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John Gray, el pensador oscuro: "El mundo de antes de la pandemia ya no existe"
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Entrevista

John Gray, el pensador oscuro: "El mundo de antes de la pandemia ya no existe"

El filósofo y politólogo británico se sirve de los gatos para explicar cómo afrontar un mundo frágil transformado por el virus, por el ascenso de los populismos y en desorden

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John Gray

La filosofía no es nada aburrida. Así lo demuestra el británico John Gray (1948), profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Oxford, y de Pensamiento Europeo en la London School of Economics, en el ameno ensayo ' Filosofía felina. Los gatos y el sentido de la vida' (Sexto Piso). Tomando como excusa su pasión por los gatos -como también la tuvieron otros filósofos como Michel de Montaigne y escritores como Patricia Highsmith- analiza a través de distintas corrientes filosóficas cómo podemos acercanos, aunque solo sea de refilón, al modo de vida gatuno basado en la felicidad y en no tomarse las cosas demasiado en serio.

Por supuesto, el apunte nos sirve para hablar con Gray, a través de videollamada, de muchas más cosas: de ética y de política en un mundo atravesado por una pandemia y por el ascenso de los populismos y que, como él asegura, ya no tiene nada que ver con el que dejamos atrás hace solo dos años. Y ante esto, ¿qué hacer? Como decía, Montaigne, vivir. Y como hacen los gatos: no pensar demasiado en que algún día habrá un final.

placeholder 'Filosofía felina'
'Filosofía felina'

PREGUNTA: Tengo un gato negro. Se tumba durante horas, se queda mirando una pared, se levanta, come, se tumba otra vez. Y así todos los días. Y me parece feliz. Esto me gusta y al mismo me molesta porque yo me siento incapaz de estar así de calmada y "pasota". Por favor, dígame la receta para vivir como un gato.

RESPUESTA: Bueno, los humanos no podemos ser gatos. Los humanos son humanos y los gatos son gatos, pero quizá podemos aprender algo de ellos porque la felicidad forma parte de su naturaleza. La cuestión es modificar nuestra manera de pensar. Una de las cosas que nos hace diferentes es que ellos no imaginan un futuro para sí mismos. Ni se cuentan un relato de sus vidas. Los seres humanos tenemos una tendencia universal a contarnos nuestras vidas de una forma narrativa y eso significa hacerse preguntas sobre lo que queda de nuestra historia. El problema es que es imposible pensar en lo que va a suceder porque realmente no lo sabemos. Muy poca gente es capaz de predecir los grandes cambios de la humanidad. Por ejemplo, la pandemia.

Y lo mismo con los cambios individuales. Nadie puede controlar lo que va a venir, tanto las cosas buenas como las malas. La construcción de una vida es una historia y eso es lo que te expone a una ansiedad. Los gatos no la tienen porque ellos no inventan historias, a ellos no les preocupa si la historia de su vida sufre disrupciones, cambios. Con el tema la muerte: hasta el momento en el que no se encuentran con ella se sienten totalmente despreocupados de morir. Y hasta que no se sienten muy, muy enfermos, hasta las últimas horas de su vida, no saben que van a morirse. Ellos viven totalmente en el presente. En otras palabras, no viven una vida sabiendo que tiene un final. Pero el ser humano es perfectamente consciente y, por tanto, ansioso. A nosotros nos preocupa la muerte, a los gatos no, esa es la diferencia fundamental.

"Nadie puede controlar lo que va a venir. La construcción de una vida es una historia y eso es lo que te expone a una ansiedad"

P: En el libro habla de cómo diversas corrientes filosóficas han intentado calmar esa ansiedad, desde el Epicureismo al Escepticismo y el Estoicismo. Sin embargo, también dice que no funcionan para traer la felicidad. ¿Entonces qué hacemos? ¿Yoga? Y ya le digo que tampoco sirve de mucho...

R: [Risas] Es verdad. En el libro digo que estas corrientes realmente no ayudan mucho. Sí me siento cercano a lo que pensaba Michel de Montaigne. Él decía que aunque tengas miedo a la muerte no intenes superarlo: se desvanecerá si te centras en vivir la vida. Montaigne reconocía que los seres humanos somos diferentes de los animales -y él amaba a los gatos- porque una de las características del ser humano, de hecho, una de las más importantes, es esa ansiedad y lo que él recomendaba era aceptarla como parte de que somos. Él escribió sobre la muerte de un amigo y le puso muy, muy triste y entonces pensó en enamorarse de alguien para animarse. ¡Eso funciona! Es decir, la solución es confiar en nuestra naturaleza profunda. Obviamente, vamos a estar tristes de vez en cuando, pero si conseguimos que nuesta vida esté menos llena de miedo a la muerte… Esa para mí es la solución. A veces se habla de la filosofía como vía para llegar a la ataraxia, que significa estar libre de toda ansiedad o estar en completa calma. Pero si te pasas la vida persiguiendo esa calma vas a tener una vida miserable. Hay que aceptar los miedos, son una parte de nuestra naturaleza humana. Lo que no es natural es mostrarse indiferente ante la muerte. Quizá a veces es natural querer morirse cuando no quieres tu vida o se ha convertido en algo totalmente inaguantable, pero no es natural no preocuparse por la muerte. Así que es normal sentir miedo, pero no tienes que permitir que el miedo domine tu vida.

