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Lucía mejor que Daniel: un experimento muestra los favoritismos de los profes
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Lucía mejor que Daniel: un experimento muestra los favoritismos de los profes

Un trabajo publicado por la Comisión Europea muestra los sesgos de los docentes: tienden a poner más nota a las chicas, los alumnos inmigrantes y los de nivel cultural más alto

Foto: Foto: Europa Press/Mateo Lanzuela.
Foto: Europa Press/Mateo Lanzuela.
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Pongamos que es profesor de Lengua y Literatura en sexto de Primaria. Para evaluarlos, encarga a sus alumnos que escriban algo tan inocente como una redacción con el objetivo de comprobar su nivel de sintaxis, ortografía, vocabulario y creatividad.

Por supuesto, espera que su evaluación sea justa. Lo más probable es que no sea así, pero no lo sabe. Si su alumno escribe en el texto que su padre no puede desconectar de “su trabajo en la notaría” es posible que le ponga una nota más alta que si escribe que no lo hace por “pintar casas”, aunque el resto sea exactamente igual. Si ha incluido en su texto una referencia a Monet, le pondrá una nota más alta que si habla de La isla de las tentaciones.

¿Qué tiene que ver eso con la sintaxis, la ortografía, el vocabulario y la creatividad? Nada, pero todos (profesores o no) tenemos una serie de sesgos cognitivos que condicionan nuestras decisiones. Dependiendo de las características de esos estudiantes, les pondremos más o menos nota en la elaboración de un texto. Seguramente más si son chicas, su origen es inmigrante o si provienen de un entorno menos favorecido. En cada caso, por motivos distintos.

Es lo que explica un estudio recientemente publicado por la Comisión Europea que analiza los sesgos de los aspirantes a profesores a partir de los datos recogidos entre 1.717 estudiantes españoles de Magisterio. Es decir, los profesores más jóvenes y a priori menos sujetos a los prejuicios. Los autores, Carlos J. Gil-Hernández, Irene Pañeda-Fernández, Leire Salazar y Jonatan Castaño Muñoz identificaron que los docentes favorecen a las chicas y los estudiantes de alto capital cultural a la hora de evaluar sus trabajos, pero que discriminan a los chicos, los inmigrantes y los estudiantes de clase baja a largo plazo, generando un posible efecto pigmalión: no confían en que vayan a llegar muy lejos.

Los profesores esperan que las chicas redacten mejor, y por eso les ponen más nota

“Esas asociaciones son rápidas e inconscientes”, explica a El Confidencial Gil-Hernández. “Todos tenemos una serie de sesgos implícitos de los que necesariamente no somos conscientes. No por tener ese sesgo implícito quiere decir que te vayas a comportar de forma racista: por ejemplo, los profesores tienen sesgos implícitos respecto a los inmigrantes, pero eso no se traduce en el comportamiento real”.

Las chicas y los ‘namedroppers’ gustan

El estudio muestra que estos sesgos pueden funcionar en varios sentidos. Por ejemplo, las chicas y los estudiantes que muestran en sus redacciones un nivel cultural más alto son valorados de forma más positiva (aunque no se esté evaluando eso), tal y como se espera por la teoría de la reproducción social y cultural de Pierre Bourdieu: la educación reproduce las desigualdades sociales existentes premiando a aquellos que tienen ventaja de partida.

El hijo de "Notaría García" tenía mejor nota que "Pintores Exprés" con el mismo texto

“Que le pongan más nota a las chicas va en línea con la creencia de que las mujeres son más hábiles en lenguaje o escritura, y eso se ve en los resultados”, explica el autor. “Eso es algo que se ve en los tests estandarizados, donde las chicas suelen sacar mejores notas que los chicos mientras que en Matemáticas los chicos suelen obtener más”.

