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"Mierda, vamos a ascender": por qué todo el mundo ama al Union Berlin, el rival del Madrid
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SE ESTRENA EN LA CHAMPIONS

"Mierda, vamos a ascender": por qué todo el mundo ama al Union Berlin, el rival del Madrid

Otrora equipo del sindicato en la RDA, el rechazo a los valores del fútbol moderno y el gran sentimiento de comunidad forman parte irrenunciable de su identidad, la de un equipo que debuta en el torneo continental por la puerta grande

Foto: Por qué todo el mundo ama al Union Berlin, el rival del Real Madrid. (Reuters/Annegret Hilse)
Por qué todo el mundo ama al Union Berlin, el rival del Real Madrid. (Reuters/Annegret Hilse)

Otro año más, el rey de Europa se enfrenta en fase de grupos de la Champions League a un equipo con raíces en la extinta Alemania del Este. Si el curso anterior fue contra el equipo más odiado en la actualidad en tierras germanas, el Red Bull Leipzig, en el partido de este miércoles (18:45, Santiago Bernabéu) los de Carlo Ancelotti debutan en el torneo contra el FC Union Berlin, equipo que representa unos valores contrapuestos a los del club propiedad de la factoría de bebidas energéticas y que, por consiguiente, trae consigo la vitola de ser una entidad amada y respetada por propios y extraños. Algo nada común en un mundo en que la furia y el ruido parecen inundarlo todo, incluido el deporte rey, que tantas pasiones levanta.

Como ocurre con Eduardo Mendoza o los pistachos, resulta muy difícil odiar al Union Berlin... a no ser que se sea hincha del Hertha de Berlín o miembro de la Stasi en tiempos de la RDA. Las causas que le han granjeado semejante carisma es la fidelidad inquebrantable que ha generado con su afición; un matrimonio que es bien visto por todos por el buen hacer de sus actividades en común, las cuales exhalan un aroma de autenticidad y valores comunitarios que despiertan admiración. A ello se suma que Poderoso Caballero Don Dinero, siempre que ha hecho acto de presencia por los éxitos deportivos, no ha cambiado un ápice la filosofía del club. El Union podrá desaparecer por ser leal a sus ideales, pero nunca perecerá de éxito. No hay duda de que los berlineses del barrio de Köpenick son un club singular. Y lo han sido prácticamente desde su refundación, en los tiempos en que Walter Ulbricht estaba al mando de la Alemania comunista.

Foto: Ancelotti y Modric tras el partido contra la Real Sociedad. (REUTERS/Isabel Infantes)

Oprimidos por el muro y por la Stasi

1968 fue un año clave en el escenario internacional, con los sucesos del Mayo francés como epítome del descontento social que abrigaba Occidente. Si bien, al otro lado del telón de acero tampoco corrían las aguas con calma. Tras la Primavera de Praga, los tanques del Pacto de Varsovia tomaron las calles de la capital checoslovaca y la Unión Soviética reprimió con dureza la petición de reformas e invadió el país. Curiosamente, fue este un año de celebración para el Union. A 350 kilómetros de la plaza de Wenceslao, en el este berlinés, el equipo levantaba su único título cosechado hasta la fecha, la Copa de la RDA. Ha pasado más de medio siglo.

