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Las rentas medias y bajas capean la doble crisis económica e incrementan su riqueza
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Las rentas medias y bajas capean la doble crisis económica e incrementan su riqueza

El patrimonio neto de las rentas medias y bajas ha crecido más que la de las altas. La revalorización de la vivienda es clave, pero también la mejora de las rentas salariales

Foto: Una mujer mira la oferta de viviendas en una inmobiliaria. (EFE/Luis Tejido)
Una mujer mira la oferta de viviendas en una inmobiliaria. (EFE/Luis Tejido)
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El reparto de la riqueza en la doble crisis económica vivida en los últimos años (covid e inflación) es un buen reflejo de las lecciones aprendidas de la crisis financiera. España sale de estos cuatro años convulsos, con un reparto de la riqueza más equitativo y sin la existencia de grandes perdedores. Hay muchas causas que explican este resultado, desde el desapalancamiento de las clases medias y bajas, hasta las políticas públicas de protección de rentas o la retención de mano de obra por parte de las empresas.

Una nueva base de datos publicada esta semana por el Banco Central Europeo permite hacer un seguimiento de la evolución de la riqueza en los países del euro. En España la riqueza neta se sitúa a un paso de los 8 billones de euros, con un crecimiento del 13% durante la crisis inflacionista y de un 23% desde los niveles previos a la pandemia.

En esta ocasión, el crecimiento de la riqueza ha sido mayor entre las clases populares, que ganan peso en el reparto del patrimonio del país. En concreto, su riqueza neta (activos menos deudas) del 50% más pobre aumentó un 19% durante la crisis inflacionista y un 30% desde el inicio de la pandemia, hasta llegar a los 30.000 euros por habitante. Por el contrario, la riqueza per cápita del top 10 más rico aumentó un 12% en la crisis inflacionista y un 20% desde la pandemia. Esto es, creció casi diez puntos más entre las clases populares que entre los patrimonios más altos.

Las clases medias (deciles de 6 a 8) registraron un comportamiento mejor que el de las clases más altas, pero peor que el de las clases populares. Su riqueza aumentó un 15% en la crisis inflacionista y un 23% desde el inicio de la pandemia. Se constata, por tanto, que el crecimiento de la riqueza fue inverso al stock de riqueza de cada grupo social, generando así una redistribución entre los ciudadanos. Eso sí, ha sido leve, entre otras cosas, porque estos procesos requieren mucho más tiempo.

El reparto de la riqueza ha tenido destinos diferentes, con patrones bien diferenciados por grupos sociales. Por ejemplo, algunos hogares han destinado su renta a amortizar deudas para frenar el golpe de la subida de los tipos de interés. Otros han aprovechado a invertir y obtener rentabilidad, por ejemplo, de las letras del Tesoro. Y las clases medias se han beneficiado de la inflación. A continuación se explican en detalle.

Las clases populares

Las clases populares (la estadística del BCE solo desagrega al 50% con menos renta, por lo que no se pueden separar clases bajas de las medias-bajas) salen de esta crisis con un importante aumento de su riqueza neta. En esta doble crisis han podido ahorrar, de forma general (aunque no en todos los casos). Durante la pandemia, contaron con la ayuda del escudo social diseñado por el Gobierno y el compromiso de las empresas para minimizar los despidos. En esos meses sus ingresos se mantuvieron por encima de los gastos, que se hundieron por el confinamiento.

Por su parte, la crisis inflacionista coincidió con dos años de intensa creación de empleo, lo que permitió a muchos parados volver a trabajar. De esta forma, la masa salarial de las rentas bajas aumentó rápidamente, aunque muchos salarios perdieran poder adquisitivo. Además, las subidas del SMI ayudaron a que las retribuciones más bajas creciesen por encima de la media.

Las familias también hicieron un esfuerzo para contener su consumo y ahorrar. Esto explica que el crecimiento del PIB haya sido más intenso que el del gasto privado. En muchos casos, este ahorro fue forzado por la subida de los tipos de interés: las familias hipotecadas tuvieron que sacrificar consumo para no entrar en morosidad con sus bancos o para devolver anticipadamente los créditos.

El resultado es que una buena parte del crecimiento de la riqueza de las clases populares se debe a la reducción de la deuda. En concreto, su pasivo se ha reducido un 13% desde el año 2019 y un 7% durante la crisis inflacionista. Esto contrasta con la situación de las clases medias, que en este periodo sí aumentaron su deuda.

Pero también hay hogares entre las clases populares que no tienen hipotecas ni otras deudas. Estas familias invirtieron sus ahorros fundamentalmente en depósitos, que han aumentado un 17% desde 2019 y un 8% en la crisis inflacionista. La inversión en depósitos ha sido una constante de todos los grupos sociales, sobre todo en los últimos trimestres, a medida que los bancos han comenzado a ofrecer cierta remuneración a su pasivo.

