Cómo dos cárteles de la droga mexicanos llegaron a dominar el suministro de fentanilo en EEUU
Las organizaciones de Sinaloa y Jalisco son una fuente dominante del opioide sintético, una de las principales causas que protagonizan la crisis estadounidense de las sobredosis
En una casa a medio construir en un barrio pobre, un empleado veterano del cártel de Sinaloa utilizaba una pala para mezclar productos químicos en un barril de aceite a fuego lento.
El brebaje que estaba preparando era una forma ilegal de fentanilo que las organizaciones criminales mexicanas están produciendo a gran escala en laboratorios y pasando de contrabando a través de la frontera con EEUU. Según el empleado, en una semana de trabajo de seis días puede hacer suficiente fentanilo para cientos de miles de dosis.
Con su inteligencia empresarial y el creciente poder del que disfrutan en territorio mexicano, el cártel de Sinaloa y su rival, el cártel de Jalisco, dominan el mercado de suministro de fentanilo en EEUU. Acapararon el mercado después de que China tomara medidas contra la producción de fentanilo hace varios años y ahora están produciendo versiones de contrabando de este potente opioide sintético que, en su forma legal, se utiliza con receta médica para tratar el dolor intenso.
La fórmula barata y fácil de reproducir del fentanilo ha aumentado su atractivo para las redes criminales. También está alimentando una crisis de sobredosis que se cobró más de 108.000 vidas en Estados Unidos el año pasado, un récord.
"Si fuera un atleta, la gente lo llamaría 'El G.O.A.T.' ", afirma Jim Crotty, que sirvió como jefe de personal adjunto en la Administración de Control de Drogas de 2019 a 2021. "De hecho, es la droga más perniciosa, la más devastadora que hemos visto".
Como un trabajador de fábrica en una corporación multinacional, el cocinero de fentanilo, de 25 años, es parte de una línea de producción que abarca todo el mundo y que fabrica la exportación altamente rentable de los cárteles. Estos rudimentarios laboratorios —no se sabe cuántos hay— pueden instalarse de forma económica y rápida, y ser desmontados y trasladados o abandonados para eludir a las fuerzas de seguridad.
El cocinero cuenta que gana hasta 2.500 dólares a la semana dirigiendo su laboratorio unipersonal, donde se pone un traje para materiales peligrosos, gafas oscuras y una máscara de tela negra. Si se marea, bebe leche. En el laboratorio, de unos tres metros cuadrados, hay jarras que contienen un líquido transparente con la inscripción "acetona pura". Otros están marcados como "Fentanilo XXX" y "producto químico chino".
Los dos cárteles llevan el nombre de sus respectivos bastiones en los estados de la costa pacífica de México. Sinaloa es una organización criminal con décadas de antigüedad, profundamente arraigada en la economía, la política y la cultura del salvaje noroeste de México, según los analistas y las autoridades. Jalisco, más al sur, es un advenedizo relativo, y ha desafiado violentamente a Sinaloa por la cuota de mercado.
La producción de fentanilo es más sencilla que la de la heroína, porque es totalmente sintético y no requiere el cultivo de las amapolas necesarias para la heroína. Las redadas de laboratorios mexicanos o las grandes incautaciones en la frontera pueden compensarse rápidamente con nuevos lotes sin tener que esperar a cosechar los cultivos o pagar a los agricultores.
Su fabricación también es más barata. El opio de origen vegetal necesario para producir un kilo de heroína puede costar a los productores unos 6.000 dólares, mientras que los precursores químicos para fabricar un kilo de fentanilo cuestan 200 dólares o menos, según explica Bryce Pardo, director asociado del Centro de Investigación sobre Políticas de Drogas de Rand Corp., que ayudó en la dirección de un informe bipartidista reciente sobre opioides sintéticos.
"Los opioides sintéticos ofrecen ventajas económicas y tácticas que permiten a los delincuentes superar ampliamente los esfuerzos de aplicación de la ley", señala el informe. El informe estima que las exportaciones de drogas ilegales a Estados Unidos desde México ascienden a decenas de miles de millones de dólares anuales, y que el fentanilo representa una parte cada vez mayor del negocio.
