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20 años del penalti que clausuró el Dépor más grande: auge y caída de un equipo irrepetible
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UNA ETAPA DE PURO ÉXITO

20 años del penalti que clausuró el Dépor más grande: auge y caída de un equipo irrepetible

El Centenariazo, la Liga del 2000 o la remontada contra el Milan. El Deportivo de La Coruña vivió una época dorada y, dos décadas después, lucha por salir del pozo y volver a Segunda

Foto: Fran, en pleno partido ante el Manchester. (Getty/Laurence Griffiths)
Fran, en pleno partido ante el Manchester. (Getty/Laurence Griffiths)

Entre el 14 de mayo de 1994 y el 4 de mayo de 2004, transcurre una década de un esplendor incomparable e inesperado para un equipo que, hasta los años 90, no había sido ni tan siguiera un secundario en el fútbol español. El Deportivo de la Coruña, en estos diez años, vivió la época más gloriosa de su historia. No obstante, este intervalo temporal se abre y se cierra de la misma manera: con un penalti. Pero más que de penalti, habría que hablar de pena máxima, dado el contexto: son dos momentos tristes para el equipo gallego, dos penaltis que fastidian el buen hacer previo. En 1994, Miroslav Djukic mandó a las manos del portero el lanzamiento que le habría dado al Dépor su primera liga, mientras que, en 2004, en el área contraria, el jugador del Oporto Derlei anotó desde los 11 metros para eliminar al cuadro blanquiazul en semifinales de la Champions League.

Se cumplen dos décadas desde que el deportivismo vivió el final de una etapa irrepetible, el momento en que se clausuró de forma simbólica –y no tan simbólica– el Euro Dépor –aunque también podría usarse la etiqueta de Súper Dépor, si nos vamos a los tiempos imborrables de Arsenio Iglesias–, al ser eliminado en el penúltimo partido del torneo contra el cuadro luso que dirigía José Mourinho, tras empatar en Do Dragao a cero y caer en la vuelta por 0-1, tras un claro penalti cometido por César que Pierluigi Collina no dudó en decretar. Un año después, el cuadro coruñés volvería a clasificarse para la máxima competición continental, pero no superó ni la primera fase al conseguir solo dos puntos de dieciocho posibles y despedirse sin anotar en seis partidos. El patético papel en Europa durante ese curso era, tan solo, un pequeño presagio de lo que vendría en los siguientes: deudas, descensos de categoría y un vagabundeo que llega al punto de mayor pesar en plena pandemia, con el polémico descenso del club a la tercera categoría del fútbol nacional.

20 años después, y por decirlo como el alter-ego de Mario Vargas Llosa en su Conversación en la catedral, nos preguntamos "cómo se jodió el Deportivo", qué ha pasado desde entonces para que se pasase de la cima europea al averno en poco tiempo. Si bien, cabría entender la historia contemporánea del equipo como un partido de fútbol y, como tal, dividirla en dos partes: una primera gloriosa, donde el equipo de Fran González, Donato, Diego Tristán, Roy Makaay o Djalminha conquista los más grandes estadios de Europa y pelea de tú a tú con los mejores equipos de su país en los torneos domésticos; y un segundo tiempo de pesadilla, donde todo lo que puede salir mal acaba saliendo peor. No obstante, no todo tiene que concluirse con este triste sabor de boca, como ocurrió con los penaltis de 1994 o 2004: 20 años después, hay posibilidad de prórroga y se puede vencer en ella si se consigue, como todo parece indicar, el ascenso a Segunda División a final de este curso. Pase lo que pase, mejor no tener que llegar a la tanda de penaltis.