En total, las clases populares se han llevado el 11% del crecimiento de la riqueza del país. Se trata de uno de los mejores datos de toda la eurozona, superando en cuatro puntos al conjunto del área del euro. También mejora a todos los grandes países del continente: por ejemplo, en Alemania las clases populares apenas han conseguido el 2% del crecimiento de la riqueza en esta doble crisis; en Francia, un 5% y en Italia, un 8%.

¿Bendita inflación?

Una de las conclusiones más relevantes de la encuesta publicada por el BCE es cómo las clases medias han aumentado su patrimonio gracias a la inflación. En concreto, a la inflación de la vivienda. Es lo que se conoce como "efecto riqueza": aunque las familias no posean más liquidez, su principal activo se ha revalorizado intensamente en los últimos años.

La riqueza inmobiliaria de los deciles 6 al 8 ha aumentado un 15% durante la crisis inflacionista y un 24% desde 2019. Esto significa que la riqueza neta de cada persona ha aumentado, de media, en unos 2.000 euros por la revalorización de la vivienda. Si se contemplan de forma aislada los propietarios de vivienda, la subida alcanza los 3.000 euros por persona. En su caso, la inflación ha tenido un impacto positivo sobre su riqueza, porque la vivienda ha escalado tanto o más que los precios.

Pero no sólo los propietarios de vivienda han mejorado su riqueza. Aquellos que no poseen una vivienda en propiedad han conseguido aumentar su riqueza algo más de un 28% desde el comienzo de la pandemia y un 11% desde el inicio de la crisis inflacionista. Se observa que el grueso del aumento de su riqueza se produjo durante la pandemia y el motivo es que el escudo social y la caída del consumo les permitió construir un ahorro que destinaron a reducir deudas y a invertir, sobre todo en depósitos y fondos de inversión.

En cuanto a la inversión financiera, los datos son mixtos. Los principales activos adquiridos son fondos de inversión y depósitos, aunque una buena parte de este dinero ha llegado de la desinversión en seguros, principalmente de vida, producto financiero que ha perdido atractivo en parte por la subida de los impuestos.

Las letras del Tesoro

Las rentas altas han diversificado mucho su inversión, en buena medida porque tienen muchos recursos para hacerlo. Desde 2019 han reducido su deuda un 8% y han aumentado sus activos financieros un 14%. Uno de los datos más destacables es el aumento de la inversión en títulos de deuda, aprovechando los altos tipos de interés que está pagando el mercado.

Las colas frente a los edificios del Banco de España para comprar letras del Tesoro son solo un ejemplo de la fiebre por la deuda que se concentra fundamentalmente en el 10% más rico: posee el 94% de la inversión en estos activos. La inversión media por persona en deuda ha sido de casi 300 euros en los dos últimos años.

Foto: Negociación para la subida del SMI, en 2022. (EFE)

Las rentas altas tienen una buena parte de su riqueza invertida en acciones y el comportamiento de la bolsa en este periodo no ha sido tan favorable. Al menos, no tanto como la vivienda. Esto explica que su riqueza haya crecido por debajo de la media. La cotización de las empresas españolas también ha sido peor que la de otros países europeos, lo que justifica que el crecimiento de la riqueza de las rentas altas haya sido algo inferior en España, ayudando así a la redistribución.

En concreto, el 10% más rico de España se ha llevado poco más del 50% del crecimiento de la riqueza, mientras que en el conjunto de la eurozona se ha llevado casi el 55%, cinco puntos más. Esta cifra ha sido idéntica en Francia, pero en Italia se han llevado el 60% y en Alemania, el 65%.

El punto negativo

El crecimiento de la riqueza en España ha estado más repartido que en la mayoría de los países europeos y que todos los grandes. Sin embargo, una de las causas es precisamente que las rentas altas han ganado menos por la menor revalorización de sus activos. La riqueza total de los hogares ha aumentado algo menos de un 23% en esta doble crisis en España, un punto y medio por debajo del conjunto de la eurozona.

Sin embargo, hay algunos grandes países en los que la riqueza total ha aumentado menos que en España, como son Francia e Italia, donde el aumento ha sido del 19 y 14% respectivamente. En Alemania, por el contrario, las rentas altas han gozado de un gran aumento de la riqueza, de casi el 32% en apenas cuatro años, impulsado por el efecto riqueza de las rentas altas.

En términos generales, España sale de esta doble crisis con un crecimiento de la riqueza superior a la inflación. A pesar de las dificultades que han atravesado las familias en estos años, el crecimiento de la masa salarial por la creación de empleo, los esfuerzos para ahorrar y el efecto riqueza por el precio de la vivienda han permitido aumentar el patrimonio del país y mejorar su distribución.

El reparto de la riqueza en la doble crisis económica vivida en los últimos años (covid e inflación) es un buen reflejo de las lecciones aprendidas de la crisis financiera. España sale de estos cuatro años convulsos, con un reparto de la riqueza más equitativo y sin la existencia de grandes perdedores. Hay muchas causas que explican este resultado, desde el desapalancamiento de las clases medias y bajas, hasta las políticas públicas de protección de rentas o la retención de mano de obra por parte de las empresas.

Distribución de la riqueza
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