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El museo secreto de Diego Armando Maradona en Nápoles, el único Dios humano del fútbol
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Tocó el cielo y cayó a los infiernos

El museo secreto de Diego Armando Maradona en Nápoles, el único Dios humano del fútbol

Nápoles es la república independiente de Diego. El santuario eterno del '10'. Allí es santo, rey y Dios, pero por encima de todo es una presencia constante en la ciudad partenopea

Foto: Nápoles es un altar permanente de Diego. (Getty/Michael Steele)
Nápoles es un altar permanente de Diego. (Getty/Michael Steele)

Nápoles es un laberinto bullicioso y caótico, orgullosamente decadente que se desparrama hacia el mar. Acicalada por más de 400 iglesias, conventos, palacios y ruinas, entre santos y personajes míticos, tuvo que ser un futbolista quien reivindicara todos sus anhelos a través de la pelota. "Diego es un napolitano que nació en Buenos Aires". La ciudad ha sido lastimada históricamente por la cólera del Vesubio, los incendios o los bombardeos, acuciada también por el olvido de los poderes fácticos y gobernada por la camorra.

Quizá por ello nadie olvida aquí los momentos de felicidad patrocinados por El Pibe de Oro. "A mi hijo Diego siempre le digo que el hombre ha muerto, pero que su alma vive dentro de los aficionados napolitanos y argentinos. Maradona nunca muere". Un paseo por la capital de la Campania lo confirma. Solo hay que entrar en el Bar Nilo, en pleno corazón de SpaccaNapoli, en la Vía San Biagio dei Librai, para entender que aquello es otro mundo. Sobre un altar, en una urna giratoria, se venera "el pelo milagroso de Maradona".

"No café, no foto", nos advierte uno de los camareros del lugar, al que pedimos un típico café napolitano que sirve con un vaso de agua (beber el agua primero). "Maradona para nosotros es un santo, es un Dios", explica mientras señala la estampita de san Diego que corona el altar. Fue Bruno Alcidi, antiguo propietario del Bar Nilo, quien consiguió el mechón de Diego. Aficionado al fútbol, coincidió en un vuelo de Milán a Nápoles con el equipo. Después de levantarse Maradona de su asiento, observó que un ramillete de pelos del Pelusa se había quedado en el reposacabezas.

Tras guardarlos los expuso en su bar, primero a pie de calle, siguiendo otra tradición napolitana: la de los altares repartidos por todo Nápoles que antiguamente iluminaban las calles sin electricidad con velas que recordaban a sus santos católicos. Así también se evitaban los robos ante la oscuridad reinante en sus callejuelas. Maradona todavía hoy sigue iluminando la ciudad.

placeholder Maradona disputa un balón con Ancelotti. (Getty/Simon Bruny)
Maradona disputa un balón con Ancelotti. (Getty/Simon Bruny)

Las catacumbas y las cisternas subterráneas romanas no son el único tesoro escondido bajo tierra en Nápoles. Este otro no sale en las guías de viaje, no aparece en los mapas turísticos y hay que desplazarse al Nápoles profundo, al barrio de Secondigliano, situado al norte, para dar con él. Primero en metro y luego en bus, el curioso deja atrás la Nápoles más bulliciosa, para encontrarse otra menos instagrameable pero igual de caótica.

Para llegar a la casa de Massimo Vignati hay que contactar con él o con alguien que lo conozca, aunque las redes sociales han acortado mucho el camino. Allí en un bloque de pisos de ladrillo visto, junto a una puerta con rejas está la última pista del tesoro: un mural de Maradona alado surcando las aguas de Nápoles y un rostro del Diego sobre la leyenda: La distanza ci divide. Il DNA ci unisce. La storia continua (La distancia nos divide. El ADN nos une. La historia continúa).

Un tesoro escondido

Dentro nos recibe Massimo Vignati, el hijo de Saverio-Silvio. Tras bajar un puñado de escalones, en un sótano cualquiera de la ciudad se custodia la esencia del 10 en Nápoles. "Bienvenidos a este templo, bienvenidos al museo La historia continúa", nos dice Massimo tras abrir el cofre del tesoro. Porque lo que allí se guarda son las reliquias del mejor jugador de la historia del fútbol para toda Nápoles y gran parte del mundo.

Un túnel en el tiempo aderezado por banderines y camisetas (de Diego y de los rivales, de jugadores del Nápoles y de estrellas mundiales), fotografías y contratos, botas, brazaletes y balones de fútbol. "Este es el banco en el que se cambiaba Diego en el San Paolo y ese es uno de los sofás que tuvo en su casa en Posillipo". Una gran foto preside la estancia principal. En ella se ve a Diego sonriente, abrazando a Saverio y a Lucia, su mujer. En el centro hay una gran tarta y a la izquierda aparece la protagonista de ese día, la hermana de Massimo, que cumplía años.

