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Damas del crimen: la divertida Agatha Christie frente a la turbia Patricia Highsmith
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Damas del crimen: la divertida Agatha Christie frente a la turbia Patricia Highsmith

Se cumplen 45 años de la muerte de la británica y 100 del nacimiento de la norteamericana. La primera creó la novela enigma y la segunda, al criminal psicópata

Foto: Agatha Christie y Patricia Highsmith. (Diseño: Irene de Pablo)
Agatha Christie y Patricia Highsmith. (Diseño: Irene de Pablo)

“Leer a Agatha Christie es como entrar en una piscina en la que haces pie. Nunca tienes miedo. En las novelas de Patricia Highsmith, hay una profundidad casi abisal, se mete en lo más oscuro de la mente humana y ahí no haces pie, ahí te hundes”. En esta sencilla, pero eficiente descripción, la escritora Rosa Ribas —autora de novelas negras como 'Azul marino' y 'El gran frío'— da la clave de, posiblemente, las dos mejores autoras de novela negra o policiaca del siglo XX. Con la primera, la británica, de la que este 2021 se cumplen 45 años de su muerte, te diviertes; con la segunda, la norteamericana, de la que este año se cumplen 100 de su nacimiento, entras en un terreno para el que hay que tener cierto estómago. Las dos han sobrevivido bastante bien al paso del tiempo, pero la crítica es casi unánime: hoy, Highsmith, con su indagación en las pulsiones humanas, con su forma turbia de abordar la naturaleza humana, está en un canon superior al de Christie, más sencilla, más básica, más divertida y con un punto más retro.

Foto: La escritora británica Agatha Christie.

Por supuesto, esta aproximación no desmerece en absoluto a Christie, que a día de hoy sigue siendo una de las autoras más vendidas en todo el planeta. Escribió su primera novela, 'El misterioso caso de Styles', a los 30 años, y desde entonces tuvo un éxito inaudito. A lo largo de su vida, escribió más de 60 novelas con las que creó dos personajes tan icónicos como Hércules Poirot y Miss Marple, y también dos obras de teatro como ‘La ratonera’, una de las más representadas en toda la historia, y ‘Testigo de cargo’, con la cual Billy Wilder hizo una película excepcional con Marlene Dietrich y Charles Laughton. Y como resalta el escritor Toni Hill, que próximamente publicará la novela ‘El oscuro adiós de Teresa Lanza’, “¿cuántas veces le han copiado a Agatha Christie ‘Diez negritos? Y Jessica Fletcher era una Miss Marple actualizada. Y era muy original en algunas tramas. Sus recursos siguen funcionando. De hecho, la primera de Stieg Larsson, ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’, es puro Agatha Christie: una mujer que desaparece en una isla. Es el recurso del misterio que parece irresoluble, que sigue funcionando y a veces hoy en día se echa de menos porque no hay tantas novelas de misterio”.

"¿Cuántas veces le han copiado a Agatha Christie 'Diez negritos'? Y Jessica Fletcher era una Miss Marple actualizada"

Es ese estilo único del lugar cerrado, del reparto coral de personajes, del crimen (sin sangre), de la investigación y del posterior análisis para desentrañar todo el rompecabezas que da lugar al culpable. Y luego todos a casa a tomar un té y unas pastitas. Un mecanismo que la británica supo engrasar a las mil maravillas. En este sentido, otra escritora que defiende a Christie es Nieves Abarca, autora de novelas policiacas como 'Crímenes exquisitos' y 'Los muertos viajan deprisa'. Para ella, la escritora de ‘Asesinato en el Orient Express’ y ‘Muerte en el Nilo’ “es la que lo hizo todo en novela negra. No hay cosa que no quieras hacer que no haya hecho ella antes. Y sigue muy presente, porque siempre se va a escribir la novela enigma, y el lector siempre va a querer saber quién fue. Ella las escribía en el Nilo y ahora suceden en el Baztán. Es la misma trama, lo único que estás haciendo es lo que hacía ella, pero lo cambias de sitio”.

placeholder Fotograma de 'Asesinato en el Orient Express', la película de Sidney Lumet de 1974.
Fotograma de 'Asesinato en el Orient Express', la película de Sidney Lumet de 1974.