El título más anhelado: la Liga

Rara vez un incendio augura algo bueno. Ver el horizonte en llamas, ya sea un fuego que arrasa con crudeza la montaña en la calurosa canícula española o las llamas en un rascacielos como el Windsor, deja un poso de impotencia e indignación. Y más aún si este es provocado, ese "fuego barato y eficaz, acabando con todo lo que se pone por delante", como escribe Esther García Llovet en su reciente novela, Los guapos (2024). Pero, ¿qué sucede si el fuego lo provocan las meigas? En Riazor, el 9 de junio de 1991, empieza a arder el techo de la tribuna, cuando apenas se ha jugado un minuto del partido Deportivo de la Coruña – Real Murcia. Es un "fuego esperanzador" para el deportivismo, el momento en que, por fin, se vuelve a Primera tras haber descendido 18 años atrás, en 1973. "Se asciende un día fundamental para el deportivismo, con su dosis de magia y apelando a todos los tópicos gallegos, pues se quemó el techo y en Coruña dijimos que se había quemado el hechizo que impedía que el Dépor ascendiese a Primera", recuerda Arturo Lezcano, aficionado que vivió en directo, aún como adolescente, ese momento inolvidable para su memoria y para la colectiva del deportivismo

placeholder Irureta, en el banquillo de La Coruña. (Getty/Nuno Correia)
Irureta, en el banquillo de La Coruña. (Getty/Nuno Correia)

La vida de este hincha está vinculada al equipo de sus amores desde que era un bebé: es una biblia de la historia reciente del equipo y, de hecho, su rostro podría ser una imagen perfecta para ilustrar la hipotética página de la enciclopedia Larousse en la que se explica qué significa ser del equipo que, en los 90, tenía ya a Augusto César Lendoiro como presidente. Además de como socio, Lezcano ha cubierto durante años la actualidad del club en medios como DxT, El Mundo, La Opinión de Coruña o Antena 3, y ha sido testigo de las grandes victorias europeas, del Teatro de los Sueños de Old Trafford al Olympiastadion de Múnich, sin olvidar hazañas locales como la remontada contra el intratable AC Milan.

No obstante, si ha de quedarse con un momento culmen, casi epifánico, donde lo personal y lo laboral se unen, ese es el día en que el Deportivo de la Coruña consigue su primera Liga, seis años después del aquel infausto lanzamiento de penalti de Djukic que atajó el guardameta che José Luis González y que celebró como si hubiese ganado un campeonato –lo cual aún sorprende, o no tanto–. "Para mí es inolvidable aquel 19 de mayo de 2000 en el que se ganó la Liga contra el Espanyol, el momento más feliz, en el que se revertía aquello que nos habían dicho de que sería imposible ganar la liga tras el fallo de Djukic. Lo viví además como periodista, recuerdo estar con los jugadores en el vestuario, a pie de ducha", evoca con emoción Lezcano.

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Los gallegos ganaron 4-0 al Milan. (Getty/Jamie McDonald)

En ese Dépor campeón el capitán era Fran González, quien había llegado a la disciplina deportivista en 1987 y se marchó en 2005, a las puertas de ese declive del club que no tardaría en manifestarse. Es el futbolista que más partidos ha jugado en la historia del equipo, una leyenda que evoca con felicidad la consecuencia del título, lo que recuerda como el momento culmen de su carrera: "Ganar la Liga es lo más bonito que he vivido como deportivista. Es lo más difícil, son muchas jornadas y competir contra equipos como Real Madrid o Barcelona siempre es muy complicado. Además, fue una manera de desquitarse por lo que nos había pasado años atrás, con ese penalti fatídico con el que perdimos la oportunidad de ser campeones", explica quien también fuera internacional con España.

Días de gloria irrepetibles

A la alegría que trae la consecución de un título doméstico que da fe sobre la regularidad alcanzada a lo largo de todo un curso, se han de sumar los partidos que dan sentido a una vida y agrandan el mito, victorias de postín cuyo relato se transmite de generación a generación y que constatan que, al menos, durante noches concretas, el Deportivo de La Coruña fue un gigante continental capaz de ganar a cualquiera. Aunque se conquistaron muchos estadios europeos, los deportivistas no olvidarán nunca la jornada del 6 de marzo de 2002. Y tampoco lo harán los madridistas.