El perfil de la heroína se ha ido reduciendo a medida que aumenta la disponibilidad del fentanilo. Algunos cultivadores mexicanos de amapola en las montañas de Sinaloa declaran haber perdido ingresos a medida que los cárteles se alejan de la heroína, y han abandonado sus terrenos.
El "producto principal"
El cártel de Sinaloa es el líder del mercado, explica Renato Sales, ex jefe de seguridad de México. Funcionarios tanto estadounidenses como mexicanos compararon su funcionamiento con el de una empresa, que fabrica y comercializa una serie de drogas ilegales y cultiva vínculos con proveedores en docenas de países de América Latina, Europa y Asia. Se cree que el cártel cuenta con diferentes unidades que se encargan de tareas como la seguridad, el blanqueo de dinero, el transporte, la producción y el soborno de funcionarios públicos.
El cártel domina la economía y la vida de Culiacán, una ciudad semitropical de coches de lujo, urbanizaciones cerradas y barrios pobres. El centro de la ciudad incluye un santuario a Jesús Malverde, un bandido al que muchos de los narcotraficantes de Sinaloa han adoptado como santo popular. Un cementerio que alberga tumbas climatizadas de tres pisos de altura es lugar de descanso sagrado para prominentes capos de la droga, y sus no tan prominentes sicarios, para los que algunos de sus jefes compran parcelas al por mayor.
En la tienda de regalos del aeropuerto de la ciudad, los visitantes pueden comprar gorras de béisbol con el número 701, en referencia al puesto que ocupa Joaquín "El Chapo" Guzmán en la lista Forbes de las personas más ricas de 2009, el capo de la droga e hijo de Sinaloa que cumple cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad en Colorado.
En junio, la fiscalía estadounidense de San Diego informó de que 26 personas habían sido acusadas tras una investigación de dos años sobre lo que las fuerzas del orden describieron como una amplia operación que partía de Sinaloa. La droga incautada incluía metanfetamina, cocaína, heroína y casi 500.000 pastillas falsas con trazas de fentanilo, según los investigadores. La Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) identificó a presuntas mulas, administradores de escondites y personas que hacían contrabando con las ganancias, llevándolas de vuelta a México.
Otra operación de la DEA en 2020 condujo a la detención de más de 600 presuntos miembros del cártel de Jalisco en Estados Unidos. Dicho cártel está luchando con el de Sinaloa por el control de los puertos marítimos a los que llegan los ingredientes químicos del fentanilo desde China, así como de las rutas que atraviesan el país y los pasos fronterizos hacia Estados Unidos.
La producción ilegal de fentanilo se ha disparado en el pasado. Una oleada de fentanilo en 2005 en algunas zonas de Estados Unidos, incluido el Medio Oeste, llevó a las autoridades a un único laboratorio ilegal en la ciudad de Toluca, cerca de Ciudad de México. Su cierre ayudó a frenar el problema durante un tiempo.
En la década de 2010 se instauró una nueva crisis del fentanilo, más amplia que la anterior, a medida que las drogas fluían desde China, a veces a través de México, y los cárteles aumentaban su propia producción. La mitad este de Estados Unidos se vio especialmente afectada, ya que el fentanilo en polvo se mezclaba con el suministro de heroína, lo que a veces cogía desprevenidos a los consumidores y provocaba un aumento de las sobredosis mortales.
En mayo de 2019, como respuesta a la presión ejercida por Estados Unidos, China puso los medicamentos relacionados con el fentanilo bajo un régimen regulatorio controlado. Al año siguiente, las incautaciones de fentanilo procedentes de China en Estados Unidos se redujeron drásticamente, según un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno.
"Como todos sabemos, China no es una democracia", subraya Jim Carroll, cabeza de las estrategias antidrogas de Estados Unidos bajo el expresidente Donald Trump. "Pueden tomar medidas adversas muy rápidas contra estos productores". Los fabricantes chinos de productos químicos siguen vendiendo los ingredientes del fentanilo, muchos de los cuales tienen una serie de usos legítimos.
Genios del marketing
Según Uttam Dhillon, que ejerció como administrador interino de la DEA bajo Trump, los cárteles mexicanos estaban preparados para sacar provecho. Cuenta que ya habían establecido redes de tráfico construidas alrededor de drogas como la cocaína, la marihuana y la heroína. Subraya además que tenían relaciones con los fabricantes de productos químicos chinos, así como experiencia en la gestión de los laboratorios de fabricación de drogas, a través de su producción de metanfetamina, otra droga sintética que están enviando a los EEUU.
