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Ceuta y Melilla piden en Bruselas ser más europeas, pero el Gobierno mira para otro lado
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Temor a represalias de Marruecos

Ceuta y Melilla piden en Bruselas ser más europeas, pero el Gobierno mira para otro lado

Los presidentes de las dos ciudades presentan en el Parlamento Europeo un informe que apuesta por su integración en la Unión Aduanera de la UE y en Schengen. El Ejecutivo no ha tomado ninguna iniciativa hasta ahora

Foto: Presentación del informe sobre Ceuta y Melilla en el Parlamento Europeo. (EFE/EPA/Stephanie Lecocq)
Presentación del informe sobre Ceuta y Melilla en el Parlamento Europeo. (EFE/EPA/Stephanie Lecocq)
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Hace ahora un año, justo después del aluvión migratorio marroquí que sumergió Ceuta, los secretarios de Estado para la Unión Europea, Juan González Barba, y de Política Territorial, Víctor Franco, viajaron a las dos ciudades autónomas para confirmar que lo sucedido “requería una respuesta enérgica” por parte del Gobierno, que consistiría en reforzar su “españolidad y su europeidad”. El Ejecutivo no ha dado desde entonces ni un paso en esa dirección. Los presidentes de Ceuta, Juan Jesús Vivas, y de Melilla, Eduardo de Castro, han decidido tomar ellos la iniciativa alentados por Jordi Cañas, un eurodiputado de Ciudadanos que ha mostrado especial sensibilidad por la suerte de esos dos territorios. Fue él quien promovió, en junio de 2021, la moción en la que el pleno del Parlamento Europeo censuró a Marruecos por enviar a más de 10.000 inmigrantes a Ceuta, la quinta parte menores de edad.

Vivas y De Castro, acompañados por varios miembros de sus gobiernos locales, dieron a conocer el miércoles en el Parlamento Europeo un informe encargado por Cañas a la consultora Ernst & Young sobre cómo lograr una mayor inserción de Ceuta y Melilla en la Unión Europea. Analiza los pros y los contras de su ingreso en el espacio Schengen, en la unión aduanera y la obtención del estatus de región ultraperiférica.

Foto: Jordi Cañas. (Parlamento Europeo)

El Gobierno de Felipe González no quiso en 1986 que ingresaran en Schengen, lo que permitía, hasta la pandemia, entrar en Ceuta y Melilla sin visado a los marroquíes residentes en las provincias fronterizas de Tetuán y Nador. Se convirtieron así en las fronteras más transitadas de África y, probablemente, en las más caóticas. Tampoco se adhirieron las dos ciudades a la unión aduanera, lo que les reporta ventajas fiscales, pero entorpece el movimiento de mercancías con la Península y el resto de Europa. Esa no fue solo, hace 36 años, una decisión económica, sino diplomática, para no molestar a Marruecos.

De la lectura de las 110 páginas del informe de Ernst & Young se deduce, con algunos matices, que adherirse a Schengen y a la unión aduanera tendría más ventajas que inconvenientes y obtener el estatus de región ultraperiférica de la UE sería aún más beneficioso. Por eso hace ya más de 10 años que la Asamblea de Ceuta (Parlamento local) solicitó por unanimidad la incorporación de la ciudad a la unión aduanera, como lo hizo Canarias hace más de 30 años, paso previo a convertirse en región ultraperiférica. Los sucesivos gobiernos de España desoyeron su petición y no la tramitaron en Bruselas.

Foto: Efectivos de la Policía Nacional, junto a un grupo de migrantes, en Ceuta. (EFE)

Vivas ha reiterado hasta la saciedad esta petición de “más Europa” para su ciudad —que repitió este martes desde la sede del Parlamento Europeo— al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. Este le ha dado, como sus predecesores, respuestas evasivas. El informe de la consultora da algunas claves de por qué el Gobierno rehúsa comprometerse: el temor a una reacción de Marruecos, ahora que, tras el alineamiento del presidente Pedro Sánchez con Rabat en el conflicto del Sáhara Occidental, la relación se ha distendido.