Dos años atrás, el equipo se había refundado, al igual que tantos otros clubes importantes de Alemania Oriental. Pero, a diferencia de otros equipos importantes del país bajo el yugo comunista, el equipo no pertenecía a ninguna gran fábrica, sino que era el equipo de los sindicatos. Pese al éxito de 1968, los aficionados unioners van a vivir a la sombra del gran equipo berlinés de la época, el Dinamo de Berlín, debido a que este era el equipo de la Stasi, el peligroso órgano de inteligencia de la extinta república. El eficaz engranaje que han mostrado películas como La vida de los otros también va a tener tentáculos en el ámbito deportivo. Como cualquier otro Dinamo —baste pensar en el todopoderoso Dinamo de Moscú o, incluso, el Dinamo de Tbilisi, el equipo de Lavrenti Beria, el temible líder de la policía secreta de Stalin, el NKVD—, la fuerza estatal que tenía era ilimitada. "El Union era el club de los sindicatos y había una frase que decía: 'No todos los hinchas del Union son enemigos del Estado, pero todos los enemigos del Estado son hinchas de Union'. Aunque con el tiempo se ha idealizado la rebeldía del Union en esta época, la cual existía, pero quizás no era tan explícita, el club funcionaba como contraposición al BFC Dinamo, equipo de la Stasi. El Dinamo llegó a ganar hasta 10 ligas consecutivas. Este odio, más que rivalidad, ha llegado hasta nuestros días", expone Alberto Doblaré, encargado de la cuenta oficial en español del Union Berlin en Twitter.

Foto: Los jugadores del Magdeburg posa con la Recopa de Europa tras derrotar al AC Milan.

Como tantas otras historias relacionadas con el equipo berlinés, la que protagoniza Doblaré podría relatarse en un cuento de hadas. Tras vivir en la capital durante cinco años, desde 2010 a 2015, regresó enamorado del equipo que juega en el estadio An der Alten Försterei: "En 2019 decidí hacerme una cuenta para dar a conocer al club en español, que pensaba que había poca información. Para hacerlo más interesante combinaba contenido de historia de la RDA, de la ciudad de Berlín, fútbol popular, etcétera. Y en ese proceso de buscar contenido me fui enamorando más y más del club. En los siguientes años fui conociendo muchos periodistas que siguen la Bundesliga y seguidores del Union, y hace unos meses hablé con el club para comentarles que pensaba que podía ser momento de dar un siguiente paso. Finalmente, todo salió bien, el equipo entró en Champions y decidieron que era momento de crecer internacionalmente, apoyados en la base de seguidores y de contactos ya generada. Así que lo que empezó como un hobby es ahora mi trabajo. Vivo en España y viajo periódicamente a Alemania para algunos partidos y eventos especiales. Una afición que me va a llevar al Bernabéu", explica satisfecho.

El club que viste de rojo posee una idiosincrasia que no se puede entender sin conocer bien todas las complejidades de su historia. El hecho de partir del sindicato y rivalizar con el equipo de la Stasi le situaba en un raro limbo dentro de la RDA: no había dudas de que era un club comunista, pero rivalizaban con el equipo mimado por los gerifaltes. Es una paradoja que relata José I. Araoz, redactor de MiBundesliga, portal web especializado en el balompié alemán: "Si bien puede ser visto como un club disidente para el régimen en la época, en Union Berlin las ideas de izquierda están más presentes que en ningún club de la Bundesliga. La idea de que el club pertenezca a los socios se lleva de cabo a rabo", expone.

placeholder Aficionados del Union Berlin animando a su equipo. (Reuters/Annegret Hilse)
Aficionados del Union Berlin animando a su equipo. (Reuters/Annegret Hilse)

El hecho de tener que lidiar con entidades mimadas por el comunismo imprimió en el equipo un aura de bloque contestatario ante el poder que siempre han mantenido con orgullo. Los sesenta y setenta no fueron años sencillos para la suerte de la entidad y tampoco la década de los noventa, ya con el muro derribado y Alemania como único país. Como a todos los clubes de la RDA, la reunificación pasó factura al Union, que empezó a competir en divisiones bajas. Hubo un conato de recuperación a inicios de siglo, cuando el club llegó a final de la Copa alemana, la Pokal, pese a estar en segunda, pero tras esto vinieron descensos y años difíciles. Todo cambió cuando Dirk Zingler, un verdadero aficionado, tomó las riendas del club. En 2009 volvieron a ascender a la segunda categoría, y en 2019, tras una década haciendo las cosas muy bien tanto fuera como dentro del césped, subieron a Bundesliga: "Desde entonces, cada temporada ha sido mejor que la anterior, incluyendo tres clasificaciones europeas consecutivas. Pero como dijo la afición en una pancarta en el primer partido de este curso: 'Nuestra llave al éxito es no olvidar de dónde venimos", explica Doblaré.

