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El gran cambio del reparto de la renta en España: los salarios se llevan ya el 49% del PIB
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El gran cambio del reparto de la renta en España: los salarios se llevan ya el 49% del PIB

La masa salarial en España ha aumentado un 21% desde los niveles previos a la pandemia, mientras que los beneficios se han incrementado un 9,5%

Foto: Imagen de una grúa de la construcción en Tenerife. (EFE)
Imagen de una grúa de la construcción en Tenerife. (EFE)
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La doble crisis que ha sufrido España en los últimos años, la pandemia y la inflación, ha generado un profundo malestar en muchos hogares. Es comprensible que sea así, en especial en aquellos que apenas llegaban a fin de mes en 2019 y que actualmente viven en situación de pobreza. Sin embargo, la realidad del conjunto del país es que los salarios esta vez han salido reforzados de la crisis.

Desde que comenzó la pandemia hasta la actualidad, España ha vivido un gran cambio del reparto del PIB. Lo que realmente ha ocurrido es una caída de los beneficios empresariales y del capital y un surgimiento de los salarios. En concreto, la masa salarial ha aumentado casi un 21% desde finales de 2019 hasta el pasado verano (tercer trimestre de 2023). Según los últimos datos del INE, el montante total de retribuciones alcanzó los 177.500 millones de euros, la cifra más alta de la serie histórica.

Por el contrario, los beneficios de las empresas y el capital (excedente bruto de explotación) ha aumentado un 9,5%. Esto es, menos de la mitad que el crecimiento de los salarios. Es cierto que en algunos sectores los beneficios han crecido rápidamente, como el financiero o el energético. Pero el grueso de las empresas ha optado por contener sus beneficios y destinar el incremento de su facturación a realizar contrataciones.

El número de ocupados ha aumentado en 720.000 personas desde el año 2019, lo que supone un incremento del 3,5%. Por su parte, la remuneración por asalariado ha aumentado un 12%. Es cierto que este incremento es inferior a la inflación, lo que significa que los trabajadores han perdido poder de compra. Pero el reparto de esta renta no ha sido homogéneo, de modo que unos trabajadores han ganado, sobre todo los que antes estaban en el paro o la inactividad y otros han perdido.

El resultado es que las empresas han realizado un esfuerzo en contrataciones y en subidas de salarios a un ritmo muy superior al de sus beneficios. También lo ha hecho el sector público, que ha reforzado en los últimos años los servicios a la ciudadanía con más personal, en especial sanidad y educación.

El resultado ha sido un aumento de las retribuciones muy superior al PIB. De esta forma, han ganado peso en el reparto de la producción intensamente. Antes de la pandemia, la masa salarial suponía el 46,7% del PIB y en la actualidad está cerca del 49%. Son dos puntos más y el nivel más alto desde la primera parte de la crisis financiera de 2008 (descontando la pandemia).

Este comportamiento de los salarios de España se ha producido en otros países de Europa, sin embargo, no ha sido lo habitual. En el conjunto de la eurozona, el peso de los salarios en el PIB se ha mantenido estable en el 48%. De hecho, España ha adelantado a la eurozona en participación de los salarios, lo que se explica principalmente por la intensa creación de empleo.

Solo hay tres países en la eurozona que hayan experimentado un aumento mayor de los salarios en relación con el PIB: Eslovenia, Estonia y Lituania. Todos ellos países que tenían una elevada dependencia de Rusia y que han sufrido un intenso proceso inflacionista en el que las empresas han protegido a sus trabajadores soportando la mayor parte de los costes energéticos.

Un cambio estructural

Está por ver cuál es la evolución de salarios y beneficios en los próximos años, pero si se consolida este cambio de tendencia supondrá una importante transformación para España, superando incluso la media europea. A finales de los noventa e inicios del siglo XXI, la participación de los salarios en el PIB solía ser superior al 48%, pero esta tendencia cambió durante los años de la burbuja gracias al rápido crecimiento de los beneficios empresariales y del capital. Este nuevo equilibrio solo se revirtió puntualmente con el estallido de la burbuja y durante la pandemia. Pero se trata de la primera ocasión en dos décadas en la que el peso de los salarios es tan elevado en una fase de crecimiento económico.

Casi un tercio del crecimiento de la masa salarial le corresponde al sector público (AAPP, educación y sanidad), esto es, casi 9.500 millones adicionales. También los servicios de bajo valor añadido (hostelería, comercio y transporte) aportan un 24% del crecimiento de los salarios, con casi 7.500 millones.