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John Gray

P: ¿Por qué cree que hay tanta gente enganchada a ansiolíticos? Y todavía peor, a los opioides. En EEUU hay hasta una epidemia que se ha convertido en un problema bastante grave.

R: La epidemia de opioides en EEUU tiene varias causas. En gran parte es una estafa, es decir, fue creada por la prescripción de estos medicamentos por parte de los médicos. Después de todo, en todos los países europeos hay problemas de adicciones, pero no tienen un problema tan grande como esta epidemia de opioides que está matando a tanta gente en EEUU. Uno de los motivos de la epidemia es que mucha gente ha llegado a tomar drogas como el fentanilo debido a este fenómeno que se llama "la muerte por desesperación". Son personas que se sienten a menudo fuera de la sociedad, es decir, sienten que no son necesarios para la sociedad. Puede haber sido por mala suerte, ponerse enfermos, perder el trabajo…pero esto les ha llevado a estar fuera de la economía. Esta gente toma estas drogas como una forma para calmar el dolor o, incluso, como una forma indirecta de suicidio. El fentanilo que es un opiode muy potente…

Es decir, cada vez que alguien prueba una de esas drogas se está jugando la vida. Pero es que su vida es tan dolorosa que no les importa. O realmente es que quieren morirse. No olvidemos que una parte importante de la imagen de uno mismo es sentirse dentro de la sociedad. Y una forma de sentirse fuera de la sociedad es que esta te considere desechable. Hay muy poca gente, posiblemente nadie, que pueda vivir con esto. Por tanto, son personas que están buscando algo. A veces es la religión, que pueda ser beneficiosa para ellos porque, bueno, sienten que no serán valiosos para la sociedad, pero sí serán valiosos para Dios. Pero muchos otros lo que hacen es automedicarse, tomar alcohol, drogas. Y yo creo que esto es un tipo de crimen moderno o tragedia moderna. Es realmente así, y lo cierto es que no veo una solución fácil.

"Una forma de sentirse fuera de la sociedad es que esta te considere desechable. Hay muy poca gente que pueda vivir con eso"

P: ¿Es el populismo un opioide? Al final y al cabo te dice lo que quieres oír, te calma, es simple, entra fácil…

R: El populismo es la repolitización de cuestiones que los líderes gobernantes quieren mantener fuera de la agenda política. La característica principal del populismo es que se asienta en el engaño. De alguna forma atrapan una serie de hechos que demuestran que los líderes no entienden a las sociedades que gobiernan. Por eso, estos líderes entran en shock y se sorprenden del resultado del Brexit o de que una sociedad elija a alguien como Putin. O… ¡no lo olvidemos!: el alza de la extrema derecha en Europa. Porque Europa no está libre de esto. En cada país, incluido España, la extrema derecha es mucho más fuerte de lo que ha sido en muchísimo tiempo. Y, ¿por qué pasa esto? ¿Quiere decirse que todo el mundo se ha vuelto loco? Hay gente que dice que la gente que vota esto es estúpida. Pero decir esto es mostrar que no se está entiendo el mundo.

En cada sociedad democrática, quizá no Japón y algún otro país, pero prácticamente en todas, en los últimos veinte años ha habido una emergencia de partidos populistas. A veces son versiones de la vieja extrema derecha, es decir, partidos semifascistas, como en Italia y España. O son nuevos partidos que desafían los consensos políticos. Pero es estupido contrarrestarlo con una política que se basa en volver a la etapa anterior al populismo. Si sucede la etapa populista, por oportunidad, por accidente o por algún evento inexplicable esto es interesante de analizar. Muchos de los antipopulistas de lo que hablan es de teorías conspirativas: “es todo cosa de Putin, él es el que mueve los hilos de todo”. Yo no creo esto. ¿A qué llama la gente populismo? A movimientos que no entienden. A veces son movimientos muy peligrosos, movimientos malvados. Muchos de estos movimientos de la extrema derecha son antisemitas, homófobos, horribles… Y, ¿de dónde vienen? ¿Por qué están en todas partes al mismo tiempo? Una de las cosas que pensar es que es la misma sociedad que produce los opioides y esa muerte por desesperación. Gente que se desesperó y se hartó. Por tanto, pienso que son fenómenos que no se pueden separar unos de otros. Son todos parte de la fragilidad y el desorden de la sociedad actual.

