Ruud Van Nistelrooy: el fin de la leyenda del gol

Ya desde febrero, escribía su carta de despedida cada vez que abría su taquilla del vestuario blanquiazul. En julio cumpliría 36 años. Y a Ruud Van Nistelrooy no le apetecía una aventura futbolística exótica como la de Raúl González, su gran amigo y exsocio en el área. El primer aviso llegó a finales de octubre cuando Manuel Pellegrini le sentó en el banquillo en el partido con el Real Madrid. Ahí se empezó a dar cuenta de que no sería el jugador franquicia con el que había soñado la afición. Cambió el rol y fue su triunfo personal. Y el del equipo: por primera vez el Málaga entró en la Liga de Campeones.

Van Nistelrooy se despidió ayer del fútbol con un récord igualable pero al alcance de los elegidos: ha sido el mejor goleador europeo de la última década. El Pichichi de la Liga en España, Inglaterra y Holanda, lo que jamás ningún futbolista ha conseguido. El delantero holandés se marchó sin haberse lesionado este último año, con un espíritu de sacrificio en los entrenamientos ejemplar para futbolistas en crecimiento como los canteranos Recio o Portillo y un modelo a seguir para el venezolano Salomón Rondón, el ariete que aprendió del instinto goleador de Van Gol.

Fichado como jugador-bandera del segundo proyecto del jeque Al-Thani, recibió una oferta del Málaga CF para renovar una temporada más. Su rodilla y condición física le dijeron basta. Ya no se veía otro año en la máxima competición. Con una vida muy ordenada, respetando escrupulosamente las horas de comida y devoto de la vida familiar, Van Nistelrooy tampoco se quería convertir en la versión boquerona de Aitor Karanka.

El ya exfutbolista, que consiguió en los clubes y en la selección holandesa 400 goles, seguirá residiendo en Marbella, donde comparte vecindad con Pellegrini, Baptista y Demichelis, y no será hasta dentro de dos semanas cuando decida qué hará en su futuro. Él soñaba con despedirse en lo más alto. Retirarse, pero que no lo retiraran ni las lesiones, ni la afición, ni las decisiones técnicas.

Tras su breve etapa en el Hamburgo y la frustrada vuelta al Bernabéu, Van Nistelrooy aterrizó en el estadio de La Rosaleda con hambre de fútbol y de goles. Consiguió siete tantos en la pretemporada. En la Liga, cuatro goles. Manuel Pellegrini le convenció de que el proyecto del Málaga CF era solvente y de que la titularidad sería suya. Aceptó el reto, pero, como ya relató El Confidencial, puso una condición: “Míster, yo no puedo entrenar como el resto de mis compañeros. Mi rodilla no está bien”. Pellegrini aceptó las condiciones del crack holandés. Así se gestó el fichaje estrella del equipo andaluz.

En su rueda de prensa de despedida, Van Nistelrooy agradeció a todos los compañeros que ha tenido, a su agente, a sus amigos y a su familia, especialmente a su mujer. "Has sido la base de mi éxito deportivo, en todos los sitios me sentí en casa gracias a ti. Tengo ganas de empezar una nueva etapa contigo y nuestros hijos”. El jugador jamás olvidará el manteo que le dieron sus compañeros en La Rosaleda mientras él dibujaba en sus manos la V de la victoria, de Van Gol.