El tercer sector que más aporta es el de las actividades profesionales, científicas y técnicas, esto es, servicios de alto valor añadido, cuyas retribuciones se han incrementado en 4.500 millones de euros, un 15% del total de crecimiento de la masa salarial. En el extremo opuesto, la menor aportación corre a cargo del sector financiero, cuyos salarios apenas se han incrementado un 0,8% en estos años debido a que los bancos han continuado con el ajuste de plantilla.

El crecimiento de los salarios está sosteniendo a la economía española en el actual contexto de incertidumbre global y contracción en la eurozona. Los salarios están elevando el gasto de las familias, que ha aumentado un 14% desde finales de 2019. Si bien es cierto que durante la pandemia la caída del consumo fue muy superior a la del PIB, porque los consumidores estaban confinados, también lo es que en los últimos meses está creciendo a un ritmo superior al resto de la economía. Por ejemplo, en lo que va de año el consumo privado ha aumentado un 6,4%. Un avance superior al registrado por el conjunto del PIB, que ha sido del 4,2% del PIB; consumo público y la inversión, un 4% y de la caída del 5% que ha experimentado el comercio exterior.

Esta mejora de los ingresos de los hogares explica que España salga en los primeros puestos en la encuesta a consumidores que elabora la Comisión Europea en la pregunta sobre situación económica del hogar. El resultado que obtiene España es de 5,4 puntos por encima del promedio de las dos últimas décadas, duplicando el dato de la eurozona, que es del 2,3%. En el extremo opuesto se encuentran los hogares franceses que declaran tener una situación negativa.

Si se consolida este nuevo reparto del PIB tendrá varias implicaciones, unas positivas y otras negativas. El primero es que se habrá producido un incremento estructural del empleo, mejorando así uno de los grandes problemas estructurales de España: la baja tasa de ocupación. El reparto de los salarios también permite sostener el consumo y reducir el gasto público en desempleo.

Sin embargo, el crecimiento del empleo por encima de la producción significa que se ha producido una caída de la productividad del trabajo. Esto dificultará que los salarios por trabajador sigan subiendo a futuro. Por la parte de las empresas, menores beneficios pueden implicar un descenso de la inversión a futuro, aunque este es un riesgo relativo. Si aumenta la demanda y existen perspectivas de mejorar el negocio, las empresas tendrán suficiente incentivo para invertir. De hecho, si no han invertido más en los últimos años es, en buena medida, consecuencia de la incertidumbre sobre la demanda.

Foto: La vicepresidenta de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/J.J. Guillén)

A partir de este punto, será complicado que los salarios puedan ganar mucho más peso en el PIB. Los países con tasas superiores se encuentran todos ellos en el este de Europa, principalmente en los países del Báltico, que han sufrido un gran shock económico por la invasión de Ucrania. Sin embargo, si se compara con países semejantes, como Italia o Portugal, el peso de los salarios en España es muy superior. En Italia apenas superan el 40% del PIB y en Portugal no llegan al 47%.

En definitiva, la situación de España es extraordinaria y no es descartable que se revierta en el futuro. El crecimiento del empleo por encima del PIB puede ser consecuencia de una preferencia de las empresas por apuntalar sus plantillas de cara al futuro. Así, podrían tener margen para aumentar su producción sin contratar a más trabajadores. Esto es, para aumentar la productividad por asalariado. Esto permitiría recuperar los beneficios y restablecer el equilibrio previo a la pandemia.

Pero en este proceso se han producido cambios legales que pueden haber alterado el equilibrio previo de forma permanente, como la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) o la subida de las cotizaciones sociales. Y hay otros que están en proceso, como la reducción de la jornada laboral. Son medidas que aumentan las retribuciones, pero encarecen el factor trabajo. Esto es, los cambios vistos en los últimos años podrían consolidarse consiguiendo un peso permanente de los salarios en el PIB próximo al 50%.

La doble crisis que ha sufrido España en los últimos años, la pandemia y la inflación, ha generado un profundo malestar en muchos hogares. Es comprensible que sea así, en especial en aquellos que apenas llegaban a fin de mes en 2019 y que actualmente viven en situación de pobreza. Sin embargo, la realidad del conjunto del país es que los salarios esta vez han salido reforzados de la crisis.

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