Los populismos y la epidemia de opioides son fenómenos que no se pueden separar. Son parte de la fragilidad y el desorden de la sociedad

P: En el libro usted habla de la diversión como una herramienta fundamental para seguir viviendo. La pandemia ha supuesto el fin de la diversión y es curioso cómo los distintos gobiernos intentaron enfrentarse a ella. Pero esto me lleva a pensar en que los gobiernos progresistas quizá han sido los más restrictivos y, por ende, también contestados en la calle por los que dicen que es un ataque a su libertad. ¿Se equivocaron?

R: Es complicado porque, por ejemplo, el gobierno de Australia es bastante conservador y llevó a cabo uno de los confinamientos más extremos en todo el mundo. El de Nueva Zelanda es muy progresista y puso en marcha uno de los sistemas más duros para controlar a la gente que llegaba de fuera. Es decir, que el control de la pandemia, no ahora con la vacuna, que es la medida correcta, sino con los confinamientos, que yo apoyo también, ha dependido de cada país. Ahora bien, sí es cierto que muchos movimientos de la derecha se han convertido en antivacunas, escépticos de la pandemia, sobre todo en EEUU, Brasil y ese tipo de países. Es cierto que la oposición al confinamiento no solo procede de la extrema derecha, también hay gente de izquierdas. En Reino Unido incluso hay gente que podríamos llamar viejos liberales que dicen que esto debería ser una opción personal etc etc. Yo creo que eso no tiene sentido porque cuando tomas un riesgo de saltarte el confinamiento o no vacunarte, el coste no es solo para ti. Si eres un liberal o un ultraderechista y te niegas a ser vacunado y te contagias, puede que no te mueras tú, pero sí puedes matar a otras personas. Por tanto, yo pienso es que estos horribles y falsos liberales son realmente personas tontas. Pero luego hay otros que están aún más locos que son los que creen en las teorías de la conspiración, los que hablan de complots gubernamentales secretos.

"Los negacionistas, antivacunas, lo que reflejan es la incapacidad del ser humano para controlar el devenir y que lo peor puede ocurrir"

Yo pienso que lo que refleja todo esto es la incapacidad del ser humano para controlar el devenir y que lo peor puede ocurrir. A veces es causado por el propio ser humano y los cambios que acomete. La propia pandemia, por ejemplo, tiene entre sus causas la alta movilidad global que había, la destrucción del medio ambiente… Es verdad que todavía no conocemos el origen del virus, pero sí sabemos que hubo una transferencia zoonótica [acción por la que un patógeno se transmite de los animales al ser humano]... Quiero decir que la mano del ser humano siempre está presente. Y la pandemia, que es desigualitaria, injusta y que es algo con lo que no puedes dialogar, no puedes tratar… y esto es algo fuera de control para mucha gente, de la extrema derecha, la extrema izquierda y algunos liberales. Es horrible darse cuenta de que el ser humano no tiene tanto poder. Sí, hemos creado la vacuna, pero nuestro poder es limitado.

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John Gray

P: ¿Qué espera del mundo después de la pandemia?

R: Muy diferente y no volveremos a lo que había antes. En primer lugar porque la pandemia va a durar más de lo que mucha gente espera. Mucha gente dice que todo estará resuelto cuando todo el mundo esté vacunado. Bueno, qué pasa con los países que están en guerras civiles, o aquellos que están dirigidos por grupos terroristas, no digo Brasil, sino los de Asia central, el Sahel en África… Todo esos países viven en una semi anarquía o guerra civil. Y luego están esos países como Brasil dirigido por gente como Bolsonaro que no creen en los orígenes de la pandemia, no creen en las vacunas… Otra de las razones por las cuales no vamos a volver atrás es que antes de la pandemia, el comercio de bienes era global y llegaban bienes muy, muy baratos de China, Indonesia... como la movilidad movía el mundo eso funcionaba… Sin embargo, era un sistema muy frágil y muy poco resiliente. ¿Y qué ha pasado ahora? En el transcurso de la pandemia muchas de esas transacciones se han venido abajo o se han ralentizado mucho. Por tanto uno de los cambios principales va a ser que las transacciones van a ser mucho más cortas (no globalizadas) y mucho más seguras, por lo que van a llevar más tiempo y van a ser más caras. Especialmente en bienes esenciales. El mercado global no puede ser el mismo si la movilidad ha caído o es mucho más costosa.

