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Adiós a Arsenio Iglesias, el brujo que construyó el mejor Deportivo de toda la historia
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Adiós a Arsenio Iglesias, el brujo que construyó el mejor Deportivo de toda la historia

Fue mucho más que el entrenador que logró el primer título de la historia del club. 'El Brujo de Arteixo' consiguió que el 'Súperdepor' fuera el segundo equipo de todos los españoles

Foto: Arsenio Iglesias, en el homenaje que le hicieron en 2016 en Riazor. (EFE/Cabalar)
Arsenio Iglesias, en el homenaje que le hicieron en 2016 en Riazor. (EFE/Cabalar)

Recordar al Superdepor es un ejercicio de nostalgia permanente, porque el Deportivo de La Coruña no pasa por su mejor momento. Para que el equipo coruñés se codeara con los más grandes, hubo dos artífices, casi igual de importantes el uno y el otro. Augusto César Lendoiro se encargó de traer (en algunos casos engañadas) a las figuras. Y Arsenio Iglesias de poner orden en el vestuario y llevarlos al éxito. El segundo de ellos ha fallecido en su Arteixo (La Coruña) natal a los 92 años de edad. Con su pérdida, se evocaron de nuevo aquellos maravillosos años.

Arsenio fue un futbolista que pasó los seis primeros años de su carrera en el Deportivo antes de marcharse siete a Andalucía (uno en el Sevilla y seis en el Granada) y retirarse en Oviedo a los 34 años. No fue un jugador brillante, pero no se puede decir lo mismo de su etapa en los banquillos. Allí convirtió en súper a un equipo que siempre miraba la zona baja de la clasificación, además de grabar su nombre con fuego en los anales de la historia coruñesa. Y dejó claro que era un tipo locuaz cuyas declaraciones parecían simples, pero que realmente escondían el sentido más pragmático de la vida.

Porque Arsenio tuvo claro que tenía que ayudar al Deportivo. Él y el club eran una especia de matrimonio que se había jurado lealtad eterna, ya fuera en la salud o en la enfermedad. El Brujo de Arteixo conoció ambas situaciones. Su estreno como técnico fue en el Fabril (filial del Deportivo) y así llegó su primera etapa en el equipo de su vida. Fue de 1971 a 1973, cuando consiguió un ascenso, una permanencia y se marchó tras el descenso.

placeholder La estatua dedicada a Arsenio Iglesias, con unas flores tras su fallecimiento. (EFE/Luis Díaz)
La estatua dedicada a Arsenio Iglesias, con unas flores tras su fallecimiento. (EFE/Luis Díaz)

"Cuánto sufrimos, Martín"

Esos primeros años de relación fueron de idas y venidas. A Arsenio le tocó apagar fuegos, en sentido literal y figurado. Ya eran 18 años seguidos en Segunda (desde que descendieron con él a los mandos) y fue el encargado de devolver al equipo a la élite, en 1991. Ocurrió el mismo día que ardió la cubierta de Preferencia de Riazor. Las meigas habían aparecido, pero completó la tarea que le encomendaron.

Un año después dejó una de sus célebres frases al conseguir la permanencia en la promoción frente al Betis. "Cuánto sufrimos, Martín (Lasarte). Creí que me moría estos días", dijo tras el partido de ida. El Deportivo siguió en Primera y a partir de ahí cambió la historia del club, con la llegada de jugadores como Bebeto, Mauro Silva o Aldana.

El Deportivo se convirtió en el segundo equipo de todos los españoles gracias a un tipo como Arsenio, viejo zorro de los banquillos. Lendoiro cantó en la celebración del ascenso en 1991: "Barça, Madrid, ya estamos aquí". Ni el más optimista se hubiera imaginado que le disputarían la Liga a los clubes más fuertes del país.

placeholder La afición nunca lo olvidó. (EFE/Biel Aliño)
La afición nunca lo olvidó. (EFE/Biel Aliño)

"Mucho que decir y poco que contar"

La temporada 1992/93 fue el preámbulo de lo que ocurriría un año después, cuando el equipo fue apodado Súperdepor y transitó hacia la primera Liga de su historia. Ahí aparecieron frases para la historia, como "tanto Súper y tanta hostia", después de que el Tenerife empatara (2-2) un partido que el Deportivo ganaba por dos tantos de ventaja.

La ciudad estaba en ebullición para la última jornada en la que se enfrentaron a un Valencia que no se jugaba nada. Si ganaban, la Liga se quedaba en La Coruña. Pero el destino fue cruel con Arsenio y los suyos: Djukic falló un penalti en el último minuto y el trofeo viajó a Barcelona. "Mucho que decir y poco que contar. Hasta fuimos a fallar un penalti cuando no había tiempo ni para respirar".

La vida, sin embargo, le dio revancha. Un año más tarde, en 1995, el Deportivo se proclamó campeón de la Copa del Rey precisamente frente al Valencia (2-1). Fue el primer título de la historia del club. Arsenio ya había anunciado su salida, así que el final fue de comedia romántica, como el de Vivian y Edward.

placeholder Arsenio, junto a Feijóo cuando le entregaron un premio. (EFE/Biel Aliño)
Arsenio, junto a Feijóo cuando le entregaron un premio. (EFE/Biel Aliño)

Un agridulce paso por el Madrid

La final fue en el Santiago Bernabéu, un estadio en el que también fue local. En la temporada 1995/96, llegó para reemplazar a Jorge Valdano en el banquillo blanco. La experiencia lejos de su tierra no fue bien. Aquel tipo viejo y bonachón fue devorado por las pirañas del vestuario. No aceptaron su sencillez y su definición del fútbol: orden y talento.

Desde entonces, Arsenio permaneció alejado de los focos, recluido en su Arteixo natal. No le importó fracasar en Madrid, porque a él le bastó con el cariño de los suyos. Sus paseos por La Coruña eran reverencias constantes de los aficionados, conscientes de que los guio en la mejor etapa de su historia. Incluso le pusieron una estatua en el Paseo de Riazor. Nunca se olvida al que te lleva a la gloria. Y en el Deportivo siempre se acordaron de él. Del tipo que les devolvió el orgullo y les hizo soñar.

Recordar al Superdepor es un ejercicio de nostalgia permanente, porque el Deportivo de La Coruña no pasa por su mejor momento. Para que el equipo coruñés se codeara con los más grandes, hubo dos artífices, casi igual de importantes el uno y el otro. Augusto César Lendoiro se encargó de traer (en algunos casos engañadas) a las figuras. Y Arsenio Iglesias de poner orden en el vestuario y llevarlos al éxito. El segundo de ellos ha fallecido en su Arteixo (La Coruña) natal a los 92 años de edad. Con su pérdida, se evocaron de nuevo aquellos maravillosos años.

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