Donar sangre salvó al moribundo

A las circunstancias históricas que conforman la idiosincrasia de todo henchido aficionado del Union, se han de sumar el conjunto de hitos que podrían tildarse de cotidianos. Se trata de una serie de hechos menores en su transcendencia y alcance, pero absolutamente simbólicos en lo que pretende representar este club, y por ello constituyen un compendio de anécdotas que los hinchas locales cuidan y almacenan con mimo para que formen parte de la memoria cultural y social del club. Probablemente, uno de los episodios que más felicidad provocan al ser evocados llegó en 2004. Tras un duro descenso, el equipo estaba, por decirlo como Manuel Ruiz de Lopera, en la UVI, y se montó la campaña Sangrar por Unión: "En Alemania, donar sangre es recompensado con dinero y los hinchas decidieron hacerlo para salvar al club en una pésima situación económica", evoca Araoz. No dudaron, por lo tanto, los hinchas en acudir en masa a la campaña de extracción, al igual que tampoco titubearon para poner dinero y reconstruir con sus propias manos el estadio, el cual necesitaba una remodelación urgente para poder competir.

Lo cierto es que el Estadio An der Alten Försterei es concebido por gran parte de la hinchada como una extensión de sus respectivos hogares. "El estadio centenario te traslada a los años setenta, a cómo se vivía el fútbol antes. Casi todo el estadio de pie, la gente cantando, sin publicidad inmersiva y cerveza en las gradas. Y luego está el marcador manual para poner la guinda. También destaca el himno rockero de Nina Hagen que pone los pelos de punta. Además, la afición es muy respetuosa con sus jugadores, nunca silba, anima incluso después de una derrota dolorosa", confiesa Doblaré.

"Casi todo el estadio está de pie, la gente canta, sin publicidad inmersiva y cerveza en las gradas. Y la afición es muy respetuosa con sus jugadores"

No es de extrañar, en tal contexto, que la afición del Union Berlin encandilase al escritor Ignacio Pato. En su libro Grada popular (Panenka, 2022) dedicó ocho capítulos a analizar de manera pormenorizada los secretos y características de ocho hinchadas, y reconoce que le costó mucho, al final, excluir la del Union por lo singular de su comportamiento: "Creo que es una afición que representa lo que debería ser el fútbol. La cercanía, la fidelidad y la pasión. Ese orgullo de pertenencia a la vez abierto a quien quiera sumarse a él, que creo que tiene también que ver con cierta personalidad de una ciudad como Berlín. La pasión unioner es de esas que se transmiten como siempre pasó, de generación en generación sin tener en cuenta las victorias de los equipos más poderosos de quien es más fácil hacerse seguidor", atestigua.

Hinchada y club parecen haber sabido germinar un sentido de pertenencia que excede al fútbol: los problemas de un aficionado son los de todos los integrantes del equipo. "Es un club que se comporta como una familia. Pertenece en un cien por cien a sus socios e ir a ver al equipo es solo una parte dentro de las tareas de la comunidad. Hay mucho más: torneos de fútbol, regatas, eventos solidarios o villancicos navideños", explica Doblaré. Precisamente, uno de esos días que nadie se pierde en Kopënick cada año es el cántico de los villancicos en los días previos a la Navidad. También se recuerda con orgullo algunas jornadas del inicio de canícula de 2006, cuando la selección alemana iniciaba su participación en el Mundial de fútbol en que actuaba como local: se decidió abrir el estadio para que las familias fuesen con sus sofás al estadio y poder ver sobre el césped los encuentros de la Mannschaft. "En Köpenick, el fútbol sigue siendo fútbol y, por ende, sigue siendo una dispersión para las familias del barrio. Mientras vemos infinitos casos en donde el negocio monetario está por encima de todo, ser un unioner es un golpe al status quo. Es saber que perteneces a un club donde el fútbol sigue siendo de los tuyos y no de jeques cataríes, empresarios estadounidenses o jerarcas chinos", culmina Araoz