"El mercado global no puede ser el mismo si la movilidad ha caído o es mucho más costosa"

Por otro lado, muchas interacciones humanas que solían ser físicas ahora son virtuales. En los países pobres esto es muy distinto porque parte de la economía es informal, sucede en la calle (compras y ventas). En los países desarrollados, como España, el contacto físico será cada menor porque además es más caro. Yo creo que el cambio hacia el mundo virtual es irreversible. Y de alguna manera pienso que es una cosa triste. Yo recuerdo cuando iba a un bar… y es algo complicado ahora. Era un tipo de contacto humano y de libertad que ha disminuido. Particularmente existe el miedo a la pandemia, al virus… Y eso creo que se va a quedar todo el tiempo en una especie de segundo plano, porque está siendo largo, porque cambia la vida de la gente muy profundamente. En fin, no estamos ante el fin de la civilización ni el fin del mundo, pero no volvermos al mundo anterior porque el estallido de la pandemia hace dos años muestra que el régimen globalizado, el mundo basado en la alta movilidad, los movimientos consensuados no existe, es demasiado frágil. Y es un mundo que empuja a una pandemia.

P: Y este mundo, ¿qué tipo de líderes traerá? ¿Serán más autoritarios? ¿Qué pasará con los negacionistas? ¿Y con los que han sido responsables durante la pandemia?

R: Nadie sabía realmente cómo reaccionar ante una pandemia. No todo el mundo hizo lo mismo. Vietnam y Taiwan cerraron los viajes entrantes, como Nueva Zelanda, pero eso hemos visto que no funciona porque no lo puedes mantener todo el tiempo. Ha habido unas respuestas mixtas y uno de los objetivos fue vacunarse por sí mismos. Por ejemplo, uno de los países que lo hizo extraordinamiente bien fue Israel, con una campaña muy inteligente y exitosa (de vacunación), pero estás las nuevas variantes las nuevas cepas, que se transmiten con mayor facilidad y quizá sea necesaria una nueva vacuna. Pero como decía, nadie sabía… Al principio Reino Unido actuó de manera equivocada. La estrategia fue como si fuera una gripe. Hubo muchos países que estuvieron así al principio, también España. Hubo países como Suecia que estuvieron muchísimo tiempo sin confinamiento y no conozco el dato exacto, se puede chequear fácilmente, pero murió muchísima gente. Pero la cosa es que no se sabía cómo actuar correctamente y culpar a esos líderes… Otra cosa son los negacionistas, como Bolsonaro, los antivacunas… Estos sí deberían ser condenados.

"Los líderes que niegan todos los peligros o no ponen en marcha medidas efectivas sí deberían ser confrontados; son peligrosos"

Es cierto que había virólogos que llevaban décadas alertándonos de una pandemia, pero una de las características de la naturaleza humana es no tomarse los riesgos demasiado en serio. Lo que se suele decir es “ah, bueno, eso es apocalíptico, no pasará”. Por lo tanto nunca puedes persuadir a los seres humanos, es decir, a los políticos, de prepararse para esto. Y, por eso, cuando ocurrió nadie estaba preparado. Pero, aparte de todo esto, los líderes que niegan todos los peligros o no ponen en marcha medidas efectivas, o estos movimientos que utilizan el miedo para atacar a otra gente sí deberían ser confrontados porque estos sí que son peligrosos. Por otro lado, yo no tengo no tengo ideas convecionales sobre el progreso humano. Por ejemplo, lo que pasa ahora en Afganistán tiene muchas causas, pero ahora va a ir todo a peor. Yo no creo para nada que los talibanes hayan cambiado, eso no tiene ningún sentido. Culquier progreso que se haya hecho allí se perderá. Donde sí creo que después de estos dos años va a haber cambios beneficiosos es en el terreno de la tecnología, en el tema de las vacunas, las programas de pruebas que se han hecho… Claro que el progreso es desarrollado por los seres humanos, y si los seres humanos no quieren vacunarse, si los seres humanos creen que el virus procede de teorías conspirativas… Ahora bien, los seres humanos son los únicos que hacen crecer su conocimiento más rápido que cualquier otra especie, y también son únicos en aprender de las experiencias históricas.

La filosofía no es nada aburrida. Así lo demuestra el británico John Gray (1948), profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Oxford, y de Pensamiento Europeo en la London School of Economics, en el ameno ensayo ' Filosofía felina. Los gatos y el sentido de la vida' (Sexto Piso). Tomando como excusa su pasión por los gatos -como también la tuvieron otros filósofos como Michel de Montaigne y escritores como Patricia Highsmith- analiza a través de distintas corrientes filosóficas cómo podemos acercanos, aunque solo sea de refilón, al modo de vida gatuno basado en la felicidad y en no tomarse las cosas demasiado en serio.