Hay un sesgo positivo hacia las chicas en la evaluación de las redacciones porque se espera que sean mejores que los chicos, pero a diferencia que otras investigaciones, este experimento ha conseguido desligarlo del comportamiento de los chicos. “Sabemos que ellos vienen penalizados por su comportamiento, que suele ser peor, que tienen menos capacidad de atención y se regulan peor en la clase, y eso los profesores lo penalizan mucho”, explica Gil-Hernández. Entre los estudiantes, chicos o chicas, que tienen el mismo comportamiento en clase, ellas obtienen mejores calificaciones.

Los autores presentaron el mismo examen a los aspirantes a profesores presentando diferentes personajes (ficticios) sin que los profesores lo supiesen. Las “Lucía” sacaban mejor nota que los “Daniel”, y la extensión de correo @Pintores-Express.com obtenía una puntuación más baja con el mismo examen que aquellos que escribían desde la cuenta de correo @Notarios-Garcia.es. Algunos de los alumnos tenían apellidos de origen marroquí como Salhi, que salían favorecidos. Junto a esa ficha ficticia, los investigadores añadían unas notas sobre el comportamiento del estudiante. Por ejemplo, que se esforzaba mucho o que faltaba al respeto a los compañeros.

placeholder Los distintos perfiles de estudiantes presentados en el estudio.
Los distintos perfiles de estudiantes presentados en el estudio.

Lo que explica este favoritismo son los estereotipos a pleno rendimiento. Algo que se nota aún más entre los mejores estudiantes. “En las mejores redacciones, las que tienen más nota (como un nueve sobre diez), el sesgo es más grande que en una redacción que es mala, porque un trabajo que tiene un cinco sobre diez en una chica va en contra del estereotipo, por lo que la nota de la chica y del chico son iguales”, explica Gil-Hernández.

¿Significa eso que los profesores favorezcan a las chicas? No siempre. Otra investigación citada por los autores arroja el resultado opuesto en Matemáticas. El trabajo realizado por Michaela Carlana muestra que hay un sesgo negativo hacia las mujeres a la hora de recomendarles cursar un bachillerato técnico o científico. Es otro caso del estereotipo funcionando a pleno rendimiento: “Las chicas son más competentes en letras, menos competentes en ciencias”.

Algo semejante ocurre cuando un estudiante utiliza una referencia cultural highbrow (por ejemplo, un pintor impresionista) en sus redacciones. “Que haga una comparación con Monet no quiere decir que tenga mejores conocimientos gramaticales, pero se valora más”, explica Gil-Hernández. “Y, claro, los estudiantes con capital cultural alto suelen venir de familias de estatus socioeconómico más alto, por lo que es una forma indirecta de sesgo por estatus socioecónomico”.

Los profesores identifican las dificultades con el lenguaje de los alumnos marroquíes

Lo más llamativo para los investigadores ha sido encontrar que, a diferencia de lo esperado, los profesores puntúan de forma más alta a los estudiantes con apellidos marroquíes, lo que apunta a que hay un efecto compensatorio. “El caso de la discriminación positiva hacia los marroquíes no lo esperábamos y va en contra de otras investigaciones previas”, explica el sociólogo.

“Es algo en principio positivo porque parece que los profesores ven que los estudiantes pueden tener dificultades con el lenguaje, porque muchos de los estudiantes de origen marroquí no hablan español en su casa, e intentan compensar esa desventaja poniéndoles una nota un poco mejor”, añade.

A largo plazo, los prejuicios permanecen

Si el resultado de las notas más altas para los estudiantes inmigrantes resulta sorprendente es porque el experimento muestra que la confianza a largo plazo hacia los estudiantes de origen migrante, de clase trabajadora o de los varones es muy inferior cuando se les pregunta si llegarán a Bachillerato. Lo que puede funcionar como un efecto pigmalión, empujándolos a fracasar.

placeholder Ejemplo de las variaciones de las redacciones de 'alta calidad' donde se evalúa el nivel cultural del alumno.
Ejemplo de las variaciones de las redacciones de 'alta calidad' donde se evalúa el nivel cultural del alumno.

