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Alemania comunista, Alemania capitalista: dos modelos barridos por la libreta de Sacchi
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Un "fútbol total" que duró hasta 1990

Alemania comunista, Alemania capitalista: dos modelos barridos por la libreta de Sacchi

Dos concepciones del fútbol que caminaron paralelas hasta 1990, cuando la estrategia se comió la ideología

Foto: Las dos alemanias se enfrentaron en el Mundial de 1974. (Reuters)
Las dos alemanias se enfrentaron en el Mundial de 1974. (Reuters)
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Cuando tras caer en semifinales de Italia 90, un afectado Gary Lineker ironizó con que en fútbol siempre gana Alemania, olvidaba a los alemanes del este. A partir de aquel Mundial la sentencia sí podría haber sido cierta en toda su amplitud, ya que el Premio Nobel de la Paz soviético, Mijaíl Gorbachov, haría los deberes para que ambas partes de Alemania se unificasen en un proceso culminado en septiembre del 1990. Pero la realidad fue que diferentes avances tácticos a escala de totalidad impidieron mantener a la nueva Mannschaft como selección dominante. Si hasta 1990 hubo una Alemania perdedora y otra temida, la selección unificada que Franz Beckenbauer, como entrenador, previó como invencible, no conseguiría la Copa del Mundo hasta el año 2014. Este es el repaso de todo aquello:

Como se conoce, al finalizar la Segunda Guerra Mundial los dominios de la derrotada Alemania fueron repartidos entre Estados Unidos, Inglaterra y Francia en la zona occidental y la Unión Soviética en la oriental, dos bloques con modelos políticos, económicos y sociales opuestos cuyos países se habían visto obligados a colaborar para vencer al nazismo. Para inicios de los años cincuenta, el fútbol nacional alemán quedó dividido en tres combinados: la República Federal de Alemania (RFA), la República Democrática de Alemania (RDA) y la selección del Protectorado de Sarre, ciudad de occidentales bajo influencia francesa cuya federación se negaban a ser parte gala.

placeholder Lineker marca contra Irlanda en el Mundial 90. (Reuters)
Lineker marca contra Irlanda en el Mundial 90. (Reuters)

​La selección del Sarre

Pasados sus primeros años, la selección del Sarre acabaría siendo dirigida por el sajón emigrado Helmut Schön, a la postre seleccionador germano. Debido a lo limitado de su población y a su escasa década de trayectoria, el combinado no alcanzaría resultados. Sarre participaría en los Juegos Olímpicos de Helsinki 52 pero no lograría clasificarse para el Mundial de 1954, competición desarrollada tres años antes de que un referéndum incorporase el territorio a Alemania Occidental y se uniesen los equipos.

Por su parte, las selecciones de Alemania Federal y Alemania Democrática no harían más que distanciarse desde que el país quedase dividido oficialmente en 1949 y ellas fuesen aceptadas por la FIFA poco después. Mientras que la RFA ganaría Suiza 54 de manera sorpresiva y sería cuarta en Suecia 58 con un equipo mejor formado, la RDA no estaría en ninguna de esas citas.

placeholder (Wikipedia)
(Wikipedia)

Un choque ideológico

El choque ideológico entre los capitalistas del oeste y los comunistas orientales derivaría en el histórico levantamiento del muro en la ciudad de Berlín decretado por los mandamases soviéticos en 1961, que seccionaría el terreno también de manera material. En el fútbol alemán, la creación de la Bundesliga en 1963 acarreó que el vigente término Oberliga quedase relacionado solo con la competición de Alemania Democrática. Que los éxitos de equipos occidentales como la selección, el Borussia Mönchengladbach o el FC Bayern Munich se sucedieran en la década y sus vecinos no progresasen se debió a distintas circunstancias.

