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Argelia decreta la congelación de todo el comercio exterior con España
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Argelia decreta la congelación de todo el comercio exterior con España

Argel adopta nuevas represalias tras la intervención del presidente Sánchez en el Congreso y deja caer que dará más pasos hasta abarcar el gas

Foto: El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune. (Reuters/Pool/Jacquelyn Martin)
El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune. (Reuters/Pool/Jacquelyn Martin)
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Rara vez en la historia de la diplomacia española, ninguna desde la Transición democrática, una iniciativa de política exterior ha tenido tan desastrosos resultados. Argelia se cobra una factura astronómica y Marruecos apenas hace concesiones a un Gobierno de España que no ha ahorrado esfuerzos por reconciliarse con su más inmediato vecino del sur.

El anuncio, este miércoles, por el presidente argelino, Abdelmajid Tebboune, de la suspensión del tratado de amistad con España, firmado hace 20 años, pone aún más de relieve el avispero magrebí en que se han metido la diplomacia española y, con ella, las empresas que tienen negocios en ese país así como las que exportan a Argelia (2.735 millones de euros de exportaciones en 2019).

placeholder Orden dirigida a los directores de bancos en Argelia: congelación de las domiciliaciones y de las operaciones de comercio exterior de productos y servicios de y hacia España a partir del 9 de junio.
Orden dirigida a los directores de bancos en Argelia: congelación de las domiciliaciones y de las operaciones de comercio exterior de productos y servicios de y hacia España a partir del 9 de junio.

Justo después de ese anuncio presidencial, los directores de banco en Argelia recibieron la orden de “congelar las domiciliaciones y las operaciones de comercio exterior de productos y servicios de y hacia España a partir del jueves 9 de junio”. La orden escrita les fue enviada por la Asociación Profesional de la Banca, que actúa de intermediaria entre los bancos y el Ministerio de Economía y Hacienda.

La medida no afecta a las exportaciones de hidrocarburos argelinos a España. “En lo concerniente al gas, la parte española deberá abonar el precio justo, al alza, como también otros clientes nuestros, especialmente los italianos, o de lo contrario, deberá dejar paso a otros compradores que estén interesados”, afirmó al teléfono una fuente diplomática argelina.

Argelia ha adoptado ya una larga lista de represalias contra España, pero la más grave es esta suspensión del comercio con España que, curiosamente, se ha hecho pública. Contraviene el acuerdo de asociación de 2005 entre la UE y Argelia y el Gobierno español podría emprender acciones contra esa decisión discriminatoria con los productos españoles. España era hasta justo antes de la pandemia el cuarto socio comercial de Argelia, por detrás de Italia y por delante de Alemania.

Foto: El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune. (EFE/EPA/Ettore Ferrari)

Presionado por Rabat con, sobre todo, la inmigración irregular en Canarias, Ceuta y Melilla, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, puso fin el 14 de marzo a 47 años de aparente neutralidad española —bajo cuerda, Madrid apoyaba a Rabat— en el conflicto del Sáhara Occidental, provocando una furibunda reacción de Argelia por razones de fondo y de forma.

El Gobierno español se dejó presionar por Marruecos sin, en ningún momento, evaluar cómo podía defenderse adoptando, a su vez, medidas contra el vecino del sur. Directamente o a través de la UE, España tiene a su alcance muchos más medios legales de presión sobre Marruecos que cualquier otro país europeo. Bastaría, por ejemplo, que esboce la posibilidad de recuperar plenamente el control del espacio aéreo del Sáhara para provocar serios problemas en el tráfico de aeronaves en esa región.

Sánchez dio su total apoyo al plan de autonomía marroquí, para resolver el contencioso causado por una pésima descolonización, que descarta la celebración de un referéndum de autodeterminación de la población saharaui. Lo hizo en términos más explícitos y solemnes que, por ejemplo, José Luis Rodríguez Zapatero, al que una delegación marroquí mostró en 2007 el plan que había elaborado. El bandazo de la diplomacia española sirvió para poner fin a una crisis con Marruecos, pero no ayudará a resolver un conflicto enquistado desde 1975.

