Maradona encuentra sucesor: violencia, llantos y alegría en el primer Scudetto del Nápoles tras 33 años

Como si del guion de una película se tratara, el Nápoles logró salir campeón en Italia 33 años después y lo hizo sólo meses más tarde de que Argentina lograra el Mundial tras 36 años de espera. Y en las dos proezas hay un punto en común que a todo el mundo se le viene rápidamente a la mente: Diego Armando Maradona.

El Pelusa había sido el artífice de los dos últimos grandes éxitos de los dos conjuntos con los que, con permiso de Boca o Argentinos Juniors, siempre se le ha relacionado. Messi logró hacer honor al 10 de su espalda, sumando la tercera estrella de la Albiceleste en Qatar, como hizo el Diego con la segunda en México 86, y un nigeriano y un georgiano, Osimhen y Kvaratskhelia, fueron los grandes protagonistas de que ver campeón de nuevo a su Nápoles ya no fuera una quimera. Los de Spalletti sellaron definitivamente el Scudetto para desatar el delirio de una ciudad que llevaba décadas esperando esto.

TE PUEDE INTERESAR

Nápoles se rebela: cómo el pobre sur le gana al opulento norte 30 años después

Rafa La Casa

El pinchazo ante la Salernitana como local obligaba al Nápoles a tener la segunda bala por salir campeones fuera de casa. Con el equipo viajando hasta Udine, la afición no dudó en reunirse en lo que antes era llamado San Paolo, pero cambió su nomenclatura a Estadio Diego Armando Maradona con la muerte del astro argentino. Tenía que ser así. Los de Spalletti comenzaron por debajo en el marcador y al poco de comenzar la segunda mitad y tras una jugada rocambolesca con varios rechaces, Victor Osimhen cazaba el balón para mandarlo a la red. A partir de ahí, el frenesí se hizo incontrolable. Al atacante le sobraba hasta la máscara y no era para menos. Ya era historia de ese equipo y de esa ciudad.

Locura en toda la ciudad

Careca, Giordano, Ferrara, Alemao, Zola y, por supuesto, Maradona tienen sucesor después de que el Diego lograra lo imposible en 1990, tumbando al Milan de Sacchi, de Van Basten, Gullit y Rijkaard. Este Nápoles es campeón y ha demostrado ser el mejor con un juego atractivo, asediando al rival y convirtiéndose en uno de los equipos más atractivos de Europa en una temporada en la que además se logró colar entre los ocho mejores del viejo continente.

El Nápoles está de nuevo en lo más alto del fútbol italiano y la ciudad entera ha pasado la noche celebrando una proeza que a todo hijo hace recordar aquellas batallitas que le contaba su padre o su abuelo, ya casi más legendarias que históricas, en medio de un festejo que tiñó el cielo de luces.

Con miles y miles de aficionados en las calles, la emoción inundaba la cara de cada joven, y no tan joven, napolitano que nunca había vivido una situación similar a esta recordando cómo le habían narrado que fueron las anteriores tantos años atrás. Décadas de alegría contenida que por fin salía a la luz y convertía en un jolgorio difícilmente igualable un jueves de primeros de mayo en cada rincón de la ciudad. El único punto negro de la celebración fueron los disparos que se produjeron y acabaron con un muerto y tres heridos.

Nápoles está de enhorabuena y vuelve a sacar pecho 33 años después. Con Spalletti como primer espada y su equipo recogiendo el testigo de un Diego Armando Maradona al que no le cabe una pizca más de orgullo. Porque su Nápoles, como su Argentina, es de nuevo campeón.