“Una cosa son las notas y otras son las expectativas a largo plazo, y ahí sí vemos claramente que hay un sesgo negativo hacia los inmigrantes y los estudiantes de clase trabajadora, mientras que el sesgo hacia las chicas es positivo”, explica el sociólogo. En este caso, lo que está en funcionamiento es la discriminación estadística, que sirve para rellenar la información que no se tiene a partir de los estereotipos y las características asociadas con un grupo. Lo que provoca, por ejemplo, que la policía pare a más inmigrantes por la calle de lo estadísticamente esperable.

“Aquí lo que vemos es que a largo plazo los estudiantes de Magisterio tienen menos expectativas hacia los marroquíes, los estudiantes de clase baja y los chicos de que vayan al Bachillerato, a igualdad de todo, como asignaturas aprobadas y de su rendimiento académico”, señala el sociólogo. “Entonces le atribuyen la probabilidad que suele tener ese grupo de conseguir ese resultado. Es algo racional, pero en realidad está contribuyendo a la discriminación”.

Usted también tiene sesgos

Nadie está a salvo de incurrir en sesgos implícitos, como usted mismo comprobar. El Project Implicit (Proyecto Implícito) de la Universidad de Harvard pone a su disposición diversos cuestionarios online con los que averiguar cuáles son nuestros propios prejuicios. La mayoría pensamos que estamos libres de esta clase de sesgos, o que los tenemos identificados. En realidad, estamos ciegos ante la mayoría de ellos, lo que puede condicionar nuestras actitudes o comportamiento.

Un método "relativamente económico" es confrontar a los profesores con sus prejuicios

“Por la propia naturaleza del ser humano tendemos a pensar de forma automática, los sesgos son atajos mentales o cognitivos que nos facilitan la categorización de las cosas y la toma de decisiones”, explica Gil-Hernández. ¿Qué se puede hacer? “En primer lugar, hacer ver a la persona que tiene esos sesgos implícitos”.

Algunos experimentos han realizado intervenciones con los docentes para mostrarles sus prejuicios, como uno realizado en Italia. Un método “relativamente económico” ya que permite que con apenas “un curso de formación breve o una charla” los profesores se den cuenta de que, por ejemplo, recomiendan menos a las chicas y los inmigrantes que se metan al bachillerato técnico. Otra forma de evitar estos sesgos son las pruebas ciegas en las que los profesores no tienen ninguna información sobre las características de los estudiantes.

Hay otra posibilidad en debate dentro de la psicología social, que es la hipótesis del contacto que sugiere que convivir con individuos opuestos a nosotros reduce los prejuicios. Por ejemplo, pasar tiempo con inmigrantes en un entorno no competitivo sino cooperativo permitiría reducir los sesgos hacia ellos. Aunque no está tan claro, recuerda el investigador. Cabe la hipótesis opuesta, que es que “refuerce los sesgos que ya tenías y te hagas aún más racista”.

placeholder Foto: EFE TV.
Foto: EFE TV.

La última gran pregunta que plantean estos resultados, y que hoy se encuentra en el centro de los debates educativos, es hasta qué punto es función del profesorado compensar a alumnos desaventajados como los inmigrantes. “El sistema educativo tiene esa función compensatoria”, concluye Gil-Hernández. “Existe el típico argumento de que un criterio más relativo va a bajar el listón. Por ejemplo, los profesores en Dinamarca tienden a poner más nota respecto a su habilidad objetiva a los hijos de los inmigrantes que rinden peor en términos relativos respecto a sus compañeros de origen nativo, pero eso podría compensar la desigualdad. Mientras tanto, el paso de la evaluación relativa a los criterios absolutos ha incrementado la desigualdad en países como Suecia, y este sistema podría afectar especialmente a países con alta segregación escolar como España”.

Pongamos que es profesor de Lengua y Literatura en sexto de Primaria. Para evaluarlos, encarga a sus alumnos que escriban algo tan inocente como una redacción con el objetivo de comprobar su nivel de sintaxis, ortografía, vocabulario y creatividad.

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