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La leyenda del Bronx: el barrio más castigado y desconocido de EEUU
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Las razones detrás del fuego

La leyenda del Bronx: el barrio más castigado y desconocido de EEUU

Infraestructuras envejecidas, edificios abandonados y escasez presupuestaria son algunos de los motivos que explican la mala fama del barrio, pese a su mejoría reciente

Foto: Un equipo de los bomberos de Nueva York presencia la escena del fuego, una vez extinguido. (Reuters/Carlo Allegri)
Un equipo de los bomberos de Nueva York presencia la escena del fuego, una vez extinguido. (Reuters/Carlo Allegri)

“Ahí lo tienen, damas y caballeros. El Bronx está ardiendo”. Corría el año 1977. Las Series Mundiales de béisbol se jugaban esa noche de octubre en el icónico Yankee Stadium. En medio del partido, una cámara de televisión del canal ABC se elevó y filmó el paisaje del Bronx. Un incendio rompía la oscuridad, comiéndose ceremoniosamente un edificio. Fue entonces cuando la autorizada y resonante voz del locutor Howard Cosell, ante la voracidad del siniestro, pronunció las inmortales palabras.

O eso dicen. En realidad, Cosell jamás enunció “the Bronx is burning”. Su reacción fue más prosaica y destartalada, menos concisa, menos poética. “Obviamente, es un incendio enorme en un edificio”, declaró. “Obviamente, el Departamento de Incendios del Bronx tiene un gran problema. Dios mío. Vaya fuego”.

Foto: Bomberos en el edificio donde se produjo el incendio, en Nueva York. (EFE/ Justin Lane)

Pero los mitos son como los clichés o los estereotipos. Si predominan, muchas veces es porque encierran una verdad. Y pocas frases como esa, aunque sea ficticia, han sabido resumir el drama del barrio más castigado e incomprendido de Nueva York. Un barrio que vuelve a estar en las noticias por una nueva tragedia: la muerte de 17 personas, ocho de ellas niños, en otro incendio acaecido el domingo en un bloque de viviendas de la calle 181. El fuego más mortífero desde 1990, cuando una desgracia similar acabó con la vida de 87 personas. También, en el Bronx.

Las llamas son una de las plagas más características del distrito. Entre 1970 y 1980, siete tramos censales del Bronx (de un total de 289) perdieron el 97% de sus edificios a manos del fuego o del abandono. 44 tramos censales perdieron la mitad. Hay un documental, 'Decade of fire', dedicado exclusivamente a los incendios del Bronx. Una generación entera creció rodeada de escombros, humo y vecindarios que desaparecían de la noche a la mañana en un pandemónium de alarmas y camiones de bomberos. El olor a quemado, dicen los veteranos, era una constante, una parte de la vida.

Una mejora insuficiente

La situación ha mejorado desde entonces, pero algunos de los problemas que contribuyeron a los fuegos todavía persisten. El distrito 15 del estado de Nueva York, parte del Bronx, es, a la vez, el que tiene más habitantes de color, el más demócrata y el más pobre de EEUU. Sus ciudadanos ganan de media poco más de 28.000 dólares al año, 5.000 menos que la cantidad que determina el umbral de la pobreza.

También es una de las zonas más contaminadas del país. Los vecinos del Bronx tienen cinco veces más posibilidades de ser ingresados por asma que el habitante medio de Estados Unidos. 21 veces más posibilidades que en otros barrios neoyorquinos. Una consecuencia, entre otras, del hecho de que allí se deposita gran parte de la basura de la ciudad. El aire está tan contaminado que, en la zona de Mott Haven, por la parte sur, hay una calle conocida como el 'callejón del asma'.

Estas condiciones son propicias al infortunio. Las infraestructuras envejecidas, los edificios abandonados o necesitados de reparación, el aglomeramiento y la escasez presupuestaria, sumado a posibles casos de propietarios que provocan un incendio para cobrar el seguro y marcharse a otro sitio, pueden estar detrás de la alta concentración de fuegos en el Bronx. El último de los cuales dejó una postal dantesca el domingo.

Según los testigos citados por medios locales, la lumbre, iniciada por un calefactor eléctrico, reventó 25 ventanas del edificio. Las columnas de humo cubrían el inmueble entero, y las víctimas fueron encontradas en las escaleras y prácticamente en todas y cada una de las 19 plantas. De los más de 60 heridos, en torno a la mitad se encontraban este lunes en estado crítico. Hicieron falta unos 200 bomberos, que llegaron a los tres minutos de que sonasen las alarmas, para apagar el fuego.