El presidente español concedió de antemano a Marruecos lo que anhelaba desde hace décadas, el respaldo de la antigua potencia colonial, pero sin obtener hasta entonces nada a cambio. La cesión de Sánchez solo sirvió para que los marroquíes se sentaran, por fin, a dialogar tras haber ganado la primera partida.

Foto: Foto: Pixabay/Leuchtturm81.

El fruto de esa negociación quedó plasmado en el comunicado conjunto hispano-marroquí del 7 de abril publicado tras la cena de Sánchez con el rey Mohamed VI de Marruecos. El texto está lleno de anuncios con buenas intenciones genéricas, pero no compromete a nada. Que el comunicado final es un compendio de vaguedades es una opinión generalizada entre los diplomáticos europeos acreditados en Madrid que siguen de cerca la política magrebí de España.

En su rueda de prensa en Rabat, Sánchez anunció, sobre todo, que se reabriría la aduana de Melilla —Rabat la cerró de un plumazo en 2018 sin suscitar ninguna protesta española— y se inauguraría una en Ceuta, que nunca contó con ella. Dos meses después, la aduana melillense sigue cerrada, pese a que se podía haber puesto en funcionamiento en cuestión de horas, y nada se sabe de la ceutí. La reunión sobre fronteras celebrada el martes pasado en Madrid entre delegaciones de ambos países acabó sin acuerdos.

Foto: Una planta de tratamiento de gas en Argelia, en una imagen de archivo. (Reuters/Bensemra)

Es verdad que hace ya casi dos meses se restableció el tráfico de pasajeros a través del Estrecho, suspendido durante más de dos años. Marruecos era el primer interesado en ello para permitir, este verano, la vuelta en barco de sus inmigrantes a casa desde los puertos andaluces. También se han reabierto las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla, con muchas restricciones y cierta confusión. Los policías marroquíes no respetan, por ejemplo, el régimen del viajero que permite cruzar la frontera con pequeñas compras efectuadas en el país visitado y para consumo propio. Lo incautan todo y perjudican así al turismo en las dos ciudades.

Hasta la fecha, ninguna autoridad marroquí, ningún documento oficial, evoca la posibilidad de que se puedan abrir esas aduanas. El director general de Aduanas, Nabil Lakhdar, negó incluso en la revista 'Tel Quel' que se pudiera hacer porque faltaba espacio físico, pero después rectificó. No se trata ya de que Marruecos quiera, como sucedió en años anteriores, asfixiar a las dos ciudades autónomas. Si Rabat arrastra los pies es porque teme que aceptar aduanas signifique reconocer implícitamente la soberanía española sobre Ceuta y Melilla. Aún hoy en día, Marruecos rechaza las sentencias y las comisiones rogatorias que se originan allí porque son 'ciudades ocupadas'.

Foto: Mohamed Benhlima. (Archivo/Amnistía Internacional)

Para no comprometer la reconciliación, el Gobierno español sigue sin atender la doble reivindicación que plantea Ceuta para ser más europea. La primera es ingresar en la Unión Aduanera de la UE, lo que solicitó en 2011. La segunda es formar parte del espacio Schengen de libre circulación, lo que Juan Jesús Vivas, presidente de la ciudad, lleva pidiendo desde 2019. Asuntos Exteriores, a quien corresponde tramitarlo en Bruselas, no ha hecho ninguna gestión y cuando Vivas pregunta al ministro, José Manuel Albares, este da respuestas evasivas.

Para no comprometer la reconciliación, el Gobierno se ha cuidado también de señalar a Marruecos como la potencia cuyos servicios introdujeron el 'malware' Pegasus en los móviles de Sánchez y de varios ministros, pese a que las fechas del ciberataque coinciden con el peor momento de la crisis bilateral. La que sí ha denunciado las escuchas de la Inteligencia marroquí fue, el martes en 'El Periódico de España', la exministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya. A ella se le revisó el móvil en junio de 2021 y el análisis dio positivo.

