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Diez años del Parque Nacional de Guadarrama: entre el turismo desaforado y la economía
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Desde que se declaró Parque Nacional

Diez años del Parque Nacional de Guadarrama: entre el turismo desaforado y la economía

Dividido entre Madrid y Segovia, es el segundo paraje más visitado España, solo por detrás del Teide. La Administración se esfuerza para que las visitas tengan un impacto positivo, mientras los ecologistas reclaman mayor conservación

Foto: Bañistas en el Manzanares a su paso por La Pedriza, pese a estar prohibido, en una imagen de archivo. (EFE/Juan Carlos)
Bañistas en el Manzanares a su paso por La Pedriza, pese a estar prohibido, en una imagen de archivo. (EFE/Juan Carlos)

Unas 34.000 hectáreas repartidas entre la Comunidad de Madrid y Segovia se han convertido en el pulmón central de España al que poder escapar del frenesí de las urbes. A tan solo 40 kilómetros de la capital, el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama atrae cada año más de dos millones de visitantes, siendo el segundo con mayor afluencia de toda España. Este 2023, se cumplen 10 años desde que la zona fuera declarada parque nacional, lo que trajo consigo algunos avances en su conservación, aunque también lo convirtió en un importante polo de atracción del turismo y la masificación que conlleva. ¿Cómo ha cambiado este Parque Nacional en esta década y de qué forma la Administración pretende llegar al equilibrio entre desarrollo socioeconómico y respeto al medio natural?

Esta sierra forma parte del sistema Central, una larga cadena montañosa de 500 kilómetros de longitud que cruza de este a oeste el centro de la península ibérica. Se trata de un paraje natural singular cuya necesidad de protección se empezó a vislumbrar hace justo 100 años. Ya en 1923, apenas transcurridos cinco años de la declaración de los dos primeros parques nacionales españoles (Ordesa y Covadonga), la Sociedad Deportiva Peñalara impulsó una campaña a favor de su creación.

Foto: Imágen aérea de la sierra de Guadarrama. (EFE)

El Estado no accedió a ello, pero sí protegió algunas zonas como La Pedriza, Peñalara y el Pinar de la Acebeda, declarados Sitios Naturales de Interés Nacional en 1930, y se añadió más tarde la Peña del Arcipreste. No sería hasta la década de los 80 cuando diversos lugares del enclave natural se añadieron a la lista de espacios protegidos. Así sucedió, en su vertiente madrileña, con el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares (1985) y el Parque Natural de la Cumbre, Circo y Lagunas de Peñalara (1990) y en la vertiente castellano-leonesa el Parque Natural Sierra de Guadarrama (2010).

Tan solo quedaban tres años para que todo este paraje se convirtiera en Parque Nacional con una superficie total de 33.960 hectáreas pertenecientes a las comunidades autónomas de Madrid (21.714 hectáreas) y de Castilla y León (12.246 hectáreas).

Primeros cambios tras convertirse en parque natural

“Guadarrama ha cambiado por el simple hecho de considerarse parque natural, lo que hizo que se creara un destino turístico de naturaleza”, explica Pablo Sanjuanbenito, codirector conservador del parque por parte de la Administración madrileña. Por tanto, ya no solo eran los madrileños y segovianos quienes se acercaban a la sierra de Guadarrama, sino que el espacio empezó a ser compartido con cientos de turistas llegados de otras regiones del país, pero también del extranjero.

Tal declaración impulsó diversos proyectos que se encontraban en standby, al igual que numerosas medidas orientadas a la preservación de la flora, fauna y elementos naturales que componen el parque. “En 2013, el tema del baño en el río Manzanares era un desmadre, un problema ambiental, pero también social, porque se producían emergencias de la cantidad de gente que había”, rememora Sanjuanbenito. En 2016 se prohibió, finalmente, el baño en el río más importante de Madrid, “y actualmente se está regenerando a pasos agigantados debido a sus propias dinámicas naturales”, dice el experto.

"El baño en el río Manzanares era un desmadre", rememora el codirector conservador

La restauración de la cantera de El Jaralón, en la parte de La Pedriza que da al municipio de Soto del Real, también sufrió un fuerte impacto positivo. “Había algunos proyectos, pero no se terminaban de financiar. Cuando se convirtió en Parque Nacional, que estuviera esa zona así era indigno de un espacio como este”, agrega el codirector. Por eso, desde el año pasado que terminaron las intervenciones, la zona ha adquirido un cariz totalmente diferente al de hace una década.

El reto de una gestión dividida

La declaración del Parque Nacional Sierra de Guadarrama fue la primera en realizarse con la gestión de las competencias transferidas a las comunidades autónomas. Por tanto, el Estado solo se encarga de la coordinación entre las mismas y la supervisión de los procedimientos a través del Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN), en este caso entre la Comunidad de Madrid y Castilla y León. “Siempre ser el primero en algo es un reto, pero las relaciones entre los territorios son impecables”, apunta el director del parque en su vertiente madrileña.

En definitiva, una gestión que pivota entre que el turismo desenfrenado no merme los valores naturales, pero, a su vez, sí deje un desarrollo socioeconómico en la zona. Un desarrollo que, por otra parte, es consecuencia de los casi 2,5 millones de visitantes que tuvo Guadarrama el año pasado, tan solo por detrás del Parque Nacional del Teide, con más de 4,25 millones de visitas. En total, en España hay 16 parques de este tipo. El último en incorporarse fue el de sierra de las Nieves, que lo hizo hace poco más de dos años.

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“Uno de nuestros objetivos es aumentar el impacto económico que genera el parque, que vía turismo o mejor explotación de los recursos en el perímetro supongan una oportunidad laboral para la gente de la zona”, relata Sanjuanbenito.

