Es noticia
La historia de España en las tres últimas décadas a través del consumo
  1. Economía
La transformación económica y social

La historia de España en las tres últimas décadas a través del consumo

La evolución refleja las nuevas preferencias de los hogares, los cambios en los precios relativos y la carga de los gastos fijos, que no deja de crecer. Las facturas del hogar se han disparado

Foto: El primer gran centro comercial de Asturias, conocido como "el Pryca", que abrió sus puertas en 1977. (Asturias fotos de ayer)
El primer gran centro comercial de Asturias, conocido como "el Pryca", que abrió sus puertas en 1977. (Asturias fotos de ayer)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La variación del consumo en esta serie larga del INE, que arranca en el año 1995, permite explicar los cambios económicos, sociales y demográficos que ha vivido el país en estos años. Y también desmontar algunos mitos. En estas tres últimas décadas, el consumo en España per cápita ha aumentado un 25% en precios reales (un 127% si se calcula con inflación), lo que supone un incremento de unos 3.200 euros por persona al año.

Se trata de un crecimiento moderado, si se tiene en cuenta todo el tiempo que ha pasado, ya que el encadenamiento de dos grandes crisis en apenas 10 años frenó cualquier mejora del nivel de gasto. De hecho, el consumo actual sigue siendo inferior al del año 2007, en pleno pico de la burbuja inmobiliaria, lo que evidencia que España ha perdido más de quince años. En 2022, el consumo de los hogares fue todavía un 7% inferior al de 2007, lo que supone unos 1.300 euros anuales de menor gasto.

El gran cambio que ha experimentado el consumo ha venido forzado por los gastos fijos en la vivienda, desde el alquiler o la compra hasta las facturas de electricidad, gas y agua. El coste de estas facturas se ha disparado casi un 260% desde el año 1995, lo que le supone a cada ciudadano más de 3.720 euros de gasto al año. Este cálculo incluye el alquiler imputado (como la compra de vivienda no es un consumo, sino una inversión, el cálculo del alquiler imputado es una forma de aproximar el gasto que realizan los ciudadanos por su vivienda).

El resultado es que el gasto en vivienda se llevaba el 15% del presupuesto para consumo de las familias en 1995 y ahora es casi el 25%. Se trata, además de un gasto innegociable: la alternativa es vivir en casas más pequeñas, más alejadas de donde se desea o, directamente, encender menos la calefacción o la luz. De hecho, esta es la realidad de muchas familias, que han tenido que abandonar sus barrios o incluso dejar de poner la calefacción como consecuencia de la escalada de los precios.

Tres cuartas partes del incremento del gasto se debe al "efecto precio" y solo una parte a gasto real (descontada la subida de precios). Por ejemplo, el consumo de electricidad real ha subido un 67% desde 1995; pero el coste para los hogares se ha disparado un 280%. No hay escapatoria a la subida de las facturas del hogar, por lo que las familias han tenido que recortar otros gastos para hacer frente a la hipoteca, el alquiler o la electricidad.

El gran recorte se ha producido en la alimentación. Los españoles se ahorran al año 270 euros por habitante en alimentación, lo que supone reducir el ticket del supermercado un 11%. Eso no significa que ahora coman menos, pero sí más barato. Esto es, peor. La dieta mediterránea, generosa en productos cuyo precio está disparado, desde las hortalizas hasta la carne o el aceite, ha sido sustituida por la "dieta norteamericana", rica en alimentos ultraprocesados.

En el año 1995, cada español destinaba cerca del 18% de su presupuesto a la alimentación (no incluye bebidas alcohólicas ni servicios de restauración); por el contrario, ahora le dedica menos del 14%. Esto es, antes las familias gastaban más en el súper que en las facturas de la vivienda, pero ahora la alimentación es un 41% inferior.

Se observa, por tanto, un cambio en el patrón de consumo que nada tiene que ver con las preferencias de las familias, simplemente se han visto obligadas por las circunstancias. Mantener una vivienda, y además a una temperatura adecuada, exige sacrificar otras partidas.

¿Salimos más?

