Hay 'stock' de droga en África y los narcos quieren inundar Europa con ella
Durante la pandemia, los productores de Marruecos y Sudamérica siguieron con la actividad. Los alijos se guardan en África antes de ser llevados a Libia y Turquía por la 'ruta del Sahel'
Treinta y seis toneladas de hachís distribuidas en cuatro barcos lanzados al océano al mismo tiempo, otras 22 ocultas en la bodega de un pesquero con bandera de Mongolia, 15 más que transportaba una embarcación frente a las costas de Huelva, 7.000 kilos de clorhidrato de cocaína con destino a España interceptados en el puerto ecuatoriano de Guayaquil o un velero de competición ‘caleteado’ para esconder otros 1.000 de esta misma sustancia. El cierre de las fronteras provocado por la pandemia del coronavirus ha acumulado un ‘stock’ de droga en África y Sudamérica al que los productores y traficantes de ambas sustancias están intentando dar salida a través de organizaciones delictivas multidisciplinares procedentes del Este de Europa. Redes expertas en el transporte marítimo que intentan huir de la vigilancia y la presión policial del Estrecho de Gibraltar explotando la denominada ‘ruta del Sahel’, una ‘autopista’ del narcotráfico que atraviesa el continente africano para llevar la droga hasta Libia y Turquía. “Una locura, pero los narcos buscan culminar, que la mercancía llegue a quien la paga”.
Pocos agentes saben más del tráfico de drogas en alta mar que los que componen el Grupo 41 de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) Central. Ellos han estado detrás de algunas de las mayores aprehensiones realizadas por las autoridades españolas y han sido testigos del desembarco de grupos delictivos procedentes de Serbia, Croacia y Albania que han establecido sus bases de operaciones en el litoral sur de la península, las Islas Baleares y el archipiélago canario. Redes con experiencia en el robo de vivienda, la sustracción de vehículos de alta gama, la trata de blancas o el tráfico de armas que quieren ampliar su radio de actuación y que se están introduciendo con fuerza en el lucrativo negocio del narcotráfico.
"Hablamos de estructuras criminales" en las que sus miembros desempeñan roles definidos y que están a las órdenes de unos cabecillas que “los mueven a su antojo”. “Tenemos a un mismo sospechoso formando parte de la tripulación de varios barcos investigados”, apunta el responsable del citado grupo de investigación, que añade que se enfrentan a delincuentes “altamente especializados”, con grandes conocimientos de navegación y que han ido prescindiendo de españoles, magrebíes o franceses para introducir los alijos.
Holding delictivos
“Los han sustituido por su gente”, explica el citado mando policial, que dibuja lo más parecido a un holding delictivo que controla todas las fases de una operación de narcotráfico. "Adquieren la droga, ponen el personal, los barcos, realizan la travesía, el posterior transporte hasta el destino…". Únicamente precisan "ayuda externa" cuando el alijo entra en Europa por el territorio dominado por otras redes y deben abonar su particular peaje en forma de servicio de protección, permiso para utilizar las ‘guarderías’ o simplemente para que se les autorice el paso sin ninguna represalia.
Estas bandas multidisciplinares tienen una gran cantidad de dinero que les permite afrontar constantes operaciones de narcotráfico y puede introducir grandes cantidades de droga. Ellos no se suelen pringar, por ejemplo, por una o dos toneladas de hachís. Lo suyo son 10, 20, 30, por eso “compran en otros países embarcaciones a un precio irrisorio que después reparan y echan al mar” para recorrer grandes travesías.
Dimitar Mitrin dirigía una de ellas hasta que fue arrestado por la Policía Nacional por su presunta implicación en un transporte de 35 toneladas de hachís. Conocido como ‘Mitko’ entre su círculo más próximo, este capo natural de Plovdiv (Bulgaria) se trasladó a España hace aproximadamente una década. Supuestamente comenzó perpetrando robos de joyas y ‘vuelcos’ a traficantes, para después introducirse en el mundo de los estupefacientes.
