Es noticia
Los jóvenes ya no creen en el crecimiento para vivir mejor y prefieren repartir la riqueza
  1. Economía
El PIB no soluciona su precariedad

Los jóvenes ya no creen en el crecimiento para vivir mejor y prefieren repartir la riqueza

Los récords de PIB y de ocupación no han solucionado la precariedad de los jóvenes. La mayoría pide mayor intervención estatal, aunque ello conlleve menor crecimiento económico

Foto: Imagen de una oficina de empleo en Madrid. (Europa Press/Gustavo Valiente)
Imagen de una oficina de empleo en Madrid. (Europa Press/Gustavo Valiente)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

España consiguió en primavera un doble hito histórico: alcanzó por primera vez los 21 millones de ocupados y superó el máximo de PIB alcanzado durante la burbuja inmobiliaria. Estas cifras económicas contrastan con la percepción que tienen los jóvenes, que sienten que viven en un entorno de precariedad, precios de la vivienda disparados y desigualdades generacionales. El mantra del crecimiento económico ya no es suficiente y los jóvenes prefieren que el Estado reparta la riqueza, aunque ello pudiera implicar un menor crecimiento del PIB.

Lo pone de relieve un estudio sobre la precariedad de los jóvenes elaborado por EsadeEcPol con encuestas en los países del sur de Europa, desde Portugal hasta Jordania, a personas de entre 20 y 34 años. El crecimiento económico ya no es consuelo para los jóvenes, ya que no llegan a percibir sus beneficios. En su lugar, prefieren que la intervención del Estado se centre en repartir la riqueza ya existente.

Los jóvenes creen que el nivel de vida que hay en España no es bajo, el problema es que está mal repartido. De ahí que sea prioritario redistribuir frente al crecimiento económico. En concreto, el 62% de los jóvenes cree que la riqueza está mal o muy mal distribuida, frente a apenas el 14% que considera que el reparto es equitativo. Por el contrario, solo el 37% de los jóvenes cree que el nivel de riqueza en España es bajo.

Ante "el dilema de política económica de favorecer la creación de riqueza o su distribución, los jóvenes se decantan por el segundo", explica el estudio elaborado por Ignacio Jurado y Jorge Galindo. En concreto, el 61% de los jóvenes pide que el Estado se centre en la redistribución de la riqueza, aunque ello genere un impacto económico; por el contrario, el 18% prefiere que las políticas se centren en crear más prosperidad para que los pobres sean menos pobres, aunque eso conlleve que los ricos sean más ricos.

En definitiva, los jóvenes prefieren avanzar en la igualdad frente al crecimiento económico. Una opinión que se explica por los problemas económicos que siguen sufriendo, incluso a pesar de que el PIB es el más alto de la historia. Muchos de sus problemas son ajenos al crecimiento, por ejemplo, el coste de la vivienda, que les impide emanciparse.

Estos precios inmobiliarios tan elevados no se solucionarán con mayor crecimiento económico. De hecho, el crecimiento acelera la subida de los precios, lo que agrava la situación de los jóvenes. En paralelo, beneficia a los propietarios, personas de más edad que son quienes acaparan el patrimonio en España. El reparto de la riqueza implica, por tanto, una lucha generacional para reequilibrar la gran transferencia que hacen los jóvenes a los mayores cuando se emancipan.

Los jóvenes no temen las subidas de impuestos, ya que tanto su renta como su patrimonio son escasos. Donde hay poca base imponible, hay poco impuesto que rascar. Así, un 61% de los jóvenes pide invertir más en formación para poder adaptarse a los cambios tecnológicos, aunque ello implique pagar más impuestos. Casi el 50% quiere que se establezcan leyes para proteger los puestos de trabajo frente a la irrupción de la inteligencia artificial, aunque ello genere inflación. Y el 47% pide más transferencias y subsidios a los hogares que resulten afectados por la automatización del empleo, aunque eso signifique subir los impuestos.

Expectativas frente a realidad

Los jóvenes viven en una situación de contradicción existencial. La mayor parte cree que su situación particular irá mejorando con los años, pero la realidad a la que se enfrentan hoy y las previsiones que tienen para el conjunto de la economía son claramente pesimistas. Casi la mitad de los jóvenes encuestados no tiene capacidad de ahorro para el largo plazo y apenas un 25% declara tenerla.

La falta de ahorros es uno de los principales motivos por los cuales los jóvenes no se emancipan. Los empleos precarios y el alto precio de la vivienda obligan a disponer de un colchón antes de abandonar el domicilio paterno. Casi el 65% de los jóvenes señala que la falta de ahorros propios es una de las causas para no emanciparse y el 67% apunta a la falta de ingresos mensuales. La situación familiar también es clave en la compra de una vivienda. El 65% de los jóvenes que ya son propietarios ha contado con ayuda familiar para abordar la compra.

Foto: Manifestación de jóvenes en Valladolid por el aniversario del 15-M. (EFE/Nacho Gallego)

La mayor parte de los jóvenes vive en una casa familiar o prestada (el 29%) o de alquiler (otro 31%). Sin embargo, son optimistas a largo plazo y apenas el 10% cree que dentro de 10 años no habrá podido acceder a una vivienda en propiedad. Una vez más, se demuestra que si los jóvenes no compran una casa no es porque no quieran estabilidad, sino porque no tienen capacidad económica para conseguirlo.

También existe una diferencia importante entre las expectativas individuales de cada joven y las del conjunto de su generación. Algo más del 50% de los jóvenes encuestados cree que su situación económica habrá mejorado en los próximos cinco años y menos de un 20% teme que será peor. Sin embargo, cuando se les pregunta por la situación de su generación, cunde el pesimismo. El 43% teme que habrá un declive en la situación económica de su generación en las próximas décadas, mientras que solo el 26% es optimista.

"En España, los jóvenes tienen un marcado pesimismo colectivo", explican los autores del estudio, no solo se trata de un pesimismo sobre el futuro del país, sino que "se concreta también en un fuerte pesimismo generacional". De este pesimismo se deriva el descrédito del crecimiento económico y de los indicadores macro. Los jóvenes quieren soluciones a sus problemas, que básicamente consisten en un reparto desigual de la riqueza que les condena a la precariedad sea cual sea el dato del PIB.

España consiguió en primavera un doble hito histórico: alcanzó por primera vez los 21 millones de ocupados y superó el máximo de PIB alcanzado durante la burbuja inmobiliaria. Estas cifras económicas contrastan con la percepción que tienen los jóvenes, que sienten que viven en un entorno de precariedad, precios de la vivienda disparados y desigualdades generacionales. El mantra del crecimiento económico ya no es suficiente y los jóvenes prefieren que el Estado reparta la riqueza, aunque ello pudiera implicar un menor crecimiento del PIB.

Precariedad
El redactor recomienda