Esta es una de las grandes dudas. ¿No hay dinero para comprar una vivienda porque los españoles salimos mucho? La realidad es que no. El gasto que hacen los residentes en restaurantes, bares y cafeterías se ha reducido un 8% desde el año 1995 en términos reales. Es cierto que la subida de los precios en la hostelería obliga a pagar más por el mismo consumo, pero los hogares lo han solucionado buscando precios más económicos, en especial con el auge de la comida rápida.

El resultado es que en estas tres décadas el porcentaje del presupuesto de las familias destinado a salir a restaurantes y bares ha caído en 2 puntos, pasando del 15,4% en 1995 al 13,4% en la actualidad. Esto ha permitido a los consumidores ahorrarse 180 euros al año en precios constantes.

Prácticamente todo el ahorro en bares y restaurantes se está destinando a viajar. El gasto en servicios de alojamiento (incluyendo paquetes de todo incluido) ha aumentado un 31% en precios constantes, lo que implica un gasto adicional de casi 140 euros por habitante, aunque este incremento se experimentó a finales de los 90 y desde entonces esta estancado. En definitiva, el peso del gasto en hostelería se ha reducido en 0,7 puntos desde 1995, por lo que no se sostiene el discurso de que comprar una vivienda es imposible porque "se sale demasiado".

Uno de los datos curiosos de las estadísticas de consumo por partidas es que el INE estima el gasto en narcóticos. Según sus cálculos, el gasto anual por habitante en 2022 fue de 173 euros. Esta cifra es la más alta de la serie histórica en precios reales, pero no es muy diferente del consumo que había en los noventa. Sin embargo, sí es más bajo que el consumo del pico de la burbuja inmobiliaria, cuando alcanzó los 200 euros por persona. También el consumo de droga se ha reducido.

La mesa, de roble

Uno de los cambios más evidentes en los patrones de consumo de los españoles se observa en el equipo para el hogar y la ropa. En la década de los noventa todavía pervivía la preferencia por comprar muebles o vajillas de buena calidad para que "duraran toda la vida y lo heredaran los hijos". Y lo mismo ocurría con la ropa, con las vajillas, con los textiles para el hogar, etc. Esta preferencia ha cambiado drásticamente en las últimas décadas, ya que el consumidor ahora prefiere realizar cambios más frecuentes, lo que le empuja a comprar bienes más baratos con la intención de sustituirlos.

Pero este cambio no se debe exclusivamente a un cambio de preferencias: la oferta también ha experimentado una profunda transformación gracias a la producción en países más baratos, en especial en Asia. Ahora hay muchas marcas que venden ropa, muebles o vajillas a un precio muy económico que no existían en los noventa. O no estaban tan implantadas. En resumen, si antes se compraban muebles o ropa buena no era solo por voluntad, sino porque no había otra opción.

En la actualidad hay las dos opciones, pero los consumidores optan mayoritariamente por comprar ropa o muebles baratos, aunque sean de peor calidad. En algunos casos es de forma voluntaria, pero la realidad es que muchos consumidores no tienen dinero para más. De hecho, las marcas caras siguen teniendo éxito incluso aunque el producto no sea mejor. El problema para muchos es que su precio es demasiado alto y tienen que conformarse con productos más asequibles. Hay consumidores que recurren a los bienes de segunda mano para conseguir productos mejores, lo que explica el auge que han vivido las empresas de venta de segunda mano o las plataformas que conectan a particulares, como Wallapop.

Los hogares han conseguido encontrar un gran ahorro en su día a día con estos productos manufacturados, comprando más barato incluso pueden comprar más. En el año 95, el gasto en ropa y calzado era casi el 7% del presupuesto anual para consumo, en la actualidad es menos del 4%. En total, los consumidores gastan 170 euros menos que en 1995 en ropa, muebles, vajilla y utensilios para el hogar, un descenso del 17%.

La irrupción de la tecnología

La tecnología también ha cambiado los patrones de consumo. Televisiones inteligentes, ordenadores, móviles, tabletas, videoconsolas, altavoces... no faltan en ninguna casa. En el año 2022, el gasto por habitante en teléfonos móviles alcanzó los 50 euros, mientras que el gasto en el resto de equipos tecnológicos fue de 345 euros. En total son casi 400 euros de gasto al año. Es más del doble del gasto en tecnología que hacían los españoles en el año 95.