Además, Christie tiene humor, algo que no suele ocurrir en la novela negra. Highsmith, por ejemplo, no tenía ninguno. Y el humor también es bastante humano. “Es muy divertida, porque te da igual quiénes se mueren. Al revés, quieres que mueran más. Los 10 negritos eran pocos, podrían haber muerto 20”, afirma Abarca. Toni Hill también cree que esto es un punto a favor de Christie, cuya perversidad “es blandita porque mata, y mata mucho, pero los personajes no sangran. Y normalmente piensas que se lo merecen porque es la vieja cotilla o alguien que te da igual. En realidad, son muertes que te tomas como un videojuego. El lector siempre va con el detective y lo que te interesa es descubrir quién mató”. Por otro lado, son novelas en las que la verosimilitud no importa demasiado, por no decir nada. “Te lo crees todo desde el principio, porque ese es el pacto con Christie. Si no, no puedes jugar”, recalca Hill.

Christie tiene humor, algo que no suele ocurrir en la novela negra. Highsmith no tenía ninguno. Y el humor también es bastante humano

Christie es la tarde de confinamiento. El viaje en autobús. Es una lectura de adolescencia, de aquellas portadas algo machacadas de la editorial Molinos, que empezó a publicarla en nuestro país en los años cuarenta. O, como dice Rosa Ribas, “de mi abuela de mayor, porque es una lectura que no hace daño, y después no la vuelves a leer. Y si la vuelves a leer, sabes que es algo retro, que no es de nuestro tiempo. Eso sí, la puedes disfrutar mucho, pero ya está”.

La represión, Highsmith y Freud

Patricia Highsmith es adentrarse en otro terreno. No solo en lo literario. La personalidad de la escritora norteamericana es muy distinta a la de la británica. Esta pertenecía a la clase alta, refinada, del Imperio británico. Viajó cuando casi nadie más viajaba. Se casó con un arqueólogo con el que conoció las excavaciones de Siria e Irak. Todo eso está en sus novelas, que poseen mucha de esa cursilería 'british' de la gran potencia mundial de la época. Highsmith, por el contrario, es la opresión, la represión, la perversión, Freud y otro mundo.

Foto: Literatura criminal para este mes de enero

Era hija de diseñadores gráficos y pertenecía a una clase media de unos Estados Unidos que empezaban a florecer como gran potencia tras el fin del Imperio británico. Desde muy joven, le interesaron las enfermedades mentales, las psicopatías. Empezó ganándose la vida como escritora de cómics, pero, y en esto sí coincide con Christie, conoció el éxito literario desde muy pronto. A los 29 años, en 1950, publicaría ‘Extraños en un tren’, que Alfred Hitchcock llevó al cine al año siguiente. Novela y película apenas se parecen, pero esto dispararía la fama de la escritora, sobre todo en Europa, adonde se trasladaría a vivir en 1963, después de haber publicado también ‘El precio de la sal’, que firmó como Claire Morgan y que narraba una historia de amor entre dos mujeres. No admitió que era la verdadera autora —al igual que su homosexualidad— hasta 32 años más tarde. A España la traería Jorge Herralde con Anagrama y, al principio, recuerda Toni Hill, “le decían que no tenía el nivel para la editorial”.