El búlgaro Dimitar Mitrin está considerado uno de los mayores narcos del momento
En las Islas Canarias estableció su primera base de operaciones, para después asentarse en Madrid y posteriormente acabar con su banda en la Costa del Sol. Siempre acompañado por su hijo, Georg Mitrin, que despuntó dentro de la organización, supuestamente comenzó a sellar acuerdos con productores de hachís que le permitieron tejer una de las redes de tráfico de drogas más grandes jamás antes desarticulada en España. Su mano derecha, Dobrin Hristov, era su persona de confianza en las tareas logísticas y a su lado trazaba las rutas de los veleros que transportaban la droga. Sus contactos se extendían por Bulgaria, Portugal, Guinea Conakry y Grecia.
El hecho de que estos grupos hayan decidido operar desde España tiene una explicación fácil: consideran que aquí la legislación es laxa. “Si son detenidos, prefieren serlo en España que en sus países o en África”. "No es lo mismo acabar en una cárcel española que en una de Argelia".
La posibilidad de que gente como ‘Mitko’ pudiese acometer estas grandes operaciones de narcotráfico está relacionada, en parte, por la influencia directa que ha tenido la pandemia en el comercio internacional. ¿Y que es el tráfico de drogas, sino exportación e importación?
"Se produjo una limitación de la movilidad que afectaba a personas y mercancías y que dificultaba la introducción de los alijos, ya que era mas fácil detectar cualquier movimiento", recuerda el jefe del Grupo 41 de la Udyco Central, que agrega que esto no afectó a los productores de hachís y cocaína, que siguieron con un ritmo de actividad normal pese a que “han tenido muchas dificultades para darle salida”.
Ésto ha provocado que, actualmente, haya un "superávit de producción" que, según los investigadores, podría estar almacenado en diferentes puntos de África como Marruecos o la zona del Cabo de Guinea. Las informaciones recabadas apuntan a que los narcos están intentando introducir estas sustancias en Europa, su principal mercado comprador, para satisfacer una demanda que durante la crisis sanitaria sufrió una escalada de precios.
"El valor estaba disparado en pleno covid-19. Alcanzó máximos históricos, como pone de relieve que durante un servicio en Canarias se constatase que un kilogramo de cocaína, cuyo valor medio suele ser de 30.000 euros, llegó a costar el doble. Nadie se la quería jugar”, señala el mando policial, que añade que los traficantes optaron por "estrategias empresariales" más imaginativas. "No hace mucho incautamos 600 kilogramos de cocaína en tres pisos en Madrid. La novedad es que los paquetes no eran de un kilo, sino que pesaban algo más de 300 gramos. Este cambio facilitaba las cosas al comprador que, en función de cómo negociara, podía abastecerse sin arriesgarse demasiado e invirtiendo sólo unos 10.000 euros. Es un sistema mucho más versátil y que amplía las posibilidades de venta del vendedor". "Es marketing básico. Buscan que el cliente se lleve, se lleve, se lleve".
Una ‘autopista' para el narco
El precio "ya se ha estabilizado", sobre todo porque los narcos han retomado su actividad y tienen a su disposición un ‘stock’ de droga en África con el que están tratando de recuperar el tiempo perdido. Pero como estas organizaciones delictivas "buscan culminar, que la mercancía llegue a quien la paga, al consumidor", están ideando nuevas vías para introducirla y evitar el cada vez más vigilado paso del Estrecho.
Las recientes operaciones realizadas por las fuerzas de seguridad han permitido descifrar auténticas ‘autopistas’ del narcotráfico que se despliegan por tierras africanas dibujando rutas con doble sentido por las que indistintamente transportan hachís y cocaína. La que en la actualidad concentra el mayor interés de los expertos en la lucha contra el narcotráfico es la que han denominado como 'ruta atlántica' o 'ruta del Sahel' y que jefe del Grupo 41 de la Udyco Central define como "una locura". ¿Por qué? Pues porque implica recorrer el continente hasta Oriente Próximo.