Este es uno de los grandes retos a los que se enfrenta el propio director y su homólogo segoviano debido a la masificación de las visitas que solo se producen en determinados momentos y lugares, aduce. “También puedes recorrerte el parque sin cruzarte con nadie durante hora, pero sí es cierto que nuestros usuarios son diferentes a los de otros parques nacionales”, enfatiza el experto conservador.

Se refiere a que los más de cuatro millones de visitas que recibió el Parque Nacional del Teide el pasado año procedían en su mayoría del turismo de la isla de Tenerife. En cambio, en Guadarrama, la gente va a hacer un turismo diferente, no solo a observarlo como atracción, sino a utilizarlo. “Normalmente, todo el mundo es sensible y la gente está bastante concienciada, pero este tipo de usos a veces producen un impacto difícil de soportar por el medio”, subraya el codirector.

La caza y la industria maderera, prohibidas

Desde un primer momento, la declaración del parque natural estuvo condicionada por la propiedad de los terrenos. En la actualidad, el 85% de su superficie es pública y el 15% restante, privada. La explotación de estas fincas particulares dentro del parque nacional estaban dedicadas a la ganadería extensiva, en su mayoría, “y las hemos considerado como uso tradicional moderador del paisaje, así que no tienen grandes restricciones”, apuntilla el experto conservador.

Diferente es lo ocurrido con los cotos privados de caza, ya que la propia ley de parques naturales considera a la cinegética como una actividad incompatible. La legislación daba una moratoria de 10 años para la prohibición de la caza, y justo termina este 2023. En todo caso, los propietarios de esos cotos podrían llegar a ser indemnizados por los derechos perdidos, dice Sanjuanbenito.

Foto: Arturo Francisco cambiando la nomenclatura de Wikipedia. (Cedida)

Los montes de Valsaín fueron los únicos que escaparon a la prohibición de la explotación de la madera, ya que se quedaron fuera del parque nacional. Por eso, 3.000 de sus hectáreas, de las zonas más altas, sí se incluyen en la superficie del Parque, pero las otras 7.000 hectáreas están en una zona considerada de especial protección, manteniendo a todos los efectos la normativa del parque nacional excepto la explotación maderera.

Aunque la Administración madrileña no cuenta con datos específicos sobre el crecimiento de la economía en los pueblos limítrofes, sí son conocedores de la importancia del paraje natural para su estabilidad financiera. Álvaro Gómez, ingeniero forestal natural del municipio de Guadarrama, opina que haría falta “una mayor cantidad de cortas y un mejor aprovechamiento de la madera y otros productos forestales no madereros para que los pueblos cercanos a la zona no solo vivan del turismo de este sino de la creación de un tejido semiindustrial”.

El turismo por encima de la conservación

Ángeles Nieto, coordinadora de Ecologistas en Acción de la Comunidad de Madrid, menciona las lagunas glaciares del parque como uno de los aspectos de mayor relevancia. En cambio, recalca apenada que las grandes extensiones de robledal quedaron fuera del perímetro. Más allá de eso, la activista considera que todavía “faltan ganas e interés por parte de las comunidades autónomas gestoras de cara a la conservación” del enclave.

“Como vemos, en estos 10 años ha primado la cuestión turística, claramente. Esa zona de la sierra de Guadarrama se ha incrementado y masificado. Antes había algunos puntos de saturación, pero ahora la presión se ha extendido a unos niveles que, en ocasiones, son absolutamente insostenibles”, se explaya Nieto. La ecologista también critica que la prohibición de la caza no llegara a la parte madrileña desde la declaración de parque nacional, como sí lo hizo en la zona segoviana.

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Gómez, el ingeniero forestal, considera que apenas se han producido cambios en esta última década, ya que “es muy poco tiempo para un bosque”. En cambio, sí ubica el cierre de las pistas de esquí en la montaña de la Bola del Mundo como una de las transformaciones más notables.

No todo es negativo para Nieto. Se congratula de la prohibición del baño en el Manzanares y el inicio de la tramitación necesaria para eliminar los quioscos de la zona del río que discurre por Manzanares el Real. “Estos quioscos no tienen evacuación de aguas residuales ni control del suministro de agua, y ocupan de forma ilegal dominio público hidráulico”, concluye.

placeholder Río Manzanares. (A. F.)
Río Manzanares. (A. F.)

Por su parte, el OAPN sostiene que su intención es “seguir impulsando el desarrollo de la red, con la incorporación de nuevos parques nacionales que sean exclusivamente de ámbito marino”. Según apuntan, de todos los 40 sistemas naturales identificados en la ley que pueden poseer los parques nacionales, todavía hay uno de ellos sin representar: sistemas asociados a emanaciones gaseosas submarinas. Por eso, fomentarán la declaración de nuevos parques nacionales que incluyen este sistema natural.

Unas 34.000 hectáreas repartidas entre la Comunidad de Madrid y Segovia se han convertido en el pulmón central de España al que poder escapar del frenesí de las urbes. A tan solo 40 kilómetros de la capital, el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama atrae cada año más de dos millones de visitantes, siendo el segundo con mayor afluencia de toda España. Este 2023, se cumplen 10 años desde que la zona fuera declarada parque nacional, lo que trajo consigo algunos avances en su conservación, aunque también lo convirtió en un importante polo de atracción del turismo y la masificación que conlleva. ¿Cómo ha cambiado este Parque Nacional en esta década y de qué forma la Administración pretende llegar al equilibrio entre desarrollo socioeconómico y respeto al medio natural?

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