Según la DEA, los cárteles están publicitando sus productos sintéticos en más partes del país. La metanfetamina está más presente en algunos estados del este, donde antes era poco común, mientras que el fentanilo está creciendo en el oeste. Su potencia y la falta de control de calidad en el mercado negro hacen que cause sobredosis con facilidad, incluso cuando los consumidores no saben que el fentanilo está mezclado con otras drogas o simplemente se vende como tal.
Según las autoridades policiales, la droga llega a menudo en forma de falsos comprimidos que parecen medicamentos con receta, incluidos analgésicos. La DEA cree que estas falsificaciones, a menudo marcadas para que parezcan píldoras reales de oxicodona de 30 miligramos, tienen como objetivo conducir a los consumidores de medicamentos recetados hacia un producto ilícito fabricado por los cárteles. Los cárteles "no solo llenan un vacío, sino que crean un mercado", advierte Dhillon.
Las píldoras son tan omnipresentes que su precio ha ido bajando, lo que genera presión sobre los cárteles para que lancen nuevos productos, según un productor de fentanilo de 27 años que dirige un laboratorio clandestino en Culiacán. Cuenta que él y un socio están experimentando con una nueva versión destinada a ser un 30% más potente que las típicas pastillas falsas de oxicodona, conocidas como M30.
Las nuevas pastillas, de color rosa, amarillo y verde, tienen la forma de una calavera, una imagen folclórica icónica de México, y no intentan imitar la medicación real. Además, están hechas con sabor a mantequilla, de forma que, cuando se funden en papel de aluminio con una llama, las pastillas dejan un rastro dorado y huelen a palomitas de caramelo, signos reveladores de la calidad, explica el productor.
Cuenta que ha llegado a fabricar hasta un millón de pastillas en una semana. Hace poco, un húmedo día, otro trabajador de su laboratorio tuvo que parar periódicamente una de sus máquinas —una prensa de píldoras de 4.000 dólares fabricada en China— para eliminar atascos. "La M30 no está funcionando muy bien. Todo el mundo las está fabricando", dijo el productor. La nueva píldora, dijo, "generará mucha demanda".
Productos químicos comunes
La dinámica del mercado del fentanilo ha demostrado ser difícil de alterar. Uno de los problemas es que muchos de los precursores químicos fabricados en China se utilizan también en productos farmacéuticos legítimos. Incluso cuando algunos están controlados, los fabricantes de fentanilo pueden elegir diferentes ingredientes entre una serie de productos químicos disponibles, según el reciente informe bipartidista estadounidense.
La sustancia química 4-piperidona, por ejemplo, es un componente común del fentanilo que también se utiliza para la investigación farmacéutica legítima.
Unas 160.000 empresas en China producen productos químicos utilizados en el ensamblaje de fármacos en lotes tan pequeños como decenas de toneladas métricas, estimó el Departamento de Estado a principios de 2021, aunque las estimaciones varían ampliamente.
Según Rahul Gupta, director de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca de Biden, Estados Unidos está pidiendo a China que haga cumplir la normativa de etiquetado adecuado de los envíos de productos químicos y que se ponga de acuerdo sobre qué productos químicos regulados se pueden utilizar para fabricar fentanilo, de modo que puedan ser rastreados.
Un informe de 2021 elaborado por dos investigadores del Instituto de Investigación Criminal de la Universidad Popular de Seguridad Pública de China, la más alta academia de policía del país, hace hincapié en la escasa formación y la falta de claridad en las líneas de mando de las divisiones de lucha contra la droga en China. Los investigadores señalaron que los encargados de inspeccionar las plantas químicas no suelen tener los medios ni los conocimientos necesarios para identificar los precursores del fentanilo.
Estados Unidos quiere que China aplique a los fabricantes de productos químicos lo que se conoce como "procedimientos de conocimiento del cliente" ('know your customer procedures'), de modo que los fabricantes sean responsables del destino de sus productos, explica Gupta.
