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Un día, un libro: 'Plantéate esto', de Chuck Palahniuk
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Un día, un libro: 'Plantéate esto', de Chuck Palahniuk

Un manual de escritura tan honesto y práctico como divertido y agudo, con el que Chuck Palahniuk comparte sus trucos y agradece a todos aquellos que lo ayudaron en su carrera

Foto: Una multitud de visitantes abarrota la Feria del Libro de Madrid, en el Parque del Retiro. (EFE/Sergio Pérez)
Una multitud de visitantes abarrota la Feria del Libro de Madrid, en el Parque del Retiro. (EFE/Sergio Pérez)

Hubo toda una generación que quiso ser Chuck Palahniuk y pertenecer al Club de la lucha, cuando el éxito no era una cerilla con una llama de un nicho y un día. Más de tres décadas después de publicar su primera novela, de conseguir mantenerse en la cúspide como un enfant terrible ya no tan enfant, el estadounidense, ya sesentón, nos concede el privilegio de compartir sus triunfos con todos aquellos que, en cierta manera, fueron gregarios de su carrera y lo ayudaron a escalar hasta la cima de la lista de ventas. Lo hace en Plantéate esto, un manual de escritura a caballo entre las memorias confesionales y el libro de recetas —literarias, eso sí, desde cómo describir a un personaje a cómo aportar vivacidad y ritmo a la lectura tirando de, por ejemplo, onomatopeyas—. El manual de escritura de Palahniuk es vibrante, divertidísimo y de una honestidad perforadora. Y comienza con esta cita del novelista neoyorquino Robert Stone, una de las primeras personas que apoyó El club de la lucha, su primera novela: "Para que una cosa perdure debe estar hecha o bien de granito o bien de palabras".

"Este libro contiene los mejores consejos de muchas personas brillantes", adelanta Palahniuk antes de meterse de lleno en su trayectoria, que empezó como licenciado en Periodismo que trabajaba en la empresa de logística Camiones Freightliner en Portland (Oregón), ciudad del noroeste de Estados Unidos en la que, de normal, nunca pasa nada. Palahniuk recuerda sus inicios como alumno de talleres de escritura de todo malaje —ya se sabe, siempre hay gurús—, agradece a los profesores de escritura que le permitieron escapar de su trabajo tedioso y monótono en el turno de noche de la cadena de montaje, incluso a los que, sin entender su escritura, no lo desalentaron y supieron reconducirlo para encontrar su camino.

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"El primer taller de escritura que hice fue el de Andrea, y lo integraba una gente bastante agradable", rememora. "Al cabo de un par de años, Andrea se me llevó aparte aquella semana. Yo le había mandado una escena donde un hombre luchaba por consumar el acto sexual con una muñeca inflable que no paraba de desinflarse. Terminaría usando esa misma escena en mi novela Snuff, quince años más tarde. De parte de los demás escritores, Andrea me dijo que yo no encajaba en el grupo. Que, debido a mi narrativa, nadie se sentía seguro conmigo. A modo de consuelo, me sugirió que estudiara con otro escritor, Tom Spanbauer, que se acaba de mudar de Nueva York a Portland". Spanbauer se convirtió en su primer mentor, en una figura fundamental en su carrera literaria. Poco después, el alumno acabaría superando a su maestro. Con creces.

Foto: Chuck Palahniuk. (EFE/Atienza)

En Plantéate esto, Palahniuk ofrece consejos como el escritor es "un DJ que mezcla temas"; "cuanta más música tengas para poner, más probable será que puedas hacer bailar todo el tiempo a tu público". Palahniuk reflexiona sobre, por ejemplo, las texturas de la escritura. Ofrece ejercicios prácticos, disecciona la estructura de las frases hasta casi su composición molecular. Desvela sus trucos y los adereza con anécdotas y chascarrillos, que hacen que el ensayo trascienda lo utilitario, que sea un disfrute para el lector, incluso, que no quiera convertirse en literato. Cita a sus referencias, a sus contemporáneos, a sus admiradores. Desde Bret Easton Ellis —quien, por cierto, anda estos días por Madrid— hasta Nora Ephron o Amy Hempel.

Lo que no puede compartir Palahniuk es la fórmula del éxito —"me encantaría dártela, pero entonces la utilizaría todo el mundo, y..."—, pero sí obligar al lector-con-aspiraciones-literarias a reflexionar sobre la escritura en sí, y sobre la capacidad de comunicar a través de las palabras, sobre la necesidad de observar el mundo que nos rodea, sobre no centrarse en el ombligo de uno mismo, sobre la virtud de escuchar incluso cuando creamos, vanidosamente, que algo no es interesante, y sobre la obligación de la literatura de obviar los estereotipos, esquivar las perogrulladas e intentar llegar de la forma más honesta posible a la verdad, que no es lo mismo que la realidad. Un libro, este de Palahniuk, para colocar junto a ese manuscrito que un día dejamos a medias.

Hubo toda una generación que quiso ser Chuck Palahniuk y pertenecer al Club de la lucha, cuando el éxito no era una cerilla con una llama de un nicho y un día. Más de tres décadas después de publicar su primera novela, de conseguir mantenerse en la cúspide como un enfant terrible ya no tan enfant, el estadounidense, ya sesentón, nos concede el privilegio de compartir sus triunfos con todos aquellos que, en cierta manera, fueron gregarios de su carrera y lo ayudaron a escalar hasta la cima de la lista de ventas. Lo hace en Plantéate esto, un manual de escritura a caballo entre las memorias confesionales y el libro de recetas —literarias, eso sí, desde cómo describir a un personaje a cómo aportar vivacidad y ritmo a la lectura tirando de, por ejemplo, onomatopeyas—. El manual de escritura de Palahniuk es vibrante, divertidísimo y de una honestidad perforadora. Y comienza con esta cita del novelista neoyorquino Robert Stone, una de las primeras personas que apoyó El club de la lucha, su primera novela: "Para que una cosa perdure debe estar hecha o bien de granito o bien de palabras".

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