Los Vignati fueron el cable a tierra de Diego en Nápoles, su familia napolitana durante siete años: "Tuve la suerte de que mi padre fuera durante 37 años el portero del estadio y de los vestuarios del Nápoles. Mi madre fue la única cocinera de Maradona y su familia mientras estuvo aquí". El vínculo se estrechó aún más cuando una de las hermanas de Massimo se convirtió en la niñera de Dalma y Giannina, y el propio Massimo, que tenía 12 años cuando Maradona llegó a Nápoles, como si de una película de Sorrentino se tratara, frecuentó a Diego hasta convertir al ídolo en un familiar más.

placeholder Maradona, eufórico tras ganar la UEFA en 1989. (Getty/Simon Bruty)
Maradona, eufórico tras ganar la UEFA en 1989. (Getty/Simon Bruty)

"A esa edad era recogepelotas del Nápoles, los lunes a veces no iba al colegio y jugaba a calcetto [fútbol sala] con él, en ocasiones dormía en su casa o se presentaba en nuestros cumpleaños, luego me llevaba al entrenamiento del Nápoles, cuando bajábamos desde Posillipo yo le pedía que llevara el Ferrari. Me acuerdo que Diego corría mucho, corría mucho en el campo y con el coche", cuenta Vignati al que los ojos le brillan especialmente al revivir su particular cuento de hadas.

"Para mí lo es todo. Es como un hermano. Yo viví al hombre, conocí a Diego, y te puedo garantizar que el hombre era más fuerte que el jugador. Lo más grande de Diego era que nunca olvidó que nació pobre y tenía detalles con todo el mundo. Yo por ejemplo tengo el mismo número de pie que él y cuando era pequeño me regalaba las zapatillas que no utilizaba. Somos una familia de 11 hermanos y a Diego se le veía ahí".

Massimo, sexto de 11 hermanos, reconoce que después de su padre, Diego fue un gran ejemplo para él, aunque el gesto de admiración se torna en desasosiego cuando comentamos sus adicciones, "una lástima y una pena grande que cayera en la trampa de la droga". Entre el rosario de fotos y recuerdos que pueblan la estancia, abarrotada al más puro estilo napolitano, hay una serie de artículos de culto que dejarían con la boca abierta a cualquier futbolero.

Recuerdos inolvidables

La mirada se va irremediablemente a unas botas Puma y ese brazalete amarillo que Maradona llevó en el partido de semifinales de México 86 frente a Bélgica (2-0, con doblete de Diego), la mítica camiseta Buitoni y la cinta de capitán del primer Scudetto, la de Mars del Scudetto del 90 firmada por Maradona para Lucía, su mamma napolitana. De aquel año también guardan la peculiar mascota de Italia 90, Ciao, regalo de Pelé a Maradona. Los acordes de Live is Life retumban en la cabeza del visitante cuando se planta delante de la chaqueta que Diego llevó en aquel mítico calentamiento en Múnich. La última pieza de coleccionista es la que dio origen a todo. Una copia del contrato que sacó a Maradona de Barcelona para llevarlo a Nápoles también se exhibe allí, con la firma inconfundible del 10. "Un coleccionista de Roma me llegó a ofrecer 20.000 euros por él, pero esto es un asunto familiar y Maradona no se vende".

Hace seis meses Nápoles revivió sensaciones que parecían olvidadas. El conjunto partenopeo se proclamó campeón de liga por tercera vez en su historia, algo que no sucedía desde la época de Maradona. "La prima volta é única [la primera vez es única], es como el primer amor que nunca se olvida. En el 87 lo celebramos por todo Nápoles durante dos meses. Fue una fiesta sin fin, allí se escribió la historia.

placeholder Uno de los murales dedicados a Maradona. (Getty/Michael Steele)
Uno de los murales dedicados a Maradona. (Getty/Michael Steele)

El Napoli puede ganar 50 scudettos, pero no será igual que lo que hizo Maradona entonces. Aquello es inalcanzable, la emoción del primer Scudetto es indescriptible". ¿Y el recuerdo del año pasado? "Es hermoso, sí, porque la mano de Diego está ahí. Porque en la misma temporada hizo ganar a Argentina el Mundial y al Nápoles el Scudetto. Es bonito sobre todo para los chicos, empezando por mis hijos, tengo dos (Saverio y Diego), y ellos pudieron sentir la emoción que yo sentí hace tantos años".

La relación con los Vignati

Diego entregó todas esas pertenencias a la familia Vignati cuando se marchó abruptamente de Nápoles en la primavera del 91. Muchos de esos objetos se custodiaron primero en el San Paolo y tras la muerte del patriarca, en 2007, se creó este museo benéfico al que se entra gratuitamente y cuyos donativos van a parar al hospital Santobono Pausilipon de Nápoles, donde cuidan a niños con cáncer. "Esto está a disposición del club, el deseo de mi padre era que todo el mundo que fuera al San Paolo o viniera a Nápoles pudiera ver esto, ahora cuando voy al hospital y veo a esos niños sonreír es como si viera la sonrisa de mi padre o de Diego".