En primer lugar, el territorio perteneciente a Alemania Federal ocupaba más del doble que el de la también llamada República Popular, triplicándole asimismo la población. Por pura estadística, la cantidad de futbolistas surgidos en la zona occidental sería mayor. Pero es difícil asegurar que el numérico es el factor determinante en el potencial deportivo de un país, algo que la historia no deja de mostrarnos con la reiterada conquista de torneos internacionales por equipos pertenecientes a naciones reducidas.

placeholder La nadadora Kristin Otto, una de las principales medallistas de la RDA. (K. Otto)
La nadadora Kristin Otto, una de las principales medallistas de la RDA. (K. Otto)

En lo económico, aunque muchos trabajadores no estuviesen conformes con determinadas condiciones laborales, pasado el ecuador del siglo los regímenes comunistas tendrían estabilidad, hasta que el tiempo acabase por demostrar su ineficacia ante el voraz crecimiento capitalista. En gran medida por tratarse de un satélite remoto y con deudas de guerra, Alemania Democrática estaría desatendida por el gobierno central soviético, y, dentro de ello, el fútbol nunca dispuso de la consideración y las inversiones de otras disciplinas deportivas. Aun así, el período de bonanza se sintió en los clubes a inicios de los años setenta y el fútbol del país alcanzó un nivel aceptable. Con un profesionalismo limitado, no extraña que los mayores éxitos llegasen en los Juegos Olímpicos. Las medallas de bronce, oro y plata conseguidas por la RDA en los certámenes de Múnich 72, Montreal 76 y Moscú 80 respectivamente muestran que, sin las principales estrellas profesionales, aumenta la competencia entre las distintas selecciones.

El buen hacer de los alemanes del este en la década se transmitió al primer nivel de clubes solo puntualmente, con la conquista de la Recopa en mayo de 1974 por parte del FC Magdeburg ante el vigente campeón, un AC Milan dirigido por Cesare Maldini y con Gianni Rivera venido a menos debido a su edad. Los principales futbolistas del equipo dirigido por Heinz Krügel serían el eje de la única RDA clasificada para un Mundial, el que se celebraría ese mismo año precisamente en Alemania Occidental.

A diferencia de sus vecinos, para esas fechas los equipos de la República Federal ya habían andado largo camino en el profesionalismo, desplegando un fútbol moderno que corría acorde a los tiempos. La RFA consiguió ser campeona del mundo en los cincuenta, subcampeona en 1966 y, a la victoria en la reciente Eurocopa de Bélgica 72, uniría el Mundial del 74. Además de las características territoriales antes citadas y las inversiones económicas que el capitalismo permitía en los deportes del país, el fútbol de Alemania Occidental había obtenido los beneficios de dar continuidad a una determinada filosofía de juego, que sumada a la confianza en determinados jugadores talentosos, acabó por crear equipos temibles.

La llegada del "fútbol total"

En el banquillo de la RFA, al primer seleccionador, Otto Nerz, le había sucedido tras los JJOO de 1936 el exjugador y asistente Sepp Herberger, técnico que sobre el campo respetaba las tenaces personalidades alemanas a la vez que trataba de evolucionar futbolísticamente con el balón como referencia. De nuevo al mando tras las desventuras del conflicto bélico, la continuidad de la idea representada por Herberger permitió a la RFA arrebatar la Copa del Mundo a la inexpugnable Hungría de Gustáv Sebes y llegar a los sesenta haciendo gala de un juego en el que el espíritu de los teutones se unía a las artes de futbolistas como Wolfgang Overath, Beckenbauer o Gerd Müller.

Tras la citada anexión del seleccionado del Sarre, Schön sería el ayudante en la RFA de un Herberger que lo requirió justo después del enfrentamiento entre ambos combinados para la clasificación de Suiza 54, finalizado a favor de Alemania. Con la sucesión generacional en el banquillo en 1964, los conceptos evolutivos del juego que los especialistas de la década calificaban de modernos serían incluidos en el estilo germano. Para el Mundial de 1974, la mayoría de integrantes de la campeona de Europa habría interiorizado conceptos de los grandes equipos enfrentados alrededor de Europa, y el combinado desplegaría un fútbol tan físico como creativo. Se trataba de un estilo de juego que sería etiquetado por el exseleccionador español y testigo presencial de los primeros mundiales, Pedro Escartín, como "fútbol total".

