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"Sánchez es el reflejo perfecto de la sociedad española. No se me ocurre alguien más representativo"
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Entrevista al escritor Enrique Rubio

"Sánchez es el reflejo perfecto de la sociedad española. No se me ocurre alguien más representativo"

En una sociedad en la que existe un cambio de paradigmas sociales y culturales tan profundos, Enrique Rubio, por esa visión suya distante de la propia sociedad, ofrece un interés doble por conocer cómo se contempla todo desde esa mentalidad suya

Foto: Enrique Rubio. (Cedida)
Enrique Rubio. (Cedida)

Antes de comenzar a charlar, le hago saber a Enrique Rubio que afronto esta entrevista con un prejuicio que me hace sentir incómodo, porque se puede interpretar como morboso lo que simplemente es interés por lo desconocido. Quizá lo que ocurre es similar a lo que experimentó el director de cine Rodrigo Cortés cuando leyó su último libro ‘ Escape’ y quedó impresionado.

“Enrique Rubio -dijo de él- escribe como no se escribe y piensa como no se piensa”. Lo mismo debió parecerle al afamado Martin Scorsese y, de hecho, se ofreció para la producción ejecutiva de una película, que se estrenará este mismo año, con Mario Casas y Anna Castillo de protagonistas y un reparto valioso de actores, Blanca Portillo, Sacristán, Pou… ¿Qué tiene, por tanto, este hombre, este escritor? Enrique Rubio Palazón (Murcia, 1978) tiene una mirada diferente porque es síndrome de Asperger y padece trastorno obsesivo compulsivo. Estudió Psicología, es aficionado a la ciencia, a la música y a la literatura, y con todo ese abanico, unido a su propia personalidad, lo convierten en un tipo especial, según dice, por su “tendencia patológica a cuestionarlo todo racionalmente y a no procesar virus mentales socialmente compartidos, mitos, dogmas de religiones teístas y, sobre todo, laicas”. En una sociedad en la que existe un cambio de paradigmas sociales y culturales tan profundos, Enrique Rubio, por esa visión suya distante de la propia sociedad, ofrece un interés doble por conocer cómo se contempla todo desde esa mentalidad suya. Su exposición es abrupta y valiente, desmedida y desacomplejada, tierna y atroz. Y siempre polémica. Muy polémica…

PREGUNTA. Por lo que usted cuenta, lo interesante de su síndrome, a la hora de analizar la sociedad en la que vivimos, es que es como si nos viera desde fuera. ¿Tanta contaminación existe?

RESPUESTA. Antes de nada, no soy ningún dios, y también tengo y he tenido sesgos, prejuicios, creencias falsas… pero siempre he ido modificando mis esquemas cuando me he encontrado con evidencias que los contradecían. Mi identidad nunca se forjó en base a religiones, tribus ideológicas… Mi religión siempre fue perseguir la verdad y el conocimiento sin banderas, acceder a la realidad de la forma más objetiva posible. Sin embargo, es cierto que siento que mi sistema operativo es más racional y que vivir en una burbuja sin apenas contacto social, me ha permitido ver las cosas con más distancia y tener cierta inmunidad a los virus mentales y credos de todo tipo.

P. No se contagia de ‘virus sociales’, dice usted. ¿A qué virus se refiere exactamente? ¿Sólo a la ideología woke? Dígame cómo lo llama usted (cultura, religión o ideología) y cómo podríamos sintetizar qué caracteriza lo woke.

R. El sapiens es un ser religioso antes que racional. Por tanto siempre triunfarán los mitos, el pensamiento mágico, las religiones (teístas o laicas).... Yo lo meto todo en el mismo saco religioso porque todos los sistemas de pensamiento prefabricados, en esencia, funcionan igual. Ejemplos de virus mentales: la religión del esfuerzo (por encima de la motivación y la lucidez), el new age y el misticismo oriental, el capitalismo, el liberalismo, el comunismo, el izquierdismo, el conservadurismo… La religión woke solamente es la que toca ahora, puro supremacismo biológico anti ciencia, y la izquierda, que es la religión mayor, se ha agarrado a ella al quedarse sin relato y para poder sobrevivir. Su grado de fanatismo, liberticidio y poder está al nivel del yihadismo más extremo, y lo ha contaminado absolutamente todo.

"La izquierda, que es la religión mayor, se ha agarrado a lo 'woke' para poder sobrevivir al quedarse sin relato"

P. A ver, en mi opinión, exagera usted en exceso cuando lo compara con el yihadismo más extremo porque lo woke no cuestiona los grandes valores de nuestros sistemas democráticos… Pero, avancemos. Dígame cómo incide, a su juicio, la ideología woke en algunos movimientos y conflictos de la actualidad. En qué los modifica y cuáles pueden ser las consecuencias.