Los narcos tratan de esquivar el Estrecho cruzando África de punta a punta
A pesar de que los traficantes de hachís siguen partiendo hacia las playas andaluzas desde del norte de África y de las costas ubicadas frente a la ciudad argelina de Orán para cruzar el Estrecho de Gibraltar o el mar Mediterráneo, respectivamente; cuando quieren transportar grandes cantidades de esta droga se están decantando por la nueva vía. Ésta precisa que los barcos carguen la droga en la costa noroeste marroquí y bajen por el océano Atlántico hasta Guinea Bissau, Guinea Conakry, Sierra Leona o Senegal, e incluso a puntos mucho más al sur como el Golfo de Guinea.
El ‘chocolate’ se lleva a tierra y posteriormente se traslada en vehículos hasta Libia. De aquí, puede saltar a Europa atravesando el Mediterráneo en barcos; o continuar por carretera hasta Oriente Próximo -Egipto, Jordania, Siria, Irak...- con Turquía como destino previo antes de ser introducida en Europa.
Los controles y la presión que ha estado ejerciendo Francia en Mali ha obligado a alterar este acceso, ya que los organizaciones criminales prefieren evitar un país en el que pueden perder la carga. Porque lo que es evidente es que el narco quiere minimizar riesgos y prefiere pisar territorios donde su dinero puede comprar voluntades.
En el caso de la cocaína, la ruta que se emplea es prácticamente igual, aunque con un par de salvedades. La primera, porque algunas embarcaciones aprovechan para después realizar la conocida como ‘ruta inversa’ y llevar hachís a Sudamérica, donde se ha puesto de moda y se está cambiando por cocaína kilo por kilo. “Después de haber cargado en el Sahara Occidental, lo introducen por ‘puntos calientes’ como Brasil, la Guayana Francesa o Surinam”.
La segunda, porque en ocasiones, la droga se guarda en grandes almacenes ubicados en algún punto próximo al Golfo de Guinea a la espera de encontrar el momento propicio de transportarla hasta las costas libias.
Los datos apuntan a que hay almacenes llenos de cocaína en la zona del Cabo de Guinea
"Es una barbaridad lo que están haciendo", resume el citado mando policial, que aclara que hacer estas largas travesías facilita los planes del narco porque "es más sencillo trasladar la droga por carretera". "Hay que tener en cuenta", apunta, "que algunos de los países que entraron a formar parte de la Unión Europea (UE) en su última ampliación todavía no forman parte del espacio Schengen, por lo que hay quien no tiene desarrollados los controles fronterizos". Turquía no se ha convertido aún en miembro del club europeo, pero sus nexos políticos y comerciales hacen que los filtros sean permeables, cosa que los traficantes están aprovechando para después distribuir la droga.
"Las organizaciones criminales buscan tener éxito en su misión", recuerda el experto policial, que considera "lógico" que busquen alternativas para alcanzar su objetivo. "Es como ha ocurrido en el el litoral andaluz. Al intensificarse la presión en el Estrecho y la Costa del Sol, las organizaciones se han movido hacia Huelva, Sevilla y Almería". La teoría del globo: cuando lo aprietas, el aire se desplaza hacia otro lado.
Treinta y seis toneladas de hachís distribuidas en cuatro barcos lanzados al océano al mismo tiempo, otras 22 ocultas en la bodega de un pesquero con bandera de Mongolia, 15 más que transportaba una embarcación frente a las costas de Huelva, 7.000 kilos de clorhidrato de cocaína con destino a España interceptados en el puerto ecuatoriano de Guayaquil o un velero de competición ‘caleteado’ para esconder otros 1.000 de esta misma sustancia. El cierre de las fronteras provocado por la pandemia del coronavirus ha acumulado un ‘stock’ de droga en África y Sudamérica al que los productores y traficantes de ambas sustancias están intentando dar salida a través de organizaciones delictivas multidisciplinares procedentes del Este de Europa. Redes expertas en el transporte marítimo que intentan huir de la vigilancia y la presión policial del Estrecho de Gibraltar explotando la denominada ‘ruta del Sahel’, una ‘autopista’ del narcotráfico que atraviesa el continente africano para llevar la droga hasta Libia y Turquía. “Una locura, pero los narcos buscan culminar, que la mercancía llegue a quien la paga”.
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