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El reverso de la caída de los márgenes: las empresas recortan inversión a mínimos de una década
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El efecto negativo

El reverso de la caída de los márgenes: las empresas recortan inversión a mínimos de una década

Los beneficios empresariales se han reducido en un contexto de subida de salarios, contrataciones e impuestos crecientes. La solución ha sido recortar la inversión

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A lo largo del año 2022, las empresas aprovecharon la crisis inflacionista para elevar rápidamente sus beneficios. Trasladaron a sus clientes el incremento de los costes de producción y algunas fueron incluso más lejos para incrementar sus ganancias. A principios de 2023, los márgenes de beneficio ya habían vuelto a los niveles previos a la pandemia, a pesar de que los trabajadores estaban perdiendo rápidamente capacidad de compra. Esto generó un descontento social que aún perdura.

Sin embargo, los datos de la contabilidad nacional muestran que los márgenes de beneficio se han estrechado a lo largo del año 2023 como consecuencia de la subida de los salarios y de la creación de empleo. El porcentaje del beneficio de las sociedades no financieras sobre su producción (EBE sobre VAB) ascendió hasta el 42,5% en el primer trimestre de 2023, el dato más alto desde principios de 2019, pero en los dos trimestres siguientes se redujo en más de cinco puntos, hasta caer al 37,3%.

Se trata del margen sobre producción más bajo desde el año 2006, hace casi dos décadas, si se descuentan los años de la pandemia. La moderación de los beneficios también ha ayudado a contener los precios, lo que explica que la inflación cierre el año cerca del 3%. El resultado es que los salarios están empezando a recuperar poder adquisitivo, lo que está suponiendo un apoyo para el crecimiento de la demanda interna.

Sin embargo, la caída de los márgenes de beneficio tiene también un reverso tenebroso. Las empresas están recortando en inversión productiva para mantener el pago de salarios y del resto de costes, incluyendo los impuestos. La inversión (medida como formación bruta de capital fijo) de las empresas no financieras se ha situado por debajo del 23% de su producción durante el último año.

No son datos tan negativos

Se trata del nivel más bajo registrado desde el año 2013, cuando España todavía estaba saliendo de la crisis financiera y las empresas se encontraban en pleno esfuerzo de desapalancamiento. Sin embargo, si se compara la inversión que están realizando con sus beneficios, los datos no son tan negativos: en el último año (cuatro trimestres hasta el pasado verano), han destinado casi el 57% de sus beneficios a invertir, y si se observa solo el último trimestre, el porcentaje destinado a la inversión alcanzó el 61%. Son niveles similares a los que había en el año 2018 y en línea con la tendencia del anterior ciclo expansivo.

En definitiva, las empresas no están dejando de reinvertir sus beneficios, simplemente se han ajustado a la evolución de sus márgenes. En el corto plazo, este movimiento puede resultar positivo para el conjunto de la economía, al estimular la demanda interna gracias a los salarios. Sobre todo en un momento en el que Europa está al borde de la recesión. Sin embargo, a medio plazo, esta caída de la ratio de inversión implicará menor crecimiento a futuro.

Foto: Juan Roig, presidente de Mercadona. (EFE/Kai Forsterling)

Para las empresas, está siendo innegociable invertir a base de deuda. La incertidumbre sobre el futuro económico y el recuerdo de la crisis financiera todavía pesan mucho a la hora de diseñar las estrategias empresariales. De ahí que la prioridad siga siendo el desapalancamiento.

Las sociedades no financieras han generado un ahorro total de 40.000 millones en el último año, una de las cifras más altas de toda la serie histórica. Un resultado que refleja cuáles son las prioridades de las empresas en estos últimos meses: reforzar sus plantillas ante el temor a quedarse sin mano de obra, mejorar los salarios de sus trabajadores y mantener su desapalancamiento. La inversión es la damnificada. Ni siquiera los fondos europeos están consiguiendo reactivar la FBCF, lo que es un mal augurio de su capacidad para transformar la economía española y mejorar el crecimiento potencial.

A lo largo del año 2022, las empresas aprovecharon la crisis inflacionista para elevar rápidamente sus beneficios. Trasladaron a sus clientes el incremento de los costes de producción y algunas fueron incluso más lejos para incrementar sus ganancias. A principios de 2023, los márgenes de beneficio ya habían vuelto a los niveles previos a la pandemia, a pesar de que los trabajadores estaban perdiendo rápidamente capacidad de compra. Esto generó un descontento social que aún perdura.

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