Massimo reconoce que sintió el mismo dolor cuando murió Maradona que cuando murió su padre. Diego se marchó sin conocer este lugar, pero era consciente de su existencia. En 2017, cuando volvió a Nápoles al menos pudo abrazarse con Lucía, su mamma napolitana, que todavía hoy sigue preparando unos sabrosos espaguetis al ragú o melenzale sott’olio, platos típicamente napolitanos que hacían las delicias de Diego.

Las visitas a este lugar de culto han aumentado desde la muerte del astro argentino: "Llegan turistas, seguidores del fútbol, periodistas de todo el mundo. No hay colores porque Maradona era de todos". Los Vignati niegan que tener todos esos recuerdos en un sótano ponga en peligro su custodia: "Maradona es como san Gennaro [patrón de la ciudad] en Nápoles, y nadie toca a san Gennaro".

placeholder Estatua de Maradona en las afueras del estadio. (Getty/Ivan Romano)
Estatua de Maradona en las afueras del estadio. (Getty/Ivan Romano)

Al salir de allí uno entiende que el legado de Diego está a buen recaudo. Al fin y al cabo, Massimo y su familia siguen al pie de la letra aquellas palabras de Maradona, pronunciadas nada más aterrizar en Nápoles: "Quiero convertirme en el ídolo de los niños pobres de Nápoles porque ellos son como yo era en Buenos Aires". Ahora hay una nueva generación de napolitanos que han saboreado la victoria y que han vuelto a ver en ese triunfo la mano de D10S. La historia continúa, como reza el cartel.

Los altares del '10'

En una ciudad tan religiosa como dada a la superstición y la cábala, solo el Cornicello o cuerno de la fortuna (en sus diferentes formas) puede rivalizar con la presencia constante de Maradona en la ciudad. Ni san Gennaro ni Pulnicella, dos símbolos de esa división entre lo divino y lo pagano, alcanzan ese grado de representación en las calles. No hay restaurante, cafetería, comercio, tienda artesanal, callejón o edificio que se precie que no tenga una foto o una representación artística del Pibe de Oro. Más reclamo que recuerdo. María, la guía del free-tour que nos enseña las callejuelas del casco histórico, lo define en una imagen brillante: "Nápoles es como una lasaña por los múltiples estilos y civilizaciones que se han ido superponiendo en la ciudad". Maradona es la bechamel que lo corona todo.

Porque su presencia se ha extendido en los últimos tiempos en forma de mural, como tatuajes en la epidermis de la ciudad. El primero de todos data del año 1990 y se sitúa en el Quartieri Spagnoli, en el antiguo barrio donde se concentraban las tropas españolas en la ciudad. Obra del pintor napolitano Mario Filardi, fue realizado para conmemorar el segundo Scudetto del club y se necesitó una colecta pública entre los vecinos para financiarlo. En apenas dos noches y tres días, Filardi completó su obra. Con el paso del tiempo la imagen se ha convertido en una de las más icónicas y reconocibles de la capital de la Campania y la plazoleta al final de la Via Emanuele de Deo donde se ubica, repleta de pasajes, recuerdos y fotos de la vida de Diego, es hoy uno de los principales centros de peregrinación de la ciudad.

placeholder Homenaje a Maradona en Nápoles tras su fallecimiento. (Getty/Francesco Pecoraro)
Homenaje a Maradona en Nápoles tras su fallecimiento. (Getty/Francesco Pecoraro)

Ciro Maiello es el dueño del inmueble cuya ventana ocupa el rostro de Maradona en el mural. En concreto la del cuarto de baño, tal y como reconoció en una entrevista hace unos años. "La ventana casi siempre está cerrada porque es la del cuarto de baño y mi deseo es que todo el que visite el lugar pueda ver el rostro de Diego". Recientemente también se erradicó otra de las leyendas que se habían extendido por la ciudad y que aseguraba que la ventana solo se abría si el Napoli era campeón. En las últimas celebraciones ligueras, la ventana permaneció cerrada.

Una pérdida histórica

Jorit Agoch es otro nombre irremediablemente unido a Diego Armando Maradona. Y también a san Gennaro. Suyo es el artístico mural dedicado al patrón de la ciudad a las puertas de Via Forcella en el centro histórico de Nápoles. Un san Gennaro joven y apuesto, con las marcas de la licuefacción de su sangre en el rostro da la bienvenida a uno de los barrios históricamente unidos a la camorra a través de apellidos como los Giuliano, los Cutolo o los Contini. Las cicatrices de un pasado no tan lejano todavía se aprecian en forma de altares improvisados en las calles a jóvenes que no supieron regatear al destino.

