los dos grandes faros del comunismo global chocaron precisamente por su interpretación radicalmente distinta de la doctrina marxista y su aplicación práctica, así como intereses geopolíticos cada vez más divergentes. En aquel entonces, Mao Zedong, apodado el Gran Timonel, postulaba una posición de beligerancia contra los países capitalistas, mientras que los líderes rusos estaban en la fase de aceptar una coexistencia pacífica. Una relación tirante que no se normalizó hasta el apretón de manos entre Mijaíl Gorbachov y Deng Xioaping durante una visita a China en 1989, poco antes del comienzo del fin de la Guerra Fría.

Superadas las diatribas ideológicas del pasado, hoy la situación es muy diferente. China posee tecnología y capacidad industrial que Rusia necesita, como la telefonía 5G, así como grandes capitales para invertir. Rusia, por su parte, cuenta con ingentes recursos naturales, como el gas y el petróleo, que la potencia asiática necesita asegurar para mantener su tasa de crecimiento. “Las economías de China y de Rusia son hoy complementarias y también lo son sus intereses políticos, fundamentalmente por su oposición a Washington. A todo esto hay que sumar el buen entendimiento y los proyectos personales que llevan en paralelo Xi Jinping y Vladímir Putin”, opina un académico de la Universidad de Renmin que no está autorizado a declarar.

Foto: Foto: Reuters/Tyrone Siu.

En este encuentro invernal, el número 38 entre Putin y Xi, los mandatarios se respaldaron mutuamente en todos los frentes geopolíticos: China rechazó la posible expansión de la OTAN en Europa del este, Rusia criticó el Aukus, la nueva alianza militar entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia para contrarrestar la influencia de Pekín en el Pacífico, y respaldo la reclamación de soberanía china sobre Taiwán. Además, suscribieron una quincena de acuerdos, incluyendo la ampliación del gasoducto Poder de Suberia 1, entre ambos países.

“[China y Rusia se comprometen a] contrarrestar la interferencia de fuerzas externas en los asuntos internos de países soberanos bajo cualquier pretexto, oponerse a las revoluciones de colores e incrementar la cooperación”, dijeron los líderes en un comunicado conjunto en el que pidieron a Washington que abandone los planes para desplegar misiles de alcance intermedio en Europa y Asia.

"[Las relaciones entre los dos países] han asumido un carácter realmente sin precedentes", resumió Putin tras el encuentro.

Apoyo, desde la barrera

Desde Estados Unidos ven cada vez con más preocupación esta alianza y no han pasado por alto el espaldarazo chino al Kremlin en su escalada de tensiones con Ucrania. La cercanía es tal que varios medios estadounidenses han especulado con que el presidente china habría pedido a Putin no realizar ninguna ofensiva mientras se celebran los Juegos de Invierno —que concluyen el domingo 20 de febrero— para no opacar el evento. La información ha sido desmentida por la Embajada de china en Moscú, alegando que se trataba de declaraciones “engañosas y provocativas”.

Sea como fuere, China no tiene ninguna intención de participar militarmente en un eventual conflicto entre Rusia y Ucrania —como tampoco parece que lo harían EEUU ni sus aliados de la OTAN—. En estas cuestiones, Pekín sigue manteniendo una actitud cautelosa en estas cuestiones de seguridad, pero su respaldo diplomático es clave para Moscú y parece más decidido que hace ocho años. En 2014, cuando Rusia atacó a Ucrania y se anexionó Crimea, China se limitó a decir que "respeta la independencia, soberanía e integridad territorial de Ucrania", pero se abstuvo de participar en la votación del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía condenar la ofensiva de Moscú. Al mismo tiempo, sus empresas están presentes en Ucrania y también en la península de Crimea, aunque Pekín nunca reconoció la anexión por parte de Rusia.

Foto: Una ceremonia en recuerdo de los caídos en Kiev. (Reuters/Valentyn Ogirenko)

También se ha especulado con la posibilidad de que China aproveche la desestabilización que seguiría a cualquier potencial escalada miliar rusa en Ucrania para ejecutar su propio movimiento ofensivo contra Taiwán, país que China reclama como propio —cada vez más ruidosamente—. Las autoridades chinas niegan cualquier plan de invasión contra la isla democrática y autónoma de 23 millones de habitantes, pero la retórica de Pekín es cada vez más agresiva y los sobrevuelo militares cada vez más frecuentes.

“Lo que no queda claro en todo esto es qué tiene Estados Unidos para ganar este conflicto. Las sanciones con Rusia aumentarán el precio de la energía e impactarán en la inflación, que ya comienza a ser preocupante. El conflicto con China, hasta hace algunos años un aliado, le hará perder un cliente y un proveedor clave, al tiempo que la influencia global de Washington decae”, concluye el profesor consultado.

En Pekín, se respiran aires de entusiasmo por los Juegos Olímpicos de Invierno. En Sanlitun, el centro comercial por excelencia de la capital china, hay colas para comprar muñecos del oso panda 'Bing Dwen Dwen' —mascota oficial del evento—; mientras la carismática esquiadora Eileen Gu, reciente medalla de oro para China en estilo libre, sonríe a los viandantes desde casi cada afiche publicitario disponible en las calles, contribuyendo a este enardecimiento patrio. La cita no puede compararse con los Juegos de Verano de 2008; pero tras casi dos años grises de pandemia, el espíritu festivo y nacionalista es palpable. Como también lo son los ánimos en el tablero geopolítico.

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