Quizás la fórmula del éxito sea muy sencilla y consista en no hacer falsas promesas y desvivirse, y no solo de boquilla, por el aficionado de a pie, el único que ha demostrado dar la cara cuando vienen mal dadas. Lo resume de manera extraordinaria Pato: "El Union reconcilia al aficionado, incluso al que no es de ese equipo, con un deporte cuyas cúpulas lo han alejado cada vez más del hincha. El Union reivindica esa última meritocracia en la que podemos creer, escacharrado ya hace tiempo el ascensor social, que es el fútbol: once tipos más o menos normales pudiendo ganarles a otros que cobran más o están más endiosados", afirma el escritor.

placeholder Un equipo que funciona como una gran familia. (EFE/EPA/Filip Singer)
Un equipo que funciona como una gran familia. (EFE/EPA/Filip Singer)

¿Perder los valores con el éxito?

Corromperse puede ser una tentación cuando todo está a favor y el éxito le explota a uno en la cara: una consecuencia puede ser la ceguera y la amnesia, olvidar todo el trabajo que hay detrás hasta cosechar la victoria. No son pocos los personajes shakesperianos que, al tocar poder, dieron la espalda a sus raíces y entraron en una espiral de egoísmo y destrucción. ¿Podría entrar el Union Berlín en una dinámica similar al saborear las mieles del éxito y conquistar las anheladas plazas del viejo continente? Para Alejandro Diago, periodista y colaborador de OneFootball, no hay riesgo de que el cuadro del Este berlinés pierda el norte: "No creo que pierda sus valores. Su crecimiento está siendo escalonado, no se meten en proyectos faraónicos que pongan en riesgo la estabilidad del equipo, y su objetivo no es jugar la UCL ni en Europa, sino competir y pelear para llegar lo más lejos posible. Nunca van a poner en riesgo su futuro por una temporada o dos en Champions. El Union tiene siempre presente que es lo que es gracias a su afición. Cuando vas a Köpenick se ve una estatua con el casco de obrero, un reconocimiento del club a todos los hinchas que apostaron por el club", afirma

Diago conoce bien Köpenick, ya que reside en Berlín desde hace tiempo. Pese a no haber contado con un equipo en la élite, a diferencia de otras urbes alemanas como Dortmund y, especialmente, Múnich, la ciudad que ha visto nacer a genios como Ernst Lubitsch es sumamente futbolística, con numerosos campos para jugar en parques y en muy diversas zonas berlinesas, y el Union Berlin tiene también su cuota de importancia en este mayor interés: "La rivalidad entre el Hertha de Berlín y Union es muy fiera, y en los últimos años su enfrentamiento ha sido uno de los derbis más interesantes de la Bundesliga. Lo que pasa es que ha coincidido el mejor momento del Union a todos los niveles con el peor del Hertha. Incluso, se va a ampliar el estadio, de los 22.000 actuales a los 44.000 espectadores, doblando. Los socios han crecido de manera exponencial, y el equipo está rindiendo a nivel deportivo", explica el periodista.

"Jugar en el Olympiastadion será histórico, será algo que se volverá mito y que muchos jóvenes de hoy podrán contar en un futuro a sus nietos"

De hecho, los unioner van a jugar sus partidos de Champions League como local en el Olympiastadion, sede de sus vecinos y máximo rival, dada la mayor capacidad que tiene este feudo. Si bien, la afición del Union, lejos de sentirlo como una traición, han abrazado este gesto con buen agrado, como explica Pato: "Así, más gente podrá ver al equipo en un momento que, sin duda, será histórico, que se volverá mito y que muchos jóvenes de hoy contarán a sus nietos". Tanto Pato como Diago trazan un paralelismo entre Union y un equipo español, tanto por el carácter de los aficionados como por la idiosincrasia del club, el Rayo Vallecano de Madrid.

