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¿Pero Alemania existe? La verdadera historia de un país 'ocupado' según los golpistas retro
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¿Pero Alemania existe? La verdadera historia de un país 'ocupado' según los golpistas retro

La trama destapada en Alemania revela el pasado conflictivo de una nación destruida por los nazis a partir de una Constitución, la de Weimar, que surgió de la derrota del imperio

Foto: Manifestación durante la República de Weimar. (Cedida)
Manifestación durante la República de Weimar. (Cedida)

En diciembre de 1943, el presidente de EEUU, Franklin D. Roosevelt expuso a sus aliados Winston Churchill y Iósif Stalin que Alemania "podría ser desmembrada de 5 o 15 maneras diferentes". En ese momento, ni siquiera habían ganado aún la guerra y las decisiones de las conferencias de Yalta y Potsdam, que acabarían de configurar el futuro de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, quedaban aún muy lejos. Lo que estaba encima de la mesa era la decisión de destruir, directamente, al tardío estado alemán, el Reich, cuya identidad nacional y geográfica había dado forma Otto von Bismarck en 1871. No ocurrió así, pero poco más o menos es la sensación que tienen algunos alemanes: los aliados les robaron su país. No es tampoco una broma.

Después de que esta semana las autoridades alemanas hayan abortado los planes para un golpe de Estado de un grupo denominado Movimiento de los Ciudadanos del Reich (Reichsbürger), cogiendo por sorpresa al resto del mundo —que no concibe a la ultraderecha alemana sin el apelativo neonazi— la cuestión tan germana sobre la legalidad o no de su actual República Federal cobra importancia. ¿Qué es exactamente Alemania? No deja de ser sorprendente que los miembros de ese movimiento, poco o nada emparentado con el nazismo, expongan que la actual república federal es ilegítima —impuesta por EEUU básicamente— y que, en cambio, la verdadera legalidad resida en la constitución anterior y con los mismos límites territoriales, es decir, la Constitución de 1919, la que dio lugar a la República de Weimar.

Foto: Un grupo de españoles durante el servicio militar en Melilla en los años 80. (Cedida)

Las dos primeras refundaciones del estado alemán son fruto de sendas derrotas absolutas. De hecho, solo la última de ellas, la unificación que consolida la RFA, la hicieron solos. Weimar es indisoluble del Tratado de Paz de Versalles, hasta el punto de que existió una revuelta por parte del Estado Mayor alemán para retomar la guerra y evitar las consecuencias de la rendición incondicional a la que le sometieron sus enemigos. Francia fundamentalmente. Era imposible y tuvieron que firmar. Como consecuencia, el Reich del káiser Guillermo desapareció y surgió la República Federal de Alemania, la penúltima de las reencarnaciones de la identidad alemana de Bismarck.

placeholder El muro de Berlín. (Cedida)
El muro de Berlín. (Cedida)

Desde 1985 todo el tinglado de los Ciudadanos por el Reich se constituyó, en cambio, para invalidar a la RFA, porque aunque ciertamente la actual constitución fue teledirigida por EEUU, esta no fue capaz de desnazificar del todo el entramado legal que había montado durante más de una década el Tercer Reich de Adolf Hitler, derecho civil, societario etc. Los aristócratas de la Alemania del este son un pilar de ese movimiento porque, pese a todo, la reunificación no sirvió para que les repararan las expropiaciones de la RDA.

Desmembrar Alemania

Es bien conocida la política que siguió Konrad Adenauer: construir la nueva Alemania a imagen y semejanza del capitalismo yanqui silenciando y olvidando el nazismo. La ley fundamental de 1949, la Constitución de la RFA configuró a una de las dos Alemanias. El pragmatismo alemán se convirtió en el denominado Milagro Económico. Ahora parece obvio que la última frontera de esa política era la reunificación, pero la realidad es que aunque parezca increíble, Alemania existe en gran parte gracias a Stalin. Cuando en 1944 se discutió intensamente la propuesta americana de desmembrar Alemania, el líder soviético fue el único que se opuso destruirla.

placeholder Cumbre de Yalta: Stalin, Roosvelt, Churchill y una única mujer, Sarah Churchill. (Cedida)
Cumbre de Yalta: Stalin, Roosvelt, Churchill y una única mujer, Sarah Churchill. (Cedida)

Durante las conversaciones de Teherán y Yalta, tanto Roosevelt como Churchill propusieron y estudiaron el total desmembramiento de Alemania, mientras que Stalin se opuso siempre firmemente a esta solución, —Fran King, Allied Negotiations and the Dismemberment of Germany—. Es tan diferente la partición final a la que se sometió a Alemania, frente al desmembramiento, que, de haber sido así, más que una reunificación de las dos Alemanias habría que haber iniciado un proceso como el de Otto von Bismarck. El agravio que llevan rumiando los ciudadanos del Reich desde que en 1985, Wolfgang Gerhard Günter Ebel, iniciara el movimiento y que ha tenido varias ramificaciones desde entonces, parece olvidarse de que en realidad la decisión final de los aliados preservó la identidad alemana.

¿Habría sido mejor cancelar la unificación de los reinos de Prusia, Baviera y Sajonia?

Aunque los ciudadanos por el Reich, no sigan la ideología nazi, han copiado uno de los puntos destacados del discurso que acabó aupando a Hitler: el nacionalismo alemán enfrentando a Alemania con las imposiciones de los vencedores de la guerra. Alemania existe a pesar de dos guerras, no como consecuencia de ellas. ¿Habría sido mejor cancelar definitivamente la unificación alemana de los reinos de Prusia, Baviera y Sajonia? Los estadounidenses lo tuvieron claro, pero al final, optaron no solo por mantener la nación, sino por fortalecerla como tapón frente a la URSS: la partición fue el mal menor para los alemanes. A diferencia de Versalles, se dieron todas las facilidades posibles para las reparaciones de guerra en el bloque occidental y se trató de no ahogar su economía.

El resultado es conocido: la República Federal Alemana con la política de olvido seguida por su primer canciller Konrad Adenauer, uno de los pocos líderes conservadores que no tenían lazos de juventud con el nazismo, se convirtió en el motor de la Europa Occidental. Lo increíble es que fueron precisamente las instituciones de la RFA, las que abandonaron la inicial política de aislamiento con la RDA del Pacto de Varsovia y con ella un paquete de leyes para fomentar de hecho la unión más allá de las fronteras de Versalles de los alemanes separados por la II Guerra Mundial, haciendo posible de nuevo la idea unificadora de la identidad alemana que persiguió en 1871 Bismarck.

En diciembre de 1943, el presidente de EEUU, Franklin D. Roosevelt expuso a sus aliados Winston Churchill y Iósif Stalin que Alemania "podría ser desmembrada de 5 o 15 maneras diferentes". En ese momento, ni siquiera habían ganado aún la guerra y las decisiones de las conferencias de Yalta y Potsdam, que acabarían de configurar el futuro de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, quedaban aún muy lejos. Lo que estaba encima de la mesa era la decisión de destruir, directamente, al tardío estado alemán, el Reich, cuya identidad nacional y geográfica había dado forma Otto von Bismarck en 1871. No ocurrió así, pero poco más o menos es la sensación que tienen algunos alemanes: los aliados les robaron su país. No es tampoco una broma.

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