R. Es muy difícil resumir en una sola respuesta las consecuencias catastróficas de esta religión, pues, como digo, lo ha corrompido todo. Para hacerse una idea general, solo hay que mirar en la historia de la humanidad los efectos del nazismo (o cualquier otra religión supremacista identitaria), el fanatismo cristiano, islámico… los efectos del fascismo, la división entre ángeles y demonios… Hemos vuelto a la Edad Media y hemos metido el racionalismo científico debajo de la alfombra.

P. Pero, a ver, fijémonos en el origen del término: woke significa despertar y surgió para denunciar la injusticia racial en Estados Unidos. Desde los años 60 del siglo pasado, que es cuando surge, ¿en qué ha afectado a los problemas raciales o racistas?

R. Los ha empeorado mucho. Hemos retrocedido a pasos agigantados. El wokismo solo es racismo, sexismo y orientacionsexualismo, pero en sentido contrario, invirtiendo la pirámide jerárquica. Lo peor de todo es que de esta forma entramos en una espiral sin fin que provoca que los grupos que supuestamente han sufrido más discriminación en el pasado, vuelvan a sufrirla y con creces y se muestren más violentos y sectarios con el grupo de enfrente, que a su vez los demoniza más, ad infinitum. En los 90 y principios de siglo, yo no era consciente, o no tenía presente continuamente, de que era un hombre blanco heterosexual y que Pedro Almodóvar era gay o que Morgan Freeman, Denzel Washington, Michael Jordan y Magic Johnson eran negros. Solo veía películas y personajes que me maravillaban y cuando veía la NBA con Ramón Trecet, solo veía dioses del baloncesto, mis ídolos de la infancia y adolescencia. Ahora, gracias a la izquierda woke, lo primero que veo son negros, blancos, hombres, mujeres, heteros, gays, y todos bajo sospecha. Nos hemos deshumanizado.

Foto: Dos mujeres en la plaza de George Floyd en Mineápolis, un año después de su muerte. (EFE/Craig Lassig)
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P. Tras la injusticia racial, el movimiento se expande a la desigualdad de las mujeres, en sentido positivo, a la lucha por la igualdad real entre hombres y mujeres. ¿Qué incidencia ha tenido en el movimiento feminista, positiva o negativa?

R. Otra pregunta que daría para un libro y cuya respuesta es difícil de sintetizar. El feminismo, desde su origen, siempre fue una religión más, aunque parte de sus objetivos fueran positivos o saludables, como disminuir el sexismo en la sociedad. El problema es que, como siempre, como toda religión, degeneró, se acabó pudriendo totalmente, en supremacismo, anticiencia y una religiosidad extrema con su demonio ubicuo particular: el patriarcado y el machismo. Antepusieron la igualdad de resultados a la igualdad de oportunidades, aniquilando la libertad del individuo, ningunearon las diferencias innatas entre sexos, los instintos, y acabaron por destrozar psicológicamente a hombres y mujeres por igual al intentar desconectarlos de su naturaleza.

P. ¿El movimiento Mee Too es gemelo del woke, una consecuencia de este, o, por el contrario, no tiene nada que ver?

R. Por supuesto, es wokismo en estado puro. Es la vuelta a la Edad Media, como decía antes, rechazar los Estados de Derecho, la presunción de inocencia, las pruebas. Es una caza de brujas como la sufrida por los judíos, y además, ha hecho un flaco favor a las víctimas reales y probadas de violaciones, tortura psicológica y abuso de poder.

"El 'Mee Too' es 'wokismo' en estado puro. Es rechazar los Estados de Derecho, la presunción de inocencia, las pruebas"

P. En línea con lo que dice, está reciente un libro del filósofo Jean-François Braunstein, de la Sorbona de París, en el que dice que “el objetivo de los woke es “deconstruir” toda herencia cultural y científica de un Occidente que acusan de sexista, racista y colonialista”. ¿Lo comparte?

R. Totalmente de acuerdo, no tengo nada que matizar. Yo suelo llamar a esta era la Edad Media 2.0.

P. Aquí en España tenemos el ejemplo del ministro de Cultura. Ernest Urtasun, con su idea de descolonizar los museos españoles, como el Prado. ¿Usted sabe qué puede significar eso, descolonizar un museo? ¿Habría que descolonizar también la literatura y el cine, por ejemplo?