Agoch también se atrevió con Maradona, aunque para ello se fuera al extrarradio. Hay que tomar la línea 2 de metro para llegar al Distrito de San Giovanni a Teduccio, un barrio conocido como el Bronx de Nápoles. Allí sobre un edificio de ocho plantas encontramos a un Maradona guerrero y desafiante, licuando sangre cual san Gennaro. Es un Diego más adulto, de los tiempos de seleccionador argentino, que fue creado por Agoch en 2017, para conmemorar los 30 años del primer Scudetto. Bajo su rostro dos palabras lo definen: DIOS HUMANO.

Pero habrá que darse prisa para contemplarlo, porque el Ayuntamiento de Nápoles ha decidido recientemente derrumbar el edificio donde se ubica y reconstruirlo con el objetivo de mejorar las viviendas. Las obras comenzarán en abril y Agoch, en declaraciones a Il Corriere della Sera, lo ve como un logro y no como una pérdida: "Por supuesto que lo siento, pero no olvidemos que la obra pretendía poner el foco de atención en el Bronx y dar voz a la gente que vive allí. Lo importante es que la gente tenga casas más cómodas en las que vivir. Y estoy seguro de que Diego se alegraría de ello, es como otro milagro más que Diego ha realizado".

El artista callejero dejó su impronta más futbolera en otro mural situado en Quarto, una pequeña localidad a las afueras de Nápoles. Fue en enero de 2021 cuando bajo una humareda rojiza de bengalas y al son de La mano de Dios se inauguró la obra. En ella se aprecia al primer Maradona del Nápoles. "Quarto es mi hogar y tener a Diego en casa me hace sentir un poco mejor", explicó Jorit.

Las huellas de Maradona se extienden a los pies del Vesubio desde el centro histórico de Nápoles hasta Pompeya. Allí se puede encontrar el Maradona de Pompei, obra del artista argentino Maxi Bagnasco, que representó a Diego en acto de contrición en una imagen de Italia 90. Más al norte, casi en las afueras de la ciudad está el Mural de Leticia Mandragora, que representó a un Diego joven, teñido de azzurro, en plena exuberancia.

placeholder Maradona pasó dos años en Barcelona. (Getty/Trevor Jones)
Maradona pasó dos años en Barcelona. (Getty/Trevor Jones)

Barça-Napoli, el partido de Maradona

En el horizonte ya asoman esos octavos de Champions League que volverán a poner a Maradona en el foco. "Será otro gran día para la ciudad, lo intentaremos frente al Barcelona y lo mejor es que le recordaremos a él. Pase lo que pase, Maradona siempre gana", asegura Massimo Vignati. Napoli y Barcelona medirán sus fuerzas aunque ninguno de los dos está haciendo una gran temporada.

El Napoli ha perdido piezas importantes, como el central Kim Min-jae, y ha vuelto a ser el equipo ciclotímico y caótico que siempre fue. Di Laurentis ya ha cesado a Rudi García, el entrenador que sustituyó a Spalleti, y también a Walter Mazzari. En su lugar ha llegado Francesco Calzona, actual seleccionador de Eslovaquia y que compaginará ambos cargos. El club partenopeo es noveno en la Serie A, a nueve puntos de Champions, y ya ha sido eliminado de la Coppa italiana.

placeholder Walter Mazzarri ha durado tres meses. (EFE/Matteo Bazzi)
Walter Mazzarri ha durado tres meses. (EFE/Matteo Bazzi)

En la cafetería I Sapori di Napoli, en pleno corazón histórico de la ciudad, una bufanda conmemorativa del último Napoli-Barça recibe a los clientes. Rino es tifosi y camarero del lugar: "Será un partido complicado pero toda la ciudad se volcará. El estadio se llenará ese día y el Barcelona no está fuerte este año. Nosotros tampoco, pero confiamos en Kvaratskhelia y en Oshimen para obrar otro milagro". Pocos sitios con tanta fe. Aunque haya que poner una vela a Dios y otra al diablo. A los pies del Vesubio son conscientes de que toda ayuda es poca.

Nápoles es un laberinto bullicioso y caótico, orgullosamente decadente que se desparrama hacia el mar. Acicalada por más de 400 iglesias, conventos, palacios y ruinas, entre santos y personajes míticos, tuvo que ser un futbolista quien reivindicara todos sus anhelos a través de la pelota. "Diego es un napolitano que nació en Buenos Aires". La ciudad ha sido lastimada históricamente por la cólera del Vesubio, los incendios o los bombardeos, acuciada también por el olvido de los poderes fácticos y gobernada por la camorra.

Diego Armando Maradona
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