placeholder Schön y Beckembauer en 1974. (Fifa)
Schön y Beckembauer en 1974. (Fifa)

Así como ese fútbol reflejaba ciertos conceptos asociados al liberalismo de aquella Europa de occidente, el exhibido por la RDA en la Copa del Mundo sería definido por Escartín como un "estilo atlético, metódico, macizo, físico pero sin pensar deprisa". Y es que donde los más destacados futbolistas occidentales expresaban el emprendimiento individual sumando arrojo e ingenio en sus acciones a los seguros posicionamientos tácticos propios de la época, los del este actuaban acaso mecánicamente, de manera comunal y comedida, reduciendo al mínimo la improvisación en pos de la seguridad esquemática. Una manera de proceder representativa del sistema comunista, cuyas principales selecciones habían cosechado éxitos en los años previos, pero que en los equipos alemanes tenía el hándicap de perder esencia y quedarse en el camino, al desarrollarse en un país pequeño y alejado de la poderosa competición de la URSS. "La fuerza sin ideas ni recursos técnicos individuales sirve de poco", escribió sobre ello un analítico Escartín. Y lo cierto es que las escuelas que dominarían el fútbol en adelante desplegarían un equilibro entre seguridad y libertad no observado en los países del este.

​Separados por ideologías

Aún con ello, la selección dirigida por Georg Buschner ganaría el último partido del grupo 1 de Alemania Federal 74 contra la de Schön, y acabaría así por delante de la posterior campeona. Meses antes se había producido el primero enfrentamiento entre los alemanes del Bayern Munich y el Dynamo Dresden, con victoria para los muniqueses en octavos de la Copa de Europa, por lo que el partido del Mundial adquiría tintes revanchistas.

"El fútbol de Estado bate al fútbol privado", se leyó en 'Il Corriere dello Sport' tras la victoria de los orientales en el único duelo ente ambas selecciones. El autor del definitivo 1-0 sería el medio de ataque Jürgen Sparwasser, una de las principales espadas también del Magdeburg. El poder de los resultados haría que Sparwasser pasase de héroe a villano en cuestión de días, ya que el liderato que supuso su gol mandó a la RFA al grupo más sencillo en la segunda fase, aclarándole el camino hasta el título. La introducción en las alineaciones de Rainer Bonhof y Bernd Hölzenbein tras la derrota sufrida hizo el resto, mejorando al equipo federal de modo notable.

"Lo más curioso fue la actitud del público de Hamburgo, hostil a sus propios compatriotas de la zona oriental", había escrito Escartín sobre el partido que enfrentase días antes a la RDA contra Australia, en lo que era un fiel reflejo del ambiente. El posterior ataque dialéctico de Beckenbauer a Sparwasser muestra el doloroso sentimiento de personas del mismo origen que se rechazan por aspectos ideológicos. Franz agradecería sarcásticamente el favor a Jürguen tras ganar el Mundial, y este sería criticado por algunos de sus propios compatriotas debido al desenlace de la competición, pese a ser uno de los mejores jugadores de la RDA en la Copa del Mundo.

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El de 1974 sería el único Mundial que la RDA disfrutaría en gran medida porque en la DDR Oberliga los casos de corrupción aumentarían durante la década. Hasta finales de los setenta, el campeonato de liga se había disputado entre distintos clubes de manera honrada, pero la victoria del Dynamo Dresden en 1978 sería la última supuestamente justa. Se recoge en un texto para la revista 'Líbero' la siguiente sentencia del por entonces jefe de Seguridad Interior y de la policía política del país, Erich Mielke: "Ha ganado el Dynamo equivocado". Desde 1979 hasta 1988 el único ganador de la Oberliga sería el Berliner FC Dynamo, equipo bajo el manto del poderoso Mielke. Adulterar los resultados conllevaría la falta de motivación en los equipos afectados, y con ello un drástico descenso del nivel de la competición doméstica.