Parece claro que ni un hipotético e inesperado exitazo en Europa, llegando a las últimas eliminatorias de la Champions League, provocaría que el club cambiase un ápice su filosofía. De hecho, no resulta arriesgado afirmar que la hinchada estaría igual de feliz si compitiese el club de sus amores en una categoría inferior. Con cierta sorna, los aficionados erigieron una pancarta cuando el ascenso a la Bundesliga estaba cerca en el curso 2018-19. En esta se leía: "Mierda, vamos a ascender". Además de la broma, se lanzaba de un modo singular pero efectivo un aviso a navegantes, por si alguien —dentro o fuera del club— decidía cambiar el rumbo de gestión seguido hasta la fecha. Pese al mayor foco mediático que se alcanzaría en Bundesliga, no se desvirtuaría el sentimiento unioner, como recalca Pato.

Foto: Las dos alemanias se enfrentaron en el Mundial de 1974. (Reuters)

La constatación final de que la comunión entre dirigentes y afición no cambiará sea cual sea el contexto llegó nada más ascender. En el primer partido en la élite, los aficionados llevaron fotografías de sus familiares fallecidos, aquellos que tristemente se perdían el debut soñado y que no habían abandonado nunca al equipo cuando vinieron mal dadas. Un tributo que fue precioso, al que acompañó otro gesto de gran estima por parte del club: "En las cifras oficiales del partido se vio que el número de asistentes fue mayor al de la capacidad del estadio. Y eso fue porque el club decidió contar como presentes a cada una de las personas que aparecían en esas imágenes. No hay palabras para describir lo que eso debe generar para los hinchas", explica Araoz.

Es difícil, ante semejante buen rollo, que los once jugadores que cada fin de semana elige el técnico Urs Fischer no salgan enchufados al césped del An der Alten Försterei. Una motivación que aumenta cuando suena el himno compuesto por Nina Hagen, irredenta hincha del Union y muy conocida rockera en el panorama musical alemán. Cada partido, por lo tanto, se convierte en una fiesta. Se pierda o se gane.

Posible duelo trampa para el Real Madrid

Es cierto que el nuevo Santiago Bernabéu impone a todo aquel que lo visite por primera vez, sea para debutar en Champions League o para inaugurarlo con un concierto, como hará Taylor Swift, pero liberados de la carga y los nervios iniciales, el Union Berlin puede dar un susto a los blancos. No hay duda, en cualquier caso, que el catorce veces campeón de Europa es el claro favorito, pero como ha avisado Toni Kroos, haría bien el cuadro local en no confiarse. Solo hay que remontarse dos años atrás para ver cómo un inesperado actor de reparto, el también debutante Sheriff Tiraspol, robaba los tres puntos de Chamartín en la primera jornada del equipo merengue como local en el curso europeo.

Foto: Simakan celebra un tanto del Red Bull Leipzig. (Reuters/Lisi Niesner)

Los berlineses quedaron cuartos en la última Bundesliga y han empezado esta campaña de forma dubitativa, con dos derrotas en cuatro encuentros. No es un equipo vistoso, pero sí un cuadro que sabe sacar rédito de sus virtudes, con un gran sentido colectivo. "Los de Fischer son un grupo muy comprometido, rocoso, al que cuesta meterle goles con sus tres centrales y muy peligroso a las contras y balón parado, aprovechando casi siempre las pocas ocasiones que tienen", afirma Doblaré.

Diago piensa que una de las razones del buen hacer del equipo de rojo está en la inteligencia con la que se confecciona la plantilla, sin tirar la casa por la ventana con los fichajes, pero incorporando un cuadro competitivo que mezcla jóvenes talentos y veteranos contrastados. Entre estos últimos se encuentran las recientes incorporaciones Robin Gosens y Leonardo Bonucci, ambos procedentes de la Liga italiana. El excentral de la Juventus de Turín, campeón de la Eurocopa de la pandemia, ha sido uno de los zagueros más contrastados de los últimos dos lustros, mientras que el jugador procedente del Inter de Milán, que también disputó la Euro pasada con la selección germana, aportará rigor y mucho despliegue al equipo en el carril.