A Highsmith, desde muy joven, le interesaron las enfermedades mentales, las psicopatías, lo oscuro del ser humano


En cualquier caso, Highsmith muestra una manera de pensar muy distinta a la de Christie, porque el mundo también había cambiado (y, con ello, posiblemente nuestra creencia en los ideales). “Mientras que las novelas de Agatha Christie alimentaban la nostalgia de un pasado que acabó con la Gran Guerra y que la Segunda Guerra Mundial remató, toda la obra de Patricia Highsmith gira alrededor de las pulsiones humanas, y estas apenas cambian. La psicología de los personajes no existe en Christie, mientras que en Highsmith es el eje de sus historias”, señala Álex Martín, profesor de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, que junto a Javier Sánchez Zapatero creó hace unos años el Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca.

placeholder Alain Delon, en 'A pleno sol', basada en 'El talento de Mr. Ripley'.
Alain Delon, en 'A pleno sol', basada en 'El talento de Mr. Ripley'.

De hecho, es la creadora de un personaje como Tom Ripley, que está muy alejado de los estereotípicos (y planos) Poirot y Miss Marple. Apareció por primera vez en ‘El talento de Mr. Ripley’ en 1955, y después protagonizó otras cuatro novelas. Como afirma Martín, “es el estafador más inteligente, instintivo y genial de todos los tiempos”. Y es un psicópata, al que no le fue tampoco mal en la gran pantalla, primero con Alain Delon en ‘A pleno sol’ y después con Matt Damon en ‘El talento de Mr. Ripley’. La crítica hoy salva más la primera que la segunda (y los matices de Delon son mucho más turbios que los de Damon). A Christie también se la ha adaptado al cine —y con gran éxito—, pero, como reconoce Hill, “son como un reencuentro de viejas glorias, con esos repartos corales… Y salvo el investigador, no hay ningún personaje con tanta entidad. Las de Highsmith son otra cosa”. No obstante, también hay que destacar que Peter Ustinov es un estupendo Poirot, belga y extravagante.

"Las obras de Christie tienen por función entretener, las de Highsmith buscan perturbar. Señalan al criminal que llevamos dentro"

De esta manera, mientras que, como recalca Martín, “las obras de Christie tienen por función entretener, las de Highsmith buscan perturbar. Christie retrata un mundo con un orden social que se ve perturbado por un crimen, Highsmith señala al criminal que llevamos dentro, en un mundo perturbado de origen”. Además, hay otra notable diferencia que favorece a Highsmith, como señala Hill: “Ha sido más reivindicada también por los movimientos feministas, y como su obra es más contemporánea, puede haber más adaptaciones de sus novelas o de sus cuentos”.

Quizá por eso, en nuestro siglo XXI, después de guerras, después de la pérdida de la inocencia, las novelas de Highsmith hayan quedado como la gran literatura clásica a la que siempre se puede volver, como dice Rosa Ribas. La norteamericana es esa escritora que nos recuerda que siempre habrá algo turbio en todos nosotros. Menos mal que, a veces, también apetecen un té, unas pastitas, un poco de arsénico y un mucho de diversión sin demasiado drama.

“Leer a Agatha Christie es como entrar en una piscina en la que haces pie. Nunca tienes miedo. En las novelas de Patricia Highsmith, hay una profundidad casi abisal, se mete en lo más oscuro de la mente humana y ahí no haces pie, ahí te hundes”. En esta sencilla, pero eficiente descripción, la escritora Rosa Ribas —autora de novelas negras como 'Azul marino' y 'El gran frío'— da la clave de, posiblemente, las dos mejores autoras de novela negra o policiaca del siglo XX. Con la primera, la británica, de la que este 2021 se cumplen 45 años de su muerte, te diviertes; con la segunda, la norteamericana, de la que este año se cumplen 100 de su nacimiento, entras en un terreno para el que hay que tener cierto estómago. Las dos han sobrevivido bastante bien al paso del tiempo, pero la crítica es casi unánime: hoy, Highsmith, con su indagación en las pulsiones humanas, con su forma turbia de abordar la naturaleza humana, está en un canon superior al de Christie, más sencilla, más básica, más divertida y con un punto más retro.

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