R. Nada nuevo bajo el sol. Quemar libros, censurar películas, derribar estatuas… Todas las dictaduras y las religiones fanáticas han pretendido erradicar a los “demonios” que ellos mismos han creado a su imagen y semejanza. Para las religiones, más importante que compartir un objetivo, es crear un enemigo común al que echar la culpa de todos los males y al que intentar destruir. Digo ‘intentar’, porque siempre son fantasmas.

P. Decía antes que la expansión de lo woke tiene que ver con la crisis ideológica de la izquierda.

R. Nunca hay una sola causa para explicar un fenómeno. El mundo actual es muy complejo, pero la historia nos enseña que, cuando una religión adquiere demasiado poder y no hay otras religiones que le puedan hacer frente, aparece la peor cara del ser humano: fanatismo, violencia extrema e intento de aniquilar a la tribu de enfrente. Ahora no queman en la hoguera al que piensa diferente ni lo meten en un campo de concentración para gasearlo, pero le quitan todo el oxígeno de alrededor y lo condenan al ostracismo. Es todavía peor porque ni siquiera te hacen el favor de matarte, tienes que ser tú el que se suicide. Las formas y los métodos de represión y exterminio se han sofisticado, ya no son sangrientos, pero la psicología subyacente y el daño causado son exactamente iguales.

P. Lo que ocurre es que las imposiciones de la religión woke también afectan a la derecha, ¿Por qué lo achaca solo a la izquierda?

R. El wokismo, si no es un hijo biológico de la izquierda, es un hijo adoptado. Lo que ocurre es que este hijo se ha colado en todas las casas del barrio, incluidos los chalés de conservadores y supuestos liberales, y los ha infectado a todos, no sé si mediante autoengaño, convencimiento o inoculándoles puro pánico.

P. “La victima es el héroe de nuestro tiempo”. Así es como comienza un ensayo de un escritor italiano, Daniele Giglioli. Su tesis es que “ser víctima otorga prestigio y exige atención, al mismo tiempo que otorga un escudo de inmunidad ante cualquier crítica o cualquier responsable”. No sé si esta también es una consecuencia de lo que hablamos…

R. Primero, para ensalzar a una víctima y convertirla en héroe, tienes que producir nuevas víctimas, es decir, joder a una parte de la población, pues no hay ángeles sin demonios. La discriminación positiva, que es un oxímoron muy gracioso, solo es un eufemismo de venganza, solo es un intento de arreglar una supuesta injusticia provocando otra injusticia, quizá peor. Las víctimas reales (de la violencia intrafamiliar, la desigualdad económica o del estigma contra los esquizofrénicos) ni deben ser desatendidas e invisibilizadas ni deben ser exhibidas en un pedestal o darles carta blanca para que cometan cualquier tropelía. Por otro lado, no tiene ningún mérito que tu pareja te haya dado una paliza de muerte, que hayas nacido con un gen defectuoso o una anomalía cromosómica, que te acuestes con personas de tu mismo sexo, como tampoco es digno de poner en tu currículum que una banda terrorista te haya puesto una bomba debajo del coche.

"La discriminación positiva, que es un oxímoron gracioso, solo es un eufemismo de venganza"

P. Yo uniría ese concepto de la víctima como héroe de nuestro tiempo con lo que denomino, ‘filosofía Disney’. Esta pulsión social por apartar todo lo que supongo sufrimiento, fracaso o frustración, incluso el sacrificio personal por alcanzar un objetivo. Bukowski, que es uno de sus referentes literarios, decía que “una persona tiene que morir unas cuantas veces para poder vivir de verdad”. Quizá en la actualidad, Bukowski estaría prohibido…

R. Empiezo por el final. Ni Bukowski, ni Woody Allen, ni Chuck Palahniuk… podrían publicar hoy sus libros en las editoriales que los albergan, como Random House, Anagrama, etc… Ni Pedro Almodóvar podría estrenar Átame, por muy gay que sea. Sobre el infantilismo y la generación de cristal, decir que están muy relacionados con el wokismo, pues el izquierdismo actual, a diferencia de las religiones teístas a las que ha sustituido, se basa en el placer y no en dolor, algo mucho más efectivo que ya vaticinó Aldous Huxley en “Un mundo feliz”. El problema, claro está, es que el placer superficial, la ausencia de dolor, produce de todo menos un mundo feliz. Todo lo contrario. Y ahí tienes el aumento vertiginoso de trastornos mentales, depresión y suicidios en países occidentales.

P. Me complace mucho reparar ahora que llevamos hablando un buen rato y no hemos mencionado la palabra amnistía ni independencia de Cataluña, que son los debates monotemáticos de la actualidad, tras las elecciones de julio pasado. ¿Cómo sigue y analiza esta polémica? ¿La amnistía le preocupa o no le presta atención?