El presidente Emmanuel Macron tampoco quiso poner en la picota al Reino de Marruecos por haber infiltrado con Pegasus unos 1.000 móviles franceses, incluido el suyo, pero, por lo menos, ha enviado nítidos mensajes a Rabat de que su actuación es inaceptable. El último, desvelado en martes por 'Africa Intelligence', es la negativa a expedir visados Schengen a las directivos de la OCP, la mayor empresa pública marroquí, que querían viajar a París para asistir a un evento.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece este miércoles ante el pleno del Congreso. (EFE/Emilio Naranjo)

Sánchez falló también en las formas. Todos los interlocutores argelinos de este periodista han repetido que se enteraron del volantazo de España en política exterior a través del comunicado real marroquí y no, como dijo en un primer momento el ministro Albares, tras ser informados por el Gobierno español. Ese desacierto en las formas se repitió el miércoles durante la comparecencia del presidente en el Congreso para explicar las nuevas perspectivas en la relación con Marruecos tras haber sellado la paz.

En su intervención, muy seguida desde Argel, justificó el bandazo y no mencionó en ningún momento a Argelia ni contestó a las preguntas relacionadas con la crisis con España. El portavoz parlamentario del PSOE, Héctor Gómez, sí la mencionó, pero para decir desde la tribuna de oradores que con ese país existía “un vínculo estrecho y colaboración extraordinaria”. Sus palabras sonaron desde Argel a tomadura de pelo. Cuando España estaba en crisis con Marruecos y Sánchez era preguntado sobre el tema, siempre tuvo palabras amables hacia ese país “amigo” y “socio estratégico” de España. Nunca lo ninguneó como hizo este miércoles en el Congreso.

“La declaración de Pedro Sánchez de hoy ha sido la gota que ha colmado el vaso”, afirmó desde Argel un alto cargo de la diplomacia argelina. “Se jactó también de haber vendido el Sáhara Occidental al ocupante marroquí”, recalcó. “La España de Pedro Sánchez ya no es un socio creíble para Argelia”. “Otras medidas podrían seguir a corto plazo”, concluyó.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/Kiko Huesca)

La crisis con Argelia va a durar como mínimo hasta el final de la legislatura, a menos que Sánchez y Albares rectifiquen su política exterior promarroquí, algo que parece muy improbable. Está por ver qué otras sanciones tomará Argelia, porque en los círculos diplomáticos de la capital argelina no se duda de que seguirá apretando las tuercas a España.

La gran represalia por lo que se considera una “traición” española sería denunciar, invocando algún pretexto, los acuerdos de suministro de gas a España. Argelia es un país muy cortejado al que no le faltan clientes deseosos de comprar su gas en lugar del ruso. Si hace tan solo unos meses una decisión de ese calibre hubiera sido un gran revés para la economía española, ahora ya lo es mucho menos. El consumo de gas argelino no para de caer en España mientras se dispara el de esquisto procedente de EEUU.

Al margen de la energía, Argel puede tocar una última tecla para vengarse de la “traición española”, una expresión que emplean sus diplomáticos. Consiste en seguir el ejemplo de Marruecos meses atrás y dejar zarpar de sus costas a inmigrantes irregulares rumbo a Almería, Murcia o Baleares. Las autoridades argelinas ya suspendieron, el 2 de abril, la repatriación de los 'sin papeles' argelinos desde puertos españolas. Si recurren a la inmigración como Marruecos, nunca lo reconocerán.

Rara vez en la historia de la diplomacia española, ninguna desde la Transición democrática, una iniciativa de política exterior ha tenido tan desastrosos resultados. Argelia se cobra una factura astronómica y Marruecos apenas hace concesiones a un Gobierno de España que no ha ahorrado esfuerzos por reconciliarse con su más inmediato vecino del sur.

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