El mejor club del siglo XX –lo que equivale a decir el mejor equipo de fútbol de todos los tiempos– preparó una fiesta increíble para festejar sus 100 años de vida. Para esta engalanó su casa, el Santiago Bernabéu, y la llenó de confeti, canapés y cava para ser el anfitrión en la final de la Copa del Rey, a la que se clasificó tras haber eliminado en semifinales al Athletic Club. El Deportivo de la Coruña se presentó en la Castellana y, en el minuto cinco de la final, demostró que no había llegado a la capital a soplar las velas de nadie, y arruinó uno de esos días destinados a pasar a los anales del madridismo. Fue el Centenariazo, una victoria por 1-2 que también forma parte de esos grandes partidos del cuadro gallego y que se tradujo en la segunda Copa del Rey cosechada tras aquella de 1995 en que se ganó al Valencia, en el mismo escenario y con igual resultado. "Estábamos invitados casi como convidados de piedra, pero nos llevamos el triunfo y yo estaba en el palco de prensa. Es inolvidable", explica Lezcano, quien añade que, tan solo diez días después, el Dépor volvió a conquistar otro gran campo, está vez Highbury, ganando 0-2, en el que define como "el mejor partido de la historia del equipo".

Foto: Fran: "El Depor iba de víctima y ganó; nos enfadó que hablaran de La Cibeles antes de jugar"

La victoria a domicilio contra el Arsenal de Arsène Wenger es solo una de ese conjunto de muñecas, a cuál más grande, que conforman la gran matrioska de éxitos que conforma el Deportivo de Jabo Irureta durante los primeros años del nuevo milenio. Otro sería el triunfo en Old Trafford (2-3), en la fase de grupos de ese inolvidable curso 2001-02, con doblete de Tristán y tanto de Sergio –los mismos protagonistas del Centenariazo– que convirtieron en estériles los goles de Ruud Van Nistelrooy. En la siguiente edición, y con el mismo resultado, los jugadores conquistaron Múnich, aunque el rol de héroe lo tomó el ariete holandés Roy Makaay, que anotó un hat trick.

Si bien, quizás el recuerdo europeo más candente en el deportivo lleve a Riazor. Tras perder 4-1 en la capital de Lombardía contra el AC Milan, los blanquiazules remontaron en casa, en la vuelta de cuartos de la Champions League 2003-04, al equipo que dirigía Carlo Ancelotti, que venía de ganar la edición del curso anterior. Luego, en semifinales, llegó el dichoso penalti que transformó Derlei y que Molina estuvo a punto de atajar: "Cuando escucho lo de Euro Dépor, me viene la cabeza la remontada contra el Milan, como lo bueno, y la frustración de la derrota en esa semifinal contra el Oporto de Mourinho, quedarse a las puertas de la final, que habría sido contra el Mónaco y con un Dépor con muchas opciones", afirma Toni Padilla, periodista especialista en fútbol internacional y autor del recién publicado libro Mala piel (Libros del KO).

El comienzo de la constante agonía

Donato es otra leyenda del deportivismo. Está entre los cinco jugadores con más partidos del club y forma parte de la nómina de jugadores nacidos en Brasil que dejaron su impronta en Riazor, desde Bebeto hasta Djalminha, en esos maravillosos años de cambio de siglo: "Son muchos los recuerdos felices que tengo, ya que pasé muchos años en el Deportivo y fue una gran decisión fichar por el equipo. Recuerdo cuando ganamos la Liga con mucha ilusión o algunas otras victorias y títulos contra equipos importantes", explica el que también fuera internacional español con Javier Clemente, llegando a jugar la Eurocopa de 1996. Colgó las botas a los 40 años, tras diez en el cuadro gallego, y reconoce que, por entonces, era imposible adivinar la desgracia que vendría después: "Era inimaginable para mí y para mis compañeros en esa época pensar que el Deportivo de La Coruña, y más después de haber pasado por unos años tan exitosos, llegase a descender y perdiese categorías", asevera Donato.

placeholder Valerón y Víctor celebran un gol. (Getty/Jaime McDonald)
Valerón y Víctor celebran un gol. (Getty/Jaime McDonald)

Caer contra el Oporto en semifinales privó al deportivismo de poder ejecutar la venganza en la final contra el Mónaco, pues los dos conjuntos se habían enfrentado en la primera fase y los del Principado arrollaron al cuadro visitante en el Stade Louis II por 8-3, con un póker del croata Dado Prso y Munúa sustituyendo en el descanso a un desafortunado Molina. El curso siguiente, tras acariciar la gloria, llegó el batacazo y la eliminación en primera ronda y, desde entonces, los gallegos no se han vuelto a clasificar para la máxima competición continental.