China rechaza la caracterización estadounidense del papel del país en la cadena de suministro ilícita de fentanilo. En un comunicado de la embajada china en Washington, D.C., se promocionan los esfuerzos de China por controlar los precursores de drogas y se afirma que es falso que estos productos químicos sean la base del problema del fentanilo en Estados Unidos. "Estados Unidos mismo tiene la culpa de la causa fundamental del consumo de fentanilo en el país", reza el comunicado.
Un endurecimiento de las medidas chinas contra los precursores podría no perturbar el mercado ni frenar a los cárteles, ya que estos podrían comprar productos químicos en otros países, incluida la India. "Hay muchos lugares de los que pueden provenir estos mismos productos químicos", advirtió en una conferencia reciente el representante David Trone (partido demócrata, Maryland), que copreside una comisión federal sobre el tráfico de opioides sintéticos, autora del informe bipartidista de este año.
Para tratar de impedir que los precursores del fentanilo entren en México desde Asia, el presidente Andrés Manuel López Obrador puso los puertos del país y su mayor aeropuerto en Ciudad de México bajo el control de la marina mexicana.
En junio, la marina declaró que habían incautado unas 320 toneladas de sustancias químicas destinadas a la producción de drogas ilícitas en los últimos seis meses. Las autoridades mexicanas también han destruido alrededor de 1.000 laboratorios, el 90% de ellos en Sinaloa, que producían drogas sintéticas, principalmente metanfetamina, en los tres años y medio desde que López Obrador asumió el cargo, según un alto oficial de la marina mexicana.
Desde 2017, México ha desmantelado unos 22 sitios de producción de fentanilo, expresa Óscar Santiago Quintos, jefe de la agencia de inteligencia criminal de la oficina del fiscal general. En una redada del pasado mes de julio, los soldados mexicanos capturaron 543 kilos de lo que dijeron que era fentanilo, la mayor incautación en la historia de México.
Las incautaciones en Estados Unidos el año pasado incluyeron 20,4 millones de pastillas falsas, según la DEA. El fentanilo y otras drogas se transportan a menudo a través de la frontera sur ocultas en compartimentos secretos de vehículos.
Tanto funcionarios estadounidenses como analistas de ambos países han criticado a López Obrador por no haber frenado el creciente poder de los cárteles. El presidente mexicano argumenta que se centra en lo que él llama las raíces económicas de la anarquía y la violencia en México, en lugar de desmantelar los cárteles.
La cooperación transfronteriza en materia de seguridad ha sido tensa desde que agentes estadounidenses arrestaron a un exministro de defensa mexicano por cargos de conspiración de drogas en 2020. Estados Unidos retiró los cargos después de que México amenazara con reducir la cooperación. México aprobó una ley que, según los funcionarios estadounidenses, hizo más difícil la colaboración con sus homólogos mexicanos.
El cártel de Sinaloa se forjó a partir de familias muy unidas en las montañas cercanas a Culiacán, que durante generaciones cultivaron marihuana y la amapola que proporcionaba la base para la heroína. Las alianzas con los cárteles colombianos en la década de 1980 aumentaron el control de Sinaloa sobre el flujo de cocaína en las rutas hacia EEUU. En Culiacán, el cártel dirige lo que equivale a un gobierno en la sombra en una ciudad empresarial.
El cocinero de fentanilo empezó en el cártel como vigilante a los 14 años. Medía a ojo mientras cocinaba el fentanilo, apoyando dos dedos en una botella marcada como "cloro" antes de verter un poco en la mezcla del barril de aceite. "Tenemos nuestra propia fórmula", expresó. Sus esfuerzos dieron como resultado una pasta de color blanco grisáceo, que se seca al sol y se empaqueta en forma de kilogramos de polvo para su envío al otro lado de la frontera.
Mientras trabajaba, un socio le susurró que un coche venía a recoger la carga de la habitación contigua. Envueltos en plástico, los 16 kilos, que representan unos tres días de trabajo, estaban marcados con diferentes códigos —X30, Coco, PO8— que identificaban a los compradores. Cada kilo podría producir decenas de miles de dosis. "Salen esta noche hacia los Estados Unidos", informó.
*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'
En una casa a medio construir en un barrio pobre, un empleado veterano del cártel de Sinaloa utilizaba una pala para mezclar productos químicos en un barril de aceite a fuego lento.