Foto: Agentes de la policía de Nueva York llegan a un centro sanitario después de que un oficial haya sido herido en un tiroteo en el Bronx. (Reuters)

Una vez más, por tanto, el Bronx alimenta su leyenda negra de pobreza y decadencia urbana. Una vez más, los habitantes de un lugar tan alejado de EEUU como Madrid se referirán, con mayor o menor tino, a 'Brónxtoles', o fundarán clubes de boxeo con el nombre de 'El Bronx': garantía de que, de allí, saldrán púgiles duros e invencibles como los propios 'bronxites', tantas veces retratados en el cine sucio de los setenta.

Es por este estereotipo que, cuando un extranjero se muda a Nueva York, suele impresionarle descubrir que el Bronx tenga, también, barrios de lo más lustrosos y bien avenidos, y un perfil aristocrático general. Los avenidas sobrias y las pequeñas mansiones que se lucen al sol en las colinas, como los vistosos penachos de una armadura, son remanentes de la era de los Morris, una dinastía política que montó aquí su latifundio, y cuyo fundador fue uno de los firmantes de la Declaración de Independencia, en 1776.

Un pasado muy distinto

La mayor parte de la historia del Bronx fue pudiente y prometedora. Sus habitantes vivían en bloques modernos, separados por avenidas amplias y arboladas. Los obreros judíos e italianos trabajaban en las factorías locales y podían observar, si miraban más allá del linde neoyorquino, las plácidas y verdes extensiones pantanosas del norte. Aún queda un 'Little Italy' en Arthur Avenue, que debería de pasar a llamarse, a raíz de los últimos cambios demográficos, 'Little Albania'.

Foto: Una excavadora, entre los restos de la explosión en Harlem. (Reuters)
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Mario Saavedra. Nueva York

La Gran Depresión le quebró la espalda al tejido industrial del Bronx; las empresas manufactureras cerraron o pusieron rumbo a estados con salarios más bajos. Las siguió la clase media, que se mudó a Manhattan, Queens o Brooklyn. El golpe de gracia a la prosperidad local lo dio la Cross Bronx Expressway, una autopista que partió la zona por la mitad, como si el martillo de un dios hubiera caído del cielo, pulverizando el corazón geográfico del distrito, East Tremont, y hundiendo el precio de las viviendas aledañas. Lo poco que quedaba de la clase media hizo las maletas en los años sesenta. Los bloques de viviendas sociales se multiplicaron en torno a las orgullosas mansiones novecentistas, y fue ahí, en un contexto de claro declive, donde empezó a cocinarse la leyenda.

Otras zonas, sin embargo, se libraron, o recuperaron, del mazazo. En el Bronx vive casi tanta gente como en Barcelona, y dentro de él coexisten multitudes. Las áreas de Locust Point, Fordham, Throggs Neck o Pelham Bay, donde está el parque público más extenso de Nueva York, son caras y codiciadas. Hay vida universitaria, restaurantes finos y colegios de élite en Riverdale, y atracciones suficientes, por todo el distrito, para mantenerse entretenido una década: desde el icónico Zoo del Bronx, a su Jardín Botánico, las mansiones de Wave Hill, la playa de Orchard Beach o la casita de Edgar Allan Poe, a cuyo pie, por cierto, unos jóvenes llamados Bob Kane y Bill Finger, sentados en un banco, se inventaron a Batman.

Frente al paisaje de fachadas calcinadas, ambulancias y camiones de bomberos atravesados en las calles, y numerosos testimonios de tragedia, el nuevo alcalde neoyorquino, Eric Adams, ha gestionado su primer incidente de este tipo. El testimonio de una ciudad desigual, donde el entusiasmo, la creatividad y las oportunidades conviven con viviendas insalubres, un metro desesperante, un asfalto que se traga coches, servicios telefónicos catastróficos y dos millones de ratas. En este contexto, el rol de alcalde se parece más al de fontanero de una ciudad, podríamos decir, 'en vías de desarrollo'.

“Ahí lo tienen, damas y caballeros. El Bronx está ardiendo”. Corría el año 1977. Las Series Mundiales de béisbol se jugaban esa noche de octubre en el icónico Yankee Stadium. En medio del partido, una cámara de televisión del canal ABC se elevó y filmó el paisaje del Bronx. Un incendio rompía la oscuridad, comiéndose ceremoniosamente un edificio. Fue entonces cuando la autorizada y resonante voz del locutor Howard Cosell, ante la voracidad del siniestro, pronunció las inmortales palabras.

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