A esto hay que añadirle el coste de la tarifa telefónica, principalmente internet, que casi ningún hogar pagaba a inicios de los noventa. El gasto total en 2022 alcanzó los 343 euros por habitante, más del triple que tres décadas atrás en precios constantes. Eso significa que cada consumidor está gastando 540 euros más en tecnología de entretenimiento y conectividad.

Foto: Una barra de pintxos en San Sebastián. (EFE)

En la sociedad del entretenimiento, los consumidores compran más tecnología y ahorran en libros y prensa. Esta es una tendencia que se observa especialmente durante las Navidades, ya que los regalos tecnológicos han sustituido a la literatura. Los consumidores gastan anualmente unos 86 euros en libros y prensa, una cifra que es menos de la mitad de la que destinaban en 1995 en precios reales. En total se están ahorrando algo más de 100 euros.

El envejecimiento

Los cambios en los patrones de consumo están marcados también por la transformación demográfica del país. Primero, por el crecimiento de la inmigración desde finales de los noventa; y segundo, por el envejecimiento actual. La caída del gasto en bares y restaurantes está relacionada con el aumento de la edad media de la población. Lo mismo ocurre con el gasto sanitario, pero en dirección opuesta.

El gasto real en sanidad (descontada la inflación) se ha disparado un 93% desde mediados de los noventa. Esto supone un gasto adicional de 320 euros por persona. El principal destino de este gasto son los medicamentos y aparatos sanitarios (desde sillas de ruedas hasta las novedosas máquinas para apneas de sueño). Cada español se gasta 225 euros al año en estos productos, superando, por ejemplo, el gasto en pan y cereales o el gasto en verduras. Esta partida se ha disparado un 300% en términos reales.

También ha crecido el gasto en servicios médicos y hospitalarios, por el recurso a la sanidad privada ante el colapso de la pública. El gasto en servicios extra-hospitalarios ha crecido un 14%; y el hospitalario, un 80% desde el año 1995. En total, son 75 euros de gasto anual por consumidor. Y esta cifra no incluye los seguros sanitarios privados, que no está desglosada. El gasto total en seguros ha aumentado un 20% desde 1995, lo que supone 50 euros más al año.

El cambio demográfico también se debe a una intensa caída en la población infantil por el descenso de las tasas de natalidad, lo que se refleja en el gasto en educación. En el año 95, el desembolso en servicios educativos (desde el colegio hasta la universidad) suponía el 1,7% del gasto total de las familias, y en la actualidad es el 1,3%. Sin embargo, con esta partida ocurre una situación particular: el gasto en precios constantes ha caído, pero ha subido mucho en precios corrientes.

El motivo es que los colegios y las universidades han subido intensamente sus tarifas, en especial los centros privados, lo que provoca que cada alumno pague mucho más que en los noventa. Esto explica que el gasto real haya caído un 2%, pero el gasto nominal haya subido un 118%. El gasto adicional por habitante es de 95 euros.

En total, el peso de la alimentación, la ropa y los restaurantes y bares sobre el consumo total ha caído en 8,6 puntos desde 1995. Este ahorro ha sido forzoso en su mayoría, ya que este porcentaje ha ido directamente a pagar las facturas en el hogar, desde el alquiler o la hipoteca hasta la energía y el agua. Esto explica que la escalada del precio de los alimentos en los dos últimos años suponga un problema mayúsculo para las familias, porque ya no tienen de dónde recortar.

La variación del consumo en esta serie larga del INE, que arranca en el año 1995, permite explicar los cambios económicos, sociales y demográficos que ha vivido el país en estos años. Y también desmontar algunos mitos. En estas tres últimas décadas, el consumo en España per cápita ha aumentado un 25% en precios reales (un 127% si se calcula con inflación), lo que supone un incremento de unos 3.200 euros por persona al año.

Hábitos de consumo
El redactor recomienda