Durante ese proceso de estancamiento del fútbol de Alemania Oriental los teutones de la zona oeste seguían mejorando, situación que quedaba demostrada con las altas clasificaciones europeas de equipos como el Gladbach, el Bayern, el Fortuna Düsseldorf o el Hamburg SV prácticamente cada año. A su vez, la RFA habría vuelto a actuar con cordura dando el banquillo a Jupp Derwall, hasta 1978 asistente de Schön. Con Derwall en la dirección y más tarde con Beckenbauer, la RFA sería la mejor selección de los ochenta, donde conquistaría la Eurocopa de Italia que estrenaba la década y sería subcampeona en los Mundiales de España 82, México 86 y semifinalistas en la Eurocopa disputada en 1988 en su territorio.

placeholder La RFA ganó la Eurocopa de 1980. (UEFA)
La RFA ganó la Eurocopa de 1980. (UEFA)

Antes de este último europeo, en 1987 los orientales del Lokomotive Leipzig habían alcanzado la final de la Recopa y la Copa del Mundo sub-20 jugada en Chile había dejado a los juveniles de la RFA como subcampeones y a los de la RDA en tercer lugar. Entre los integrantes del club subcampeón se encontraban el delantero Olaf Marschall y Heiko Scholz, y como parte de los seleccionados del este, el centrocampista Matthias Sammer estuvo entre los máximos artilleros y mejores jugadores del Mundial: los tres protagonistas serían de los pocos jugadores convocados por la futura selección alemana unificada.

La Alemania unificada

Finales de los ochenta resultarían tiempos de cambios sociales y políticos en los países bajo dictado soviético, y el fútbol parecía favorecerse de las nacientes libertades. En la fase de clasificación para Italia 90, la RDA llegaría a la última fecha del grupo con la posibilidad de estar en el Mundial, ya que una victoria en Austria en el partido definitivo les daría el pase. Pero la cita se jugaría el 15 de noviembre de 1989, apenas una semana después del movimiento provocado por la Caída del Muro de Berlín, situación agitada que probablemente los descentró. Ansiosos por los beneficios económicos y liberales del capitalismo, durante todo el año miles de personas habían huido de la RDA hacia Austria a través de su frontera con Hungría, aprovechando la menor rigidez de los controles a esas alturas de la historia. Tras la revoluciones de otoño del 89, en los distintos satélites soviéticos el fin del período conocido como Telón de Acero era un hecho, y muchos integrantes de la RDA aprovecharon ese mismo mes de noviembre para firmar por clubes de Alemania Occidental. El combinado que se enfrentaría a Austria contaba con futbolistas de la categoría de Sammer, Ulf Kirsten, Andreas Thom o Thomas Doll, todos ellos integrantes de la selección unificada poco después, pero el resultado fue un contundente 3-0 a favor de los austríacos que dejó a la RDA sin la que hubiese sido segunda y última participación mundialista.

placeholder Matthias Sammer con la camiseta de la RDA. (Reuters)
Matthias Sammer con la camiseta de la RDA. (Reuters)

Paralelamente a que los orientales quedasen fuera de la Copa del Mundo, los encargados de Alemania Federal se frotaban las manos con la posibilidad de que tanto los jóvenes como los integrantes de la renacida selección absoluta del este se les uniesen en los próximos campeonatos. Para la Eurocopa de 1992 disputada en Suecia, el futuro Balón de Oro Sammer ya sería imprescindible como hombre libre delante de la zaga, en ausencia del lesionado Lothar Matthaüs. La nueva Alemania dirigida por Berti Vogts caería en la final contra pronóstico frente a Dinamarca, y pese a ganar la siguiente Eurocopa, las evoluciones futbolísticas de la década habrían minimizado el potencial de un bloque teutón estancado en procesos tácticos que parecían quedar atrasados.