R. Nunca he prestado mucha atención al independentismo catalán, porque a mí me han afectado otros supremacismos identitarios al no vivir en Cataluña. Te voy a confesar, también, que hace tiempo que tuve que desconectar de temas relacionados con la política española y con el gobierno de esta dictadura moderna. La lista de monstruosidades, sobre todo desde la pandemia, es tan grande, y el borreguismo y la alienación de la población tan exagerados, que es mucho mejor dedicarse a vivir y concentrarse en aquello que puedas, más o menos, y de momento, controlar.

P. ¿El presidente Pedro Sánchez es un personaje literario?

R. Yo creo que es el reflejo perfecto de la sociedad española. No se me ocurre alguien más representativo. Y el gran problema es que el resto de personajes, algunos de otras religiones, no son muy diferentes. El gran problema no es este o aquel, sino la especie y su genética al servicio de la reproducción a corto plazo sin importar nada más. Nuestro software no está diseñado para la armonía social, la empatía, la lucidez, la mirada a largo plazo, la distribución de la riqueza, la responsabilidad, la coherencia, integridad…

"El infantilismo y la generación de cristal, el placer superficial, la ausencia de dolor, produce de todo menos un mundo feliz. Todo lo contrario"

P. Pese a la confrontación política, ha habido acuerdo para un cambio en la Constitución: la palabra discapacidad en lugar de disminuidos. ¿Cómo lo valora, le parece importantes o no? No sé si los colectivos afectados desearían más ayuda del Estado que estos debates nominalistas, aunque sean necesarios también.

R. Cualquier palabra se vuelve peyorativa, pues el problema no son las palabras sino la mente humana que las carga de este o aquel significado a lo largo del tiempo, pervirtiendo la definición original. Yo ya he oído la palabra “especial” para burlarse de alguien y llamarlo “tonto”. Por tanto, yo hubiera dejado las palabras originales como “imbécil”, “idiota” o “subnormal”, aunque ahora suenen tan ofensivas. Por otro lado, no hay nada más sobrevalorado que la inteligencia, y no es de vida o muerte que esté "disminuida". Yo prefiero una buena persona y con cierta sabiduría, aunque saque un cero en el examen de matemáticas, a un psicópata superdotado. También pienso que los discapacitados físicos y psíquicos, retrasados, son unos privilegiados en comparación con otros grupos verdaderamente demonizados, marginados y maltratados, como por ejemplo, los esquizofrénicos. En relación a los políticos, esta ocurrencia es la enésima cortina de humo para desviar el foco, no mejorar ni solucionar absolutamente nada y no hablar de que, por ejemplo, gran parte de la población es pobre aunque trabaje, que hay gente que trabaja 14 horas al día en condiciones inhumanas, aquí, no solo en China, o que el Estado se queda con el 50% del sueldo de los autónomos, aunque no ganen ni 500 euros al mes.

P. Una última cosa sobre su libro ‘Escape’ y la película que produce Martin Scorsese y dirige Rodrigo Cortés. ¿Hay fecha de estreno, que usted sepa?

R. Todavía no hay fecha exacta, pero es posible que ‘Escape’ se estrene en otoño. Desde hace un tiempo solo estoy trabajando en el mundo del guion y, como ya he dicho varias veces en los últimos meses, he renunciado al mundo de la literatura, en especial, al mundo editorial. Ya solo siento satisfacción con el cine. Siempre hay proyectos en marcha pero no puedo desvelar nada hasta que algo no sea oficial y se anuncie públicamente.

P. ¿Y por qué ha abandonado la literatura?

R. Son muchas las razones. Entre las más importantes están que ahora disfruto más con el guion, pues siempre he sido un escritor más de ideas, de crear situaciones, que de palabras. También ha influido la dictadura cultural-religiosa y misándrica. Y la psicopatía, el carroñerismo y el intento de robo mediante contrato en las dos editoriales de mis dos últimos libros… El cine está igual o peor, pero en el mundo editorial no hay ningún Rodrigo Cortés, Adrián Guerra, Ignacio Delgado o Martin Scorsese, excepciones nadando a contracorriente, caiga quien caiga, y hasta la muerte.

Antes de comenzar a charlar, le hago saber a Enrique Rubio que afronto esta entrevista con un prejuicio que me hace sentir incómodo, porque se puede interpretar como morboso lo que simplemente es interés por lo desconocido. Quizá lo que ocurre es similar a lo que experimentó el director de cine Rodrigo Cortés cuando leyó su último libro ‘ Escape’ y quedó impresionado.

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