También se resintió el papel liguero, y en el segundo lustro de la primera década de este siglo el Deportivo de La Coruña se convirtió en un equipo de mitad de tabla, hasta que llegó el descenso en la temporada 2010-11. Aunque solo tardó una temporada en regresar a la élite, desde entonces se convirtió en un equipo-ascensor, y perdió la categoría de oro en dos ocasiones más. Su último partido en la élite data de mayo de 2018. Es como si ese tanto de Derlei del que se cumplen 20 años hubiese apagado el fuego mágico que se encendió en el techo de la tribuna aquel junio de 1991 y el hechizo se hubiera revertido. No obstante, aún quedaba lo peor: en plena pandemia de covid-19, cuando el fútbol volvió a unos estadios absolutamente vacíos, el Deportivo de La Coruña descendió a Segunda B pese a no poder disputar el partido en el que se jugaba todo, por los positivos en la plantilla del Fuenlabrada. El equipo alegó por presunta adulteración de la competición –algo que, por cierto, también declaró el por entonces presidente de la RFEF, Luis Rubiales, como se conoció después en los audios filtrados–, ya que el resto de rivales que se jugaban la vida sí disputaron sus encuentros en el horario pactado, pero no sirvió de nada.

Disertar sobre las razones que han llevado a que uno de los pocos equipos que han ganado la Liga en los casi 100 años de historia de la competición vague por el tercer escalafón del fútbol español da para una tesis doctoral. Lezcano trata de resumir lo irresoluble, pero apunta en varias direcciones. En primer lugar, factores lógicos y naturales: lo normal es que un equipo de una ciudad media no sea un habitual de la élite, como sí lo deben ser el Barcelona y Real Madrid. "El fútbol es muy complicado para una ciudad media como A Coruña, lo lógico hubiese sido convertirse en un equipo de mitad de tabla. Es muy especial la ciudad para muchas cosas, pero tiene 250.000 habitantes. Era un milagro demasiado sostenido en el tiempo. Si se miran otros equipos que tuvieron analogías en los 90 con el caso del Dépor, como el Parma en Italia o el Blackburn o el Leeds en Inglaterra, se ve que también tuvieron sus penurias y también descendieron", explica el periodista y autor de libros como Madrid, 1983. Fran también sitúa su argumentario sobre esta vía: "A veces, el fútbol es cíclico. Equipos como el Dépor es muy complicado que se mantengan en la élite años y años, ya que la capacidad económica juega un papel importante. Hay ciudades y equipos con más recursos y es muy complicado mantenerse".

Foto: Liaño, en su etapa en el Deportivo. (EFE)

Sin duda, la faceta económica también juega un rol clave en este paulatino descenso a los infiernos, así como la gestión que del dinero se haga desde los despachos. Añade Lezcano que las deudas ahogaron al equipo: "El Dépor vivió un periodo de desgaste muy grande, lo cual todos sabíamos que se iba a producir en el momento en que no nos clasificásemos para la Champions League, ya que la apuesta siempre era doble o nada". El club, además, tras esos años dorados en que la conversión a Sociedad Anónima Deportiva trajo beneficios, no supo acoplarse a la nueva realidad del fútbol posmoderno. A inicios de 2014, tras más de 25 años, Lendoiro dejó la presidencia. Aunque no fueron pocas las críticas recibidas por esas deudas que afectaron al equipo de sus últimos años al frente por la gestión de lo que él mismo había definido como "el capitalismo popular", lo cierto es que se marchó con un palmarés impresionante: una liga, dos Copas del Rey y tres Supercopas de España.