“La inclusión de Ceuta y Melilla de forma efectiva en Schengen activaría un elemento de inestabilidad con Marruecos”, reconoce la consultora Ernst & Young. “Un empeoramiento de las relaciones con España y Marruecos podría llevar aparejada una relajación del control de las fronteras por parte de las autoridades marroquíes, lo que supondría un incremento de la inmigración procedente de dicho país”, vaticina. Reconoce así que Rabat utiliza la inmigración para presionar a España.

A las tergiversaciones del Gobierno a la hora de adoptar medidas que desagraden a Rabat se añade la desunión entre las dos ciudades sobre cómo ser más europeas. El acto del miércoles en el Parlamento Europeo fue una iniciativa de Ciudadanos a la que se sumaron Vivas (PP) y De Castro (ex de Cs). El PSOE no quiso estar en esa foto. La socialista Gloria Rojas, vicepresidenta de Melilla, no se desplazó a Bruselas.

Ceuta tiene las ideas claras. Lo quiere todo de Europa. Melilla ve con buenos ojos la unión aduanera, pero no la ha pedido como Ceuta. Está empeñada, en cambio, en mantenerse al margen de Schengen porque en su Gobierno participa Coalición por Melilla, un partido mayoritariamente musulmán y rifeño que quiere que los vecinos de Nador pueden entrar fácilmente en la ciudad. Esta división de opiniones da argumentos al Gobierno español para permanecer de brazos cruzados. No tendría sentido que llevara a cabo en Bruselas trámites para una ciudad y no para la otra.

El Ejecutivo español está, no obstante, elaborando un plan estratégico económico para ambas ciudades que dará a conocer a principios del verano. Los acuerdos alcanzados el 7 de abril, con motivo de la cena en Rabat de Pedro Sánchez con Mohamed VI, no han supuesto ninguna contrapartida para Ceuta y Melilla, excepto la reapertura de sus fronteras terrestres, cerradas durante 26 meses. En ello tenía tanto interés Rabat como Madrid.

Las fronteras se están reabriendo desde el 17 de mayo a un ritmo gradual. El día 31 ya pudieron atravesarlas un puñado de transfronterizos marroquíes cuyos permisos de trabajo en Ceuta y Melilla no han caducado durante la pandemia. Pero ese calendario no incluye fechas para la puesta en marcha de la aduana comercial de Melilla, que Rabat cerró unilateralmente en 2018, ni para la inauguración de otra en Ceuta. Ambas aduanas fueron, sin embargo, anunciadas el 7 de abril por Sánchez.

Eduardo de Castro se mostró escéptico sobre la reapertura de la aduana melillense, que llevaba funcionando desde mediados del siglo XIX. “No soy optimista porque ya sabemos que Marruecos hace su juego”, declaró. Juan Jesús Vivas rehusó, por su parte, “especular sobre si de aquí a diciembre Ceuta dispondrá de una aduana”.

La circulación es escasa, comparada con 2019, y ordenada en las fronteras, pero ya ha surgido una disparidad de criterio entre policías marroquíes y españoles que Daniel Conesa, diputado del Partido Popular en Melilla, ha denunciado. Mientras los españoles permiten entrar en la ciudad con compras hechas en Marruecos para consumo personal —sobre todo comida—, los marroquíes son inflexibles y requisan todo —hasta un yogur— lo adquirido en Melilla. No respetan así el régimen del viajero, que permite atravesar fronteras con pequeñas compras, y perjudican al comercio minorista melillense, que no puede vender nada al turista que regrese a Marruecos.

Hace ahora un año, justo después del aluvión migratorio marroquí que sumergió Ceuta, los secretarios de Estado para la Unión Europea, Juan González Barba, y de Política Territorial, Víctor Franco, viajaron a las dos ciudades autónomas para confirmar que lo sucedido “requería una respuesta enérgica” por parte del Gobierno, que consistiría en reforzar su “españolidad y su europeidad”. El Ejecutivo no ha dado desde entonces ni un paso en esa dirección. Los presidentes de Ceuta, Juan Jesús Vivas, y de Melilla, Eduardo de Castro, han decidido tomar ellos la iniciativa alentados por Jordi Cañas, un eurodiputado de Ciudadanos que ha mostrado especial sensibilidad por la suerte de esos dos territorios. Fue él quien promovió, en junio de 2021, la moción en la que el pleno del Parlamento Europeo censuró a Marruecos por enviar a más de 10.000 inmigrantes a Ceuta, la quinta parte menores de edad.

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