Se rompe el fichaje de Isco por el Unión Berlín: otro episodio negro en la carrera del malagueño

Es uno más de los capítulos negros en la historia de Isco. Se rompe su fichaje por el Unión Berlín tras tener un principio de acuerdo y viajar para someterse al reconocimiento médico. La negociación estaba muy avanzada, el malagueño aseguraba que tenía ganas y compromiso por jugar en el equipo revelación de la Bundesliga y lo que iba a ser un día feliz pasa a ser otro de tristeza. El acuerdo salta por los aires por discrepancias surgidas en el último momento. El club alemán comunica que querían fichar a Isco, pero que "tenemos nuestros límites". Jorge Mendes, su representante, fracasa en otro intento más por colocar a Isco. Es un varapalo para un futbolista que cae en desgracia.

Las condiciones del acuerdo dieron un giro inesperado. Isco llegaba libre, con ganas de demostrar que es un futbolista que tiene hambre, y un caché económico que no se puede permitir un club que presume de ser de clase obrera. Tras las pruebas médicas todo cambió. El objetivo del Unión Berlín era reforzarse con un futbolista con experiencia para seguir compitiendo en la parte alta de la Bundesliga, en la Europa League y hacer un regalo a su afición. Las pretensiones económicas del malagueño han terminado por no encajar. Quería cobrar más dinero en neto. El salario, las comisiones y la duración del contrato echan abajo una operación que Jorge Mendes e Isco daban por cerrada.

Es un nuevo fracaso para un futbolista que ha apurado el mercado de invierno, hasta el último día, para saber qué equipos le querían y en dónde podía volver a ser una estrella. Es una decepción más para Isco, que se quería convertir en un ídolo en el Unión Berlín, pero que ha vuelto a gestionar mal sus decisiones.

Falta de compromiso

Isco no sale del pozo y tendrá que encontrar otra salida. Cada vez es más difícil. No solo pierde la forma física, sino también el crédito. Estuvo nueve años en el Real Madrid y abandonó el club señalado por su falta de físico. En la corta etapa en el Sevilla, tuvo un enfrentamiento con Monchi, tras la destitución de Julen Lopetegui, y se le culpó de falta de compromiso. La imagen del malagueño es la de un futbolista estancado por culpa de un carácter rebelde, indisciplinado y un estilo de juego que no pertenece al fútbol moderno. El mejor Isco se quedó en 2018 y desde entonces no ha sido capaz de remontar su carrera por conflictos deportivos y de mala conducta.

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El fútbol no se le puede haber acabado si tiene ilusión por seguir compitiendo a sus 30 años. Está en la edad donde un futbolista, por su experiencia y talento, debe estar en su plenitud. Isco tiene la misma edad que Casemiro y sus carreras han sido muy diferentes en los últimos años. El brasileño cerró el ciclo en el Real Madrid y está demostrando en el Manchester United su altísimo nivel. Es uno de los mejores en un campeonato exigente. No se trata de comparar a Isco con Casemiro. Es una cuestión de entender que Isco no puede estar todavía acabado para el fútbol y, por su orgullo, que tiene mucho, busca cómo reinventarse. Pero no lo consigue con otro paso atrás tras venirse abajo el fichaje por el Unión Berlín.

Isco tiene que limpiar su cabeza y volver a apasionarse con el fútbol, a su manera. En España ya nadie cree en un jugador en desprestigio por transmitir la imagen de apatía y abandono, objetivo de las mofas y los memes que le ridiculizan por el grosor de su figura o las croquetas de sus regates. Isco se fue del Real Madrid libre como Bale y Marcelo. Pero Isco no se puede retirar para dedicarse al golf, porque le apetecen nuevos retos en el fútbol, ni quiere probar en Grecia. Isco todavía tiene viva la llama de encontrar la felicidad en un club con el que poder identificarse. Pero también exige un gran contrato.

Acumula inactividad

La estrella de Isco está apagada, pero, por su perfil, no encajaba en el Unión Berlín. Resulta difícil imaginar que el fútbol lento, parsimonioso, al ralentí del malagueño aguantara el ritmo frenético de un conjunto que apuesta por el contraataque y su éxito se sustenta en el músculo, la solidaridad, el fuerte compromiso para defender y correr para hacer transiciones. Era un desafío extremo para un futbolista que acumula inactividad y le cuesta rendir a campo abierto.

No deja de sorprender que Isco quisiera resurgir en un equipo que juega a una altísima energía y ante una afición tan caliente. Está en la élite del fútbol alemán y esta temporada ha empatado contra el Bayern de Múnich y ha ganado al Borussia Dortmund convirtiendo su estadio en un fortín. Entrenado por un técnico suizo, Urs Fischer, el héroe del ascenso, que practica un fútbol casi militar. Para conseguir la victoria contra el Borussia Dortmund, todo el equipo tuvo que correr un total de 125 kilómetros. Hace los partidos incómodos, con una fuerte defensa, resistencia sin la pelota, contundencia en los duelos y las acciones de contragolpe. Isco no está para hacer un fútbol arrollador. Era un todo o nada para Isco y le ha salido mal.