placeholder Bonucci, uno de los grandes fichajes de la temporada. (EFE/EPA/Filip Singer)
Bonucci, uno de los grandes fichajes de la temporada. (EFE/EPA/Filip Singer)

Se trata de un equipo que no busca tener una gran estrella, por lo que tener un notable reparto, en pos del bien colectivo, se privilegia por encima de contar con un carismático actor principal al que cuidar y agasajar. "Se debe tener en cuenta al portero Rönnow, que fue el mejor jugador de la temporada pasada para los aficionados. En defensa, Knoche es fundamental, con dos carrileros muy buenos, Juranovic y Gosens. Y arriba Behrens, como nueve puro alemán, es la referencia, y Fofana y Becker para correr por la banda en velocidad", explica Doblaré. Por su parte, Diago refiere el peligro que siempre tiene Kevin Volland, otro de los grandes fichajes del equipo en la presente canícula, y que busca reencontrarse con el gol tras venir de un par de cursos más irregulares en Mónaco.

El duelo de esta tarde tiene sus trampas, y no es fácil de predecir. Aunque el Real Madrid sea el inequívoco favorito, el Union Berlin ya ha demostrado estar capacitado para dar un susto a cualquiera y ser un equipo rocoso y serio, que suele vender caras sus derrotas. Los alemanes saben que sacar algo del coliseo blanco sería maravilloso, ya que se juegan su continuidad en Europa, teóricamente, con dos equipos muy complicados, como son el rival de este miércoles y el campeón italiano, el Nápoles, pero también con un club ligeramente inferior sobre el papel, el Braga. Clasificar para la Europa League no sería un mal escenario. "Veo difícil que puntúen en el Bernabéu, pero a su favor juega una sólida defensa y, sobre todo, que el hecho de estrenarse en ese estadio y ante un rival como el Madrid les libera de toda la presión. Pero sabiendo del orgullo unioner, no vendrán a un partido homenaje, sino a sudar la camiseta roja", explica Pato. También Araoz cree que un exceso de confianza merengue traería problemas a los locales, mientras que Diago ve un resultado ajustado: "Ganar va a ser muy difícil, pero estoy seguro que el Union Berlin no va a ser una perita en dulce para el Real Madrid, creo que le puede poner las cosas difíciles y meter en problemas. Me atrevo con un pronóstico, 2-1, victoria sufrida del Madrid, que tendrá que sudar bastante. Creo que este equipo, pese a sus limitaciones, va a poder competir al máximo en Europa", culmina.

Carlo Ancelotti no podrá contar con los lesionados de larga duración Courtois y Militao, además de la reciente baja de Dani Carvajal, y aún siguen en el dique Güler y Vinícius, a los que se está mimando para que su recuperación sea total y que no se dé un paso en falso. Previsiblemente, Joselu será, de nuevo, la referencia de un equipo que ha empezado con pleno en liga: cinco victorias en otros tantos partidos. Por su parte, Fischer no podrá contar con el mediocampista Rani Khedira —el hermano del gran Sami, que jugó su último partido en el Bernabéu en la primavera de 2015— ya que se lesionó en pretemporada. Arbitra el encuentro el noruego Espen Eskas.

Otro año más, el rey de Europa se enfrenta en fase de grupos de la Champions League a un equipo con raíces en la extinta Alemania del Este. Si el curso anterior fue contra el equipo más odiado en la actualidad en tierras germanas, el Red Bull Leipzig, en el partido de este miércoles (18:45, Santiago Bernabéu) los de Carlo Ancelotti debutan en el torneo contra el FC Union Berlin, equipo que representa unos valores contrapuestos a los del club propiedad de la factoría de bebidas energéticas y que, por consiguiente, trae consigo la vitola de ser una entidad amada y respetada por propios y extraños. Algo nada común en un mundo en que la furia y el ruido parecen inundarlo todo, incluido el deporte rey, que tantas pasiones levanta.

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