Salir del pozo y estabilizar un modelo

Hay muchas opciones de que a la cuarta sea la vencida. O, al menos, eso deja intuir la clasificación del primer grupo de Primera Federación, donde el Deportivo de La Coruña es líder destacado y, de terminar así, ascendería de forma directa. No obstante, no conviene dar nada por sentado, ya lo avisó Arsenio Iglesias –otro de los grandes edificadores del Súper Dépor– jornadas antes del penalti de Djukic: "Ojo a la fiesta, que te la quitan de los fuciños". Los gallegos acumulan tres fracasos consecutivos en su intento de volver a Segunda División. En el curso 2020-21, el equipo cae en la primera fase del play-off por el ascenso. La siguiente temporada, pese a llegar al partido decisivo como local y favorito, es derrotado en la prórroga por el Albacete. Y, como no hay dos sin tres, el año pasado se repitió la historia, aunque en este caso, de nuevo, la eliminación fue en la primera ronda del play-off, al caer contra el CD Castellón.

La racha en el este final de curso es muy buena, y solo el filial blaugrana o el Nástic podrían arrebatar la gloria del ascenso directo al club entrenado por Imanol Idiákez. El ex de la Real, ahora asentado, estuvo en la cuerda floja en otoño, pues el inicio deportivista este curso fue dubitativo. Pero el 2024 está siendo espectacular y las sensaciones son muy buenas, como defienden Fran y Donato. "Vienen los momentos de mayor presión, pero hay un equipo suficientemente preparado para conseguir el objetivo", asegura el padre del también futbolista Nico González, mientras que el segundo espera que se ascienda de forma directa, ya que defiende que el Deportivo tiene plantilla para hacerlo sin tener que foguearse en el play-off.

placeholder Lendoiro, antes de una rueda de prensa. (EFE/Javier Lizón)
Lendoiro, antes de una rueda de prensa. (EFE/Javier Lizón)

También Lezcano augura un broche feliz para la temporada, aunque confiesa no atreverse a realizar pronósticos. De hecho, y aunque se muere por volver a festejar un ascenso con la alegría de aquel junio de 1991, reconoce que es más importante, pensando no solo a corto plazo, que el Deportivo de La Coruña mantenga el modelo por el que parece haber apostado en los últimos tiempos. "Para mí, la noticia del año es ver las renovaciones de los jóvenes, anunciadas casi como algo más que fichajes, también de juveniles y cadetes, y ver que el director deportivo le da importancia. ¡Por fin un proyecto a cinco años! Pase lo que pase, estemos donde estemos: ese es el mensaje que se debe transmitir. Si me tengo que quedar en Primera Federación otro año o dos, estaré encantado siempre y cuando se fortalezca el modelo", concluye.

"¡Tanto Súper y tanta hostia!", exclamó el zorro de Arteixo cuando su Dépor maravillaba, antes de perder la liga de 1994. Quizás, una de las figuras más importantes del deportivismo –de cuya muerte se cumple el primer aniversario este 5 de mayo– dio una receta imperecedera que aún se pueda aplicar a la realidad del equipo a día de hoy: igual ha de aparcarse esa nostalgia por los tiempos pretéritos mejores, dejar atrás esa trampa del optimismo que fueron los 90 –por citar el acertado título del ensayista Ramón González Férriz– y construir desde abajo para que el club gallego vuelva a ser grande otra vez. Y eso pasa, en primer término, por ascender en esta temporada.

Entre el 14 de mayo de 1994 y el 4 de mayo de 2004, transcurre una década de un esplendor incomparable e inesperado para un equipo que, hasta los años 90, no había sido ni tan siguiera un secundario en el fútbol español. El Deportivo de la Coruña, en estos diez años, vivió la época más gloriosa de su historia. No obstante, este intervalo temporal se abre y se cierra de la misma manera: con un penalti. Pero más que de penalti, habría que hablar de pena máxima, dado el contexto: son dos momentos tristes para el equipo gallego, dos penaltis que fastidian el buen hacer previo. En 1994, Miroslav Djukic mandó a las manos del portero el lanzamiento que le habría dado al Dépor su primera liga, mientras que, en 2004, en el área contraria, el jugador del Oporto Derlei anotó desde los 11 metros para eliminar al cuadro blanquiazul en semifinales de la Champions League.

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