Prácticamente hasta 1990 la mayoría de escuelas dominantes usaba el sistema de marcación combinada —mezcla de atenciones al hombre o patrones de marcaje mixto y futbolistas libres—, y entre ellas se contaba Alemania Federal. Este mecanismo de "espera y reacción" disponía de emparejamientos sobre el campo hombre a hombre, no de modo grupal. A lo largo de las décadas, la RFA contó con futbolistas que aunaban físico, técnica y un sobresaliente sentido para la recuperación del balón y la inmediata transición con este dominado hasta la mitad de campo rival, donde otros compañeros estaban entrenados para facilitarles la labor con sus acciones de aclarado o sus desmarques de ruptura cerca de la portería contraria. En virtud de ello, el contragolpe alemán era demoledor. Figuras que a la vez eran defensivas y ofensivas como el propio Beckenbauer, Paul Breitner, Uli Stielike, Hans-Peter Briegel, Manfred Kaltz, Thomas Berthold, Andreas Brehme, Guido Buchwald, Thomas Hässler o Matthaüs se contaron entre los mejores futbolistas del mundo en esas decisivas ejecuciones técnicas durante las décadas de los setenta y los ochenta, implementando si cabe su potencial cuando jugaban en común para la selección.

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Pero el técnico Arrigo Sacchi revolucionaría el fútbol a finales de la década de 1980 utilizando un novedoso sistema de marcación por zonas distribuido en tres líneas horizontales, donde la defensa en bloque pasaba por encima de las individualidades. Con un sublime uso de la hasta entonces poco explotada trampa del fuera de juego, adelantando las líneas de presión y reduciendo así el espacio a los oponentes, estos tendrían complicado basar su juego en contraataques trazados tras la recuperación del balón en duelos individuales. Al prescindirse de marcadores que siguieran a su rival asignado por el terreno y establecerse en su lugar las ordenadas líneas zonales, desaparecía la posibilidad de eliminar al par con la recuperación de la posesión y encontrar al grupo oponente descolocado a causa de los movimientos previos, y en su lugar surgían murallas de hombres en buena disposición para frenar los contragolpes.

En adelante, equipos y selecciones de países todopoderosos como la misma Italia de Sacchi se sumarían a ese mecanismo de juego zonal que trataba la defensa y el ataque como un todo, hasta el punto de que en la actualidad es prácticamente exclusivo. Los éxitos logrados al contar con marcadores de excepción como los futbolistas antes citados o líberos de la categoría mundial de Beckenbauer, Klaus Augenthaler, Matthaüs o el mismo Sammer ya en los noventa, hizo que Alemania no abandonase la marcación combinada hasta entrar en la década de los años 2000, y eso perjudicó a una selección unificada que, pese al aumento de nivel individual que pudiesen ofrecer los nuevos futbolistas, no conseguía elaborar el fútbol de sus gloriosas épocas. Las predicciones de Beckenbauer serían erróneas en relación al rendimiento de la reforzada Mannschaft. Y es que para finales del siglo XX, el fútbol de libreta y bloques se habría comido a uno donde siempre ganaba Alemania.

placeholder La Alemania unificada, eliminada en cuartos por Bulgaria en 1994. (Fifa)
La Alemania unificada, eliminada en cuartos por Bulgaria en 1994. (Fifa)

Cuando tras caer en semifinales de Italia 90, un afectado Gary Lineker ironizó con que en fútbol siempre gana Alemania, olvidaba a los alemanes del este. A partir de aquel Mundial la sentencia sí podría haber sido cierta en toda su amplitud, ya que el Premio Nobel de la Paz soviético, Mijaíl Gorbachov, haría los deberes para que ambas partes de Alemania se unificasen en un proceso culminado en septiembre del 1990. Pero la realidad fue que diferentes avances tácticos a escala de totalidad impidieron mantener a la nueva Mannschaft como selección dominante. Si hasta 1990 hubo una Alemania perdedora y otra temida, la selección unificada que Franz Beckenbauer, como entrenador, previó como invencible, no conseguiría la Copa del Mundo hasta el año 2014. Este es el repaso de todo aquello:

Franz Beckenbauer Unión Soviética (URSS) Juegos Olímpicos
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